Julio Quispe Virhuez más conocido como Quispejo, es uno de los artistas plásticos más prolíficos en el Perú. Él ha pintado miles de obras que están por todo el Perú y el mundo.
Su temática ha reivindicado al habitante andino que alimenta al costumbrismo nacional. Si bien, la obra de Quispejo en los años setenta y ochenta fue la gran protagonista de los “reflectores” y de las galerías de arte; hasta el día de hoy centenas de pintores emulan fielmente su temática; pero el artista actualmente se encuentra sigiloso, con un perfil más bajo.
Con él conversamos en exclusiva en su casa-taller de Santa Beatriz.
Naciste en Marca provincia de Recuay, departamento de Ancash. Háblanos de los paisajes que viste de niño
Yo nací en el paisaje del ande. La vivencia de mi niñez fue hasta los 8 años en la sierra; pero cuando fui joven renació cuando ingresé a la Escuela de Bellas Artes para retomar el paisaje y el personaje andino. Nosotros fuimos agricultores, pastores de ovejas, y vivíamos de eso; nuestro lugar era tan alejado porque era inhóspito, y no había carreteras; tampoco había una radio, ni música.
¿Y qué escuchabas?
Nosotros teníamos una vitrola, gracias a mi padre que había vivido mucho tiempo en Lima; y así empezamos a convivir con el tango, con el paso doble, con la polka, pero en esa época todavía no había discos de huayno; aunque solo se escuchaba la quena de Alejandro Vivanco; cuando mi padre Julio Quispe Cubillas llegaba con su gente a la casa, prendía su vitrola y allí escuchábamos el disco del maestro Vivanco.
Pero luego te volviste barranquino de toda la vida
Yo llegué al distrito de Barranco en Lima en el año 1957, y desde ahí me quedé en ese lindo barrio.
Lo curioso es que el famoso palacio Rosell-Ríos de Barranco fue tu hogar durante más de 50 años.
Allí pasé mi niñez, y mi juventud, hasta llegar a la tercera edad. Teodosio Rosell era el abuelo del clan; él quería mucho a mi padre, y a nosotros nos quería como sus verdaderos nietos. Mis hermanos y yo desde niños vivimos allí, y también tuvimos nuestra labor; en esa época yo regaba todos los sábados las 50 macetas de la casa; y luego llegaba mi sobre con 5 soles de propina.
Estudiaste en el tradicional colegio barranquino experimental N° 1
Yo estudié en el experimental desde 4to año de primaria, desde 1958.
¿Es verdad que Alan García fue tu promoción en esa época?
Así es. Alan fue mi promoción; él cantaba en el coro, era primera voz, y yo la tercera voz. Él era un gordito travieso; y después yo me convertí en su ídolo, porque hubo un campeonato de fulbito entre colegios experimentales, y cuando campeonó mi colegio, entonces salí como el mejor jugador del campeonato. Pero también estudié en el colegio Eguren hasta tercero de secundaria. Recuerdo a dos de mis promociones del Eguren: Paz y Lazo; nosotros éramos vecinos de la avenida Grau. El padre de Lazo era la autoridad máxima de Barranco, porque era un sargento muy respetado; en esa época no había asaltos ni robos. Tampoco había alféreces, ni tenientes en la comisaria; porque la máxima autoridad era un sargento. Hoy sigo perteneciendo a ese grupo barranquino.
En aquella época había cines en Barranco
Claro; el Zenith que estaba a media cuadra de mi casa, el Raimondi, el cine Barranco, el cine Balta, y el Premier.
¿Y galerías de arte?
Casi no había galerías. En Barranco todo era viviendas; y tampoco había restaurantes ni bares; el único que funcionaba era el Juanito frente al parque Municipal, y el único restaurante del chinito que quedaba en la esquina de Grau. Luego cuando llegó Chabuca Granda empezaron a hacer la primera peña en vivo en el Puente de los Suspiros, y por la tremenda bulla que hacían los criollos, los vecinos se quejaban y denunciaban en la comisaria. En esa época, aún no había discotecas, ni peñas.
Cuando egresaste de la Escuela Nacional de Bellas Artes ganaste medalla de oro, y el primer Premio de Pintura «Enrique Camino Brent» ¿Qué recuerdos?
Yo egresé de la escuela en el año 1973, y siempre recuerdo a mis compañeros de promoción: Quispe Castillo, Rafael Llaque, Antonio Pimentel, Jorge Oca, y el gran hiperrealista Miguel Espinoza Salas; posiblemente no encontré a alguien de su capacidad intelectual; el falleció muy joven pero estuvo becado en Paris, y ganó muchos premios; luego viajó a Chile, y posteriormente se quedó en Arequipa donde fundó la facultad de Arte en la universidad San Agustín; él murió a los 35 años de edad.
Sobre la obra de José Sabogal ¿Te identificas con ella?
Yo no me identifiqué con la obra de Sabogal; con quien más me identifiqué fue con la obra de Enrique Camino Brent, y la de Horacio Urteaga; aunque, el maestro Sabogal como iniciador del movimiento indigenista fue importante.
Cuando dices que no te identificas con Sabogal ¿Te refieres a su técnica; o a su corriente en general?
Me refiero a la corriente en general. Era como algo pensado; y no era todavía la esencia misma del indigenismo; entonces, ahí surgieron Camino Brent, y Horacio Urteaga que fue el que sintió la esencia misma del andino. Apurimak también fue un gran maestro, y lastimosamente no se le consideró mucho.
Sin embargo, Sabogal trascendió
Claro; fue el gestor o impulsor del indigenismo. Sus discípulos fueron Julia Codesido, Aquiles Ralli, Gamarra, Hinostroza, y otros; pero también hubo artistas que empezaron a formar sus propias raíces con diferentes temas. La nueva generación se olvidó un poco de eso, y empezó a tomar mucha influencia el tema extranjero.
Aquí viene lo interesante; cuando egresaste de la Escuela Nacional de Bellas Artes creaste una temática propia, donde plasmabas el mundo costumbrista del habitante andino en el campo con su habitual sombrero y que nunca mostraba el rostro.
Eso surge porque cuando yo viajaba a la sierra y quería hablar con una persona, ella siempre ocultaba su rostro, aunque, ya luego de una conversación larga, ella se mostraba. Esa primera parte psicológica fue la que se me quedó grabada, y eso fue lo que surgió en mis dibujos; hasta que un día en el taller, ya en la tela empecé a componer aquellas figuras; entonces, mi maestro de taller Cajahuaringa me dijo: — ¿por qué no le pones color?— y a partir de ahí fue que empecé a descubrirme y surgió de mi interior todos esos colores, valores, temas, y las vivencias del campo que había vivido en mi niñez. Todo eso afloró pero con una visión más cosmopolita; y sin pensar mucho, sin ese raciocinio que fluye empecé a crear mis propias obras. Aunque al principio a muchas personas les chocó; pero a otros les impresionó. A quien le impresionó mucho mi obra fue al maestro muralista arequipeño Teodoro Nuñez Ureta. En esa fecha se dio la matanza en Chile y vinieron para pedirnos fondos para hacer una subasta; entonces, yo doné un grabado que luego lo pinté como un cuadro. En la casa de los poetas hicieron la subasta, y cuando llegó Nuñez Ureta: le gustó y lo compró; luego él dejó la obra ahí en la casa, hasta cuando fue director de la Escuela de Bellas Artes, y nos encontró con problemas económicos para pagar el alquiler del taller; entonces él abogó para que el arrendador nos firme nuevamente el contrato.
Sin embargo, tu temática neo indigenista empezó a ser copiada en toda la capital.
En una cochera cerca de la avenida 28 de Julio en Lima se empezó a copiar mi obra. Y cuando me contaron fuimos a verla, y efectivamente estaba allí. Esa obra actualmente se encuentra en Bogotá, y precisamente, es la obra más copiada; incluso hasta el día hoy la copian. Al comienzo me afectó bastante, e inicié una demanda pero nadie me apoyaba; y luego de hacer mi denuncia a la Comisaría, pasé a la Fiscalía; y así me pasé varios meses intentando encontrar justicia, pero no pude hacer nada.
Como una epidemia las copias de tu obra se fueron diseminando por todo Lima
Así es. Empezó primero en la calle Belén, y La Colmena en el centro; pero luego llegó al parque central de Miraflores, y en todos los tamaños; y no solamente en pintura; también lo hicieron en cerámica, escultura, y en tapices. Antes de viajar a Europa, fui primero a la avenida La Marina para comprar adornos peruanos de plata, para luego obsequiarlos; y me encontré con unas pequeñas copias de mis obras; pero habían otras que costaban menos; entonces le pregunté a la vendedora ¿por qué aquellas costaban más?; y me respondió: “porque esas son copias de Quispejo”. De todas maneras las compré, y cuando las llevé a Europa me sirvieron para dejarlas en obsequio.
Actualmente se encuentran en todos los mercados indios de la avenida Petit Thouars en Miraflores.
Claro. Ahí las encuentras en cantidad. Incluso puedes pedir motivos como hilanderas, músicos, paisajes, etc. y ellos te las hacen.
¿Te molesta que las copias de tus obras sean consideradas un arte kitsch, a precio barato?
No. Porque mis obras son únicas; son piezas únicas en cuanto a su composición y su color. Y si la copian, es solo eso: una copia. En parte, se me ha hecho publicidad, pero mi verdadera obra ha llegado a otros países como Rusia, Egipto, Alemania; incluso, una vez me dijeron que un cuadro mío estaba al costado de un Picasso… pero que era una copia (risas).
Pero también tuviste tu época de oro; y ni bien egresaste de la escuela expusiste en todos lados.
Camino Brent fue una de las mejores galerías en Lima; y gracias a su propietario Rafael Lemor tuve cuatro individuales; y al salir de ahí, expuse en Trapecio, en galería Borkas, en 715, en Avianca, en Ivonne Briceño que ya despareció, y luego en galería La Nueve que quedaba en el parque Salazar. Así cerré con todas las galerías, y vendía todo; y si por ahí quedaba algo, inmediatamente se vendía. Ese dinero me servía para viajar constantemente a Europa, porque nadie nos auspiciaba.
Eres afortunado, porque hay artistas que casi no venden
Yo sí he vendido mucho, y también he guardado obras; porque casi nadie maneja su colección propia, porque todo lo venden. Pero yo, a pesar de haber vendido, siempre he dejado obras para mi colección.
Si bien muchos han copiado tus obras, tu paleta es única, y tu nivel cromático no se puede imitar.
Eso se debe a la práctica, y a la constancia de seguir trabajando. Porque antes exponía hasta cuatro individuales al año; y la verdad que no hago individuales en Lima hace más de veinte años.
Pero tu obra continúa siendo requerida en el extranjero
Sí. Además de Alemania, me han llamado de Rusia; aunque la gente que allí vende mis copias en miniaturas ha malogrado el mercado, porque las venden a 50 dólares.
Si bien, eres conocido entre los entendidos del arte; hoy ya no se escucha hablar de Quispejo ¿la prensa cómo se portó?
Antes sí me sacaban todo en los medios. En Madrid salió una nota sobre mí en la revista Hola; luego en casi todo Europa, Asía, y África expusimos con mi grupo Estilos, y hubo mucha prensa, pero luego paramos la mano porque falleció Silvia Blanco Sandoval una de las pintoras más grandes después de Tilsa. Actualmente no hay una pintora tan importante y al nivel de ella. Nosotros hicimos muchas giras con Silvia.
¿Qué opinas del actual panorama artístico de las galerías capitalinas?
Ha cambiado. Se ha perdido las galerías de antes, donde iban grandes coleccionistas. Era gente que ahí iba a comprar obras de arte; eso sucedía en todas las galerías. Hoy también quedan, pero más con ese arte moderno que se ha metido muy fuerte; y la nueva generación ingresa ahí con un poco de facilismo, que no es malo; pero primero hay que aprender todas las corrientes, para luego incursionar en cualquier campo.
Tu temática costumbrista neo indigenista es un figurativo que también parece abstracto, porque incluso hay geometría al estilo cubista.
Claro; en mi obra ingresa el abstracto, el surrealismo, hasta el expresionismo; ingresan todos los ismos. Hay geometría basada en el cubismo; eso es la base que uno tiene para poder amalgamar todo en una obra, y lo que tu estilo marca para el espectador.
¿Cuántas obras has pintado en tu vida?
Deben pasar las tres mil obras. Porque recuerdo que al año pintaba más de cien; y ya son más de 44 años pintando, y defendiendo el arte andino.
¿Quiénes más defendieron ese arte contigo?
Con el resto del grupo Estilos comenzamos a hacer exposiciones ya no en el exterior, sino, aquí en Perú. Allí estamos con César Martínez, Álvaro Mendoza, José Aldana, y Llauri que radica en España. Y en el grupo Puka punku (que significa Puerta roja) éramos Rafael Llaque, Pimentel, Espinoza, Loayza, Meléndez, Airaldi, y yo.
¿Alguna vez recibiste un reconocimiento del Estado?
Sí. Hace poco, del ministerio de Cultura de Ancash. Después he tenido la llave de la ciudad, medallas, platos; y en mi pueblo recién me han reconocido después de 40 años. En Barranco también recibí el premio Cesar de los hermanos Julio y Fortunato Cesar, ambos talladores y escultores.
¿Hiciste docencia?
Un tiempo estuve como un año haciendo docencia en el Alcides Carrión de Barrios Altos, que queda justo más allá de la Escuela de Bellas Artes. Después hice clases particulares; luego en el magisterio, y en la Casa de la Cultura del jirón Ancash.
Casi toda tu vida has vivido en Lima ¿Ya te consideras capitalino?
No. Yo guardo mis raíces, porque siempre ando viajando. Siempre he tenido contacto con la gente de la sierra; y recién he estado con mi hija adoptiva en Huancavelica. Yo apoyo a toda esa nueva generación de pintores que incluso viene a mi taller a visitarme, y si se puede los puedo hospedar en mi casa.
¿El arte que se hace en Perú ha evolucionado?
No ha evolucionado. Lo que ha evolucionado es la elite del arte; pero el verdadero arte en Perú está considerado como uno de los grandes a nivel de Iberoamérica, y tiene una dimensión internacional con grandes artistas que están en Estados Unidos, Canadá, Francia, y España; con maestros jóvenes que tienen un gran talento. Lástima que aquí no se les promocione, y que no se les reconozca.
Para terminar ¿Proyectos?
Trabajando. Y seguir defendiendo el arte andino hasta el final. Ya vamos 44 años sin claudicar y sin cambiar, seguimos luchando por ese mismo camino apoyando a la nueva generación para que siga con nuestras raíces; porque nuestra cultura es tan grande y tan importante.