Escribe: Pavel Ugarte Céspedes
Su nombre en el Perú, transcurre por calles, plazas y cartelas publicitarias, como también lo ostentan espacios culturales y centros de educación primaria y superior. Es considerado el primer mestizo, pero sin embargo su impronta va mucho más lejos hacia la edificación de la identidad peruana, hoy todavía en formación. En abril de año pasado se suscitó un encuentro sin precedentes, gracias al esfuerzo del Centro Bartolomé de las Casas, SBS Librería Internacional, la Capilla de San Antonio Abad y la Mesa Consultiva del Libro y la Lectura, quienes conmemoramos su natalicio y fallecimiento, por el 12 y 23 de abril respectivamente.
El objetivo de las conferencias ofrecidas, era fomentar el sentimiento colectivo para suscribir la carta que se elevó al Programa Memoria del Mundo registrado por la UNESCO. Consideramos que la obra del Inca Garcilaso merece estar inscrita como el testimonio de la civilización andina que en la cultura inca encontró síntesis. Existe vasta información y literatura que habla sobre el célebre cusqueño. No son pocas las fuentes bibliográficas que auscultan su vida y pese a ello, no sabemos exactamente cuál era su rostro así se haya extendido una imagen española de su biotipo. Gracias al investigador Julio Gutiérrez Samanez y la conferencia: “Aproximación iconográfica al Inca Garcilaso” sabemos que su retrato se inventa y han sido muchos los pinceles y grabados que intentaron inmortalizarlo. José Sabogal y Francisco Gonzales de Gamarra profundizaron en este interés y el último perennizó un cuadro que es el más difundido.
En necesario considerar que su rostro es importante por el mismo motivo que su obra, brinda una afirmación identitaria. Es el rostro de un país, el cuerpo de una Nación que todavía se teje con delgados hilos. Lo que no sabíamos del Inca Garcilaso, es aquello que magistralmente retrata como testimonio cercano Julio Gutiérrez Samanez:
“Todavía en 1939, con motivo del cuarto centenario del nacimiento del Inca Garcilaso, mi padre, el escritor Julio G. Gutiérrez L., gran estudioso del Inca historiador, publicó un artículo en la revista nacional Expresión, dando a conocer el descubrimiento realizado por el padre Ambrosio Morales, consistente en el hallazgo en un cuadro de la Virgen Inmaculada del Convento de Santo Domingo, una inscripción que reza: “A la devoción de Gómez Suárez de Figueroa, ing, año de 1556”, el artículo titula “Presunto retrato del Inca Garcilaso de la Vega”. Muchos años después, este artículo causó revuelo, ya que el suplemento “Dominical” de El Comercio de Lima del 24 de marzo de 168, se ocupó del tema. Luego, el 5 de abril, el Dr. Aurelio Miró Quesada, eminente garcilasista escribió el artículo “El supuesto retrato del Inca Garcilaso”, donde analizó las posibilidades de certeza del mencionado retrato del Inca adolescente, posando como devoto, junto a su hermana Leonor de la Vega o, como dice Miró Quesada, una hermana paterna del Inca, hija del capitán en la palla María Pilcosisa, llamada Francisca de la Vega.”
“Con tal razón, mi padre escribió un artículo que el propio Dr. Miró Quesada publicó en El comercio de Lima del 16 de abril de dicho año, con el título de “Acerca del discutido “Retrato” del Inca Garcilaso. Además de este presunto retrato de un joven adolescente, moreno de piel y rostro regordete, no se ha encontrado retrato alguno del Inca Garcilaso.” (Gutiérrez Samanez, Julio. Inca Garcilaso / Cusqueño del siglo XXI. Pp.16. CBC, CMC, Cusco 2019).
En esta aguda investigación, no sólo afloran los hallazgos bibliográficos sino también la huella evidente de un racismo enclaustrado en la “historia oficial” peruana. Era más fácil para la República criolla aceptar un inca blancoide antes que andino y por lo mismo, el Inca Garcilaso ha generado polémica, debate y estudios como los vertidos en esta jornada académica cristalizada en el libro en referencia y donde el poema de Odi Gonzales: “Elogio de una lengua nativa en la lengua dominante Garcilaso Inca revisited”, abre esta relectura de un peruano universal. (Ciudad [c]oral, Paracaídas Editores, 2017).
“La traducción garcilasiana de Tres diálogos de amor de León Hebreo”, del Prof. Carlos Rado Yáñez es otra de las investigaciones junto a “Inca Garcilaso de la Vega y los descendientes del Cusco” del Dr. Donato Amado, quien esclarece documentadamente su progenie. “Un vaso de chicha de maíz para el sol” / Notas etnohistóricas del Dr. Alejandro Herrera aporta también con mayores fuentes y referencias que como bien dice Waldo Ortega: “Sirva pues esta publicación para animar el emprendimiento de nuevos estudios, para favorecer el conocimiento de la obra de nuestro autor principalmente entre los jóvenes, y para regresar a sus generoso escritos con renovado interés”.
Ese 23 de abril del año 2019, con público lleno y a puertas cerradas, porque las medidas de seguridad ya no permitían más personas, corroboramos un compromiso con la obra y pensamiento del Inca que se hizo escuchar gracias a la palabra y el verbo nacido del amor a la tierra. Fueron Laura Bracamonte, Anael Pilares, Carlos Rado, Andrés Córdova y quien escribe estas líneas los que conjuramos ese momento a nombre de nuestras instituciones y organizaciones, pero también a nombre propio, si se trata de comulgar por otra historia donde el conocimiento y espíritu andino sean aceptados como otra riqueza que a todos nos pertenece.
Un qhapaq haraweq del Cusco, como es Ángel Avendaño, resume lo que representa Gómez Suarez de Figueroa, ese muchacho de apenas 21 años que tuvo que atravesar el Océano Pacífico para encontrarse y asumirse como peruano: “Nada en la obra del Inca Garcilaso de la Vega es silencio., ni polvo ni lejanía, ni disolución lóbrega perpetuada en un dombo de piedra. Garcilaso de la Vega desbarata las significaciones de la muerte desde sus yeserías sepulcrales en la Catedral de Córdoba. Su obra como su vida, son las memorias de una época triste y penosa, cuyas mareas de sueños e injusticias aún no sueldan su paz en nuestras sangres. Garcilaso de la Vega es el primer qosqoruna reconciliado con el tiempo circular de los inkas. El primer catecúmeno-catequista inmolado en el tiempo lineal del “más allá” cristiano”. (Historia de la Literatura del Qosqo / Del Tiempo Mítico al Siglo XX. MPC, 1993, Pp 163).