Por Dr. Chen Shih-chung
Ministro de Salud y Bienestar
República de China (Taiwán)
La amenaza de las enfermedades infecciosas emergentes para la salud mundial y la economía, el comercio y el turismo no ha disminuido jamás. Debido a la facilidad del transporte internacional, las pandemias pueden extenderse rápidamente por todo el mundo. Entre los ejemplos más destacados figuran la llamada gripe española de 1918, el brote de síndrome respiratorio agudo severo (SARS) de 2003 y la gripe H1N1 de 2009.
Intermitentemente también han surgido graves epidemias regionales, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) en 2012, el Ébola en África occidental en 2014 y el virus Zika en América Central y del Sur en 2016. Hoy en día, una nueva forma de neumonía que surgió por primera vez en Wuhan, China, a finales de 2019 y que desde entonces ha sido clasificada como la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19), ha causado una pandemia mundial. A 8 de abril de 2020, los datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que hay 1,35 millones de casos confirmados de personas que padecen la enfermedad, con 79.235 muertes en 211 países, áreas o territorios. Taiwán no se ha librado de ello.
En los 17 años transcurridos desde que fue duramente golpeado por el brote de SARS, Taiwán ha estado en un estado de preparación constante ante la amenaza de enfermedades infecciosas emergentes. Como resultado, cuando el 31 de diciembre de 2019 se confirmó por primera vez la información relativa a un nuevo brote de neumonía, ese mismo día Taiwán comenzó a aplicar la cuarentena a bordo de los vuelos directos procedentes de Wuhan. El día 2 de enero de 2020, Taiwán estableció un equipo de respuesta a la enfermedad y el 20 de enero activó el Centro de Comando Central de Epidemias (CECC, siglas en inglés) como entidad gubernamental de nivel 3, elevándolo primero al nivel 2, y después al nivel 1, el 23 de enero y el 27 de febrero, respectivamente. El CECC es capaz de integrar eficazmente los recursos de varios ministerios y de dedicarse plenamente a la contención de la epidemia. A 9 de abril, Taiwán había realizado pruebas a un total de 42.315 personas que mostraban 380 casos confirmados, de los cuales 54 han sido autóctonos, 326 importados y cinco fallecidos; 80 personas habían sido dadas de alta del hospital después de haber dado resultado negativo. A pesar de su proximidad a China, Taiwán ocupaba el 123º lugar entre 183 países en lo que respecta a los casos confirmados por millón de personas. Ello ha demostrado que los agresivos esfuerzos de Taiwán por controlar la epidemia están dando resultados.
La enfermedad no conoce fronteras. En respuesta a la amenaza de la epidemia de la COVID-19, Taiwán ha puesto en marcha planes dinámicos relativos a medidas de cuarentena fronteriza, incluyendo la cuarentena a bordo, la toma de temperatura, declaraciones de salud y una cuarentena domiciliaria de 14 días para aquellos pasajeros procedentes de naciones que hayan sido clasificados en el Nivel 3 de Advertencia. Además, Taiwán ha establecido un sistema electrónico de cuarentena de entrada, que permite a los pasajeros, mediante un número de teléfono móvil local, rellenar información sanitaria a través del teléfono móvil. Mediante un mensaje de texto, la persona recibirá un pase de declaración de salud. Ello está conectado con el sistema de gestión de apoyo a la comunidad, que permite a los organismos gubernamentales prestar servicios de atención y asistencia médica. El historial de viaje de cada individuo se registra ahora en la tarjeta del Seguro Nacional de Salud (NHI, siglas en inglés) para alertar a los médicos de posibles casos y evitar la transmisión a la comunidad. En el caso de los que están en cuarentena o aislamiento en el hogar, el gobierno está trabajando con los operadores de telecomunicaciones para permitir el rastreo por GPS de sus ubicaciones. Los infractores de la cuarentena están sujetos a multas o a la localización obligatoria de acuerdo con las leyes y reglamentos pertinentes, a fin de evitar la transmisión.
Taiwán también ha aumentado su capacidad de realizar pruebas de laboratorio, ampliado el alcance de su vigilancia e inspecciones según la evolución de la epidemia de COVID-19, y ha repetido los test a personas de mayor riesgo que ya habían dado resultados negativos, incluidos los pacientes con síntomas de gripe grave, los casos comunitarios con infecciones de las vías respiratorias superiores que ya estaban siendo vigilados y los casos en grupo de infecciones de las vías respiratorias superiores, para identificar así los casos sospechosos y realizar el tratamiento en salas de aislamiento. Mientras tanto, Taiwán ha designado 50 hospitales y centros médicos regionales y 167 clínicas y hospitales públicos para crear un sistema escalonado de pruebas. Estos hospitales y clínicas están obligados a establecer salas o áreas especiales; en principio, los pacientes de COVID-19 son aislados y tratados individualmente en estas salas y áreas para prevenir las infecciones intrahospitalarias. Además, desde el 24 de enero Taiwán ha prohibido la exportación de mascarillas quirúrgicas, ha requisado mascarillas y ha ampliado la producción nacional de este producto, permitiendo con ello una distribución más eficaz. El 6 de febrero, Taiwán puso en marcha un sistema de racionamiento personalizado para la compra de mascarillas en las farmacias pertenecientes al NHI y en los organismos locales de salud pública. A ello añadió el 12 de marzo un sistema para realizar pedidos online de mascarillas, que permite a las personas recoger las mascarillas en las tiendas de 24 horas. Estas medidas nos han ayudado a lograr una asignación efectiva de los recursos limitados y a satisfacer las necesidades de salud, de prevención de epidemia, de las familias y de las industria.
Una crisis en cualquier lugar se puede convertir fácilmente en un problema en todas partes. La seguridad de la salud mundial requiere de los esfuerzos de cada persona para garantizar una respuesta óptima a las amenazas y a los desafíos de la salud pública. Taiwán, aunque no es miembro de la OMS, no puede estar solo y debe ser incluido en la lucha contra tales amenazas y desafíos. Taiwán ha cumplido con sus responsabilidades como ciudadano global y ha cumplido con el Reglamento Sanitario Internacional 2005 (RSI 2005) al notificar a la OMS los casos confirmados de COVID-19. Además, Taiwán se ha comunicado con otros países como Japón, la República de Corea, Singapur, Malasia, Filipinas, los Estados Unidos, Canadá, Italia, Francia, Suiza, Alemania, el Reino Unido, Bélgica y los Países Bajos, así como con el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades, para compartir información sobre los casos confirmados, los antecedentes de viaje y contacto de los pacientes y las medidas de control fronterizo. Taiwán ha compartido los datos de la secuencia genética de la COVID-19 con la Iniciativa Global para el Intercambio de Todos los Datos sobre la Gripe (GISAID, siglas en inglés). Taiwán ha colaborado con sus socios globales para responder a la amenaza de la COVID-19, a fin de asegurar que la salud mundial no se vea amenazada por la falta de comunicación y transparencia.
Si la misión de la OMS es, en efecto, garantizar el más alto nivel posible de salud para todos los seres humanos, entonces la OMS necesita de Taiwán igual que Taiwán necesita de la OMS. Sin embargo, Taiwán ha estado excluido durante mucho tiempo de la OMS debido a consideraciones políticas. Esto ha sido lamentable, teniendo en cuenta todo lo que Taiwán podría compartir con el mundo gracias a su reconocida experiencia en salud pública, su sistema sanitario, el NHI, y su capacidad para realizar pruebas rápidas, así como para investigar y fabricar vacunas y medicamentos contra la COVID-19. También podemos compartir nuestros métodos para analizar el virus. Esperamos que después de que esta pandemia remita, la OMS comprenda verdaderamente que las enfermedades infecciosas no conocen fronteras y que ningún país debe ser excluido, evitando así la creación de una brecha importante en la seguridad sanitaria mundial. La OMS no debe descuidar la contribución a la seguridad sanitaria mundial de ninguna nación.
Instamos a la OMS y a las agencias conexas a que reconozcan las duraderas contribuciones de Taiwán a la comunidad internacional en las esferas de la salud pública, la prevención de enfermedades y el derecho humano a la salud, y a que incluyan a Taiwán en la OMS y en sus reuniones, mecanismos y actividades. Taiwán seguirá colaborando con el resto del mundo para asegurar que todos disfruten del derecho humano fundamental a la salud, tal y como se estipula en la Constitución de la OMS. Haciéndonos eco del lema de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para 2030, nadie debe quedar atrás.