“¿Tan sólo milenios galopan en tu lomo? Tu antigüedad es mayor. ¿Es que tus ojos no fosforecen con pasiones recientes? ¿Eres carne de los sacrificios milenarios?”
El pez de oro de Gamaliel Churata
En La cultura de la resistencia (1973), Marta Traba reflexionaba sobre la dependencia del llamado nuevo mundo bajo ciertas hegemonías dominantes y coloniales, asunto que ha preocupado durante un larguísimo tiempo (desde las sublevaciones independentistas en toda América), y cómo el entorno cultural americano planteaba desde hace más de un siglo formas e ideas para romper y vencer estas ataduras, en busca de una identidad e historia propia, donde el concepto de diferencia tomara un gran impulso a través de diversas expresiones creativas y eruditas. Esto fue adoptado como uno de los significativos desafíos del arte continental a partir del siglo XX: imbuirse de su entorno y autóctona sabiduría, compatible a la vez con una potencia universal y moderna, sin caer en un folclórico chovinismo. Según Traba “… lo único claro fue siempre el mundo físico alrededor del artista latinoamericano, surtiéndole proposiciones étnicas, lingüísticas, geográficas, idiosincráticas, de una riqueza muchas veces excesiva. Pero todo buen artista es consciente, por vía racional o instintiva, de que la realidad no adquiere existencia sino a través de un proyecto, y que la obra es tanto más valiosa cuanto más general es ese proyecto”.
Llevar adelante esta amplia propuesta con un original lenguaje, desde un lugar específico, parcelado, y que pueda lograr con su carga emotiva y sus planteamientos intelectuales, críticos y técnicos trascender fronteras, estar vigente y en constante crecimiento (con el viento del talento, la inteligencia, la disciplina y el apoyo a su favor), es un enorme reto para artistas de esta región. Muchas y muchos lo han logrado y uno de ellos, actualmente, es Ricardo Terrones (Chepén, Perú, 1976). Él conjuga en la robusta huella de una ontología territorial ese esplendor precolombino con su fascinante invención personal, siendo heredero de una fértil tradición figurativa y cromática que está arraigada en la pintura peruana (pensemos en maestras y maestros de la centuria pasada como Tilsa Tsuchiya, Venancio Shinki, Gerardo Chávez, Julia Codesido, José Tola o Fernando de Szyslo).
Su infancia y sus vivencias en Chepén lo han inspirado siempre, atento a esa impresionante zona aluvial con abundantes algarrobos, sapotes, espinos, faiques junto a una variada fauna formada por gallinazos, lagartijas, garzas, tordos, faisanes, pavas, felinos entre otras especies, además de poseer un importante patrimonio arqueológico relacionado con las culturas mochicas, chavines y chimús, todo disponible como material pictórico en la obra de Terrones. Sus cuadros se convierten en una necesidad de revelar nuevos paisajes con deslumbrante vegetación, toros y perros situados sobre llanuras de tonos cafés, una sucesión de homenajes dedicados a la agreste selva, al árido desierto, las corrientes del río y esa lejana resonancia de olas originadas en el Pacífico. Éste instaura un goce humano, animal y vegetal, aferrado a su íntima búsqueda hecha candente metáfora y profunda exégesis plástica condensada en la dimensión de un cielo rojo, azul, amarillo o un sinfín de coloridas mezclas que salen desde su paleta.
Esos cortes, esas tensas líneas dejan simétricas marcas en las planicies andinas, en los algarrobos y montañas donde se acumulan cuernos de toros, colmillos de perros, garras, alas, escamas y robustas hojas de un tiempo pretérito y actual. Hay una valiente decisión en Terrones de reinventar un paradisíaco y feroz ecosistema. Su presencia humana recuerda esos delgados maniquíes de madera que se utilizan como modelos para dibujar hasta llegar a esos recios seres ancestrales de grandes manos y pies, atrapados en su dramatismo y festividad de maciza revelación, habitantes de granito que han sido paridos en una antigua ciudad chimú. El trabajo de Terrones se entrega a un amontonamiento de especímenes dentro de un vibrante plano, con desbordamientos mitológicos de renovada estética, que coge lo mejor del mundo precolombino y el arte contemporáneo, desde las vanguardias hasta la nueva figuración, siempre desde los más profundo de esa otredad que significa estar situado en Latinoamérica y su relación con la “impureza”, con sus “cruces y giros” (citas del dramaturgo, performancista y poeta Alberto Kurapel). Ese mestizaje, esa combinación de visiones, sentires y grietas conmueven a Terrones y repercute en la silvestre diacronía de su obra.
Los personajes de Terrones están envueltos en energéticos caparazones y gruesas franjas que protegen ese desasosegado magma de imágenes, piezas significativas de una expresionista Pachamama que fecunda corpulentos y enjutos apéndices, configuraciones de un espesor atávico en comunión con la tradición muralística de este continente y la poesía hecha pintura, vinculada a la cosmogonía de los pueblos originarios (existe proximidad visual de Terrones al grupo Magie Image, fundado en el París de los ochenta por artistas latinoamericanos, siendo uno de ellos el peruano Leoncio Villanueva). Además está el influjo de los cerros de Chepén en el artista, expuestos a la magnificencia del sol, un Inti Raymi adunado a una Semana Santa de voluminosas crucifixiones tras el estampido del sincretismo y estilizadas por pinceles de palpitante memoria, que fluyen hacia un testamento tectónico. La naturaleza se afinca en planos y círculos, con delineaciones que parecen bordadas por el acrílico, metódica delicadeza advertida en esos hilos pintados.
Su obra es humanista, ecológica y crítica hacia el poder político. La amistad, el esfuerzo, el recuerdo, la lealtad, la libertad, el amor son temáticas recurrentes en su trabajo al igual que la sublime y heterogénea zoología y flora vernácula, una alegoría de la belleza natural disponible a ser contemplada por horas, parajes realizados por Terrones que traen consuelo frente al fracaso de la política y sus corruptas infamias, cristalizadas también en sus telas con sarcasmo y duro cuestionamiento. En él se desarrolla un cautivador imaginario propio de su lugar de origen, de su rebelde periferia que rompe los límites fronterizos y se instala en el panorama del arte internacional. Ya decía Terrones en una entrevista de 2018 que el arte latinoamericano le faltaba identidad y honestidad. Esas dos características no se agotan en sus propósitos artísticos porque los engrandece y los reitera a cada rato, fuente inagotable de su entusiasmo y su acervo imaginativo, de plena entereza que está en incesante transformación, siempre atento al tiempo que le toca presenciar y vivir, más en una época globalizada.
Sus dibujos sobre papel algodón cuentan con la misma riqueza técnica e inventiva de sus cuadros: figuras de la noche hacen de sus puños un sol negro, con petrificadas cabezas que proyectan una sombra monstruosa y desde sus bocas salen cañas donde transitan pequeños automóviles; mujeres en actitud de reposo sobre vulvas de carbón, observando sus colosales manos parecidas a las rocas; o coches que se asemejan a escarabajos y conejos salpicados de barro y arena, fraternizados con plantas mimetizadas en pezuñas. Y se aprecian en esos vaporosos espacios cuerpos atestados de lunares y desmesuradas células, orgullosos de un pasado mochica (rememorar esas botellas de asa estribo en forma de guerreros y aquellas conchas redondas y en espiral tan imprescindibles en las sagradas ofrendas).
Néstor Canclini manifiesta que el arte “existe porque vivimos en la tensión entre lo que deseamos y lo que nos falta, entre lo que quisiéramos nombrar y es contradicho o diferido por la sociedad”. En esta disyuntiva se obstina el discurso artístico de mantener vigente las grandes preguntas, carencias y anhelos que no escapan nunca a la reflexión. La espera de una revelación. La permanencia del misterio. Terrones ahonda en sus pregnantes obras, un ilimitado territorio fantaseado en el episteme de los peces, el canto del agua, los ladridos de perros, las piruetas de las aves, las miradas de las lagartijas y la soberbia hojarasca crecida en el torso de un vetusto caminante que ofrenda un hexágono de maíz a los jardines del sol.
Los Mirlos compartirán escenario con Lady Gaga en el Coachella Fest 2025 [VIDEO]
Legendario grupo de cumbia amazónica, originaria de Moyobamba, se presentará los días 11 y 18 de abril en uno de los eventos musicales más importantes del mundo.
De la Selva su cumbia psicodélica para todo el mundo. Qué grupo en la actualidad no daría todo para presentarse en uno de los eventos musicales más importantes del planeta al menos cinco minutos y ofrecer a miles de espectadores su arte. El Coachella Fest, desde 1999, es, para muchos artistas, el pináculo musical, pues ese evento representa la consagración para muchas agrupaciones y cantantes, y tocar en California, lugar original del evento, no tiene comparación alguna con otro escenario, sin faltarle el respeto.
La legendaria agrupación de cumbia amazónica ‘Los Mirlos’ tendrá el honor de representar al Perú en el próximo Coachella 2025, compartiendo escenario con luminarias como Lady Gaga, Prodigy o Missy Elliott, nada menos que en California, el epicentro musical del festival.
Su presencia en el festival marca un hito para la música peruana, llevando el inconfundible ritmo de la cumbia amazónica a un público global. La agrupación musical de cumbia se presentará los días 11 y 18 de abril del año próximo.
El Festival Coachella se realizará, como es costumbre, en el Empire Polo Club, ubicado en Indio, California, Estados Unidos. Este lugar icónico ha sido sede del evento durante más de dos décadas, convirtiéndose en un epicentro cultural y musical global. Coachella 2025 tendrá lugar en dos fines de semana consecutivos, del 11 al 13 de abril y del 18 al 20 de abril, atrayendo a miles de asistentes de todo el mundo.
El festival Coachella, conocido por su diversidad musical, ofrece una plataforma invaluable para que Los Mirlos conecten con audiencias de todo el mundo, demostrando que la música peruana tiene un lugar en los escenarios más prestigiosos.
“Tocar al lado de estos artistas será una gran motivación para llevar nuestra cumbia amazónica psicodélica a un público que está esperando a Los Mirlos. Por lo general, es un público extranjero que estará dispuesto a disfrutar y conectar con nosotros en los festivales”, manifestó Jorge Rodríguez Grández, líder y fundador de Los Mirlos en sus 50 años de trayectoria musical.
Murió a los 91 años leyenda de la música Quincy Jones
Su agente Arnold Robinson confirmó el fallecimiento del jazzista y legendario productor que llevó a la cima a Frank Sinatra, Ray Charles, Michael Jackson, y muchos otros artistas.
La industria musical en las últimas cinco décadas contó con una de sus figuras más influyentes; sin embargo, hoy se viste de luto porque acaba de reportarse la muerte de Quincy Jones, el productor estadounidense que se convirtió en el rey Midas de la música popular, y quien fue el responsable de la grabación del exitoso disco benéfico de 1985 ‘We Are The World’.
Arnold Robinson informó a los medios que el músico y productor estadounidense «falleció en paz» el domingo 3 de noviembre por la noche en su casa de Bel Air, a los 91 años de edad. La noticia la confirmaron a través de un comunicado los parientes cercanos del recordado artista.
«Esta noche, con el corazón lleno pero destrozado, debemos compartir la noticia del fallecimiento de nuestro padre y hermano Quincy Jones. Y aunque es una pérdida increíble para nuestra familia, celebramos la gran vida que vivió y sabemos que nunca habrá otro como él», dijo la familia en un comunicado, aunque no se revelaron las causas de su deceso.
«Quincy ha hecho todo. Ha sido capaz de plasmar su genialidad en cualquier tipo de sonido», declaró el pianista de jazz Herbie Hancock a PBS en 2001. También se reveló que este hijo de Chicago produjo piezas desde Aretha Franklin, hasta Céline Dion.
Como se sabe, Quincy Delight Jones, fue conocido en la industria de la música simplemente como Quincy Jones. Este músico de jazz, que luego se convirtió en productor y arreglista, nació en Chicago, el 14 de marzo de 1933 y se inició como trompetista y pianista, hasta evolucionar como compositor, instrumentista y director de orquesta. Luego se desempeñó como directivo de una importante empresa discográfica norteamericana, hasta convertirse en un prominente productor discográfico y cinematográfico muy famoso y sobre todo premiado durante una prolongada carrera que duró más de 75 años, ganando 28 premios Grammy. Asimismo, fue denominado como uno de los músicos de jazz más influyentes del siglo XX por la revista ‘Time’.
Para la película ‘The Wiz’, Quincy Jones trabajó junto a Michael Jackson, de 19 años. Luego produjo el álbum de Jackson ‘Off the Wall’ y los siguientes álbumes del rey del pop, ‘Thriller’ (que vendió 34 millones de copias solo en los EE. UU.) y ‘Bad’. En 1985, reunió a 46 de los cantantes estadounidenses más famosos de la época, incluidos Jackson, Bruce Springsteen, Tina Turner, Ray Carles y Cyndi Lauper, para grabar ‘We Are the World’.
Quincy dejó un importante legado de producciones musicales que dieron la vuelta al mundo y recibieron todos los premios existentes en el mundo de la música. Entre ellos, los cinco mayores éxitos musicales producidos por él, están ‘Thriller’, ‘Billie Jean’, ‘We are the World’, ‘Off the Wall’ de Michael Jackson y ‘It’s My Party’ de Lesley Gore.
Dos gardenias hasta el cielo. El músico cubano Manuel ‘Guajiro’ Mirabal, falleció ayer en La Habana a la edad de 91 años, así lo informó el Instituto Cubano de la Música.
Mirabal, conocido como la ‘Trompeta de Oro’ de Buena Vista Social Club, es considerado uno de los trompetistas más grandiosos de la isla de Cuba, representando su deceso “una lamentable pérdida para la música y la cultura cubana”, señaló el Instituto en una nota publicada en su página en la red social Facebook.
Al enterarse de la noticia, la diva de Buena Vista, Omara Portuondo, de 94 años, reaccionó de inmediato en las redes sociales: “Gracias por tanto querido amigo”, escribió.
“Me acaban de dar la triste noticia que ha fallecido el ‘Guajiro’ Mirabal, hermano querido, gran amigo, gran músico, gran hombre”, añadió.
Nacido el 5 de mayo de 1933 en Melena del Sur, en la actual provincia de Mayabeque, vecina de La Habana, Mirabal comenzó su carrera musical en 1951, tocando la trompeta por más de 70 años.
Integró destacadas orquestas cubanas como el Conjunto Rumbahabana y la Orquesta Riverside, pero fue su participación en el proyecto Buena Vista Social Club la que coronó su fama.
Los principales músicos de Buena Vista, la mayoría de ellos ya fallecidos, integraron la vieja guardia musical pre revolucionaria.
A finales de la década de 1990, cuando ya estaban jubilados, fueron persuadidos para volver al escenario por la estrella cubana Juan de Marcos González, Nick Gold, del sello de grabación World Circuit, y el guitarrista estadounidense Ry Cooder.
Entonces, Buena Vista se convirtió en una banda de renombre mundial tras lanzar su álbum homónimo, que ganó un premio Grammy en 1998 y es el disco cubano más vendido de todos los tiempos.
Su experiencia fue recogida en el filme “Buena Vista Social Club”, del director alemán Wim Wenders.
En un emotivo evento celebrado en el Hotel Crowne Plaza de Miraflores, el periodista y escritor peruano Richard Morris Riofrio fue reconocido con dos distinciones internacionales por su novela histórica de ficción, “Rosalba de Altagracia”. La Lic. Issa Arguetas tuvo el honor de entregar estos prestigiosos reconocimientos, uno otorgado por la Real Academia de Arte y Literatura, Filial de los Estados Unidos de América, y el otro por el Consejo Mundial de la Paz, en el marco de su participación en el 1er Congreso Mundial de la Paz y las Artes celebrado en Michoacán, México, en 2024.
Richard Morris, quien también es Mensajero para la Paz de la ONU, se encuentra en el proceso de lanzamiento de su nueva novela de autoficción, “La Noticia Inversa”, un proyecto que promete generar un gran impacto en la comunidad literaria. Su compromiso con la paz y la promoción del arte continúa marcando su carrera como escritor.
Por su parte, su hija, Kiara Morris Rodríguez, a sus 13 años, ya es una figura destacada en el ámbito literario. Actualmente, es embajadora cultural del Bicentenario y recibió la Distinción Internacional Infantil Líder de Paz en Ecuador, otorgada por su contribución a la paz y la cultura. Su obra “Érase una vez en Moore” ha sido adaptada al teatro, lo que subraya su talento y su capacidad para conectar con diferentes públicos a través de las artes.
Ambos escritores representan un claro ejemplo del potencial creativo peruano, mostrando que la literatura puede ser un vehículo poderoso para la paz y la cultura. Richard y Kiara se han comprometido a seguir promoviendo el arte y la literatura, con la esperanza de inspirar a las futuras generaciones.
Una sana costumbre. Durante dos semanas, más de 13 mil espectadores podrán disfrutar de manera gratuita 35 películas de estreno provenientes de 13 países de la Unión Europea: Hungría, que lleva la presidencia del Festival, Alemania, Bélgica, Eslovenia, España, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal y Rumanía; además de producciones de Ucrania, país invitado y de Perú.
A partir del lunes 4 de noviembre, el público podrá reservar sus entradas para las funciones en todas las sedes (a excepción de las sedes CCPUCP y Alianza Francesa de Lima) a través de Joinnus. Es importante tener en cuenta que la reserva no asegura un asiento, dado que las entradas se entregarán por orden de llegada en cada función. Asimismo, las personas que no realicen la reserva podrán asistir directamente a las funciones.
Hungría, país anfitrión
Este año, como ya es tradición, se llevará a cabo un Diálogo Cinematográfico entre Perú y Hungría, país que lleva presidencia del Festival. Este encuentro busca enlazar las creaciones de ambos países a través de un eje temático cuidadosamente seleccionado el cual será este año: “Las complejidades de las relaciones humanas en contextos de adversidad”.
Las dos películas elegidas son: “Szerelem”, de Károly Makk, un clásico del cine húngaro de 1971 que explora la represión política de la década de los 50; y “La piel más temida”, de Joel Calero, un intenso drama peruano del 2023 que examina un complejo entramado de poder, violencia y amor.
Ucrania, país invitado
Además, Ucrania se suma como país invitado especial, ofreciendo un Ciclo Especial, que refleja el impactante y desafiante contexto que este país enfrenta a través de cuatro películas: “El Francotirador de Donbass”, “Cultura vs. guerra”, “Buscando a Nika” y “Edurodonbás”.
Premio del público
El Festival no sólo será un escaparate del cine europeo, sino también una experiencia participativa dado que los asistentes podrán participar en la votación del “Premio del Público”, eligiendo la película más destacada del evento y convirtiéndose así en protagonistas de esta fiesta cinematográfica.
Con una variada cartelera, el Festival será una ventana única al cine europeo contemporáneo. Con 129 funciones distribuidas en 16 sedes de Lima, Cusco, Arequipa, Piura, Trujillo y Chiclayo, el público podrá elegir entre una variada programación de cine para todos.
Hijo de Mario Vargas Llosa afirma que su padre está bien de salud
Tras la cancelación del viaje de MVLL a Madrid para recibir un homenaje, y luego de filtrarse información que indicaba que su estado de salud se encuentra en un nivel muy delicado, su hijo Álvaro ha salido a responder que el Nobel ha tenido que reducir sus actividades debido a su avanzada edad.
El escritor Mario Vargas Llosa no asistió a la gala de la ‘Catedra Vargas Llosa’ en San Lorenzo de El Escorial en Madrid, en la cual iba a ser homenajeado y se quedó en Lima tras cancelar su viaje. En tanto, en su representación asistió su hijo Álvaro Vargas Llosa, quien aprovechó para afirmar que su padre, se encuentra bien. A pesar que su familia desde hace algunos meses se ha resistido a comentar sobre su real estado de salud.
«Mi padre tiene casi 89 años, está en el umbral de los 90 años, es una edad a la que uno tiene que reducir un poco la intensidad de sus actividades y él lo ha hecho», afirmó el hijo del Nobel de Literatura en un acto público.
Álvaro, además mencionó que la familia está “muy unida” y que su madre Patricia, “está muy pendiente de su padre”, y que “probablemente estará en Perú hasta fin de año” y que no puede dar una fecha exacta para su próximo viaje.
Contra todo pronóstico, la Academia Sueca decidió otorgarle el Premio Nobel de Literatura a la escritora surcoreana Han Kang, quien fue galardonada “por su intensa prosa poética, que saca a la luz traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, según declaró el secretario permanente de la Academia, Mats Malm.
Para los miembros del jurado, la autora ilumina la “conexión entre el cuerpo y el alma, los vivos y los muertos”, y su “estilo experimental” supone una innovación en la prosa contemporánea.
La escritora de 53 años es hija del también escritor Han Seung –won. Nació en Gwangju en 1970, pero creció en Seúl desde los once años. Estudió Literatura Coreana en la Universidad Yonsej de Seúl y se licenció en 1993. Debutó con poemas que aparecieron en la revista Literatura y Sociedad, pero se dio a conocer como prosista.
En 1994, ganó el premio literario del periódico Seoul Shinmun. Posteriormente, publicó varios volúmenes de relatos. En 1999, ganó el premio a la mejor novela coreana. En 2000, el «Premio para Jóvenes Artistas de Hoy», del ministerio de Cultura y Turismo. Y, por último, en 2005, el premio de Literatura Yi-Sang.
La reciente galardonada con el Nobel de Literatura ha trabajado como periodista para las revistas Water of the Deep Spring, Journal of Publications y Spring. Su primera novela, La vegetariana (2007), fue llevada al cine en 2010 y recibió el prestigioso premio Booker Internacional en 2016. Está traducida al castellano, al igual que otra novela suya, La clase de griego. En la actualidad, Han enseña escritura creativa en el Instituto de las Artes de Seúl.
Un galardón inesperado
Como todos los años, las especulaciones sobre los posibles galardonados no se hicieron esperar. El chino Can Xue, la canadiense Anne Carson, el escritor indio-británico Salman Rushdie y el japonés Haruki Murakami eran considerados candidatos prometedores. Algunos se consideran ya eternos favoritos y, una vez más, se han ido con las manos vacías.
Después del Nobel de la Paz, el de Literatura es el más reconocido. Los galardonados y sus editores también se benefician de ello gracias al aumento de la demanda de libros.
Según contó Mats Malm, secretario permanente de la Academia Sueca, cuando llamó a la autora para comunicarle la buena noticia, Han Kang estaba almorzando con su hijo. La escritora ha prometido acudir a Estocolmo para la ceremonia de entrega del galardón, el 10 de diciembre.
Una serie de pinturas y acuarelas bajo el fulgor irónico del pop componen «El Evangelio según Prometeo», décima individual de Toto Fernández en La Galería de San Isidro.
Como el titán del mito clásico, que robó el fuego para la humanidad, Fernández Ampuero (Lima, 1971) desafía lo establecido y se resiste a toda domesticación del arte en la lógica del consumo. Lo hace presentando a personajes sumergidos en la estética fría y superficial de los emojis, los globos plateados y los filtros de las redes sociales. Así recontextualiza el mito griego asociando a sus figuras con modernos Prometeos que luchan por una chispa de autenticidad en un entorno mediático que parece ahogarlos con su falso brillo.
Así, los once óleos y seis acuarelas establecen una conversación íntima entre la estética pop y la profundidad filosófica. Los fondos grises y saturados contrastan con el cálido tratamiento de la piel de los personajes, como si la carne aún tuviera una esperanza de resistencia frente a una realidad impersonal. En un entorno de globos inflados y sonrisas plásticas, la humanidad aún late, aunque deformada por el espejo que la fibra óptica ha puesto frente a sus ojos.
En cada pincelada de «El evangelio según Prometeo” el artista homenajea la voluntad inagotable de crear y forjar el propio destino, incluso cuando las condiciones parecen empeorar. «Después de la pandemia, llegaron las guerras, el cambio climático, y otros desastres, lo cual me hizo cuestionar si aún podemos creer en nosotros como especie», dice Fernández Ampuero. La obra invita a cuestionarnos en qué, o en quién, podemos depositar nuestra fe y esperanza, especialmente en un mundo donde la fama efímera ha sustituido cualquier búsqueda profunda de significado.
Entre los tonos grises de la realidad digital y el delicado contraste de la carne, emerge una reflexión sobre la ilusión delirante que muchos viven a través de las redes sociales. Los globos plateados, en lugar de representar alegría, se convierten en espejos que distorsionan la figura humana reflejando una visión alterada de quienes buscan desesperadamente un momento de notoriedad. Esta deformación visual es una crítica precisa al positivismo tóxico y la obsesión por una felicidad superficial que la cultura digital ha impuesto como norma.
El artista parece advertirnos, con ironía oscura, sobre el carácter transitorio de esta nueva forma de existencia, donde, como diría Warhol, todos tenemos al menos quince minutos de fama. Pero, en última instancia, el eco de esta advertencia es más trágico que festivo: si bien robamos el fuego de los dioses, ¿qué hemos hecho con él?
Lugar: La Galería
Dirección: Conde de la Monclova 255 – San Isidro.
Hasta: 2 de noviembre 2024.
Horario: De lunes a viernes de 11 a 7 p.m., sábados de 3 a 7 p.m.