Literatura

PLACERES ONÍRICOS: Andrea Cabel «Aprendí a escribir por necesidad, porque quería expresarme de alguna forma»

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Andrea Cabel «Aprendí a escribir por necesidad, porque quería expresarme de alguna forma»

Entrevista Luis Chávez A.

Andrea Cabel es una poeta que ya anda consolidándose en el largo trajinar que debe de seguir un autor peruano, para llegar a ser reconocido. No obstante y pese a su prolífica formación académica, ella no pierde la perspectiva de mujer aventurera como “un puñado de agua” que se dispersa pero que luego va cobrando cauce firme. Y aunque es más conocida por sus versos, ella ama la literatura y nunca se verá desligada a ella, a tal punto que quizá se encuentre macerando algún trabajo inédito.

Conversamos con ella, y entablamos una entrevista, en la cual de manera irreverente e inteligente responde una serie de preguntas sin preocuparle las opiniones externas; pues, si de algo está segura, es de la pasión que le  pone a cada acto de sus días, sin importarle las posturas ni convencionalismos que muchas veces esclavizan a algunos autores en la actualidad.

“Latitud de Fuego” es su última publicación, y nos habla de ella con absoluta satisfacción que solo ella sabe expresar…!   A continuación la entrevista:

1.       ANDREA: ¿TUVISTE UNA ADOLESCENCIA ALGO AGITADA? O  ¿FUISTE EL MODELO DE NIÑA RECATADA?

              AC:  En mi adolescencia tuve que enfrentar muchos retos, y sobre todo, tuve que enfrentar el hecho de que si hacía algo, lo tenía que hacer bien, esa es la premisa principal para hacer mis cosas, si empiezo algo, lo acabo y lo hago bien.  ¿”Agitada”? Siempre, mi vida ha sido una montaña rusa, un día puedo tenerlo todo y al día siguiente estoy endeudada y sintiéndome vacía, no es muy cómodo andar así, preferiría algo más estable y por eso trato de tener disciplina en mis trabajos y en mis rutinas; no obstante, creo que esta “suerte” con la que he nacido, no creo que cambie así que ahí voy, resignándome de la mejor forma a esto y tratando de sacarle el provecho posible. A los 17 tuve que entender mi primera ruptura amorosa, el primer enamorado, con el que había estado (creo) tres años, de pronto me terminaba, y yo, bueno, adolescente (que “adolece”)  aprendía esa palabra: adiós. Proceso duro porque luego venía (casi a los pocos meses) el momento de decir a qué universidad ir, qué carrera estudiar, y sobrellevar un poco las expectativas del colegio, de los familiares, ser realista con los presupuestos, y lo peor, ser honesta conmigo misma para saber qué quería hacer, para que era realmente buena.

Me equivoqué desde un comienzo y fui para estudiar Economía en la Universidad del Pacífico, y ahora siento que si bien fue una excelente experiencia porque conocí gente increíble, profesores muy buenos, y formé parte, aunque sea por un momento  de cómo se ve la vida desde los números, desde algo más concreto y tangible que la literatura, tuve que lidiar con el hecho de dejar la carrera, de dejar todo eso que había ido construyendo y postular a otra que no tenía nada que ver. Ingresé a PUCP por traslado externo, te digo, no fue nada fácil por una “Evaluación de Talento”, fueron muchos exámenes y lo que me molestaba (mucho) era enfrentar el fracaso de haber dejado una carrera a medias,  y comenzar otra con toda la culpa de lo invertido en la anterior y no saber ni siquiera si realmente podría irme bien en Literatura, si finalmente, era lo que quería hacer. Si esta vez la intuición no me fallaba. Y enfrentar los comentarios familiares, y empezar otra rutina, construir otras redes sociales, moverme en otros círculos académicos, aprender de otras formas otro lenguaje y otra forma de ver las cosas. Estudiando literatura tomé la decisión de viajar al extranjero un tiempo,  y bueno, de ahí todo se fue complicando un poco como suele pasar con las subidas luego de las bajadas en las montañas rusas.

Siempre me dicen que soy como un puñado de agua, eso no sé si responde a lo que comentas de adolescencia “agitada”. El recato lo tuve siempre, hasta ahora, y para muchas cosas, y bueno, lo agitado prefiero relacionarlo con las 3 horas de entrenamiento que tenía cuatro veces a la semana desde que tuve 7 años hasta que cumplí los 17. Entrenaba atletismo y básquet y me gustaba mucho emplear mi tiempo en ello, en el arte de ir contra la velocidad, ver si podía alcanzarla, y en el básquet me divertía, me sentía bastante libre y a la vez, podía desfogar bastante de las cosas que como adolescente que era yo, no podía decir en palabras. De hecho, creo que tuve una adolescencia bastante muda. No escribía nada, no hablaba mucho, y si lo hacía era sobre temas concretos, me guardaba mucho lo que sentía o pensaba y trataba de invertir mi tiempo en cosas que me hicieran evitar maquinar tanto, pensar tanto. ¿Viste que pensar mucho a veces hace daño., más cuando eres una adolescente, y más cuando tus días viajan en una montaña rusa que varía de tamaño e intensidades constantemente? Complicado. Ciertamente. En el cole no tuve muchos amigos, en la secundaria igual socialicé más, saliendo de ahí y ya en todos mis cambios universitarios cambié bastante. Pero no fui mucho a fiestas, de hecho, te diré que como adolescente fui a fiestas contadas con los dedos de una mano. Las ganas y la necesidad de fiestas vinieron después, mucho después.

2.-HABLANOS UN POCO DE TU PRIMER POEMARIO: LAS FALSAS ACTITUDES DEL AGUA. Y ¿CÓMO ES QUE SE PUBLICA?

AC : La primera edición se publicó en el 2006, en Lima. Yo comencé a escribirlo desde el 2005, para ese momento ya había renunciado al trabajo que había conseguido en la PUCP. Mi primer trabajo en la universidad fue en el centro de informática, sí, trabajaba en di-consulta, ganaba poquísimo, trabajaba bastante y no entendía casi nada de todo ese gran sistema que no estaba ni siquiera expresado en mi idioma. Me trataban bien los compañeros de trabajo (ingenieros todos) porque finalmente, yo era una chica muy joven que hacía de todo para aprender, y que era de literatura;  pero bueno, en ese contexto, una relación larga e intensa se fue apagando, o eso parecía, y comencé a desesperarme. Mencioné ya lo de la montaña rusa, ¿no? , odio los juegos de ese tipo. Solo he ido a un parque de “diversiones”  con juegos mecánicos dos veces, una por curiosidad y la otra por masoquismo, creo, y los odio, pero por miedo. Me asusta todo ese sonido, toda esa aparente felicidad que sube y baja a tanta velocidad, tanta luz, tan poca naturalidad; y mi libro nació así, en una montaña rusa afectiva y personal que por primera vez, en verdad, se me fue de las manos. Aprendí a escribir por necesidad, porque quería expresarme de alguna forma. Porque necesitaba decir todo eso que no sabía cómo, y que nadie quería escuchar, que pensaba que me ayudaría a ver mejor las cosas. Yo no había escrito poemas antes. Solo largas cartas, largos correos electrónicos, muchos  ensayos las clases en la facultad, y dado que había renunciado al trabajo en informática y no asistía en ese semestre tanto a las clases en la facultad…y  me quedaba encerrada en casa tratando de escribir algo. Muchísimas horas, eso sí, muchísimas, frente a la computadora, imprimiendo, corrigiendo, todo muy intuitivo, muy sugestionado por la tristeza e impotencia. Creo que lo hice porque por ahí me dijeron que era “terapéutico” y así comenzó todo. Se publicó porque ganó un premio (no porque yo tuviese dinero o una editorial que me ofreciera algo) y fue una sorpresa que todo eso, ese vértigo tan fuerte, de pronto, se objetivizara en un papel y alguien que no supiera nada de mi y que quizás no entendiera mis versos tal cual yo esperaría en un primer momento, los leyera y se lo llevase consigo. Entonces sentí algo extraño. Solidaridad, quizás. Y eso, a mí, en ese momento, me ayudó mucho.

3.       ¿POR QUÉ PREFERISTE POESÍA EN LUGAR DE LA NARRATIVA?

AC : No prefiero la poesía, sucede que en este género me siento más cómoda, más libre, y creo que expreso mejor no solo mis ideas si no también mis afectos, mis contextos, mis referentes, mis verdades, mi rutina; la poesía me da un espacio que coincide con el espacio que yo necesito para respirar, y este es amplio. Muy amplio. No obstante, leo mucha narrativa, y escribo narrativa también, otra cosa es que no quiera publicarla (aún) y creo que uno no elige esas cosas tampoco, todo va fluyendo, son etapas y también creo que para escribir poesía necesita cualidades diferentes que para escribir narrativa. Una sensibilidad diferente o una que se va cambiando y forjando con las experiencias y el tiempo. A los 16 años yo te hubiera dicho que para mi escribir poesía era imposible, a los 17 igual, a los 18 igual, a los 19 igual, te hubiera dicho que no entendía de eso, que lo leía y que bien, pero que de ahí a escribirla…eso era demasiado complicado, y ¿de qué iba a hablar? ¿y por qué? Y no, no pensaba sentirme “así” como me siento escribiendo poesía.  Pero eso no quiere decir que “la prefiera”. La narrativa es parte de mi vida, de mi forma de entender a otras personas; la narrativa para mi también es una forma de entender al mundo, al mío y el que esta afuera. Leer a Bolaño fue importante en mi adolescencia, también a Roberto Arlt, a Borges, a Arguedas, a Dostoievski, a Augusto Monterroso, a Ricardo Palma, a Afanasiev, a Cortázar entre otros muchos otros grandes escritores…No solo la poesía es mi lenguaje, a mi me gusta la literatura, y me gusta mucho.

4.       EN TUS INICIOS, ¿TE HA COGIDO ALGUNA VEZ EL PÁNICO DE LA HOJA EN BLANCO?

AC : Creo que escribir, como dar un beso, es un acto circular. Sin principio ni fin, solo con un proceso intenso y perfectible, eternamente perfectible. El miedo a la hoja en blanco está aquí y ahora, y siempre estará. Lo extrañísimo, para mi, sería que de pronto no esté. Ese miedo me ayuda a escribir, a buscar palabras, a tallarlas, a hacerlas hablar, a hacerlas mías aunque sea por un momento. Mis inicios son todos los días, a cada momento.

5.       DE HECHO, PUBLICAR EN NUESTRO MEDIO ES MUY DIFÍCIL.   ¿FUE TU CASO?

AC: Como pocas veces en mi vida, en algo, tuve suerte. Mi primer libro fue un premio, me pagaron la edición, que fue hermosa y muy costosa para los que apostaron por mi trabajo y por mi. Al año siguiente, la segunda edición abrió la colección “Taquicardia” de la editora Mesa Redonda, y en esta segunda edición tenía siete poemas nuevos, importantes para mí, estaba un nuevo diseño, y un nuevo rostro para mi libro. Ya no era la misma portada, y dentro de esta segunda edición me atreví a colocar una foto. La foto está en blanco y negro y son las manos de mi amigo, manos abiertas y llenas de ruta; manos que dan frío de verlas. Esta edición, que fue tan bonita, que tuvo la portada de Polanco y que fue dedicada a mi abuelo, que había fallecido en ese año, no me costó la suma abismal que te imaginas, en lo absoluto. Y tuvo una excelente acogida. Luego publiqué gracias a la prestigiosa colección Underwood de la PUCP “Uno rojo” (Lima, 2009). Para mi esa plaqueta es un libro entero de vida y de muerte. Y la muerte es un tema que toco con pinzas y muy poco, recién, por primera vez, en esta publicación. En esta publicación como en todo lo de Underwood, no invertí más que mis textos y mi participación en el cuidado de la edición.

Significa mucho para mí estar en Underwood, un sello tan prestigioso y cuidadoso, un sello que además, se caracteriza por su belleza. Y anticipo que este año sale la segunda edición de “Uno rojo” también por Underwood, razón doble para sentirlo como un libro completo para mí. Ahora “Latitud de fuego” ha significado, por primera vez en toda mi vida, una real inversión de dinero, ya que en los dos anteriores no lo significó en lo absoluto. Y fue un dinero que no tenía y que fui consiguiendo y que de una u otra forma se fue aminorando gracias a la editorial, a las ventas y a los ahorros que por ahí tenía.  

¿Difícil?  El proceso de hacer el libro, concebir la idea, planteártela, hacerla, dejarla nacer, dejarla crecer, nutrirla, perfeccionarla, dejarla ser libre, e imprimirla, y dejarla nuevamente, y saber siempre que podría ser mejor, y sumado a ello todos los problemas “técnicos”…he tenido mucha suerte, pero es complicado publicar un libro. Sobre todo si quieres hacerlo BIEN. Es decir, si realmente eres detallista y obsesivo con los detalles, las comas, los puntos, el papel, el sellado, el cosido, la portada, con todo, con absolutamente todo, claro que es difícil.  Además, sabes que no vas a recuperar tu inversión, sabes que tu libro no se va a vender como pan caliente, que los medios para difundirlo son limitados…que las editoriales tienen más cosas que hacer que promocionarte…entonces, bueno, ahí viene también la parte de la frustración. Porque si sacas 500 ejemplares de un material, no es para guardarlos, es una postura pública que quieres dar a conocer, y que por el bien de la editorial (que trabajan en esto, que apuestan por esto, que es la literatura es decir, algo poco consumido….) tienes que vértelas.

No siempre te abren las puertas en los diarios y revistas, siempre hay cosas más importantes. Pero así es, nadie dijo que seria de otra manera. (Léase, nadie dijo que sería fácil) Y es difícil también que haya pocos diarios que tengan un real interés en difundir los nuevos poemarios, que deben ser muchos, yo creo que en este país hay más escritores que lectores. De alguna manera, trato de decir que si antes hacer un libro y publicarlo era como comprarse un carro, ahora, por la oferta de las editoriales independientes es más sencillo, pero lo difícil es mover el libro, hacer que se interesen en él, que lo quieran leer, que se den cuenta que vale la pena invertir un poco de tiempo en el. Además, como me repiten constantemente, el público en general no pide poesía, pide a veces clásicos, a veces otros tipos de lecturas, pero “poesía”, y “joven” y “femenina”, ¿demasiados labels, no?  Parece que cada una de estas etiquetas que deberían significar mayor interés en un público general, son razones para omitir esa lectura.

            

6.       ALGUNOS PIENSAN QUE LA POESÍA NO TIENE QUE VER CON LA LITERATURA, PORQUE ES CATARSIS DE LA VIDA REAL.  ¿QUÉ OPINAS AL RESPECTO?

AC: Opino que se están mezclando conceptos y que hay que aclarar varias cosas. La literatura es un arte, implica práctica, disciplina, técnica, y dentro de ella hay géneros.  Como producción variada, la literatura se expresa en diferentes formas. Los que escriben poesía pensando en que simplemente botan su rabia, su pena, su frustración o lo que sea, y ese es EL poema, creo que no entienden que la poesía se trabaja, se va moldeando, como lo hace un artesano, y tienes que ir practicando; la poesía es una de las columnas vertebrales de toda la Literatura, así como la narrativa, así como el teatro, así como el género epistolar. ¿Cómo pensar la literatura sin poesía? Es inconcebible. La poesía puede ser hasta cierto punto y en determinado momento una especie de catarsis, pero no es solo eso. En lo absoluto. Es mucho más que eso y se manifiesta de muchas formas. La literatura no es solo técnica, concepto, crítica, va más allá. Alberga por ello géneros como los ya mencionados…y en cada uno de estos géneros hay algo de catarsis, del autor o de los personajes, o del lector. En todo caso, la obra la hacemos todos. Los que leemos y los que escribimos, es dialógico el proceso. Los que piensan que la poesía no tiene que ver con la “Literatura” quizás tienen un concepto muy mal elaborado de lo que es la literatura y muy extraño de lo que es la “vida real” quiero decir, la literatura tiene licencia para incluir realidades (véase los libros de poesía en los que se habla de la violencia cotidiana en las calles, de la política, de la burocracia, de la rutina, es decir, de todo eso que se podría llamar, quizás torpemente “vida real”) La poesía sirve para denunciar actos corruptos, actos indignos, no solo para hablar del amor y otros demonios u enfermedades, la poesía también fue una herramienta de revolución, de manifiesto contra injusticias sociales. Eso es innegable.  Creo que la poesía es variada, formal, en cuartetos, siguiendo normas en su rítmica y métrica y puede ser también en prosa y puede hablar de todo un poco. No hay que discriminar que la “vida real” inspira a la poesía y da temas para tratar y explotar.

7.       ¿CREES QUE EN LA POESÍA EXISTE MÁS EL OFICIO O DISCIPLINA, QUE LA INSPIRACIÓN?

AC: Creo que para la poesía necesitas la predisposición, el talento, la disciplina sin duda, la perseverancia. No te va a salir lo que tu quieres al momento tal cual, tienes que darte tu tiempo, procesar lo que pasa, objetivizarlo de la mejor manera, que creo, es la manera que uno construye, elige, y va trabajando. La inspiración es la chispa. No todo en el proceso de hacer un poema se basa en la inspiración. Si bien hay momentos en los que tienes más ganas, más razones, más predisposición, o léase, inspiración,  sí, es innegable que estamos ante un chispazo pero mantener la chispa viva y hacerla que crezca y se mantenga es también importante.

El proceso importa muchísimo, no solo el comienzo y el final, el largo proceso de corrección, de volver a reescribir todo cuantas veces sea necesario…todo eso no implica necesariamente inspiración si no más voluntad. En este caso es bueno ser disciplinado y no dejar ahí los textos empolvándose, dejarlos ahí secándose o pudriéndose sin querer volver a ellos en un tiempo; después de todo, una palabra nace cuando la dices, y si la tratas con cariño y cuidado puede representar con su sencillez,  tu mundo, puede comenzar a construir tu realidad, y con ello, tu propia forma de ver las cosas. La inspiración comienza el proceso. La disciplina hace que la chispa se mantenga, produzca, y el oficio, (no entiendo bien que tratas de decirme con “Oficio”) pero creo que te refieres a la habilidad que uno tiene para expresarse en los versos,  ayuda mucho a expresar lo que uno quiere decir con las palabras. Unos lo hacen mejor con una guitarra, sin siquiera tener que cantar, y tienen que practicar mucho, no se puede tocar una buena pieza en guitarra a los dos días de coger las cuerdas, uno tiene que conocerlas, y reconocerse en ellas. Eso es como la poesía. Un aprendizaje de todos los días, ahí la perseverancia, la disciplina gratuita, natural, no forzada, no forzosa. Ahí también la inspiración.

8.       ¿QUÉ PIENSAS DE LA PIRATERÍA? ¿TE DISGUSTARÍA FIRMAR UN LIBRO TUYO PIRATEADO?

AC:  No me molesta que me pirateen. En lo absoluto. He firmado libros míos que han estado anillados y hechos fotocopia, han estado subrayados, y me ha resultado hasta halagador y  conmovedor también. No soy una comerciante de libros, no me voy a hacer millonaria vendiendo mis poemas, no tengo planes de hacer de mi poesía un negocio, y lo que valoro es que me lean, que quieran leerme, que se tomen el trabajo de buscarme entre las letras y que me subrayen y me coloquen apuntes, que mi libro llegue a las personas, eso me interesa, que el dinero no sea un problema, que la difusión centralizada usualmente en Lima no bloquee a que llegue a otros lados. Internet ayuda en eso también.

 Por otro lado, entiendo que no sucede lo mismo en la música y en otras artes. Pero en mi caso, muy particularmente, muy personalmente, no tengo problema con el tema. Sin embargo, claro, respeto los acuerdos con las editoriales, los precios de venta, pero si mi libro cuesta S/.25 y el 50% por ley va para la librería que lo expone, y el 40% para la editorial (eso es negociable, depende, puede ser un poco menos) el resto, los 2.5 soles, tampoco me van a matar ni de hambre ni de nada. En otros casos, claro, los derechos de autor se entienden de otra manera, porque uno paga para que su obra sea “original” pero para mí siempre es original, más aún cuando tiene apuntes tan originales como los que he leído.

Lo que sí no soportaría es que usen mis versos y pongan otro nombre, que me cambien el nombre o el apellido o la palabra, eso sí me parece que no es ni legal ni ético ni nada en lo absoluto. Entiendo que comprar el producto original es apoyar el trabajo del autor, y de la empresa que lo saca a la venta y lo digo con mi bolsillo fracturado por lo que ha costado mi libro “Latitud de fuego”, y lo digo sabiendo que la editorial necesita vender los libros que publica, pero, personalmente, no tengo problema con que se descentralicen las letras, y que lleguen a todos lados. No todos tienen dinero para comprar un libro, pero tienen todas las ganas, y ¿Por qué negárselas? (Disculpen mis editores)

9.       HABLANDO UN POCO DE TEMAS EXISTENCIALES,  ¿CREES QUE HAY GENTE MUY MALA Y TAMBIÉN MUY BUENA?

AC: Creo que todos somos malos y buenos, en acto y en potencia, dependiendo del contexto, lo que nos exija la circunstancia y nuestra formación nos permita aceptar o negar. Muchas veces hacemos cosas que no queremos, pero lo hacemos, y con el corazón, por no hacer daño, por procurar ser coherentes entre lo que uno dice y hace, entonces nos ven como “los malos de la película”, cuando en el fondo nos creemos los buenos, y es un juego de distancias y perspectivas también, creo que uno debe saber ubicarse: ni muy lejos para congelarse, ni muy cerca para incendiarse. Creo en el bien y en el mal, no solo por teoría, si no porque estoy viva, porque respiro;  pero también creo que uno tiene el poder de controlar, al menos un poco, cuánto afecta lo bueno y lo malo en uno mismo. Uno tiene que aprender a cuidarse, no solo de lo que esta afuera, si no, sobre todo, de uno mismo, solo así creo que uno puede vencer lo que está “afuera” de nosotros: venciéndonos a nosotros mismos primero. Tomando el riesgo de conocernos, de aceptar nuestros vacíos, aprendiendo de lo malo para seguir intentando lo bueno;  tratar de poner buena cara en el mal tiempo…eso es todo un reto, y toma tiempo. Toda una vida posiblemente.  Hay gente feliz y gente triste que es buena. Hay gente buena y muy infeliz por el contexto que les toca; hay gente mala que vive una alegría y una seguridad constante, y siempre hay gente sola, que es mala y buena, también. La bondad y la maldad existen en todos los lugares, no solo en las personas. Hay gente mala y gente buena de todas las nacionalidades y en todos lados, las hay, y seguirá habiendo más maldad y bondad de más formas, no solo de una, y aprenderemos a entenderlo, no solo de una forma.  

10.   ¿Y PARA AMAR… CREES QUE ES IMPORTANTE EL GÉNERO? O SIMPLEMENTE EL SENTIMIENTO?

AC: Creo que para amar hay que ser valientes, porque expones tu sensibilidad y eres más vulnerable, corres riesgos porque abres tu mundo, conoces otro, y te llenas de ilusión o de una extraña energía capaz de convencerte de que todo es posible. Lo más importante es eso, la fuerza del sentimiento, lo intenso de la vinculación, la lealtad, lo que se construye y sobrevive a la rutina. El género no es un problema, pero tampoco una respuesta. 

11.   DICEN POR AHÍ QUE LA EXPRESIÓN DEL ARTE CAMBIA LA VIDA DE LAS PERSONAS.  ¿ESTÁS DE ACUERDO?

AC: Depende de la persona, creo. En todo caso, que expresar lo que sientes de un modo “artístico” te conecta más contigo mismo, te relaciona con las personas de un modo distinto, te hace querer más cosas, diferentes cosas, cosas que nunca pensaste antes, y te vuelves un poco diferente quizás. No ves las cosas como si fueran objetos concretos, si no como algo que puede producir belleza, que puede mostrarte tal cual eres, que puede darte una alegría que nadie más podría darte. Un poema hecho por ti, como una canción, como una pintura o algo que implique expresarte en un lenguaje que vincula otros y que se convierte en tu particular forma de mostrarte, sin duda, de alguna manera, te abre puertas, ventanas, techos, te hace una casa diferente, te hace ciudadano de las letras, es decir, del mundo, eres dios por un ratito. Cambias, sí, pero para otros el asunto es más frío, más simple, menos idealista, y puede haber magia pero dura poco, es decir, puede haber un cambio eterno, o cambios constantes y pequeños, cada uno somos una personas que evolucionan todos los días de diferentes maneras, el arte nos deja crecer de un modo diferente que otras carreras. El arte nos obliga a abrir nuestra mente, a ser transgresores. Y eso es un cambio.

12.   ¿LEES POESÍA ACTUAL? O  ¿SIMPLEMENTE TE INCLINAS POR LA RELECTURA, COMO LO HACEN MUCHOS AUTORES?

AC: Recuerdo que cuando entré a la facultad de Humanidades en PUCP , en mi primer día de clases me dijeron dos cosas; la primera hora de clase dictada por un profesor que no mencionaré se resume literalmente en esto: “cuando se mueran, El Quijote seguirá siendo leído, Los ríos profundos también, La vida es sueño también, es decir, hay demasiado para leer, muchísimo, no les va a alcanzar la vida para leer, así aprovechen y consuman lo bueno, que es muchísimo y variadísimo, tienen que ser selectivos…” pasaron unos 45 minutos y entró otro profesor que nos dijo esto tal cual: “tienen que leerlo todo. Todo. No piensen que porque es reciente, o nuevo, es menos o peor que los grandes clásicos, que lo de siempre, tienen que leerlo todo, aprovecharlo todo, lo que es lejano y desconocido, lo que se tache de chicha y de literatura sin sentido, porque hay demasiado pero tienen que permitirse el acceso a todo eso para que puedan elegir, para que puedan crear con más herramientas, los clásicos son inevitables, pero vean también lo que pasa ahora, lean arquitectura, textos de viaje, lean todo lo que puedan, hasta lo que piensen que es intrascendente, así irán formando su criterio…así irán entendiendo las nuevas teorías y podrán hacer otras….” Bueno, claramente había dos posturas en un mismo día, yo elegí la segunda.

Me gusta leer literatura actual (narrativa, poesía, textos críticos, ensayos…) no solo peruana si no latinoamericana, y las que están en otros idiomas que no conozco, pues me busco las traducciones o me voy buscando reseña s y cosas así para ir completando el mapa. A veces el no saber muchos idiomas te limita las lecturas, pero vas aprendiendo a acortar las distancias y vas nutriéndote de eso, del solo intento de abrirte a otras realidades como por ejemplo la de “Don Goyo” , un libro de narrativa clásica ecuatoriana que yo no conocí si no hasta este año, y que me gustó muchísimo, y claro, la poesía actual es muy interesante. Ver qué pasa en ciertos países nórdicos, europeos o en otros latinoamericanos es algo que conmueve y te da más herramientas de trabajo, más perspectivas de análisis, más recursos para tu paisaje. Yo releo y leo cosas nuevas, de todos modos, la relectura siempre te da nuevas perspectivas, nunca una sola., por eso es que vuelves a leer, porque sabes que es el mismo texto pero que tus ojos ya no son los mismos, ya están más listos para aprehender nuevas y más cosas.  Así que sí, leo todo lo que puedo y aprendo todo lo que puedo también, más aún, cuando es reciente y puedo tener contacto con el autor, entonces el dialogismo con la obra comienza a ser más interesante. Siempre las lecturas te dan una dirección, pero encontrar los ojos que construyeron esas palabras enriquece mucho y esa es la ventaja de leer literatura (poesía también) actual, que estás más cerca del autor, que puedes buscarlo, preguntarle, repreguntarle, y encontrar más respuestas o más preguntas, en todo caso, siempre hay mucho que leer, y todo de alguna manera, siempre es un poco nuevo.

13.   HAY POETAS CULTOS, ORDENADOS, DE BUENA PINTA QUE ESCRIBEN CON HORARIOS ESTABLECIDOS. Y LOS HAY TAMBIEN DESALIÑADOS, IRREVERENTES QUE NUNCA SE ORGANIZAN.  ¿CON CUÁL DE ELLOS TE IDENTIFICAS?

AC: Creo que no necesito identificarme con ninguno de los bandos tan claramente establecidos. Me parecen más prejuicios que “categorías” o “grupos”. A veces tengo más cosas que hacer que solo escribir y tengo que ocupar mis horarios con trabajos, o quiero viajar, o no quiero hacer nada. Usualmente no me preocupa demasiado andar “bien vestida” pero tampoco creo andar desaliñada; creo que estas categorías son prejuicios que se tienen de los que quieren verse como “poetas malditos” o como “escritores serios” y cosas así que a mi me tienen sin cuidado. No necesito estar siempre haciendo escándalos, llamando la atención de la gente con mi vida, me interesa más llamar la atención por mis textos, por mi trabajo, y no tengo horarios establecidos para eso, para escribir y trato de ser ordenada, pero no llego a la manía. Escribir es mi vida y mi vida es muchas cosas, no es solo horarios y orden o desorden e irreverencia. Eventualmente se necesita un poco de orden, y también, luego, de desorden, no me identifico con ninguna de esas construcciones culturales que se han hecho y que aparentemente permanecen y siguen siendo parte del imaginario popular de nuestro medio. Un poeta, como cualquier artista, creo, eso sí, siempre anda curioseando, leyendo, queriendo saber de tal o cual libro, queriendo intercambiar opiniones, queriendo saber más, pero no por dar un examen, por hacer un ensayo, si no por querer saber, es decir, por un fin en sí mismo. Un escritor suele ser una persona que maneja varios temas porque los necesita y porque usualmente tiene sed de querer saber.

14.   LA METÁFORA EN TUS VERSOS NOS REGALA ESE ACTO VISUAL.  ¿ESO, SIMPLEMENTE TE FLUYE; O TE LO PROPONES?

AC: Bueno, dicen que todo entra por los ojos, y siempre este ha sido el sentido privilegiado. En “Pedro Paramo”, un libro que me encanta, se privilegia más a las voces que a las imágenes, cuando lo leo siento que es un libro más para adiestrar un poco tu forma de encontrar las voces; hay otros en los que tu olfato está cerquísima del mar, casi tocándolo, sintiendo como la espuma te aleja o te devuelve a diversos puertos, algunos inexistentes, pero en los ojos, el hecho de que las imágenes entran y nos marcan, es decir, que se imprimen en nuestra sensibilidad y en nuestra mente, es lo que me hace escribir mucho. Mis afectos, mis emociones están aprehendidos por todos mis sentidos pero coincido en que mi lenguaje privilegia lo visual. Creo que es porque me gusta que el lector pueda ver lo que siento, pueda ver lo que yo vi, como si los poemas fueran fotos, escenas, y yo pudiese jugar a mostrar los recuerdos de ese momento, de este espacio. Fluye siempre la idea, varía, se va moldeando, en ese fluir hay un proceso de trabajo intenso. Sí me propongo crear una imagen pero porque me propongo transmitir con palabras algo indefinible como los afectos o ciertos momentos, y para eso, claro, fluyen ideas, palabras, sonidos, pero la metáfora en sí que aparece como una idea que la voy puliendo poco a poco hasta que se parezca lo más posible a lo que viví, sentí, y quise decir.  

15.   ¿CUÁLES SON TUS IMPRESIONES SOBRE TU ÚLTIMA PUBLICACIÓN “LATITUD DE FUEGO”?

AC: Estoy contenta con el libro. Ha sido trabajado con cuidado y con rigurosidad tanto en los textos como en la edición. Me siento bastante satisfecha con el resultado y la acogida que está teniendo entre los jóvenes escritores y entre los mayores también. Pensé hacer un libro como este desde siempre, pero recién ahora encontré las razones, y sobre todo, recién ahora aparecieron en mi vida los personajes necesarios para que yo pudiera crear este espacio, esta latitud y sentirme completamente parte de ella. Creo que es un libro que explora no solo temas existenciales y vivencias particulares, subjetivas, íntimas, si no que más allá de eso, decide entregarse al vacío, al vértigo. Desafiar el miedo al miedo, y que consigue renacer de sus cenizas en casi todos sus momentos, hay otros en los que gana el pasado, la nostalgia y en donde no se puede ser tan valiente, entonces queda la honestidad de dejar la página en blanco y solo el silencio. Y literalmente eso hice, comencé a experimentar con las palabras, con versos libres, y lugares, momentos  concretos y  personas concretas, eso alimentó mucho el material con el que hice este refugio, este lugar que ya es como una trinchera.

16.   PARA TERMINAR ANDREA: ¿QUÉ PROPUESTAS O POLÍTICAS CULTURALES LE SUGERIRÍAS A LOS GOBIERNOS CENTRALES Y LOCALES?

AC: Como en algún momento dijo Guillermo Cortés, en un artículo acerca de las políticas culturales (entendiendo con ello las «políticas culturales del Estado”)  El Estado debe concebir a la cultura como un elemento esencial de su composición, como un espacio fundamental de participación ciudadana, y no como un elemento secundario ni como un ornamento del desarrollo que el país intenta alcanzar. Por ello, debería  asumir el reto de pasar de la idealista visión de la multiculturalidad y de la pragmática folclorización de la cultura a la concepción de la cultura como un espacio de construcción de la interculturalidad, que permita el reconocimiento de las diferencias, donde las culturas regionales y locales, y las nuevas modalidades de creatividad y expresión cultural puedan convivir y enriquecerse mutuamente. Lo que en breve, es importante y creo que por ello me haces esta pregunta para cerrar la entrevista, porque hoy, más que nunca, construir políticas culturales supone la posibilidad de iniciar procesos transformadores de la realidad, es decir, que existe realmente ya la posibilidad de formular un proyecto como país que no se focalice sólo en el crecimiento económico, sino en la construcción de democracia, convivencia y ciudadanía, desde y hacia adentro.

Aún hay un alto índice de analfabetismo, podríamos empezar por aminorarlo, y desaparecerlo. En Lima misma hay muchas mujeres jóvenes con hijos, casadas y analfabetas, que por la misma limitación que esto genera no pueden ayudar a sus hijos en el colegio y no pueden ellas mismas acceder a una mejora académica que les abriría muchas posibilidades laborales, personales, sociales. Si respetásemos la diversidad étnica que convive en nuestro país y la respaldásemos como nuestra, es decir, si no la viésemos como ajena y por ello como algo negativo, por ejemplo, se conocería más del arte de la Selva, de su pintura, de sus mitos y leyendas, de su literatura oral, de sus tradiciones; podrían promoverse las facilidades para que hayan conversatorios libres entre representantes de regiones en los que lleguen a acuerdos y se continúe en esto para consolidarlo y hayan más participantes y todos podamos conocer un poco de lo amplia que es nuestra tradición. Luego, las instituciones privadas y el Estado podrían financiar los costos de edición para mantener en discos o impresos los acuerdos, las propuestas, las participaciones, esto estimularía a los participantes y dejaría que se retomen más temas y se innove en otros. Por otro lado, los escolares con el plan lector tienen una cierta ayuda pero muchas veces los mismos profesores no los preparan correctamente para llegar a las metas que se proponen. Un adolescente de catorce años de nuestro país, por lo menos este año, por ser éste, debería conocer bien la vida y obras de Eguren, Arguedas, Westphalen, y sin embargo se le da más énfasis a lo extranjero y a lo “clásico” y “universal” cuando eso mismo también lo tenemos aquí.

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