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Opinión

«La hora de la verdad», por Luis Fernando Cueto

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Empezó el zafarrancho. Los postes tambalean, la carpa se viene abajo, los cirqueros salen en desbandada y los policías y fiscales van detrás de ellos. Los periodistas están en su garbanzal, sacan fotos, toman notas, entrevistan a los payasos, y el pueblo al fin se entera que cuando necesitaba ser conducido por el mejor ciudadano, estuvo al mando de un papanatas que suplió sus incapacidades con mentiras. Un pobre chapucero que instruía a sus subalternos en cómo engañar al Congreso, a la Fiscalía, pero, cuando la verdad tomó cuerpo y estos se le torcieron, no supo taparles la boca para que no lo delaten. Y ahora todo el Perú lo sabe: en la peor circunstancia de su historia, tuvo al peor Presidente, rodeado de la peor gente.

Desde un principio, consciente de su falta de idoneidad para enfrentar la pandemia, el mandatario dio la orden de maquillar la realidad. Todo un ejército de burócratas se dedicó a controlar las cifras y manipular las estadísticas con el propósito de que nadie pudiera ver hacía dónde, con sus desatinos, empujaban al país. Ese fue el meollo de su estrategia. Y cada cierto tiempo, cuando sus errores saltaban a la vista, salía a buscar culpables. Le echaba la culpa a los otros, a los marginales, a aquellos a quienes el Estado nunca prestó atención. Se volvía loco cuando la gente, acuciada por el hambre, salía a las calles a vender sus baratijas. Y cuando la brutalidad policial causó la muerte de una docena de muchachos que se divertía en una discoteca, no supo qué hacer para dar vuelta a la tortilla; ordenó que les busquen antecedentes, que les hagan toda clase de pruebas a los cadáveres. En su mente obtusa solo afloró una idea: convertir a las víctimas en victimarios. 

Fiel a su estilo, desechó a los científicos y se rodeó de politiqueros y fanfarrones. De esa manera, cada medida que daba, era más descabellada que la anterior. Sometió a la población a una reclusión absurda, ilógica, en la que los sanos tuvieron que encerrarse, en viviendas precarias y reducidas, con los covid positivos, y el saldo fue de familias enteras arrasadas por el virus. No hubo una sola familia, un solo barrio (claro, me refiero a los de los pobres), en que no hubiera víctimas que lamentar.

Ordenó que, de todas las provincias, las pruebas sean llevadas a un laboratorio de Lima. De esa manera, los resultados, que debían de darse en 24 horas, terminaron dándose en 8 días. En ese lapso, como era de esperar, los positivos (que aún no lo sabían) contagiaban a medio mundo. El Gobierno siempre lo supo, pero nunca descentralizó las pruebas; en su afán de manipular la información, prefirió esa práctica perversa, infame, antes que salvar vidas.

Y cuando se trató de comprar los test, sus ministros de Salud y de Economía escucharon a quienes les dijeron que las pruebas chinas eran las mejores del mundo, y desecharon a los especialistas que les advirtieron que estas no servían, que eran pura engañifa. Siguieron el ejemplo de su jefe. Así hicieron negocios. Y lo que produjeron fue el infierno. Miles y miles de peruanos murieron con resultados negativos. Murieron en sus casas, en las calles, porque, como técnicamente estaban libres del covid, los hospitales se negaban a recibirlos. Y como esos muertos no eran tomados en cuenta en las estadísticas, el Presidente salía triunfante, mostraba su sonrisa macabra por televisión y decía que todo iba bien, que estábamos venciendo a la enfermedad.

Se podría argumentar que fue producto de la pandemia, que los demás países pasaron por lo mismo, pero no fue así. Eso se pudo haber evitado. Estando de por medio vidas humanas, se debió haber hecho un estricto control de calidad. Pero se prefirió el negocio, la ganancia. Esa es la única explicación para que, al mismo tiempo, sistemáticamente, el Gobierno pusiera trabas a los científicos que procuraban pruebas y vacunas nacionales. Hicieron las cosas al revés. Hicieron lo contrario, por ejemplo, que Uruguay, donde se apostó por los científicos y, antes de que llegara el virus, ya tenían una prueba propia. No tuvieron necesidad de comprar nada. El Perú sí. Pero eso no justifica que se haya comprado pruebas inservibles y desencadenado, con ello, la mortandad. Y eso no fue gratis. Para cometer tamaña barbaridad, no basta la incompetencia; se necesita también de la corrupción. Y quienes lo hicieron, tienen que acabar con sus huesos en la cárcel. 

Después vino la pitanza de los gallinazos. Los dueños de las clínicas, de las farmacias, de las plantas de oxígeno medicinal y demás mercenarios de la salud, acogotaron a la población desesperada. Un tratamiento del covid llegó a costar hasta un millón de soles (unos 300 mil dólares), una pastilla subió diez veces su precio, un balón de oxígeno que antes costaba 200 soles pasó a costar más de mil. Y todo ello con la complicidad del Gobierno. Incapaz de chocar con sus amigotes los empresarios, los funcionarios se hicieron de la vista gorda. Pero esa vuelta de ojos también tuvo un precio. Para efectos de una investigación, es preferible pensar que no fueron idiotas sino corruptos. Y que la incapacidad, la mentira y la corrupción mataron más gente que el virus.

Y luego el festín de Reactiva Perú. Una repartija inmoral, sádica, delante de los moribundos. El Gobierno regalando miles de millones de soles a sus socios los empresarios (sí, a los mismos dueños de las clínicas, las farmacias y el oxígeno que se lucraron con la pandemia), premiándoles por ser tan desalmados. Y también dándoles su alita, como se acostumbra en las mafias, a los buenos muchachos de las empresas corruptas de la construcción. Toda una orgía con el dinero de todos los peruanos, y que difícilmente será devuelto, pues el Presidente ya puso al Estado como garante. Es decir, que a la larga esa deuda será pagada por los más pobres, por aquellos que no recibieron ni un cobre, por quienes, en los distritos, en los caseríos, tuvieron que hacer colectas públicas para comprar una planta de oxígeno.

Pero todo tiene un límite, hasta la mendacidad. Y el accionar criminal, genocida del Gobierno ha sido descubierto. Los muertos empezaron a clamar dentro de sus nichos, debajo de la tierra, y los mismos delincuentes e inmorales, asfixiados por sus propias mentiras, rompieron la maraña para salir huyendo. La verdad entonces salió a la luz, y el mundo entero pudo ver el rostro horripilante, el cuerpo contrahecho de la desgracia. El Perú ha sido masacrado, arruinado, y los muertos ya deben sobrepasar los 100,000. En siete meses, ha quedado más quebrado que con la guerra con Chile, que duró cinco años. Y han fallecido más peruanos que en la guerra con Sendero Luminoso, que duró veinte. Eso no debe quedar impune. Es la impunidad, y no la delincuencia, el tobogán que conduce hacia un Estado fallido. Corresponde a los peruanos salir en auxilio del Perú. Es urgente, vital, exigir sanción para quienes condujeron al país a lo que ahora ya es inocultable: la catástrofe humanitaria.

Hace poco, Pablo Casado, líder del PP, dijo, respecto a la pandemia del covid, que solo el Perú estaba peor que España. Dijo la verdad. Pero el embajador peruano en ese país se molestó y le envió una carta manifestando su malestar. El pobre creía que aún seguía en funciones; no se dio cuenta de que el circo ya se había caído. Días después, el candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, Joe Biden, nos mostró como el país que peor ha manejado la crisis de la pandemia. Y ya nadie dijo nada. Claro, hubiera sido ridículo salir a decir lo contrario, pues ya todo el mundo estaba enterado de lo que había ocurrido en nuestro país. Por eso, ante los ojos de la comunidad internacional, el Perú debe levantase, rehacerse, nombrar una Comisión de la Verdad que haga trizas la ominosa maraña de mentiras y devele todo lo sucedido durante la pandemia. Hoy más que nunca es necesario conocer la verdad. Y que se haga justicia. Solo así nuestros muertos podrán obtener paz, y nosotros, los sobrevivientes, encaminarnos con dignidad hacia el futuro.  

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Luis Fernando Cueto, (Chimbote 1964), Estudió Derecho y Literatura e ingresó a la extinta Policía de Investigaciones del Perú, siendo destacado a prestar servicios en Zona de Emergencia –Ayacucho-, en la época de la convulsión interna, circunstancia que más adelante se verá reflejada en algunos de sus libros. Como abogado, ha sido decano del Colegio de Abogados del Santa-Perú, y miembro de la Junta Nacional de Abogados del Perú. En su carrera como literato, iniciada a los veinticinco años, Cueto ha transitado por la mayoría de géneros literarios, como la poesía, el cuento, la novela y el ensayo. En el año 2009 ganó el Premio de Novela Política, por su obra Días de fuego. En el 2011, su novela Ese camino existe, considerada por muchos críticos como el más importante sobre el conflicto interno que sufrió el Perú en la década de los 80´del siglo pasado, ganó el Premio Copé de Oro, el más trascendente de las letras peruanas. Asimismo, su relato La venganza de John Lennon quedó finalista en el Premio Copé de Cuento del año 2018. Actualmente radica entre Alemania y España, donde ha culminado, en la Universidad de Barcelona, la maestría en Estudios Avanzados de Literatura Española e Hispanoamericana, y prepara una nueva novela, realiza investigaciones sobre la obra de José María Arguedas y de Oswaldo Reynoso, dirige el grupo de difusión cultural Harawi y colabora constantemente con revistas y diarios con artículos sobre temas jurídicos y literarios.

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Miguel Arribasplata y la guerra cultural

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Miguel Arribasplata (Cajamarca, 1951) es un profesor universitario, novelista y ensayista de cuño. Su libro “La Guerra Cultural de baja intensidad en la literatura peruana” nos plantea una nueva revisión y severos retos en nuestra última novelística donde nos dice: “los intelectuales pequeñoburgueses y clasemedieros, arribistas a cuál más, son los soldados de esta contienda alienante promovida por el capitalismo tardío”.

Antes es necesario revisar sus libros como La niña de nuestros ojos (2010) donde se repasa la guerra interna y los procesos vividos en los ochenta y noventa. Así como otros textos: Tierra sin cosecha (1978), Bajada de reyes (2001), Tandal (1982) y Santiago el menor (2016) del cual Ricardo González Vigil dice: “Miguel Arribasplata derrocha humor y esmero estilístico cincelando una prosa de sabrosa textura oralizada”.

En La Guerra Cultural, Arribasplata se arma con métodos marxistas-leninistas para comprender esta última camada literaria citando a Mariátegui: “Nos interesa la sinceridad, la desnudez de la literatura burguesa. Más aún nos interesa su cinismo. Que nos haga conocer toda la complejidad, todos los desfallecimientos, todos los deliquios del espíritu burgués” (El artista y la época, p. 35).

Y entonces nos plantea los siguientes subtítulos: “Karina Pacheco y su prosa de artificio”: “levantar un mundo de ficción le cuesta caro a KP, El año del viento (2021) no es una operación estética de desautomatización del lenguaje cotidiano; es una novela cuyo rollo está envuelto en opiniones y noticias periodísticas de la época, a más del pobre comentario sociopolítico, que la narradora en primera persona adereza en la historia”.

Otros citados son: “La Sangre de la aurora: Sendero Luminoso en el asador feminista” donde prácticamente el autor nos habla de una literatura de la falsificación, “al punto de alterar todo un acontecimiento real y adaptarlo a sus fines utilitaristas”.

“Gabriela Wiener y Huaco Retrato: la nostalgia por ser diferente” a quien acusa de no tener identidad ni representación política con una temática de búsqueda traumática “que remueve el cotarro del mestizaje por el lado feminista con el pretexto de retorno a las raíces”.

Otro texto analizado sería “Cien cuyes, novela del fiasco”, puesto dentro del discurso literario de intelectuales clasemedieros en la nostalgia del conservadurismo pro-establishment.

En otras palabras, Arribasplata no-deja-títere-sin-cabeza y nos plantea repensar esta última novelística –para él– carente de fondo y forma, “que pretende formar lectores inadvertidos”, huérfana, además, por la partida de MVLL.

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Ministerio de Culturas de Chile: prácticas de culo con enfoque decolonial

Lo que lee no es un meme, es la realidad cultural del Chile de Boric. La bancada de Renovación Nacional (oposición) exigió a Contraloría una auditoría por posible uso de fondos culturales en taller de baile Streaming service que cuenta con el aval de la PAOCC, un programa dependiente del Ministerio de Culturas.

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El taller en cuestión, según su propia convocatoria pública que pueden revisar en una cuenta de Instagram, busca “politizar el cuerpo desde una perspectiva que desafía las normativas coloniales y estéticas tradicionales, proponiendo un reencuentro con el goce, la grasa y la sensualidad como formas legítimas de expresión cultural”.

Según los parlamentarios, la actividad —que mezcla técnicas de twerk, funk brasileño y danza contemporánea con un “enfoque descolonial”— fue difundida por Espacio Vitrina, entidad que formaría parte del circuito de la Red de Salas de Teatro Región Metropolitana, la cual recibió $139.509.995 de pesos en el marco del PAOCC 2025 (unos 148 mil dólares de presupuesto para la Red de Salas).

Los diputados de Renovación Nacional, encabezados por Miguel Mellado, Carla Morales, jefe y subjefa de bancada, respectivamente, junto a Jorge Durán y Eduardo Durán, ambos integrantes de la comisión de Cultura, oficiaron a la contralora General de la República, Dorothy Pérez, solicitando una auditoría al Programa “Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras” (PAOCC) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

El taller denominado “Prácticas de Culo”: Práctica de Movimiento Pélvico Freestyle, Improvisación con enfoque descolonial, con un abordaje somático, sensible y gozoso” en una de las organizaciones presumiblemente beneficiadas por esta línea de financiamiento público y sin embargo cobra a los usuarios por tomar dicho taller.

Si bien no existiría un financiamiento directo al taller, “sí se puede evidenciar un apoyo financiero indirecto en las imágenes de publicidad del logo respectivo del programa, así como también, el correspondiente a la Red Salas de Teatro Región Metropolitana”, alertaron los diputados de Renovación Nacional.

“Venimos en solicitar una auditoría a los recursos entregados por parte del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio mediante el Programa ‘Apoyo a organizaciones culturales colaboradoras’, a modo de constatar si los objetivos por los cuales fueron otorgados resultan conciliables con el propósito del mismo”, señalaron también los diputados.

Ante esto, los parlamentarios cuestionan la pertinencia de este tipo de actividades dentro del marco de un programa financiado por recursos fiscales y exigen claridad.

“A la luz de lo anterior, la actividad denominada ‘Prácticas de CULO’ (…) podría presentar incompatibilidades con los lineamientos del PAOCC”, afirma el oficio presentado.  “Esto se debe a que su integración a un plan de gestión financiado por el programa requiere una justificación clara respecto de su aporte a los fines públicos y a la programación cultural continua de la organización postulante”, precisaron. Al no  estar debidamente contextualizado en la misión de la entidad, podría ser considerado improcedente o ajeno a los objetivos declarados, afectando así la elegibilidad o continuidad del financiamiento.

También reclamaron los diputados que, “Cuando se recortan recursos para seguridad y otras prioridades ciudadana, que el gobierno salga patrocinando “Prácticas de culo” es simplemente una bofetada para las miles de víctimas de la delincuencia”, añadió Mellado.

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Mototaxi contranatura, de Carlos Córdova Ayvar 

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Trump, Musk, transexuales eyaculando, voz en off con un discurso de si quieres puedes, y el holocausto en Gaza, donde los judíos son inequívocamente los nazis (en imágenes alteradas, blanqueadas, suavizadas). Poco más o menos en eso consiste lo que vi. Superpuesto, sucesivo, mezclado. Dicho así suena bien. Dicho así puedes pensar que surgirán, más pronto que tarde, combinaciones terroríficamente interesantes. Que se producirán cortocircuitos reveladores. Que un montaje exacto y audaz conseguirá proezas y que logrará memorables extrañamientos. Pues la potencialidad está, la premisa está dada. Los elementos aguardan a ser recombinados a la velocidad de un mototaxi suicida y con la supuesta excitación extra de una relación ‘contranatura’. Pues nada de eso.

La clave es que el peculiar efecto documental de las imágenes del genocidio contra el pueblo palestino en Gaza es aminorado por recursos distanciadores. Cosa que también suena bien, dicha o escrita. Ya que son imágenes insoportables. Pero, curiosamente, pese a ese aminoramiento, estoy ante una muestra aburrida y cliché de cine de explotación, y poco más. Pero cómo, ¿en la película no se pretendía ser punki, radical, desafiante, llevar al espectador hacia una experiencia límite, confrontarlo con el colmo de lo ‘extraño’? -O con el cliché de lo extraño-. Las imágenes de Gaza son especialmente candentes: qué hacer con ellas es altamente problemático, la pregunta tal vez sea qué cosa tan oscura de lo humano nos lanzan a la cara, qué clase de respuesta exigen a quien las ve o las usa.

Reconozco un gran momento: cuando comprendo que el discurso del sí se puede y todos competimos todo el tiempo desde que nos levantamos cada mañana es justo el sionismo destruyendo Gaza. Está otro momento, con Baudrillard, la hegemonía, el bien contra el mal…  

Cómoda y relativamente neutralizadas, las imágenes se superponen por lo general bastante mecánicamente y de manera harto repetitiva, sin que esta repetición genere estados o pensamientos nuevos.

¡Lánzame esas imágenes en la cara con todo su poder destructor y sombríamente iluminador! Ahí hubieras tenido que hacer algo más; elaboración, desarrollo, pensamiento, profundidad, que justifique o haga sostenibles su inclusión, para acercarse a ese movimiento espantoso, a esa violación de la ‘naturaleza humana´. Cosa que no vi.

*Película vista en Andares Acciones cinematográficas, en el local de Paradero Cultural.

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La verdad de la matanza de los 13 jóvenes en Pataz

Criminaliza, persigue y desaparece a los cholos para que la minera la Poderosa siga llevándose el oro.

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Por: Jorge Paredes Terry

Mientras el Gobierno de Dina Boluarte decreta la suspensión de actividades mineras en Pataz, las comunidades y población patacina denuncian que la medida solo busca limpiar el camino para la grandes mineras, criminalizando a los mineros artesanales y ocultando la verdad detrás de la masacre de 13 jóvenes.

Ayer, en una conferencia de prensa, el Gobierno de Dina Boluarte anunció la suspensión de todas las actividades mineras en la Provincia de Pataz, La Libertad, por 30 días, con posibilidad de prórroga. La medida, según el Ejecutivo, busca facilitar la intervención de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional (PNP) para «combatir la minería ilegal». Pero detrás del discurso oficial, se esconde una realidad más oscura: una estrategia de persecución contra los mineros artesanales y pequeños productores, mientras las grandes empresas siguen saqueando el oro sin restricciones.

La doble moral del Gobierno: ¿Quiénes son realmente los ilegales?

Julia Torreblanca, presidenta de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), aplaudió la medida, pero dejó en claro su preocupación: “Debo entender que la suspensión se refiere a los mineros ilegales, no a los formales». Es decir, mientras el Estado despliega operativos militares contra los cholos, mineros pobres que trabajan en condiciones precarias, las grandes mineras, muchas de ellas vinculadas a corrupción, daño ambiental, evasión fiscal y lavado de activos siguen operando sin problemas.

Pero aquí está la trampa: el Registro Integral de Formalización Minera (REINFO), creado en 2016 para supuestamente formalizar a los mineros artesanales, ha sido una farsa. Miles de mineros llevan años esperando su formalización, mientras el Estado los criminaliza y les niega derechos. Ahora, bajo el argumento de «combatir la ilegalidad», el Gobierno los excluirá del REINFO, dejándolos a merced de la represión policial y militar.

Pataz: El epicentro del oro ilegal… pero ¿de quién?

Según la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA), Pataz es el punto de salida de 600 toneladas diarias de oro ilegal. Pero, ¿quiénes se benefician de este negocio? No son los campesinos que extraen mineral con sus propias manos, sino las mafias que operan con complicidad de autoridades y empresarios.

Mientras el Gobierno habla de «orden», 13 jóvenes fueron masacrados en Pataz en circunstancias aún no aclaradas, según versiones de testigos presenciales los enviaron al matadero, sin preparación alguna para este tipo de operaciones, las versiones oficiales hablan de un «enfrentamiento», pero según observamos en videos fueron ejecuciones extrajudiciales. ¿Era realmente una operación contra la minería ilegal? ¿O fue un mensaje para callar a quienes se atreven a desafiar el poder de los grandes intereses mineros? ¿O estaba planificado para generar la respuesta que hoy el gobierno ha decretado? Pronto la verdad saldrá a luz.

El negocio de la represión

La minería ilegal le cuesta al país S/ 22,700 millones al año (2.5% del PBI), pero el problema no son los mineros artesanales, sino las redes de corrupción que permiten que ese oro salga del país sin pagar impuestos. En lugar de atacar a los eslabones más débiles, el Gobierno debería investigar a los verdaderos responsables: las empresas fantasma, los funcionarios corruptos y los exportadores que blanquean el mineral robado.

Pero no lo harán. Porque en el Perú, la minería legal e ilegal son dos caras de la misma moneda: el saqueo de los recursos del pueblo para beneficio de unos pocos. Mientras Dina Boluarte envía militares a Pataz, las mineras formales siguen contaminando ríos, evadiendo impuestos y desalojando comunidades sin piedad.

¿Quién es el verdadero criminal aquí?

La suspensión de actividades en Pataz no es más que una cortina de humo. No buscan acabar con la ilegalidad, sino limpiar el territorio para que las grandes empresas mineras operen sin competencia. Mientras los pobres son perseguidos, desaparecidos o asesinados, el oro sigue fluyendo hacia los bolsillos de los poderosos.

Los 13 jóvenes de Pataz no fueron «daño colateral». Fueron víctimas de un sistema que prefiere balas antes que justicia. Hasta cuándo?

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Lou Ferrigno, el hombre increíble

El gigantesco ‘personaje verde’ de la televisión se volvió muy icónico y dejó una huella indeleble en la cultura pop.

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Desde las entrañas de Brooklyn, Nueva York, emergió Lou Ferrigno, un coloso de ascendencia italiana que transformó su físico monumental y su carácter silencioso en leyenda televisiva. Fue en la icónica serie ‘El Increíble Hulk’, emitida entre los años setenta y ochenta por la cadena CBS, donde su figura verde, imponente y taciturna, conquistó al mundo entero. La serie, basada en el cómic de Marvel, supo mezclar acción y drama con un trasfondo humano conmovedor. No era solo el espectáculo de músculos y destrucción: era el retrato de un alma errante y triste perseguida por su propia tragedia.

El toque melancólico lo ponía Bill Bixby, en su papel del atormentado Dr. David Banner, y juntos —Bixby y Ferrigno— tejieron una simbiosis actoral inolvidable. La serie fue un fenómeno mundial, y su melodía final de piano titulado ‘El tema del hombre solitario’, quedó grabado en la memoria de generaciones. Ferrigno, campeón de Míster Universo, obtuvo con esta serie una victoria y revancha sobre Arnold Schwarzenegger, quien le ganó en el Olympia, pero fue descartado del casting por su baja estatura. El destino le reservó a Lou un lugar privilegiado en la historia televisiva.

En 2024, Ferrigno había prometido visitar Perú para el Día del Cómic Festival, pero una cirugía de rodilla mal curada frustró el anhelado encuentro. Con humildad, envió un mensaje respetuoso a sus seguidores, lamentando su ausencia. Sin embargo, había un capítulo pendiente.

Y se escribió en 2025. Desde el 1 al 4 de mayo, en el distrito de Jesús María, Ferrigno, ya con 74 años, llegó para saldar su deuda emocional. Lo recibieron como se recibe a un viejo amigo: con ovaciones, abrazos y ojos brillantes. Firmó autógrafos, posó para fotos y respondió, paciente, las preguntas de fans que aún lo ven como aquel imponente titán de piel verde.

Pero lo que más sorprendió fue su sencillez: esa calidez de hombre bueno, que no necesita rugir para hacerse notar. Porque, aunque en la pantalla gritaba con furia, en la vida real Lou Ferrigno habla con gestos suaves, sonrisa honesta y una humanidad que, como su personaje, sobrepasa cualquier ficción. No cabe duda que su corazón es más grande que todo lo que le rodea en el mundo.  

(Columna publicada en el Diario Uno).

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Hasta aquí llegamos, Sra. Boluarte

Lee la columna de Fernando Casanova

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Por Fernando Casanova

Este no es un reclamo más.

Es el grito final de un pueblo herido.

Acaban de asesinar a trece trabajadores en Pataz. Trece vidas reducidas al silencio por bandas armadas, por el crimen organizado, por la desidia estatal. Por usted, señora Boluarte.

Fue una ejecución que triunfa en el vacío.

Y ese vacío tiene nombres: Gobierno. Estado. Presidencia.

Usted sra. Boluarte.

¿Dónde estaba mientras los mataban?

¿Dónde estaba el Estado cuando fueron secuestrados?

¿Dónde está ahora, mientras sus familias entierran cuerpos y nosotros tragamos rabia?

No basta su rostro planchado. No basta su cinismo bien peinado.

No se gobierna con bisturí. No se lidera con carteras y joyas.

Usted, señora Boluarte, convirtió el poder en espectáculo y la política en pasarela. Mientras los peruanos mueren en socavones, usted brilla con relojes y sonríe sin culpa. El Perú es cadáveres en el suelo y cirugías en Palacio. ¿Qué más prueba necesitamos de su distancia sideral con la gente?

Gobernar es encarnar. Y usted es puro simulacro y telepronter.

No hay justicia, no hay consuelo, no hay presencia.

Todo es vergüenza.

Vergüenza de escucharla hablar de sus logros de opio.

Vergüenza de sabernos representados por alguien que no siente, no llora, no existe.

Sra., hasta aquí llegamos.

Váyase.

No por ser mujer. No por ideología.

Usted ha vendido el alma de esta tierra, nos ha entregado a las fauces de sicarios mientras se aferra como naufrago a los pedazos del barco que su avaricia mal diseñó.

El país arde señora, y su rostro solo eleva el octanaje de la desgracia. Lárguese.

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Plan de Acción de la Oficina del Alto Comisionado para la paz y el desarrollo de Pataz

Una clara propuesta para recuperar la paz en Pataz.

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Por Jorge Paredes Terry

Objetivo General:

Erradicar la delincuencia organizada y sentar las bases para un desarrollo económico sostenible en la provincia de Pataz, mediante la articulación de esfuerzos entre el Estado, la gran minería, las comunidades, las rondas campesinas y los mineros artesanales. 

1. CORTO PLAZO (0-8 MESES): RESTAURAR EL ORDEN Y LA CONFIANZA 

Objetivo: Recuperar la seguridad ciudadana, desarticular grupos delincuenciales y garantizar condiciones mínimas de gobernabilidad. 

Acciones:

– Fuerza de Tarea Especial Pataz:

  – Despliegue conjunto de la PNP, FF.AA. Rondas Campesinas y fiscalía en zonas críticas (Tayabamba, Pataz, Parcoy, Buldibuyo y Huaylillas)

  – Inteligencia coordinada con rondas campesinas para identificar bases logísticas de la delincuencia. 

  – Operativos contra extorsión, minería ilegal vinculada al crimen y secuestros. 

– Pacto Social por la Seguridad:

  – Mesas de diálogo con líderes locales, rondas y mineros artesanales para acuerdos de no violencia. 

  – Recompensas anónimas para denuncias de corrupción y crimen organizado. 

– Emergencia en Servicios Básicos:

  – Brigadas médicas móviles para reducir mortalidad materno-infantil y desnutrición. 

  – Reparación urgente de vías críticas (ej. Tayabamba-Buldibuyo) en coordinación con Provías. 

– inicio de la construcción de la carretera asfaltada doble vía Chagual-Mamahuaje.

– Inicio de la construcción del hospital de Tayabamba.

2. MEDIANO PLAZO (8-18 MESES): DESARROLLO ECONÓMICO INCLUSIVO Y FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL

Objetivo: Formalizar actividades productivas, mejorar infraestructura y generar empleo local. 

Acciones Clave:

Plan Radical de Formalización Minera Artesanal: 

  – Acuerdos con mineros informales para acceso a tecnologías limpias y comercialización justa.

– Comercialización de material minero mediante cetros de acopio y molinos especiales administrados por el estado (SUNAT, OEFA, MINEM, UIF, Otros) y empresas mineras.

  – Creación de una Cooperativa Minera de Pataz con apoyo técnico del MINEM. 

Inversión Minera con Retorno Social:

  – Acuerdo Estado y grandes mineras (Poderosa, Minera Aurífera Retamas, Horizonte, Caraveli y otras) para: 

    – Construcción de hospital con especialidades mediante obras por impuestos.

    – Electrificación rural total y construcción de la carretera asfaltada doble vía Tayabamba-Trujillo.

    – Fondos concursables para proyectos agroindustriales liderados por jóvenes. 

Fortalecimiento de Rondas Campesinas mediante un plan estratégico especial.

  – Capacitación y equipamiento total, comunicación satelital para seguridad e inteligencia operativa.

  – Reconocimiento legal de su rol en el desarrollo local   

3. LARGO PLAZO (2-5 AÑOS): SOSTENIBILIDAD Y AUTONOMÍA

Objetivo:  Convertir a Pataz en un modelo de desarrollo territorial con paz social. 

Estrategias:

Diversificación Económica:

  – Agroparques con cultivos de alto valor (papa, maíz, trigo, café, palta, etc) y plantas procesadoras. 

  – Turismo de aventura (rio Marañón, puerta del monte, laguna de pias, otros) con concesiones a comunidades. 

Institucionalidad Anticorrupción y capacitación.

  – Oficina de Transparencia en Pataz (veeduría ciudadana a contratos públicos y mineros). 

  – Escuelas de liderazgo para futuras autoridades. 

– institutos de capacitación minera y ambiental

Sistema de Alerta Temprana: 

  – Monitoreo satelital de seguridad y medio ambiente.

ACTORES CLAVE Y ROLES:

ACTORES.                                                              COMPROMISO

ESTADO PERUANOFinanciamiento de infraestructura, presencia permanente de fiscalía y PNP.
GRAN MINERÍAInversión social vinculada al desarrollo (50% del Canon y 20% de utilidades a proyectos locales)
RONDAS CAMPESINASVigilancia territorial y mediación de conflictos.
MINEROS ARTESANALESCapacitación, Formalización y adopción de tecnologías de punta                        |   
GOBIERNO REGIONALPresupuesto para educación técnica (ejm. Institutos  Tecnológico Minero Y Ambiental)    

                             

Señora Presidenta:

Este plan no es utopía: es viable si existe voluntad política y participación activa de los patacinos.  La gran minería debe entender que su licencia social depende de dejar un legado real. El Estado no puede seguir ausente. Y nosotros, como ciudadanos, debemos exigir y colaborar. 

“Pataz no quiere limosnas, quiere justicia y futuro.» 

El Alto Comisionado para la Paz y el Desarrollo de Pataz deberá firmar un compromiso público de rendición de cuentas trimestral.   

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El Eternauta, una decepcionante serie de Netflix

Lee la columna de Edwin Cavello

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La ambiciosa adaptación de El Eternauta, dirigida por Bruno Stagnaro y producida por Netflix, se estrenó envuelta en una nube de expectativas. Basada en la célebre historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, la serie prometía ser un hito en la ciencia ficción latinoamericana. Pero tras seis episodios, lo que queda es una sensación amarga: la de una oportunidad desperdiciada.

Ricardo Darín encarna a Juan Salvo, el hombre común atrapado en un Buenos Aires asediada por una nevada mortal y una invasión extraterrestre. A su lado, César Troncoso y un elenco con oficio intentan sostener una narrativa que naufraga entre la estética y el vacío. Los efectos especiales, aunque técnicamente bien logrados, terminan devorando la esencia del relato original: una historia profundamente humana que hablaba de resistencia, solidaridad y compromiso político.

Aunque el casting prometía solidez, las actuaciones terminan siendo dispares y poco memorables. Ricardo Darín, si bien cumple con profesionalismo, interpreta a Juan Salvo con una contención tan excesiva que termina diluyendo el dramatismo del personaje. César Troncoso aporta presencia, pero no levanta vuelo. El resto del elenco principal oscila entre lo correcto y lo intrascendente, sin que ningún personaje logre generar verdadera empatía. Los extras, en escenas clave de caos o desesperación, actúan con una frialdad que rompe la verosimilitud.

Hay momentos de lucidez visual —la dirección de arte es notable, y la fotografía captura con acierto la desolación porteña—, pero la serie nunca termina de construir una atmósfera sólida. El guion diluye la tensión, la estructura episódica se desarma sin ritmo, y los diálogos caen en la obviedad. Lo simbólico —el tango, el truco, los ecos de Malvinas— aparecen como elementos anecdóticos.  Es decir, como un intento desesperado de lanzar cosas para intentar que signifique algo, pero al final todo resuena como recursos forzados.

El primer episodio cumple sin brillar; el segundo y el tercero caen en el tedio. Solo el cuarto capítulo, “El credo”, roza el cine de verdad, aquel que dialoga con sus personajes y el espectador. Lo demás, lamentablemente, se siente como entretenimiento prefabricado: ciencia ficción de fórmula, desconectada de la potencia política que hizo legendaria a la obra original.

El Eternauta tuvo la oportunidad de actualizar una historia de resistencia sin traicionar su alma. En cambio, se queda en la superficie, atrapada en su propia superproducción. Decepcionante.

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