Una de las primeras víctimas de las cuarentenas es el amor. Los seres humanos no pueden amarse con la libertad que tuvieron semanas antes. Lo peor es sospechar del aliento del prójimo, de su proximidad, de sus humores y de lo que tocan sus manos. Todos somos sospechosos. No hay oportunidad de conocerse, de cortejarse, de terminar haciendo el amor después de una reunión social.
Hay consecuencias más negativas. El encierro forzado produce víctimas en mujeres golpeadas y niños violados. En el caso de las mujeres golpeadas, están condenadas a vivir y dormir al lado de su agresor. En el caso de niños y niñas, casi siempre el victimario está en casa, es familiar o cercano amigo. El chantaje económico hace doblemente víctimas a las mujeres que dependen del marido. Afuera está la pandemia, el hambre, la desocupación y la imposibilidad de ganarse el pan. El pariente que tiene recursos subordina a quien no los tiene. De pronto los índices de violencia doméstica comenzarán a ocultarse para que todos pensemos en algo bonito, tan cursi como un nuevo amanecer después de la tormenta.
¿Hay consecuencias positivas? Dependiendo de cada caso, habrá reconciliaciones. Mayor tiempo en casa obrará milagros en parejas que, divididas por el trabajo, ya no conversaban. Igual en relaciones de padres e hijos: por fin descubrieron que el lenguaje sirve no solo para comunicarnos en monosílabos, sino también para aproximarnos sentimentalmente.
En las redes encontramos una explosión de belleza femenina sorprendente. Muchas mujeres liberales y empoderadas han sentido la necesidad de sentirse admiradas, y eso es legítimo. Selfies sugerentes, sonrisas coquetas, videos de muchachas bailando con ropa muy breve o sin ella. ¿Qué cambió?… ¿confirmación de la autoestima?… ¿eros opuesto al tanatos? Todo eso y el condenado piropo masculino que pasó de ser un elemento repudiable a ser un producto socialmente necesario.
Sobre el piropo, debo evaluar mi experiencia en el Caribe. La mujer caribeña se siente mal si no es piropeada y el piropo es un arte mayor dentro de la lógica de la calle y de la cultura popular. El piropo en Cuba, en República Dominicana, en Puerto Rico, es poesía. Ricardo Palma hizo mención en Tradiciones Peruanas a los piropos más habituales en la Lima de antaño. La mujer brasileña, por ejemplo, se siente bien cuando se confirma atractiva en los ojos ajenos. Al piropo peruano no lo condenaron las mujeres de aquí, lo condenó la vulgaridad de los hombres. ¿Por qué?… Porque somos los peores receptores de los antivalores que vienen del Norte. La pornografía cosifica a la mujer (y al hombre) divorciando el placer corporal del aspecto afectivo. La figura de la mujer en el Perú es usada hasta por las lavanderías de autos. Vine de una sociedad socialista donde no había pornografía y se hacía el amor en cualquier parte, a cualquier hora, para darme cuenta que en mi patria abundaba la pornografía pero no el amor. Y descubrir aquí que a la mujer en la calle se le dicen groserías, me apagó.
Bueno, decíamos que el piropo retornó a través delas redes como una necesidad en tiempos de coronavirus. Estando alejados, necesitamos sociabilizar y demostrarnos que podemos amar y ser amados. Pero el mundo capitalista desarrollado tiene toda una industria del placer solitario, porque su ideal es una sociedad de seres solitarios. Si usted se pasea por EEUU encontrará los sex shopping a cada paso y hoy tienen sucursales en Perú desde hace 2 décadas. No faltará algún androide que diga “qué bien”. La masturbación en época de cuarentena, lógicamente se va a multiplicar. Desde 1970 y gracias al entonces joven Marco Aurelio Denegri y su revista Fascinum, la masturbación se despenalizó en el imaginario popular. Volvamos a lo actual: Los sitios más famosos de ciber pornografía han anunciado que serán gratuitos mientras dure la pandemia. ¡Qué generosos! Detrás de la pornografía está la trata de personas, la prostitución de menores, la esclavitud sexual. Una industria que compite con el narcotráfico es la pornografía infantil, no lo olvidemos.
¿Cuál es el saldo más pavoroso del presente encierro? Aquellos actos repudiables que suelen cometerse por incontinencia. Concluyamos a coro en que todo lo contrario al mutuo consentimiento, es nocivo, perjudicial, catastrófico. Ya hemos dicho que la violencia doméstica puede alcanzar un índice mayor en la cuarentena forzosa, incluyéndose la cónyuge como víctima de violación. Quienes estaban acostumbrados a aliviar sus urgencias mediante los servicios que ofrece la prostitución, ahora están condenados a las cuatro paredes de su celda-vivienda. Quienes habitualmente ligaban en fiestas y bares, hoy descubren la vulnerabilidad de su soledad. ¿Pueden estos convertirse en depredadores? Respondo que sí. Pecar por incontinencia es un concepto de Saulo de Tarso, por eso recomendaba que los diáconos debían casarse. Pero excusarse en la incontinencia para agredir a otros, es escoria de nuestros tiempos.
Las formas de expresar atracción sexual hoy se han reducido al lenguaje de los ojos, al intercambio de miradas, al vernos desde prudente distancia sabiendo que cualquier aproximación y contacto son peligrosos. Cuando salimos de compras, tomando las consabidas precauciones, los ojos nos traicionan y a veces topamos con otros ojos que corresponden o rechazan. Involuntariamente se impone la necesidad de admirar y ser admirados, porque estamos acostumbrados a vivir en plena interacción social. Pero, más allá de la mirada, no existe otro horizonte posible.
Se dice que no hay nada más anti erótico que la propaganda de la muerte, el sabernos víctimas potenciales hace que el eros sea asesinado por el tanatos. Es lo que muchos seres razonables sienten actualmente: sin libertad de amar no puedo sentir necesidad de amar. Para quienes quieren perder los estribos a cualquier costo, hace falta leer el Diario de la peste de Daniel Defoe, La máscara de la muerte roja de E.A. Poe o el Decamerón, de Bocaccio. Allí nos encontraremos a quienes apostaron por el desenfreno, convencidos que no iban a sobrevivir a la plaga por más cuidados que se impongan. Este segundo grupo, ante la imposibilidad de amar tendrá más necesidad de hacerlo. Supongo que el primer grupo, quienes sin libertad no pueden concebir una vida sexual plena, tendrá mayores posibilidades de sobrevivir.
Después del amor en los tiempos de coronavirus, vendrá una nueva época. Todo ha de cambiar, el mundo no será igual al que conocimos. Habrá una reformulación de los valores que la cultura occidental contemporánea reconoce como válidos. Lo superestructural e ideológico será un reflejo directo de los cambios en la base económica. La reconstrucción de un capitalismo neokeynesiano, la desglobalización de la economía, el autoritarismo sin instituciones fiscalizadoras del poder, puede conducir a la restauración de ideas conservadoras. Recordemos que recientemente el Imperio ha tratado de someter a América Latina a teocracias “democráticas” como en el caso de Bolivia. La subversión erótica tendrá que recoger sus pasos hasta décadas donde se descubría la libertad de amar, con Wilheim Reich o Herbert Marcuse. Solo quienes disientan revolucionariamente de la maquinaria anti-erótica de la “nueva normalidad” podrán poner a salvo su conciencia de la aplanadora deshumanizante. ¿Seremos hippies otra vez?, no hay duda.