Cultura
Cusco al Bicentenario: Túpac Amaru. La revolución precursora de la emancipación continental

“Túpac Amaru: La revolución precursora de la emancipación continental”, es el título de la “segunda edición, aumentada” del libro del Dr. Jorge Cornejo Bouroncle, editada por la “Universidad Nacional del Cusco”, en 1963. Es el estudio documentado, de acontecimientos históricos que aún despiertan pasiones, reflexiones y úlceras en un país donde el criollismo no edificó la independencia peruana sino la perpetuidad de prácticas coloniales. Se vive de espaldas al capital humano y espiritual de un país diverso y pluriétnico de costa a selva. Se pretende celebrar el bicentenario de una independencia inconclusa, invisibilizando no sólo “la gran rebelión”, sino también las brechas que no nos permiten considerarnos una Nación soberana, un Estado libre de dominación. El grito de rebeldía, como también las primeras acciones antivirreinales, empezaron mucho antes del 4 de noviembre de 1780, pero es reivindicativa la fecha, porque cuarenta y un años más tarde, se declararía lo que conocemos hoy, como la “Independencia del Perú”.

¿El festín de la barbarie o la pedagogía del miedo?
Para el Cusco, subsiste una herida. Como capital política, administrativa y religiosa del Tahuantinsuyo, el yugo español se hizo sentir de manera violenta entre 1534 y 1572, pero fue brutal lo acaecido el viernes 18 de mayo de 1781. Lo que se le hizo a José Gabriel Túpac Amaru, en la actual plaza mayor del Cusco, el Aukaypata[1], solo es comparable en brutalidad a la crucifixión de Cristo y más. Fue obligado a presenciar la tortura y ejecución de su esposa Micaela Bastidas como de su hijo Hipólito, su tío Francisco, su cuñado Antonio Bastidas, su primo Patricio Noguera su prima Cecilia y su cuñado Pedro Mendigure. Fue ejecutado de una manera nunca antes vista, luego de un juicio sumario que arrojó sentencias para él y 30 personas más sindicadas por rebelión[2], entre ellas: “José Berdejo, Andrés Castelú, Antonio Oblitas (verdugo del corregidor Arriaga) y Tomasa Condemaita, cacica de Acos”[3].
“Vuela por la Sierra —escribe Arciniegas— la noticia del vencimiento. Ya pasa por encima de las fronteras. Los españoles se gozan en ella, y se complacen. Los indios doblan la cabeza. En las noticias de Lima se lee: «Queda preparándose el patíbulo y cadalso para el rebelde José Gabriel Túpac Amaru, Micaela Bastidas, su mujer, y sus dos hijos Hipólito y Fernando, cuyo suplicio se ejecutará el 18 a las diez de la mañana. Consiste en un gran tablado pintado de verde, puesto en el centro de la plaza mayor, con gradas a los cuatro frentes y en cada frente una horca… Para el rebelde están preparadas en él coronas de hierro, con puntas muy agudas, que se le han de poner en la cabeza en representación de los once dictados o títulos de que se nominó emperador. Igualmente, un collar de hierro, con dos plantines muy pesados y rodeado de puntas muy agudas, que manifiestan la orden del gran Paititi, de quien se tituló maestre. Por la parte del cerebro se le introducirán tres puntas de hierro ardiendo, que le saldrán por la boca en demostración de los tres bandos que mandó publicar, declarando al rey católico por un usurpador de sus dominios. En esta situación, muerto o vivo, como lo dejasen estos tormentos, se ha de mantener ese monstruoso espectáculo todo un día ha vista del público, después se descuartizará el resto del cuerpo, y sus cenizas se arrojarán al lugar más inmundo de la ciudad con las de su mujer e hijos…»”[4].

Fernando, poco mayor que un niño, fue obligado a atormentar a su madre y se le “perdonó la vida” para luego sumarse a los “sobrevivientes”, que no guardarían mucho tiempo esta condición, al ser conducidos en la “caravana de la muerte”. Luego de un denigrante encierro en el Real Felipe del Callao, se salvaría de morir en el naufragio del “San Pedro de Alcántara” donde pereciera Andrés Mendigure. Fernando Túpac Amaru, padeció prisión desde los 13 años y falleció prematuramente a los 31 años en agosto de 1799.
“Para protestar del suplicio de José Gabriel Túpac Amaru, se están amontonando los siglos, bajo la luz de la verdad, están erguidos los Andes para ser el pedestal de su gloria inmortal y están abriéndose los corazones para cobijar su nombre en lo más noble del alma”[5].
Cornejo Bouroncle, titula a este cruento capítulo de la historia peruana “El festín de la barbarie”; las historiadoras Ana María Lorandi y Cora Virginia Bunster lo nombran “La Pedagogía del Miedo”[6]. Bajo ambos criterios, son el absolutismo, la violencia y la tiranía, junto al grito de rebeldía, los que gestaron la indignación no solo del Cusco, sino también la continuidad de acciones militares encabezadas por Diego Cristóbal Túpac Amaru desde Azángaro, y los hermanos Tomás Katary desde Chayanta, actual Bolivia. Así nace el movimiento independentista al sur del continente sudamericano.
Una rebelión, siglos de insurgencia
Desde “La gestación de un programa político para la Nación Indiana (1645-1697)”, del Dr. Luis Miguel Glave: “Tan pronto se formó un estado colonial, los indios aprendieron a usar las leyes y las instituciones jurídico administrativas para luchar por sus derechos y pedir mercedes. Esa lucha en el terreno legal era parte de una batalla por la supervivencia cultural e incluso, por la de no ser exterminados físicamente por los abusos que se cometían contra ellos. Desarrollaron prácticas de lucha legal y cultural, encabezados por sus representantes, llamados curacas o caciques, indios principales, procuradores, capitanes, alcaldes y demás. Esto tuvo diversas etapas, que se desarrollaron durante toda la historia colonial. En el crisol de la batalla por la supervivencia, los naturales fueron creando una memoria, asentada en unas prácticas y, sobre todo, escrita en unos documentos: sus memoriales de agravios y sus instancias de reclamos, sus informaciones de méritos y servicios, cartas y papeles que se escribieron entre ellos y a las autoridades virreinales y metropolitanas. Tratamos varios momentos de esa historia cultural y política entre 1645 y 1697 con la obtención de la llamada “cédula de los honores”, cuyo cumplimiento fue luego bandera de lucha de la nación en las décadas siguientes” [7].

Para las autoras de “La Pedagogía del Miedo”, como para Luis Miguel Glave[8], Scarlett O’Phelan[9] y Charles Walker[10], son factores en común las Reformas Borbónicas, la creación del Virreinato de La Plata como también sucesivos levantamientos que vieron su mayor expansión y estallido con la gran rebelión de José Gabriel Tupac Amaru. Estas fuentes documentadas, echan por la borda la conjetura de que el noble cacique actuara por intereses egoístas. Debemos entender el levantamiento del 4 de noviembre de 1780, como la cúspide por la búsqueda de justicia en siglos enarbolada y asumida, no sólo desde la nobleza inca, sino también por los mestizos y españoles americanos, en diferentes momentos y contra los abusos de los españoles peninsulares que controlaban el Virreinato del Perú y que vieron su momento más álgido con los Borbones a la cabeza de la corona española donde antes reinaran los Habsburgo con una política colonial distinta.
En una reciente conferencia titulada “Cusco en la Independencia Peruana”, el amauta cusqueño Julio A. Gutiérrez Samanez, refiere otras gestas revolucionarias antes y después de 1780. Las rebeliones de los cusqueños Juan Santos Atahuallpa en la Selva Central y Bernardo Tambohuacso en Pisaq en el siglo XVIII, son un primer ejemplo. La conspiración de Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde, son una referencia igual de heroica y posterior en el Cusco de 1805. La gesta del 3 de agosto de 1814, organizada por los hermanos Angulo y el otrora general realista Mateo Pumacahua, se afianzó en el sur peruano para abrirse camino por Puno hacia La Paz, ciudad que fue sitiada y tomada sangrientamente el 24 de septiembre[11].
La Gran Rebelión de 1780, no fue una acción aislada y estuvo vinculada a otras capitales sudamericanas como Bogotá, Quito, La Paz y Buenos Aires. Hubo grandes aliados, traidores y traiciones: “Los criollos e indios nobles urbanos del Cusco se opusieron decididamente al movimiento de Condorcanqui, cuyo apoyo principal radicaba en los indios del campo hartos de los abusos descritos ya antes por Guamán Poma y Ulloa. Luego que Condorcanqui fuera apresado y ejecutado, la rebelión radical se propagó al Alto Perú, para terminar en un baño de sangre, represión y la extinción final de los privilegios de los indios y caciques nobles”[12].

De la sentencia infame a la trascendencia histórica
En año 2017, indagando en los textos y archivos de la Biblioteca Municipal del Cusco, Gustavo Pérez Ocampo, encontramos valiosos testimonios, entre ellos, una copia de la sentencia al curaca de Tungasuca. El documento original se encuentra en el Archivo General de las Indias en Sevilla pero con el ánimo de contrastar la historia, desde la Sala de la Literatura Cusqueña, organizamos una “imputación simbólica” al contar hoy en día con mayores luces para entender la rebelión de José Gabriel Túpac Amaru, frente a las Reformas Borbónicas del siglo XVIII y los funcionarios que blandieran esta sentencia para amedrentar posteriores levantamientos.
El documento, escrito en castellano de época, está integrado a un libro mayor que espera su estudio y transcripción. Son 14 folios que contienen las principales causales del proceso jurídico que es al mismo tiempo un juicio religioso abstraído al “derecho divino” de la conquista española. A José Gabriel Túpac Amaru, no se le juzgó como súbdito del rey (que lo era) sino como un enemigo y traidor de la corona por lo cual pedían la pena capital. Se le negó su ascendencia y nobleza Inca en desmedro de un juicio que le brinde alguna consideración y finalmente, hasta que le arrancaron la lengua, nunca se le extrajo confesión alguna de culpabilidad. “El Visitador fue a ver al Inca y entonces se produjo la respuesta ya conocida y que Mendiburu dice que fue así: «Nosotros somos los únicos conspiradores, vos por haber agobiado al país con exacciones insoportables, y yo, por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía»”[13].
El Dr. Cornejo Bouroncle afirma que: “Los juristas de entonces, trataron de justificar el terrible documento y salvaje proceder, diciendo que las leyes señalaban las peores penas imaginables a los que se rebelaban contra el rey y procuraban desconocer su nombre y derecho en las vastas tierras del imperio español; es decir, reconocieron que Túpac Amaru, fue un libertador, un rebelde y, ahora, cabe pensar y preguntarse: ¿de dónde nace en algunos cerebros pequeños, la ocurrencia de que el gran Inca rebelde, solo fue un fidelista, que únicamente buscaba pedir nuevas formas de administración colonial?, ¿y para eso se proclamaba «Don José I°, rey del Perú, etc.»?; ¿para eso mandaba ejecutar corregidores del rey y presentaba batalla a las fuerzas realistas?; ¿para eso hubo de conspirar desde diez años antes de los sucesos memorizados y entregarse a una lucha y un martirio inigualable en los siglos de los siglos?[14]
Cusco al Bicentenario
El Cusco al Bicentenario de la Independencia Peruana, ha leído y releído su historia sin prejuicios coloniales ni caudillismos republicanos. El Bicentenario Tupacmarista se vivió silenciosamente en 1980, mientras el país salía de la dictadura militar y Sendero Luminoso iniciaba operaciones con el Estado y la economía en crisis[15]. Hemos descubierto, que la vida del Cusco como del Perú, están profundamente ligadas a la vida y muerte de los Túpac Amaru desde 1572 hasta a 1827, como lo retrata magistralmente en su última novela histórica, el polifacético escritor Omar Aramayo[16]. La unidad sigue siendo la búsqueda de este país donde el Cusco es la capital sentimental que muchas veces atrae diferentes caminos buscando esa historia común que a todos los peruanos nos atañe.

No es posible celebrar o conmemorar el “bicentenario” cuando las desigualdades son más grandes y el aparato gubernamental sigue víctima de la corrupción y el saqueo de los recursos nacionales. No es posible pensar en independencia cuando la Constitución Política del 93, sigue siendo el guante de la cleptocracia y el lumpen empresariado. Son otras las cadenas, pero es el mismo hambre, humillación y postergación que se observa en los Andes y Amazonía, cuando se reclama contra la minería irresponsable o cuando se derrama crudo en los grandes ríos.
La independencia declarada en Lima el 28 de julio, no se tradujo en justicia ni tampoco en mejores condiciones de vida para las grandes mayorías. Desde Tinta, el 4 de noviembre de 1780, se siguen recordando las propuestas humanistas de José Gabriel Túpac Amaru que aboliera la esclavitud, la mita y los obrajes. Aunque sin mayor influencia que la momentánea en las provincias insurgentes, este acto como otros, ubicaron al Cusco en el contexto mundial donde ya se había vivido la Independencia Estadounidense en 1776 y se vivirá la Revolución Francesa en 1789. Cambió irreversiblemente la política colonial hasta erigir la emancipación continental, y también el Perú como lo conocemos.

A manera de conclusión, me permito citar a Charles Walker para dilucidar la relación entre noviembre de 1780 y julio de 1821: “Túpac Amaru y la Independencia guardan relación, pero ¿cómo y de qué forma? Primero, descartemos algunas interpretaciones. Las dos más extremas sostienen que Túpac Amaru no tuvo relación alguna con la Independencia o que fue simplemente un importante primer paso en una cadena de luchas “nacionales” contra los españoles. Ambas son erróneas. Más bien, la rebelión de Túpac Amaru influyó de forma contundente en los acontecimientos ocurridos tres décadas más tarde. No fue necesariamente un primer paso en una ruta predeterminada, pero sí podemos afirmar que fue un factor influyente”[17].
Las investigaciones ahondarán en estas y otras afirmaciones, mientras tanto, sus restos, esperan ser rescatados del osario del actual Templo San Francisco en el Cusco, para ser ubicados en un lugar apropiado para la memoria nacional y para recordarnos permanentemente que la Independencia del Perú, todavía es un anhelo.
[1] Recientes investigaciones como “Don Melchor Carlos Inca, el inca mestizo: Los Carlos Inca en el siglo XVII de la sociedad cusqueña” (Allpanchis 2019, N°83-84, pp. 39-67), del Dr. Donato Amado Gonzales, esclarece toponimias y ha desterrado completamente la equívoca acepción de “plaza de los lamentos o el llanto”. Era el Aukaypata que se extendía hasta la actual plaza San Francisco, y se le consideraba “lugar del encuentro y la algarabía”. La prueba etnohistórica la encontramos en los cuatro caminos del sistema vial inca que todavía llegan a la actual Plaza Mayor del Cusco, como también en la pequeña plaza Regocijo, aquella que persiste como testimonio de su verdadero nombre.
[2] Cornejo Bouroncle, Jorge. TUPAC AMARU: La revolución precursora de la emancipación continental. Pp. 328. UNC, 1963.
[3] Ob. Cit. Pp. 347.
[4] Ob. Cit. Pp. 334.
[5] Ob. Cit. Pp. 346.
[6] Lorandi, Ana María / Bunster, Cora. La Pedagogía de Miedo: Los Borbones y el Criollismo en el Cuzco 1780-1790. IFEA / CBC, Cusco 2013.
[7] Revista Andina N°56. Año 2018. Estudios y debates. Págs. 9 -100. Comentarios de Karen Graubart, Rachel Sara O’Toole, Masaki Sato y Teresa Vergara.
[8] Glave Testino, Luis Miguel. La Rebelión de Tupac Amaru. CBC, 1982.
[9] O’Phelan, Scarlett. Un siglo de Rebeliones Anticoloniales. Perú y Bolivia 1700-1783. Cusco, 1988, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de Las Casas”.
[10] Walker, Charles. ¿Civilizar o controlar?: el impacto duradero de las reformas urbanas de los Borbones. En Aljovín de Losada, C. y N. Jacobsen (eds.); Cultura Política en los Andes (1750-1950):105-120. Lima, 2007. Fondo Editorial de la UNMSM y la IFEA.
[11] Véase: Cusco en la Independencia Peruana de Julio. A. Gutiérrez Samanez: https://www.youtube.com/watch?v=7Uj3P6sRdcs
[12] Quiroz, Alfonso. Historia de la corrupción en el Perú. Pp. 76. IEP. 2013.
[13] Ob. Cit. Pp. 333.
[14] Ob.Cit. Pp.362.
[15] Anexo Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación: https://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/Tomo%20-%20ANEXOS/ANEXO%201Cronologia%201978-2000%20ultima%20revision.pdf
[16] Los Túpac Amaru 1572-1827. Sinco Editores, Lima, 2018.
[17] Tupac Amaru y el bicentenario”. En Revista Argumentos, Edición N°3, Año 9, Julio 2015. Disponible en https://argumentos-historico.iep.org.pe/articulos/tupac-amaru-y-el-bicentenario-2/
Cultura
MINCUL: La cuestionada designación del CAS de Karla Alarcón
¿Cómo ganó el concurso? la arqueóloga Alarcón no cumple con el requisito clave: haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia se limita al trabajo técnico de oficina dentro del Ministerio de Cultura, sin evidencia de liderazgo en campo ni dirección de PMA, evaluaciones o gestiones de CIRA.

La convocatoria CAS N.° 216-2025-MC, lanzada en abril de 2025 por el Ministerio de Cultura (Mincul), tenía como objetivo contratar a un(a) Coordinador(a) para la Dirección de Certificaciones. Se trataba de un puesto clave, pues esta dirección es responsable de coordinar, planificar y ejecutar acciones orientadas a preservar, proteger y conservar el patrimonio arqueológico inmueble del país.

Fuente: Mincul.
Entre sus principales funciones, figura la revisión, aprobación y seguimiento de Certificados de Inexistencia de Restos Arqueológicos (CIRA) y de los Planes de Monitoreo Arqueológico (PMA), documentos indispensables para el desarrollo de proyectos de inversión pública y privada.
Concluido el proceso en mayo, la arqueóloga Karla María Alarcón García fue anunciada como la ganadora del concurso. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Sin embargo, una revisión detallada de los requisitos y de la trayectoria de la ganadora revela una serie de inconsistencias que comprometen la transparencia del proceso y siembran dudas sobre su legitimidad.

¿Se cumplían los requisitos?
El perfil exigido para el cargo incluía, como mínimo, título universitario en arqueología con colegiatura vigente, formación complementaria en gestión o patrimonio cultural, así como experiencia general de al menos siete años en el sector público o privado. Más aún, se pedía una experiencia específica de al menos cuatro años en funciones vinculadas al cargo, o tres años en el sector público en áreas similares. Pero lo más importante: el postulante debía acreditar dos años de experiencia en la dirección de Planes de Monitoreo Arqueológico y/o Proyectos de Evaluación Arqueológica y/o gestión de CIRAs.

Karla Alarcón no cumple con requisitos de 2 años como directora de PMA y CIRA.
Este último punto no es un detalle menor. Se trata de un filtro clave, pues quien asume la coordinación de la ‘Dirección de Certificaciones’ debe tener conocimiento de campo y experiencia comprobada en dirigir intervenciones arqueológicas. No basta con conocer los documentos, hay que haber estado en terreno. De otro modo, resulta inviable liderar técnicamente la instancia más estratégica del sector.
¿Y cómo pasó Karla Alarcón la evaluación?
Según los documentos revisados, la arqueóloga Karla Alarcón no cumple con el requisito específico de haber dirigido intervenciones arqueológicas. Su experiencia laboral no evidencia dirección alguna de PMA, proyectos de evaluación ni gestiones de CIRA en campo. Es más, su trabajo ha sido siempre de oficina, como técnica dentro del propio Ministerio. Sin embargo, en su ficha de postulación, consignó haber ejercido la “gestión de CIRAs”, una frase y/o formulación ambigua que se asemeja a una leguleyada y parece haber sido suficiente para que pasara la evaluación curricular, etapa que por norma es eliminatoria.

Karla Alarcón se amparó en una palabra, para validar su postulación.
Aquí surge la primera gran interrogante: ¿cómo validó el comité evaluador esa experiencia? ¿Desde cuándo dar conformidad a documentos administrativos desde un escritorio equivale a dirigir una intervención arqueológica en el campo?
La respuesta no es técnica, es política. Lo que aquí se ha validado es una interpretación forzada del término “gestión”, que abre peligrosamente la puerta para que personas sin experiencia real en campo postulen y ganen puestos clave, mientras otros profesionales con trayectoria probada quedan fuera.

Una plaza con nombre propio
El contexto del concurso no ayuda a disipar las dudas. Según fuentes cercanas al proceso, la convocatoria habría estado originalmente dirigida a Ruth Quispe Calderón, amiga cercana de la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Moira Novoa Silva. Sin embargo, ante la filtración de esta información, se habría descartado ese nombramiento para evitar un escándalo mayor. Como alternativa, se habría optado por Karla Alarcón, quien ya se desempeñaba como directora encargada de la Dirección de Certificaciones y, por tanto, era una figura “de confianza” dentro del sector.

Viceministra Moira Novoa, la misma que firmó la Resolución Viceministerial para el recorte de las Líneas de Nasca y Palpa.
En este punto, el proceso se vuelve aún más cuestionable. La convocatoria fue ganada por Luis Felipe Mejía Huamán, pero mediante una fe de erratas se corrigió el resultado, otorgándole el puesto a Alarcón García en calidad de accesitaria. Mejía no habría llegado a firmar el contrato, y en un giro curioso pero conveniente, Alarcón asumió el cargo de forma oficial, pasando de ganar S/4,500 a más de S/11,264 mensuales.

El CAS fue ganado por Luis Felipe Mejía Huamán, pero luego corrigieron el resultado.
¿Quién dio la orden?
La pregunta es inevitable: ¿quién intervino para asegurar que Karla Alarcón se quedara con el puesto? Todo apunta a decisiones tomadas desde las más altas esferas del Mincul. Tanto la Oficina General de Recursos Humanos como la Alta Dirección —es decir, el ministro Fabricio Valencia y la viceministra Moira Novoa— estarían al tanto del proceso. Con el nombre de Ruth Quispe ya comprometido, y para no arriesgar la llegada de un profesional externo, se habría optado por consolidar a una figura que ya venía ejerciendo el cargo sin concurso y que, además, respondería fielmente a los intereses de quienes manejan el sector.

El 11 de junio convocaron como ganadora a Karla Alarcón García.
El cargo más codiciado
No se debe olvidar que la Dirección de Certificaciones es la joya de la corona del Ministerio de Cultura. Por esa oficina pasan todos los proyectos de inversión del país que requieren una evaluación arqueológica previa: minería, infraestructura, hidrocarburos, construcción, telecomunicaciones. Cualquier obra pública o privada necesita un CIRA o un PMA. Es decir, quien dirige esa oficina no solo tiene poder técnico, sino capacidad de incidencia en decisiones multimillonarias.
Por eso resulta tan preocupante que el proceso de selección no haya sido riguroso, ni transparente. En lugar de optar por la meritocracia, se ha preferido perpetuar prácticas que favorecen el amiguismo y el control político de una dirección técnica. Y si se valida como experiencia el trabajo administrativo desde una oficina, pronto veremos a otros funcionarios, sin experiencia real, disputando cargos estratégicos bajo el mismo criterio.
¿Y ahora qué?
Lo ocurrido en la convocatoria CAS N.° 216-2025-MC debe ser revisado con seriedad por los órganos de control del Estado. No se trata solo de un concurso más, sino de un proceso que compromete la legitimidad del sistema de contrataciones públicas, la credibilidad del Ministerio de Cultura y, sobre todo, la adecuada protección del patrimonio arqueológico del país.
Porque si quienes deben garantizar la conservación del patrimonio no saben ni siquiera cómo se ejecuta una intervención en campo, ¿Qué nos queda como ciudadanos? Solo mirar desde lejos cómo el poder se distribuye a puertas cerradas, mientras las formas legales se ajustan, como siempre, al tamaño de los intereses.
Cultura
Machu Picchu en la lista negra: el precio de la desidia
Machu Picchu, orgullo milenario del Perú, se tambalea bajo el peso de su propio éxito: hoy, más que una joya cultural, es una advertencia global sobre el turismo desbordado.

El esplendor de Machu Picchu, esa ciudadela suspendida entre la niebla y el abismo, ha dejado de ser solo un símbolo de orgullo nacional para convertirse, lamentablemente, en ejemplo de lo que ocurre cuando el patrimonio se subordina al lucro. La reciente inclusión del santuario inca en la lista de destinos que “ya no valen la pena visitar”, elaborada por la publicación internacional Travel and Tour World, es mucho más que una advertencia: es un grito de auxilio.
Junto a destinos igualmente emblemáticos como Venecia o Bali, Machu Picchu aparece ahora en un índice vergonzoso: el de los sitios donde el turismo masivo ha comenzado a erosionar lo que una vez se admiró. Las razones son contundentes: sobresaturación de visitantes, tarifas desproporcionadas y un impacto ambiental alarmante. A ello se suma la advertencia de la Unesco, que evalúa declararla Patrimonio en Peligro si el Estado peruano no actúa con urgencia y decisión.
No es una exageración. Según informes recientes, rutas diseñadas para no recibir más de 450 personas al día han llegado a registrar hasta 700 ingresos. El resultado es predecible: senderos desbordados, piedras milenarias al borde del colapso y una experiencia cada vez más parecida a la de una feria caótica que a la contemplación sagrada de un legado ancestral.
La Contraloría General de la República, por su parte, ha emitido un informe demoledor: aforos incumplidos, ausencia de fiscalización y una Aguas Calientes convertida en una máquina de exprimir turistas, donde los precios suben, pero la calidad se desploma.
El problema, claro está, no es el turismo, sino su pésima gestión. Especialistas en conservación han exigido una reestructuración del sistema de ingreso, la implementación de límites reales y no simbólicos, y un nuevo modelo de turismo sostenible que reconcilie el desarrollo con la protección. No se trata de clausurar el acceso a la maravilla, sino de salvarla de su propia fama.
La inclusión de Machu Picchu en esta lista negra debe interpelarnos como país. ¿Vamos a permitir que uno de nuestros mayores legados se pierda en manos de la improvisación y la codicia? ¿O tendremos, al fin, el coraje de actuar antes de que la historia nos pase la factura?
Mientras tanto, el ministro Fabricio Valencia continúa en su búnker solucionando sus problemas y haciendo seguimiento a la investigación de la fiscalía por el caso Shirley Hopkins.
Cultura
Ministerio de Cultura de Ica: ¿concursos CAS a medida?
Nuevas movidas en la DDC de Ica buscan coronar la dedocracia.

Por Luis Huertas
Desde hace años, las convocatorias CAS en el Ministerio de Cultura, tanto en la sede central como en sus Direcciones Desconcentradas, han sido señaladas por beneficiar a personas del entorno de confianza de ciertos funcionarios. Lo preocupante es que esta práctica no parece detenerse, y ahora el foco está sobre la Dirección Desconcentrada de Cultura (DDC) de Ica.
Surgen preguntas inevitables: ¿Desde cuándo la DDC Ica ha sido terreno fértil para estas maniobras irregulares?, ¿A quién favorecen realmente estas contrataciones?, ¿Por qué en medio de la grave crisis por las Líneas de Nasca, se lanza una convocatoria que despierta tantas sospechas?
Primer intento: CAS N°072-2025-MC
El 4 de febrero de 2025, se publica en la web del Ministerio de Cultura un concurso CAS para cubrir el cargo de subdirector/a de la DDC Ica. El puesto exigía un perfil técnico exigente, con experiencia específica, título en arqueología y colegiatura vigente. El sueldo: S/ 6,906 nuevos soles. Todo parecía estar en regla, hasta que el concurso desapareció.
Fuentes internas revelaron que, el concurso fue retirado tras una denuncia desde la misma DDC Ica, advirtiendo que la subdirección es un cargo de confianza y no debería concursarse vía CAS. Así, el proceso fue abruptamente anulado. Coincidentemente, semanas después, el entonces director Alberto Martorell presentó su renuncia mediante Resolución Viceministerial N° 069-2025-MC. ¿Este CAS era algún premio, orquestado por algunos “amiguitos” para cierto funcionario de la sede Ica? Y todo con el aval del ex director Martorell, hoy involucrado en algunos chats internos con el ministro Valencia. Luego de su renuncia, asume el abogado Víctor Injante la dirección de la DDC Ica y, sorprendentemente, se vuelve a insistir con el mismo CAS pero maquillado con otras aristas.

Fuente: Ministerio de Cultura.
Segundo intento: CAS N°296-2025-MC
El 10 de junio —en plena tormenta por la reducción del área protegida de las Líneas de Nasca y la crisis de gestión en la DDC Ica— se lanza una nueva convocatoria. Esta vez, el puesto se denomina “Coordinador/a de Subdirección de Patrimonio Cultural, Industrias Culturales e Interculturalidad”. En la práctica, el mismo cargo de subdirección, pero con otro nombre. Lo curioso es que los requisitos ahora son más flexibles:
- Experiencia general: de 6 a 5 años
- Experiencia específica: de 4 a 3 años
- Experiencia en el sector público: de 3 a 2 años
- Sueldo: de S/ 6,906 a S/ 6,000

Fuente: Ministerio de Cultura.
Como para hacerlo más accesible, solo se exige haber sido “especialista” durante un año. ¿Coincidencia? Difícil de creer. Todo apunta a que, presuntamente, esta nueva convocatoria estaría hecha a medida para la actual subdirectora Jeanette Gutiérrez, quien pasaría de ganar S/ 3,000 a S/ 6,000, con una plaza concursada y mayor estabilidad. Algunos señalan que podría incluso pedir licencia sin goces de haber, de su puesto actual y postular, sin riesgo alguno. Desde hoy se puede postular a este CAS, y todo puede pasar.

Fuente: Ministerio de Cultura.
¿Puestos a la carta?
Lo más preocupante es el trasfondo: ¿Por qué insistir tanto en este puesto? ¿Por qué reducir los requisitos? ¿Por qué en medio de una crisis de credibilidad en la gestión cultural? La DDC Ica no necesita una coordinación adicional, ya que la actual subdirectora cumple esas funciones. Entonces, ¿por qué insistir?
Mientras los titulares nacionales apuntaban al escándalo de las Líneas de Nasca, en silencio se gestaba una convocatoria que huele a favoritismo. El patrón es claro: flexibilización de requisitos, coincidencias con cargos en funciones, y beneficios personales.
Una llamada a la reflexión
Este tipo de maniobras no son nuevas en el aparato estatal, pero es hora de ponerle freno. Si el Estado sigue siendo usado para beneficiar a ciertos círculos de poder, sin meritocracia ni transparencia, estamos condenando la institucionalidad.
La ciudadanía exige respuestas, pero sobre todo decencia en la gestión pública. Desde Lima Gris seguiremos vigilantes. Porque el patrimonio no solo se protege en el terreno, también se defiende en la transparencia de quienes lo administran.
Cultura
Presentación del libro «El misterio de las aves kanchu» de Lizbeth Pretell Romero
El miércoles 25 de junio en la Casa de la Literatura Peruana se presentará el libro “El misterio de las aves kanchu” de Lizbeth Pretell Romero, gestora cultural e investigadora luriganchina, y publicado por el sello editorial Jukucha Ediciones.

Este libro nos permite conocer la historia de las aves kanchu, míticas aves sagradas de quienes se toma el nombre para crear el vocablo Rurikanchu, que a su vez da origen a la denominación del distrito de San Juan de Lurigancho. Un relato que muestra personajes y hechos con trascendencia histórica y ficticia; fruto de una investigación basada en los manuscritos del padre Francisco de Ávila, el libro “Ritos y tradiciones de Huarochirí”, así como en evidencias arqueológicas halladas en el distrito.
El proyecto fue concebido desde el área de museo del Centro de Cultura, Recreación y Educación Ambiental Huiracocha (CREA Huiracocha), el cual estuvo ubicado en el parque zonal del mismo nombre en el distrito de San Juan de Lurigancho. La sala permanente Ruricancho, más conocida entre sus pobladores como el museo de San Juan de Lurigancho, tuvo como propósito difundir y revalorizar la historia del distrito (ubicado en un territorio con aproximadamente 11 000 años de historia) entre sus pobladores y el público en general, mediante visitas guiadas y talleres de educación patrimonial. Gracias a estas actividades y de manera lúdica, se realizaron también jornadas de cuentacuentos para niños, con relatos basados en la historia de la comuna.
En la presentación participarán Lizbeth Pretell Romero, autora del libro; Ricardo Puga Huamán, ilustrador; y Alan Concepción Cuenca, bibliotecólogo. Además, se contará con la participación especial de Gerardo García Chinchay, director de la Dirección de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura del Perú. La cita es el miércoles 25 de junio a las 6:30 p.m. en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana, ubicada en jirón Ancash 207, Centro Histórico de Lima. Ingreso libre con aforo limitado.
El libro podrá ser adquirido el mismo día de la presentación o a través de las redes sociales de la organización cultural Quebrada Canto Grande.
Cultura
Escándalo en el Ministerio de Cultura: ¿Un Convenio Extraterrestre?
Desde Cusco exigen la anulación del convenio y denuncian la incongruencia del Ministerio de Cultura.

Un nuevo escándalo remueve los cimientos del Ministerio de Cultura del Perú. El 24 de septiembre de 2024, esta institución firmó un convenio con la Asociación Pi Rambla Heritage, dirigida por el conocido español Anselmo Pi Rambla. ¿El propósito? Avalar “investigaciones” que rozan la pseudociencia, en sitios arqueológicos del Cusco.
Pi Rambla sostiene que los muros del Coricancha datan de hace 4000 años y fueron construidos por una «sociedad solar, intraterrestre». Afirmaciones sin sustento arqueológico, que niegan el legado de los pueblos andinos, y reescriben la historia con relatos místicos de civilizaciones perdidas y leyendas celtas. El retorno de su proyecto “Avalón en los Andes”, impulsado hace más de dos décadas, plantea serias amenazas al patrimonio cultural peruano, disfrazadas de exploración científica.
Sorprendentemente, el convenio fue realizado por el exdirector de la DDC de Cusco, Régulo Gilberto Franco Jordán, quien luego de firmar mencionó: “Mediante este convenio estamos impulsando la investigación interdisciplinaria para continuar ampliando los conocimientos de las culturas pre incas e inca que habitaron en la ciudad de Cusco”.

Cuestionado arqueólogo Régulo Franco.
Desde Cusco señalan que esto no se trata de un simple debate académico. Es una ofensiva simbólica que intenta reemplazar la historia real de las civilizaciones precolombinas con relatos foráneos sin base científica. Es una forma de neocolonialismo cultural. El Ministerio de Cultura, en lugar de rechazar estas ideas, ha abierto las puertas a una organización esotérica que ya ha causado daños documentados al patrimonio.

Páginas 26 y 27 de la revista Mas Alla, correspondiente al N°144/ 2/ 2001, nótese a Anselm Pi presidente de la empresa Boric Ruz SAC , el buscador del Avalón.
Entre 2001 y 2003, Pi Rambla lideró excavaciones en Cusco en busca de «tesoros», actividades que terminaron siendo denunciadas por el propio Instituto Nacional de Cultura ante la UNESCO. Aquella intervención fue paralizada por los daños que generó, pero hoy, más de 20 años después, se le otorga nuevamente carta blanca para operar.
La Asociación de Comunidades Campesinas del Parque Arqueológico de Sacsayhuamán ha levantado la voz. Exigen la anulación del convenio y denuncian la incongruencia de un Ministerio que se supone custodio del patrimonio, pero que termina validando delirios ufológicos. ¿Qué intereses se esconden detrás de esta decisión?

Amselmo Pi excavando Coricancha.
¿Red de corrupción y destrucción Patrimonial?
El problema no es nuevo. El 14 de diciembre del 2000, el diario El Comercio denunció que Boric Ruz S.A.C., empresa vinculada a Pi Rambla, realizaba intervenciones destructivas en el Coricancha. En lugar de sancionar, el Estado salió a defender. Luis Enrique Tord, entonces director del INC, viajó a Cusco a justificar las acciones de la empresa, desestimando las advertencias de profesionales del propio ministerio, entre ellas la destacada antropóloga Arminda Gibaja, madre del actual ministro de Cultura.
¿Qué clase de funcionario defiende a quien atenta contra uno de los templos más importantes de la civilización inca? La respuesta puede encontrarse en la densa red de favores y corrupción del gobierno fujimorista.
Hay más. Pi Rambla, en sus declaraciones, decía estar tras “un inmenso tesoro” oculto en el Coricancha. Poco después, en octubre del 2000, Vladimiro Montesinos huía del país en el velero Karisma, que unos años antes había sido propiedad de Anselmo Pi pero terminó en manos de José Lizier Corvetto. ¿Coincidencia? Cuesta creerlo. Lo que se dibujaría es un entramado de encubrimiento y complicidad que permitió a Pi actuar con total impunidad.
Este caso no solo revela negligencia institucional. Devela un patrón: la permisividad del Estado frente a intereses personales que se disfrazan de investigación, mientras destruyen, roban y tergiversan. Es urgente saber quiénes autorizaron este nuevo convenio y por qué. Sabemos que Régulo Franco recibió la orden pero ¿Quién ordenó?
No se trata de una simple polémica académica. Es una agresión directa contra nuestra historia, una amenaza al patrimonio y una muestra del desprecio por la verdad histórica. El Perú no necesita buscar Avalon. Necesita proteger Machu Picchu, Sacsayhuamán y el Coricancha. Y necesita, sobre todo, autoridades que entiendan la diferencia entre ciencia y superstición.
Piden que convenio sea derogado
Mediante un oficio enviado al ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja el 03 de enero pasado, la Unión de Comunidades de Indígenas del Parque Arqueológico Sacsayhuamán señaló: «Hemos tomado conocimiento que la persona que ha firmado el convenio y es el que dirige dicha asociación es el señor Anselmo Pi, quien en el año 2000 junto con el arqueólogo Ernesto García Calderón puso en peligro el templo de Santo Domingo por hacer excavaciones de manera indiscriminada, por tal motivo el Instituto Nacional de Cultura suspendió dichas excavaciones«.
Además, agregan: «No es posible que el Ministerio de Cultura se esté prestando para avalar cuestiones de ufología, lejanas de la ciencia académica de la arqueología. Por tal motivo, pedimos señor ministro, que dicho convenio sea derogado, así también solicitamos que no se le dé ningún permiso de excavación a la referida asociación».
Primero fue el recorte de las Líneas de Nasca y Palpa, ahora nos quieren sorprender con un convenio.
Mientras todo esto ocurre, el ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja se niega a dar una entrevista a Lima Gris.

Cultura
Diego Lazarte presenta su novela “Última salida de Palomino”
El autor conversará con Mónica Delgado Ch. este sábado 28 de junio a las 6.00 p. m. en la Librería de Lima.

En Última salida de Palomino, Kennedy, su joven protagonista, ve alterada su tranquilidad con la llegada de Dulcinea, un personaje tan excéntrico como inquietante, que habla con impostado acento español, y que irrumpe en su casa y transforma su rutina en una lucha por recuperar su espacio. Con una prosa cargada de imágenes urbanas, humor corrosivo y referencias al cine slasher y la cultura pop, esta novela nos invita a recorrer una Lima mítica, marginal y brutalmente desbordada por la violencia de sus habitantes.
El escritor Diego Lazarte presentará su primera novela junto a la crítica de cine, comunicadora social, docente universitaria y directora de Desistfilm Mónica Delgado Ch. este sábado 28 de junio a las 6.00 p. m. en la Librería de Lima, Jr. Cailloma 843, Centro Histórico de Lima. El cierre musical estará a cargo de la banda de indie rock Electroma.
Sobre la novela, el escritor español Alberto Girao ha dicho: “Escrita con una valentía impropia de una primera novela, Lazarte combina gracejo quijotesco y desenvoltura quinqui para componer una obra memorable y divertida. El lenguaje se tensa en la impureza, articula argot, videojuegos o cinefilia; todo ello ensamblado en diálogos ingeniosos y frenéticos. Y, al fondo, siempre Lima: paisaje crudo sobre el que se tejen los retratos de personajes tiernos e incisivos a partes iguales”.
Por su parte, la escritora Paloma La Hoz, afirma: “Es una novela sobre crecer entre ruinas, reírse del caos y encontrar ternura en lo improbable. Poblada de antihéroes de los márgenes limeños, para quienes perderse no es un error, sino el único camino posible. Porque en esta ciudad, sin el humor como forma de resistencia —como diría La Polla Records—, no somos nada”.
Diego Lazarte (Lima, 1984) retornó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos luego de dos lustros, y amenaza con egresar de la Escuela de Derecho y vestir ternos en 2025. Ha transcurrido veintidós años desde La clavícula de Salomón, su ópera prima en poesía, y dos desde la reedición de su séptimo libro, Calaveras retóricas, publicado en México. Aprendió a escribir esta novela leyendo a Dostoyevski y viendo maratones de películas slashers y de serie B, durante su autoexilio en el piso 15 de un condominio en Lima Norte.
Actualmente es director del Festival de Poesía de Lima y de la productora audiovisual Cinemapoesía. Tiene en desarrollo documentales sobre los poetas peruanos Enrique Verástegui, José Ruiz Rosas y Juan Cristóbal.

Que el Cusco, la capital arqueológica de América, la Ciudad Sol de Clorinda Matto o la Ciudad Puma o como quieran denominarla, tiene una magia especial, no hay quien lo dude. Pero si a ello unimos la singularidad que le otorgó el escritor y periodista mexicano Alejandro Alonso Aguirre, dándole un toque surrealista pero especialmente fantástico con su novela EL ESCULTOR, ya son palabras mayores.
Y fue un escritor cusqueño, Mario Guevara Paredes, el mismo que tuvo la osadía mayúscula de editar por cerca de treinta años una de las revistas culturales más representativas del sur peruano, sin auspicios institucionales, quien la editó en agosto del 2024, con el mismo sello de la revista en mención, SIETECULEBRAS. La carátula, tan misteriosa como el contenido del libro, es obra del artista Carlos Olivera.
¿Quién es él?
El mexicano Alonso, un día cualquiera, tomó unos cuantos bártulos y, saliendo de Ciudad de México, fue caleteando de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, hasta llegar al Cusco. Quizá en este recorrido quiso emular a sus antepasados mayas o aztecas, que según dicen las viejas historias remontaron nuestras costas hasta afincarse en Lambayeque. El escritor prefirió llegar hasta la cima de las montañas y decidió habitar en alguna casa de la calle Qorycalle, teniendo como norte la famosa fortaleza de Sacsayhuamán y poniéndose bajo el amparo del Apu Ausangate.
De allí a ser uno de los consuetudinarios contertulios del legendario y hoy desaparecido Café Extra de la calle Espaderos, cubículo en donde recalaban los poetas, políticos trasnochados, periodistas, pintores y toda clase de seres amantes del arte, del café y la tertulia, a veces avinagrada por alguna mala noticia, no fue cosa de nada.
¿Qué lo motivó a crear esta novela, EL ESCULTOR? No lo sabemos. Solamente que él, como lo hicieron sus contemporáneos y paisanos Francisco Tario, Amparo Dávila, Guadalupe Dueñas, Bernardo Esqunca, estaba inmerso en el mundo mágico religioso de sus pueblos, en donde se cuentan las leyendas de La Llorona, El Carro Rojo de las Brujas, La Enfermera del Hospital General o aquella del Callejón del Aguacate, que me gustó e impresionó al mismo tiempo cuando la leí en una recopilación hace años.

Armando, como buen comunicador, en Cusco se hizo de amigos y compinches y así fue construyendo la trama de esta novela, poniendo de protagonistas a estos amigos.
La novela que se desarrolla en los años anteriores a la pandemia, propiamente en el 2006, se inicia con un estallido proveniente del Sacsayhuamán que sacude a toda la ciudad. En una narrativa de racconto, nos va acercando hacia el origen de este estruendo, mezclando diversas situaciones y personajes hasta llegar al final, en donde aclara por fin el misterio.
Lo interesante de este relato —la novela consta de 28 capítulos esparcidos en 127 páginas— es la compenetración del autor con el alma cusqueña. Se diría que la parte mágica de la ciudad terminó apoderándose de su intelecto sin darle tregua a una escapatoria.
De ahí que el misterioso escultor, que viene a ser una alegoría de lo que es o, según Alonso, podría ser el verdadero artista, captura la atención del lector y lo impele a terminar de leer la obra para descubrir su secreto. Y vaya qué secreto. Creo que con este personaje, tan lleno de esoterismo, se ha querido presentar lo que es el verdadero creador. Para la sociedad, para el establishment, podría ser un monstruo, un ser indefinido y lejos de lo normal, especialmente si es contestatario, pero en esta aparente deformidad, se quiere demostrar que radica su esencia, su verdadero talento. Cuando se claudica con fines comerciales o, en el caso del escultor, para ganarse la simpatía de los demás, muere el talento y desaparece el artista.

En este argumento, se entrelazan personajes reales, así los pintores Luis Vargas, Mario Curasi, el bachiller —que podría ser imaginario—, el poeta Chino Velásquez, la independiente Clara —¿otro supuesto?—, el escritor sicuaneño Elver Pizarro, los hijos de Mario Guevara, Toto y Mayita, el mismo Mario Guevara Paredes y su hermano Juan.
Un subfondo y a la vez el leitmotiv de la narración es la supuesta cuarentena que se ha impuesto a la ciudad por una pandemia causada por los perros. Una situación de mucha tensión y que causa la muerte de Pizarro y del escritor Mario Guevara, según el argumento. Sin quererlo, el autor se adelantó a lo que viviría no solo el Cusco, sino el país y el mundo entero con la pandemia del Covid, años después.
Saludamos la anuencia de este librito que muestra la otra cara de Cusco, como la Luna mostraba la suya al escultor. Pero esta no es oscura como aquella, sino llena de misterio y de interrogantes que ni siquiera los cusqueños pueden responder.
Para completar la presentación de Alejandro Alonso, añadimos que es Premio Nacional en Periodismo México, por su labor como narrador audiovisual en pro de la cultura científica y ambiental.
La Editorial Porrúa le editó los libros de corte fantástico El fabricante de estrellas en el 2009 y La serpiente emplumada en el 2020. Actualmente radica en México.
Cultura
La historia detrás de los mensajes de WhatsApp enviados al ministro de Cultura
Detrás del escándalo por el recorte del polígono de protección de las Líneas de Nasca y Palpa se esconde algo más grave: una historia de favores y componendas en las altas esferas del Ministerio de Cultura. Mensajes enviados por Alberto Martorell al ministro Fabricio Valencia revelan una posible oferta de cargos a cambio de beneficios, abriendo la puerta a un caso que podría comprometer la integridad de la gestión pública en el sector Cultura.

El plan para el recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa se vino conversando desde fines de 2024, pero la propuesta tomó más fuerza en febrero del 2025 por presión e intereses de las bancadas de Fuerza Popular y Alianza Para el Progreso (APP). Según fuentes de Palacio de Gobierno esto se le comunicó al ministro. La decisión había sido encomendada a Valencia Gibaja y debía ejecutarse. Pero el ministro de Cultura tenía un obstáculo fuerte en Ica, se trataba de la presencia de Alberto Martorell Carreño, quien por esos días era el director de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica.
El ministro Valencia sabía que con Martorell como director de la DDC Ica, ejecutar la orden de Palacio era complicado, ya que Martorell Carreño siempre fue un acérrimo defensor del patrimonio cultural. Desde esa fecha, una de las primeras acciones del ministro fue eliminar a Martorell de Ica.

Ministro de Cultura dando indicaciones en su viaje de comisión.
La ejecución exprés del recorte del polígono de las Líneas de Nasca entró en marcha en marzo pasado, fecha donde Alberto Martorell renunció al cargo de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ica. Altos funcionarios del Ministerio de Cultura han revelado que días antes de su salida, la asesora del titular del Mincul llamó a Martorell. En esa llamada se le solicitó que con urgencia se presente en el piso 8 de la sede central del Ministerio de Cultura en Lima. Tras unas horas de espera y ante la ausencia del ministro, le comunicaron el siguiente mensaje: “Él (Fabricio Valencia) quiere hacerte una oferta”. Luego de ello, otro mensaje fue enviado a Martorell mediante otro asesor: “Anda presentando tu renuncia, que te quiere hacer una oferta”.
Días después, según fuentes del piso 8 de la sede central del Mincul, el ministro Fabricio Valencia y Alberto Martorell se reunieron en privado. Fue en esa reunión que el ministro le ofreció el cargo de director del Museo de Antropología a Martorell. Su propuesta fue rechazada inmediatamente, y Martorell se negó a renunciar. Valencia jamás explicó porque eliminó al exdirector de la DDC de Ica, pero lo que sí hizo al pie de la letra, fue cumplir con la orden de Palacio.

Ministro Fabricio Valencia y Alberto Martorell.
Durante esos días de marzo, varios mensajes de WhatsApp fueron dirigidos al celular de Martorell. Altos funcionarios del Mincul presionaron para que presente su renuncia. Tras idas y venidas el ministro Fabricio Valencia le exigió la renuncia y a cambio prometió designarlo en el Qhapaq Ñan. Pero las semanas pasaron y su resolución jamás salió.
Esta semana ya se preparaba la resolución de Martorell para ser designado en el Qhapaq Ñan, pero una fuente del Mincul nos comentó: “La viceministra Moira Novoa ya estaba armando la resolución de Martorell pero cuando Lima Gris lanzó lo del chat al ministro, cancelaron la designación”.
El chat enviado al ministro Fabricio Valencia
El fin de semana tuvimos acceso a un chat de WhatsApp privado con tres mensajes dirigidos al ministro de Cultura Fabricio Valencia Gibaja. El mensaje fue enviado por Alberto Martorell Carreño. Esto fue confirmado por el propio Martorell, tras nuestra consulta. Además, nos mencionó que no sabe cómo esto fue publicado desde su propio celular. Cuando se le preguntó sobre los detalles de los mensajes al ministro, Martorell se negó a responder. Lo que sí dejó en claro, es que durante su gestión como director de la DDC de Ica, nunca se habló del recorte del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa.
Para entender cada uno de los mensajes enviados al teléfono del ministro Fabricio Valencia, hay que conocer el contexto, por ello, conversamos con dos de nuestras fuentes de la sede central del Ministerio de Cultura. “Lo que buscó el ministro fue deshacerse de Alberto Martorell. Fabricio sabía que el doctor no le iba a aceptar el recorte del polígono”, nos señala un alto funcionario.
Los mensajes que Martorell envía son del jueves 12 de junio. La hora del primer mensaje es de las 6:22 am. Ese día fue clave para el Gabinete, porque el Premier Eduardo Arana junto a sus ministros —incluido Fabricio Valencia Gibaja— llegaron al Congreso de la República para pedir el voto de confianza.
En ese mensaje se lee: “Buenos días Fabricio. Ayer se logró una buena parte de lo mío, pero falta aún bastante. Creí que anoche saldría la RM (Resolución Ministerial) publicada, pero no la encuentro aún. Tengo que insistir en que se publique ya y pedirte que demos el paso a los definitivo, que es la designación del QÑ (Qhapaq Ñan). Piensa que son tres meses sin ingresos, y claro, con la certeza de que sabrás solucionarlo, rechazando otras alternativas. Cada día cuenta”.

Es decir, Martorell lo que buscaba es que el ministro Fabricio Valencia cumpla con su palabra. Recordemos que la “oferta” del ministro fue que Martorell renuncie a la DDC de Ica y a cambio le daría su designación para el Qhapaq Ñan. Este primer mensaje fue enviado luego de casi tres meses de espera, ya que Valencia no cumplía con su oferta.
El segundo mensaje fue enviado casi tres horas después, exactamente a las 9:11 am. En este nuevo mensaje el tono de Martorell cambia, e increpa al ministro diciéndole: “Acabo de averiguar y no has firmado la RM. Fabricio, no estás frente a una persona que puedas dejar a la espera y permitir que suceda todo lo que ha sucedido. Estarás muy ocupado, pero merezco que me digas exactamente la hora de la forma (firma). Y yo he cumplido. Sigo confiando en tu palabra”.

Nos preguntamos: «¿En qué cumplió Martorell?» Pues en presentar su renuncia, pero el que no cumplió fue el ministro Valencia. Esto claramente generó una molestia en el que alguna vez fue el profesor del ministro de Cultura. Desde el piso ocho se puso mil excusas para que no salga el nombramiento de Martorell. Todo indica que lo estuvieron meciendo.
En el tercer mensaje, enviado a las 9:13 am, es decir, solo dos minutos después del segundo mensaje, Martorell insiste en que el ministro cumpla su palabra: “Tienes mil preocupaciones. Pero esto ya escapa de lo racional y lo humano. Piensa con una mano en el corazón lo que está pasando y actúa como corresponde, que yo he demostrado saber hacerlo y pienso seguir en el camino de lo recto y correcto”.

Esta línea final nos deja con varias preguntas: ¿Alberto Martorell tal vez conoce más sobre los malos pasos del ministro Fabricio Valencia? ¿Por qué señalar lo recto y lo correcto en una conversación entre dos “amigos”? Tal vez fue una advertencia. Lo cierto es que, Martorell fue enfático en decirnos que él desconocía lo que se pretendía hacer con las Líneas de Nasca y Palpa.
La historia detrás de los mensajes de WhatsApp no solo revela la negociación del ministro Fabricio Valencia, sino también su “habilidad” para ofertar puestos de trabajo y no cumplir. Es así como opera el ministro de Cultura ante las exigencias de Palacio de Gobierno, y es así como Palacio presiona a sus ministros a pedido de dos bancadas y empresas privadas con intereses oscuros en las tierras de Nasca.
Una pausa y un ministro rebelde
Tras el escándalo del polígono de las Líneas de Nasca y Palpa, varios congresistas de APP y Fuerza Popular se pusieron nerviosos ante las movilizaciones que se iban coordinando en Lima, Cusco y en Ica. Fue por eso que algunos parlamentarios llamaron al ministro de Cultura y a Palacio para pedir que se ponga una pausa a la Resolución Viceministerial N° 000128-2025-VMPCIC/MC firmada por Moira Novoa Silva, ya que en las calles podría originarse enfrentamientos entre la población.
Ante la presión en el parlamento, los medios de comunicación y la sociedad civil organizada, se logró que el gobierno de Dina Boluarte anule el recorte del 42% de las líneas de Nasca y Palpa. El comunicado, coincidentemente, fue publicado por el Ministerio de Cultura el 08 de junio por la mañana, fecha en que se conmemora el fallecimiento de María Reiche.
Todo fue rápido, hecho al caballazo. Esa misma semana, según fuentes palaciegas, le habrían pedido su renuncia al ministro Fabricio Valencia. Sorprendentemente, el ministro se habría negado. Pero esta negativa habría estado acompañada de un contundente mensaje: “Si me sacan, yo hablo”. Queda claro que Valencia Gibaja juega su propio juego.

Ministro de Cultura y su realidad virtual.
Desde el Palacio y en la sede central del Mincul, señalan que el cambio se dará; es solo cuestión de días, pero a Fabricio Valencia lo van a reciclar en algún cargo fuera del país. Por estos días su silencio tiene un precio, y parece que las Líneas de Nasca y Palpa también, ya que el gobierno no piensa retroceder en su deseo de reducir el polígono; por ahora el plan es socializar cueste lo que cueste.
Mientras esto sucede, la Fiscalía viene investigando el caso Shirley Hopkins. Hoy podemos decir que, frente al Congreso, el ministro de Cultura mintió de forma descarada. Un viaje con la señora Hopkins revelaría más indicios de esta presunta relación sentimental que ha sido negada en señal abierta.
ACTUALIZACIÓN
Minutos antes de la publicación de nuestro informe, Alberto Martorell publicó un video con sus descargos en su cuenta oficial de Facebook. Es importante señalar que el video se basa en nuestro adelanto sobre el chat que comentamos en nuestro programa de radio y podcast pero no en este reciente informe completo.
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