“Túpac Amaru: La revolución precursora de la emancipación continental”, es el título de la “segunda edición, aumentada” del libro del Dr. Jorge Cornejo Bouroncle, editada por la “Universidad Nacional del Cusco”, en 1963. Es el estudio documentado, de acontecimientos históricos que aún despiertan pasiones, reflexiones y úlceras en un país donde el criollismo no edificó la independencia peruana sino la perpetuidad de prácticas coloniales. Se vive de espaldas al capital humano y espiritual de un país diverso y pluriétnico de costa a selva. Se pretende celebrar el bicentenario de una independencia inconclusa, invisibilizando no sólo “la gran rebelión”, sino también las brechas que no nos permiten considerarnos una Nación soberana, un Estado libre de dominación. El grito de rebeldía, como también las primeras acciones antivirreinales, empezaron mucho antes del 4 de noviembre de 1780, pero es reivindicativa la fecha, porque cuarenta y un años más tarde, se declararía lo que conocemos hoy, como la “Independencia del Perú”.
Tupac Amaru – La revolución precursora de la emancipación continental. Autor Jorge Cornejo Bouroncle.
¿El festín de la barbarie o la pedagogía del miedo?
Para el Cusco, subsiste una herida. Como capital política, administrativa y religiosa del Tahuantinsuyo, el yugo español se hizo sentir de manera violenta entre 1534 y 1572, pero fue brutal lo acaecido el viernes 18 de mayo de 1781. Lo que se le hizo a José Gabriel Túpac Amaru, en la actual plaza mayor del Cusco, el Aukaypata[1], solo es comparable en brutalidad a la crucifixión de Cristo y más. Fue obligado a presenciar la tortura y ejecución de su esposa Micaela Bastidas como de su hijo Hipólito, su tío Francisco, su cuñado Antonio Bastidas, su primo Patricio Noguera su prima Cecilia y su cuñado Pedro Mendigure. Fue ejecutado de una manera nunca antes vista, luego de un juicio sumario que arrojó sentencias para él y 30 personas más sindicadas por rebelión[2], entre ellas: “José Berdejo, Andrés Castelú, Antonio Oblitas (verdugo del corregidor Arriaga) y Tomasa Condemaita, cacica de Acos”[3].
“Vuela por la Sierra —escribe Arciniegas— la noticia del vencimiento. Ya pasa por encima de las fronteras. Los españoles se gozan en ella, y se complacen. Los indios doblan la cabeza. En las noticias de Lima se lee: «Queda preparándose el patíbulo y cadalso para el rebelde José Gabriel Túpac Amaru, Micaela Bastidas, su mujer, y sus dos hijos Hipólito y Fernando, cuyo suplicio se ejecutará el 18 a las diez de la mañana. Consiste en un gran tablado pintado de verde, puesto en el centro de la plaza mayor, con gradas a los cuatro frentes y en cada frente una horca… Para el rebelde están preparadas en él coronas de hierro, con puntas muy agudas, que se le han de poner en la cabeza en representación de los once dictados o títulos de que se nominó emperador. Igualmente, un collar de hierro, con dos plantines muy pesados y rodeado de puntas muy agudas, que manifiestan la orden del gran Paititi, de quien se tituló maestre. Por la parte del cerebro se le introducirán tres puntas de hierro ardiendo, que le saldrán por la boca en demostración de los tres bandos que mandó publicar, declarando al rey católico por un usurpador de sus dominios. En esta situación, muerto o vivo, como lo dejasen estos tormentos, se ha de mantener ese monstruoso espectáculo todo un día ha vista del público, después se descuartizará el resto del cuerpo, y sus cenizas se arrojarán al lugar más inmundo de la ciudad con las de su mujer e hijos…»”[4].
Detalle del Mural Histórico del Cusco ubicado en la Av. El Sol.
Fernando, poco mayor que un niño, fue obligado a atormentar a su madre y se le “perdonó la vida” para luego sumarse a los “sobrevivientes”, que no guardarían mucho tiempo esta condición, al ser conducidos en la “caravana de la muerte”. Luego de un denigrante encierro en el Real Felipe del Callao, se salvaría de morir en el naufragio del “San Pedro de Alcántara” donde pereciera Andrés Mendigure. Fernando Túpac Amaru, padeció prisión desde los 13 años y falleció prematuramente a los 31 años en agosto de 1799.
“Para protestar del suplicio de José Gabriel Túpac Amaru, se están amontonando los siglos, bajo la luz de la verdad, están erguidos los Andes para ser el pedestal de su gloria inmortal y están abriéndose los corazones para cobijar su nombre en lo más noble del alma”[5].
Cornejo Bouroncle, titula a este cruento capítulo de la historia peruana “El festín de la barbarie”; las historiadoras Ana María Lorandi y Cora Virginia Bunster lo nombran “La Pedagogía del Miedo”[6]. Bajo ambos criterios, son el absolutismo, la violencia y la tiranía, junto al grito de rebeldía, los que gestaron la indignación no solo del Cusco, sino también la continuidad de acciones militares encabezadas por Diego Cristóbal Túpac Amaru desde Azángaro, y los hermanos Tomás Katary desde Chayanta, actual Bolivia. Así nace el movimiento independentista al sur del continente sudamericano.
Una rebelión, siglos de insurgencia
Desde “La gestación de un programa político para la Nación Indiana (1645-1697)”, del Dr. Luis Miguel Glave: “Tan pronto se formó un estado colonial, los indios aprendieron a usar las leyes y las instituciones jurídico administrativas para luchar por sus derechos y pedir mercedes. Esa lucha en el terreno legal era parte de una batalla por la supervivencia cultural e incluso, por la de no ser exterminados físicamente por los abusos que se cometían contra ellos. Desarrollaron prácticas de lucha legal y cultural, encabezados por sus representantes, llamados curacas o caciques, indios principales, procuradores, capitanes, alcaldes y demás. Esto tuvo diversas etapas, que se desarrollaron durante toda la historia colonial. En el crisol de la batalla por la supervivencia, los naturales fueron creando una memoria, asentada en unas prácticas y, sobre todo, escrita en unos documentos: sus memoriales de agravios y sus instancias de reclamos, sus informaciones de méritos y servicios, cartas y papeles que se escribieron entre ellos y a las autoridades virreinales y metropolitanas. Tratamos varios momentos de esa historia cultural y política entre 1645 y 1697 con la obtención de la llamada “cédula de los honores”, cuyo cumplimiento fue luego bandera de lucha de la nación en las décadas siguientes” [7].
Para las autoras de “La Pedagogía del Miedo”, como para Luis Miguel Glave[8], Scarlett O’Phelan[9] y Charles Walker[10], son factores en común las Reformas Borbónicas, la creación del Virreinato de La Plata como también sucesivos levantamientos que vieron su mayor expansión y estallido con la gran rebelión de José Gabriel Tupac Amaru. Estas fuentes documentadas, echan por la borda la conjetura de que el noble cacique actuara por intereses egoístas. Debemos entender el levantamiento del 4 de noviembre de 1780, como la cúspide por la búsqueda de justicia en siglos enarbolada y asumida, no sólo desde la nobleza inca, sino también por los mestizos y españoles americanos, en diferentes momentos y contra los abusos de los españoles peninsulares que controlaban el Virreinato del Perú y que vieron su momento más álgido con los Borbones a la cabeza de la corona española donde antes reinaran los Habsburgo con una política colonial distinta.
En una reciente conferencia titulada “Cusco en la Independencia Peruana”, el amauta cusqueño Julio A. Gutiérrez Samanez, refiere otras gestas revolucionarias antes y después de 1780. Las rebeliones de los cusqueños Juan Santos Atahuallpa en la Selva Central y Bernardo Tambohuacso en Pisaq en el siglo XVIII, son un primer ejemplo. La conspiración de Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde, son una referencia igual de heroica y posterior en el Cusco de 1805. La gesta del 3 de agosto de 1814, organizada por los hermanos Angulo y el otrora general realista Mateo Pumacahua, se afianzó en el sur peruano para abrirse camino por Puno hacia La Paz, ciudad que fue sitiada y tomada sangrientamente el 24 de septiembre[11].
La Gran Rebelión de 1780, no fue una acción aislada y estuvo vinculada a otras capitales sudamericanas como Bogotá, Quito, La Paz y Buenos Aires. Hubo grandes aliados, traidores y traiciones: “Los criollos e indios nobles urbanos del Cusco se opusieron decididamente al movimiento de Condorcanqui, cuyo apoyo principal radicaba en los indios del campo hartos de los abusos descritos ya antes por Guamán Poma y Ulloa. Luego que Condorcanqui fuera apresado y ejecutado, la rebelión radical se propagó al Alto Perú, para terminar en un baño de sangre, represión y la extinción final de los privilegios de los indios y caciques nobles”[12].
Charles Walker.
De la sentencia infame a la trascendencia histórica
En año 2017, indagando en los textos y archivos de la Biblioteca Municipal del Cusco, Gustavo Pérez Ocampo, encontramos valiosos testimonios, entre ellos, una copia de la sentencia al curaca de Tungasuca. El documento original se encuentra en el Archivo General de las Indias en Sevilla pero con el ánimo de contrastar la historia, desde la Sala de la Literatura Cusqueña, organizamos una “imputación simbólica” al contar hoy en día con mayores luces para entender la rebelión de José Gabriel Túpac Amaru, frente a las Reformas Borbónicas del siglo XVIII y los funcionarios que blandieran esta sentencia para amedrentar posteriores levantamientos.
El documento, escrito en castellano de época, está integrado a un libro mayor que espera su estudio y transcripción. Son 14 folios que contienen las principales causales del proceso jurídico que es al mismo tiempo un juicio religioso abstraído al “derecho divino” de la conquista española. A José Gabriel Túpac Amaru, no se le juzgó como súbdito del rey (que lo era) sino como un enemigo y traidor de la corona por lo cual pedían la pena capital. Se le negó su ascendencia y nobleza Inca en desmedro de un juicio que le brinde alguna consideración y finalmente, hasta que le arrancaron la lengua, nunca se le extrajo confesión alguna de culpabilidad. “El Visitador fue a ver al Inca y entonces se produjo la respuesta ya conocida y que Mendiburu dice que fue así: «Nosotros somos los únicos conspiradores, vos por haber agobiado al país con exacciones insoportables, y yo, por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía»”[13].
El Dr. Cornejo Bouroncle afirma que: “Los juristas de entonces, trataron de justificar el terrible documento y salvaje proceder, diciendo que las leyes señalaban las peores penas imaginables a los que se rebelaban contra el rey y procuraban desconocer su nombre y derecho en las vastas tierras del imperio español; es decir, reconocieron que Túpac Amaru, fue un libertador, un rebelde y, ahora, cabe pensar y preguntarse: ¿de dónde nace en algunos cerebros pequeños, la ocurrencia de que el gran Inca rebelde, solo fue un fidelista, que únicamente buscaba pedir nuevas formas de administración colonial?, ¿y para eso se proclamaba «Don José I°, rey del Perú, etc.»?; ¿para eso mandaba ejecutar corregidores del rey y presentaba batalla a las fuerzas realistas?; ¿para eso hubo de conspirar desde diez años antes de los sucesos memorizados y entregarse a una lucha y un martirio inigualable en los siglos de los siglos?[14]
Cusco al Bicentenario
El Cusco al Bicentenario de la Independencia Peruana, ha leído y releído su historia sin prejuicios coloniales ni caudillismos republicanos. El Bicentenario Tupacmarista se vivió silenciosamente en 1980, mientras el país salía de la dictadura militar y Sendero Luminoso iniciaba operaciones con el Estado y la economía en crisis[15]. Hemos descubierto, que la vida del Cusco como del Perú, están profundamente ligadas a la vida y muerte de los Túpac Amaru desde 1572 hasta a 1827, como lo retrata magistralmente en su última novela histórica, el polifacético escritor Omar Aramayo[16]. La unidad sigue siendo la búsqueda de este país donde el Cusco es la capital sentimental que muchas veces atrae diferentes caminos buscando esa historia común que a todos los peruanos nos atañe.
No es posible celebrar o conmemorar el “bicentenario” cuando las desigualdades son más grandes y el aparato gubernamental sigue víctima de la corrupción y el saqueo de los recursos nacionales. No es posible pensar en independencia cuando la Constitución Política del 93, sigue siendo el guante de la cleptocracia y el lumpen empresariado. Son otras las cadenas, pero es el mismo hambre, humillación y postergación que se observa en los Andes y Amazonía, cuando se reclama contra la minería irresponsable o cuando se derrama crudo en los grandes ríos.
La independencia declarada en Lima el 28 de julio, no se tradujo en justicia ni tampoco en mejores condiciones de vida para las grandes mayorías. Desde Tinta, el 4 de noviembre de 1780, se siguen recordando las propuestas humanistas de José Gabriel Túpac Amaru que aboliera la esclavitud, la mita y los obrajes. Aunque sin mayor influencia que la momentánea en las provincias insurgentes, este acto como otros, ubicaron al Cusco en el contexto mundial donde ya se había vivido la Independencia Estadounidense en 1776 y se vivirá la Revolución Francesa en 1789. Cambió irreversiblemente la política colonial hasta erigir la emancipación continental, y también el Perú como lo conocemos.
Omar Aramayo.
A manera de conclusión, me permito citar a Charles Walker para dilucidar la relación entre noviembre de 1780 y julio de 1821: “Túpac Amaru y la Independencia guardan relación, pero ¿cómo y de qué forma? Primero, descartemos algunas interpretaciones. Las dos más extremas sostienen que Túpac Amaru no tuvo relación alguna con la Independencia o que fue simplemente un importante primer paso en una cadena de luchas “nacionales” contra los españoles. Ambas son erróneas. Más bien, la rebelión de Túpac Amaru influyó de forma contundente en los acontecimientos ocurridos tres décadas más tarde. No fue necesariamente un primer paso en una ruta predeterminada, pero sí podemos afirmar que fue un factor influyente”[17].
Las investigaciones ahondarán en estas y otras afirmaciones, mientras tanto, sus restos, esperan ser rescatados del osario del actual Templo San Francisco en el Cusco, para ser ubicados en un lugar apropiado para la memoria nacional y para recordarnos permanentemente que la Independencia del Perú, todavía es un anhelo.
[1] Recientes investigaciones como “Don Melchor Carlos Inca, el inca mestizo: Los Carlos Inca en el siglo XVII de la sociedad cusqueña” (Allpanchis 2019, N°83-84, pp. 39-67), del Dr. Donato Amado Gonzales, esclarece toponimias y ha desterrado completamente la equívoca acepción de “plaza de los lamentos o el llanto”. Era el Aukaypata que se extendía hasta la actual plaza San Francisco, y se le consideraba “lugar del encuentro y la algarabía”. La prueba etnohistórica la encontramos en los cuatro caminos del sistema vial inca que todavía llegan a la actual Plaza Mayor del Cusco, como también en la pequeña plaza Regocijo, aquella que persiste como testimonio de su verdadero nombre.
[2] Cornejo Bouroncle, Jorge. TUPAC AMARU: La revolución precursora de la emancipación continental. Pp. 328. UNC, 1963.
[6] Lorandi, Ana María / Bunster, Cora. La Pedagogía de Miedo: Los Borbones y el Criollismo en el Cuzco 1780-1790. IFEA / CBC, Cusco 2013.
[7] Revista Andina N°56. Año 2018. Estudios y debates. Págs. 9 -100. Comentarios de Karen Graubart, Rachel Sara O’Toole, Masaki Sato y Teresa Vergara.
[8] Glave Testino, Luis Miguel. La Rebelión de Tupac Amaru. CBC, 1982.
[9] O’Phelan, Scarlett. Un siglo de Rebeliones Anticoloniales. Perú y Bolivia 1700-1783. Cusco, 1988, Centro de Estudios Regionales Andinos “Bartolomé de Las Casas”.
[10] Walker, Charles. ¿Civilizar o controlar?: el impacto duradero de las reformas urbanas de los Borbones. En Aljovín de Losada, C. y N. Jacobsen (eds.); Cultura Política en los Andes (1750-1950):105-120. Lima, 2007. Fondo Editorial de la UNMSM y la IFEA.
[11] Véase: Cusco en la Independencia Peruana de Julio. A. Gutiérrez Samanez: https://www.youtube.com/watch?v=7Uj3P6sRdcs
[12] Quiroz, Alfonso. Historia de la corrupción en el Perú. Pp. 76. IEP. 2013.
[15] Anexo Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación: https://www.cverdad.org.pe/ifinal/pdf/Tomo%20-%20ANEXOS/ANEXO%201Cronologia%201978-2000%20ultima%20revision.pdf
[16] Los Túpac Amaru 1572-1827. Sinco Editores, Lima, 2018.
[17] Tupac Amaru y el bicentenario”. En Revista Argumentos, Edición N°3, Año 9, Julio 2015. Disponible en https://argumentos-historico.iep.org.pe/articulos/tupac-amaru-y-el-bicentenario-2/
PAVEL UGARTE CÉSPEDES
Cusco - Perú / La Convención, Quillabamba, 1985
Antropólogo, escritor y poeta. Premio Regional de Cultura Cusco 2015, con el libro de poesía “Repatriación de las Aves”. Su último poemario “Andesground” ha sido traducido al inglés, francés e italiano en una edición realizada por la editorial mexicana Valkiria el 2019.
Es parte de las antologías “El Color de las Palabras” (Antología del Festival Internacional de Poesía Jauría de Palabras, 2019); “5to Festival Caravana de Poesía” (Amarti, 2018) “PACHAMAR” (Antología de Poesía Latinoamericana, Chile, 2018), “Enero en la Palabra” (Municipalidad Provincial del Cusco, 2018), “Antología de los Ganadores del Premio Regional de Cultura Cusco” (DDCC, 2017); “Enero en la Palabra / Memoria Impresa”, (Biblioteca Regional Cusqueña, 2015), La Lira Rebelde Libertaria (Lima, 2014), “Tratado de la página en blanco” (Cusco, 2012) y “Convergencias / Muestra de Poesía Peruana Contemporánea”, Editorial Río Negro (Lima, 2011).
Ha publicado los libros “Animal Urbano y la Otra Ópera” (Cascahuesos Editores, 2011), “Vermut” (Compilación del Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud, 2012), “Rareza Dura” (Cusco, 2012), y plaquetas como Cementerio de Hallazgos (2009), Vermut (2008), Animal Urbano en la Noche Mineral (2007). Recientemente, el escritor Juan Alberto Osorio, ha reseñado su poesía en el libro “Literatura Cusqueña”, editado por la Dirección Desconcentrada de Cultura Cusco (Chaska Mayu, 2018).
Ha escrito para museos de suma importancia en la ciudad del Cusco y también a nivel nacional, como el Lugar de la Memoria de Huancayo (2015), el Coro Alto del Templo de Santo Domingo Qorikancha (2016) y el Museo de la Capilla Loreto en la Compañía de Jesús el 2018.
Ha vinculado sus estudios de antropología con la producción literaria editando publicaciones como el Mapa Literario del Cusco (2017, 2018) donde cristaliza una apuesta por la historia, antropología y cultura impresa. Es columnista de la revista cusqueña Ideario como también de la revista web Lima Gris. Junto a otros jóvenes profesionales ha conformado el Centro de Investigaciones Bibliográficas CVSCO, con quienes realiza el rescate bibliográfico de la ciudad capital histórica del continente. Parte de su trabajo se encuentra registrado en el fanpage Pavel Ugarte / Poesía Peruana como en diversos sitios de la web. En la actualidad se desempeña como gestor en el Área Cultural de la Corporación Educativa Khipu en el Cusco.
Mariana Enríquez: «El Papa era el poderoso más compasivo»
«Una cosa que sí me enseñó Francisco fue a bajar diez cambios con el anticlericalismo» la escritora argentina Mariana Enríquez se despide del Papa Francisco en sus redes con un mensaje de una agnóstica que deja de lado el orgullo y reconoce que hay puntos de encuentro y aceptación en las discrepancias que el magisterio de Francisco dejó. Tal vez aquí empieza el milagro.
Recientemente vimos un post en la cuenta de la escritora argentina Mariana Enríquez que no pudo dejar de sentir la muerte de Francisco como algo propio:
«Una vez, o dos, lo vi cuando era arzobispo de Buenos Aires en el subte E yendo para la villa. No me caía bien entonces: Jorge Bergoglio tuvo posiciones cuestionables. Cuando lo anunciaron como Papa me asusté. Con los años no me hice más ni menos católica, pero si me di cuenta de que se convirtió en un enorme líder y un buen pastor para sus fieles. Gente que jamás hubiese imaginado que podría siquiera respetar a un Papa le tenía afecto. Me incluyo. Solo conozco las acciones más visibles de su pontificado, porque no me pasé estos años prestando atención: no soy religiosa. Pero me da mucha pena su muerte y me da orgullo que haya sido alguien como Francisco el primer papa de América Latina. Se que estaba en contra de muchas cosas que me parecen elementales, pero está bien, no le pido a la Iglesia que vaya en contra de su doctrina, es un capricho eso. Sí me acuerdo que su primera misa fuera de Roma fue en Lampedusa y habló de los migrantes, una situación que sigue igual y que permanece bastante afuera de la conversación pública. Una vez, en Roma, en una heladería, se dieron cuenta de mi acento, gritaron «como el Santo Padre» y me regalaron un gelatto BENDECIDO. ¿Qué es esa pavada de ahora, de que hay que hablar del muerto y no de uno? ¿Cómo se hace eso? Esas son las necrológicas y las hacen los profesionales. Habrá muchos, espero, que puedan escribir sobre Francisco y dimensionar su figura. Lo normal es recordar lo personal, qué más vamos a hacer, y más aún en la despedida de un gran hombre. Me alegra por él y por los creyentes que haya podido dar la bendición de Pascua en la Plaza. Una cosa que si me enseñó Francisco fue a bajar diez cambios con el anticlericalismo y ser tolerante con los demás, con su fe y sus contradicciones. Los agnósticos somos muy arrogantes y nos creemos por encima del barro humano, a veces. Esta foto del Vaticano en la pandemia es mi favorita. Y ahora CONCLAVE: que DÍAS por delante. Espero que sea mejor que esa película horrenda que le gustó a todo el mundo. Un gran abrazo a mis amigos católicos y a todos los que sentimos que el Papa era el poderoso más compasivo y con más criterio de este Occidente».
Conocí a ese señor por mi papá. Vivíamos lejos de la ciudad, en medio de unas colinas que tocaban el paraíso. Y solo los fines de semana íbamos al pueblo por suministros. A mí me gustaba ir, sobre todo, por las películas que pasaban en televisión abierta los sábados y domingos después del mediodía. Y siempre me llevaba alguna sorpresa. Mi hermano Haya —quien vivía con los abuelos— me esperaba en la puerta, corría hacia mí y sacaba de adentro de su polo (holgado como esos que usan los jugadores de béisbol) un VHS. Le he robado a doña Dorila…, me decía riéndose. Doña Dorila era una señora flaquita, de cabeza pequeña como la de un gorrión, y temperamento de hierro. En su casa, estaba nuestro Cinema Paradiso. Ella vendía y alquilaba películas en VHS y, desde luego, las que nos gustaban tratábamos de hacerle olvidar y, rara vez, se la devolvíamos.
En uno de esos fines de semana, papá cogió su carcacha y fue al pueblo sin nosotros. Recuerdo que me enojé mucho pues la semana anterior habían anunciado una película sobre un perro gigante que volaba. Y ya no la podía ver. Entonces, mamá me llevó hasta la casa de la familia Sánchez Quiroz (los únicos que tenían paneles solares en sus techos de teja); pero una lluvia intensa, acompañada de granizo, hacía bailar a la antena parabólica y era imposible terminar de ver la película. La pantalla se veía como bolitas de granizo que estaban golpeando sobre los vidrios de las ventanas.
El lunes, por la mañana, escuchamos la carcacha de papá estacionarse en el patio de la escuela. Yo no lo quería ver, por supuesto; pero Coco, mi otro hermano, se levantó de su cama y fue corriendo a su encuentro. Escuchaba su voz y la voz de mi mamá y la de mi hermano pequeño diciendo: ¿Me has traído el rompecabezas del hombre araña? Y papá se lo entregó y él llegó hasta mi cuarto y me decía: ¡Mira lo que me han regalado! Y bailaba dando vueltas de alegría.
Fui a comer y papá seguía en la mesa. Y cuando me vio, me dijo: Para ti, he traído el mejor regalo. Está ahí, en esa caja. Era una caja pequeña, aún más pequeña que una caja de zapatos de los que él compraba. Inmediatamente, sentí una ligera exaltación. Me había dicho que, si ese año aprendía a resolver una raíz cuadrada, me compraba un minitelevisor, de esos que funcionaban a pilas y tenían la pantalla pequeña, casi como de unas gafas de sol. No podía ser otra cosa; mi sueño se había hecho realidad. Abrí la caja apresuradamente y encontré, en vez de un minitelevisor, un libro de carátula blanca con la fotografía y el nombre de ese señor. Seguí buscando y había más libros parecidos. Entonces, miré a papá y le dije sorprendido: Pero, yo pensé que era el minitelevisor. Y papá, muy sereno, me dijo: Sí, de alguna manera, lo es. Si lees con cuidado y te concentras bien, esas páginas se van a transformar en imágenes, en colores, en voces, en sensaciones; y las podrás ver más claras y reales que las del televisor. Y, ¿dónde las podré ver?, le dije. Enseguida, respondió: Dentro de tu cabeza.Además, puedes tú participar en la historia.Pero, ¿cómo?, le dije. Arreglándola a tu modo, así como de los dramas que inventas con tus compañeros o los cuentos que mamá te leía de más pequeño. Y mamá dijo: ¿Te acuerdas de Ernesto, el niño que andaba a caballo con su papá y era huérfano de madre?Claro que me acuerdo, mamá: el que asistía a un internado y lo cuidaban unos curas. Mamá asentía con la cabeza. ¿Y recuerdas, también, que creábamos otras cosas sobre Ernesto?; que tenía mamá y papá y hermanos y amigos que lo querían. Sí, claro; me acuerdo, mamá. ¿Y quiénlas inventó?No lo sé, le dije. Y luego, ella pronunció su nombre: Arguedas. Sí, él;claro, mamá. Y ahora, ese señor que ves en las carátulas de esos libros hace lo mismo, inventa muchos Ernestos. Y luego, me alcanzó un libro: Los cachorros, de Mario Vargas Llosa, ese hombre entrecano de mirada seria e imperturbable.
Desde entonces, Mario, me has acompañado toda la vida. Te conozco más de lo que tú crees. Tú no me has visto crecer porque estabas demasiado ocupado pensando sobre este desafortunado país en cual nos tocó nacer. En cambio, yo sí te he visto andar como actor de cine, llevando el nombre del Perú por todos los confines de la tierra; andando como un sol entre las élites académicas más importantes del mundo; diciendo el Perú existe, yo soy el Perú. Y, en verdad, lo eres. Has dado luz al mundo a través de tus historias. Me alumbraste en la etapa más triste de mi vida porque, en algún momento, en mi sueño más irrealizable, quise ser como tú. Pero, un amigo de Arequipa —que te quiere tanto o más que yo— me dijo: Mario solo hay uno. Y aterricé en la realidad.
Y te cuento, brujo de las palabras, que fue papá quien me hizo conocerte. Y también, hace un par de horas, fue papá quien entró a mi cuarto, con celular en mano y me dijo: Vargas Llosa ha muerto. Lo primero que se hace frente a la incertidumbre es no creer, que es algo imposible que el Perú haya muerto. Y, desde ahora, es demasiado triste saber que ese sol ya no nos alumbra. Saber que ya no te podemos buscar para mirarte desde lejos por los malecones de Barranco o Miraflores. Y Orlando, con sus dos metros de estatura y señalando con su dedo índice a tu casa, ya no me podrá decir: Hoy, veremos a Mario. Pero nunca nos acercamos. Te respetábamos mucho y también sabíamos que el sol nos puede quemar. Ahora, todos los peruanos —aquellos que fueron tus críticos y nosotros, los devotos— quisiéramos ser cómo tú, Mario: ¡una leyenda!
La literatura hispanoamericana ha perdido a uno de sus más grandes exponentes. Mario Vargas Llosa, novelista, ensayista, polemista y Premio Nobel de Literatura 2010, falleció este domingo en Lima a los 89 años, según informaron sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana. Su muerte cierra un capítulo trascendental de la narrativa en español y deja un vacío imposible de llenar.
Nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa fue un autor universal. Desde sus primeras obras como Los jefes y La ciudad y los perros hasta su despedida con Le dedico mi silencio, su producción literaria moldeó el imaginario colectivo de generaciones de lectores. Dueño de un estilo poderoso y de una inteligencia feroz, supo retratar los entresijos del poder, la violencia y la resistencia con una lucidez pocas veces vista en la literatura contemporánea.
No solo fue novelista, sino también un intelectual en el sentido más clásico: comprometido, activo y provocador. Desde su tribuna en la prensa, como su recordada columna Piedra de Toque en El País, abordó con valentía y convicción los grandes debates de su tiempo, sin temor a contrariar sensibilidades ni a polemizar con sus propios lectores. Fue, hasta el final, un defensor apasionado de la libertad individual, aún a costa de las críticas que sus posturas políticas —liberales en lo económico, progresistas en lo moral— le granjearon.
Su partida, según sus hijos, será despedida en la más estricta intimidad, como él mismo lo pidió: sin ceremonias públicas, con la serenidad que caracterizó su madurez. “Deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, dice el comunicado. Y no hay frase más certera. Vargas Llosa ya era inmortal mucho antes de morir.
Obras como Conversación en La Catedral, La casa verde, La guerra del fin del mundo o La fiesta del Chivo consolidaron una carrera marcada por el rigor narrativo y la ambición temática. Fue parte del célebre boom latinoamericano, junto a Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, pero también un autor que se distanció de modas, que evolucionó hacia nuevos territorios sin perder la fidelidad a su esencia: contar la verdad a través de la ficción.
El Nobel, que muchos creían esquivo por razones ideológicas, le fue otorgado en 2010 por su “cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo”. Recibió también los más altos honores literarios: el Cervantes, el Rómulo Gallegos, el Príncipe de Asturias, el Planeta. Fue miembro de la Real Academia Española y, desde 2021, inmortal de la Académie Française. Su ambición no fue solo literaria: aspiraba a incidir, a influir, a incomodar.
Quiso ser presidente del Perú y perdió. Escribió sobre dictaduras, corrupción, historia y pasiones privadas con idéntica intensidad. En El pez en el agua, sus memorias, relató tanto su educación sentimental como su derrota política, con la honestidad de quien entiende que todo, incluso el fracaso, forma parte de una obra mayor.
Su vida fue una novela en sí misma, atravesada por amores, rupturas, amistades rotas (como la célebre con García Márquez) y pasiones ideológicas. Pero nunca se convirtió en estatua, como temía. Siguió escribiendo hasta el final, como si la literatura fuera una forma de derrotar a la muerte.
En su discurso del Nobel afirmó que “la lectura inocula la rebeldía en el espíritu humano”. Vargas Llosa fue, hasta el último aliento, un rebelde que eligió la palabra como su arma más poderosa. Y como los grandes escritores, vivirá mientras lo lean. Ha muerto el hombre; queda el legado.
Francisco de Zela, una cuestión pendiente con Panamá ¿Es hora de repatriar su cadáver?
Hay algo que Dina Boluarte debería hacer, y es lo que hizo el alcalde del Cusco con la repatriación simbólica del hijo de Tupac Amaru, y es traer de vuelta a Francisco de Zela, prócer que murió en una cárcel de Panamá.
La leyenda cuenta que el 28 de julio de 1821 moría en una oscura cárcel en Panamá el prócer de la patria Francisco de Zela. Aunque en la década de 2010 el entonces embajador de Perú en Panamá, intentó buscar los restos del prócer, esto de manera autónoma y sin apoyo de la Cancillería peruana, las circunstancias resultaron en su momento infructuosas. Cabe mencionar que es muy probable que Zela en condición de traidor a la madre patria fuera enterrado en una fosa común. Cabría esperar del actual gobierno una búsqueda más infructuosa de dichos restos o al menos repatriar simbólicamente a Zela como se hizo con el hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas recientemente. No debemos olvidarnos que el grito de Zela en Tacna fue el primer grito de independencia en Perú desde el grito ahogado en sangre de Tupac Amaru, esto en 1811. Grito que fue condenado en una mazmorra realista en Panamá.
Un héroe olvidado
Zela fue después de Tupac Amaru el primero luego de treinta años de silencio en lanzar el primer grito libertario del Perú en la ciudad de Tacna el 20 de junio de 1811. Eso lo hace meritorio de ser considerado el líder de la primera insurrección armada por la independencia del Perú. Su rebelión de Tacna estuvo en estrecho contacto con la Revolución Argentina, que se inició en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. Si bien los argentinos enviaron un ejército a la Provincia de Charcas (Bolivia), al mando del general Antonio González Balcarce y del abogado (¿Quién envía a un abogado?) Juan José Castelli. Los rioplatenses enviaron proclamas a varias ciudades del sur del Perú, invitándolos a continuar con la revolución.
Zela, tal vez apresuradamente fue el primero en responder y en un «Bando al pueblo de Tacna» declaró su adhesión a la Junta de autogobierno de Buenos Aires y su fidelidad al rey de España, de acuerdo con la posición de la Junta (recuérdese que Fernando VII estaba apresado por Napoleón y en España reinaba José Bonaparte que no era reconocido ni por los españoles americanos ni por los peninsulares) y pretende asumir la jefatura político-militar de la plaza militar imponiéndose él mismo el título de «Comandante Militar de las Fuerzas Unidas de América».
Zela quien tuvo un apoyo tanto de criollos, mestizos e indígenas, como es el caso del cacique de Tacna, Toribio Ara, y el cacique de Tarata y Putina, Ramón Copaja. No obstante, su insurrección no tuvo éxito.
Derrotado a causa del fracaso de la campaña de los rioplatenses que fueron aplastados por los realistas en Charcas se vio finalmente apresado por los españoles.
Así los principales dirigentes de la rebelión fueron sometidos a juicio, entre ellos Zela, quien fue llevado a Lima. Allí, gracias al nepotismo (algunas costumbres no cambian), es decir las influencias de su familia y a la mediación (compadrazgo) de importantes personajes se le conmutó la pena de muerte por la de encierro perpetuo en el morro de La Habana. No obstante, se consiguió modificar aún más la sentencia: una pena de diez años de presidio en la cárcel de Chagres, en Panamá, y terminados éstos, expatriación perpetua. Su prisión en Lima duró cuatro años y en 1815 fue trasladado a Panamá. Afectado por el clima tropical y las duras condiciones de su encierro, falleció algunos años después, en 1819. Una versión muy difundida que más huele a leyenda romántica afirma que su fallecimiento se produjo el 28 de julio de 1821, el mismo día de la Proclamación de la Independencia del Perú. Lo cierto es que murió en 1819, un 18 de julio, a la edad de 50 años.
La búsqueda del cuerpo del prócer
Allá por la década del 2010, el embajador de Perú en Panamá, Guillermo Russo Checa recordó la historia de Zela y se propuso encontrar sus restos. Sin instrucciones ni directrices o apoyo de Torre Tagle, buscó por las iglesias de Panamá y entré archivos donde podría descansar los restos del héroe. Consultó incluso con el entonces presidente de Panamá, el locuaz y alangarciesco presidente Martinelli. Finalmente, y tomando en cuenta que en su condición de traidor a la corona muy probablemente Zela fuera enterrado en una fosa común, hubo de parar sus investigaciones. No obstante, en un parque de Panamá se rindió homenaje a la memoria del héroe a través de un busto que recuerda al paseante distraído que en algún lado de Panamá todavía duerme el ilustre tacneño que espera el retorno a su patria libre.
Considerando la reciente repatriación simbólica al Cusco desde Madrid, del hijo de Tupac Amaru y Micaela Bastidas, es momento, aprovechando la visita del presidente Mulino en Perú, de recuperar los restos, aunque sea simbólicamente de Zela. Es momento que Zela regrese al Perú independiente tal y como un día de 1811 soñó.
Tras años de ausencia, Alejandra regresa al Perú con un único propósito: recuperar a su hijo Santi, a quien dejó al cuidado de sus abuelos cuando apenas tenía 7 años. Lo que parecía una sencilla reunión familiar se convierte en un escenario cargado de emociones, secretos y revelaciones inesperadas. En una cena familiar donde los recuerdos y las emociones están a flor de piel, una dolorosa verdad saldrá a la luz, ¿será capaz Alejandra de reconstruir lo que perdió?
“La princesa Gominola” es una tragicomedia escrita por Helen Hesse y forma parte de una serie de tres obras breves que forman parte de un innovador ciclo de microteatro inmersivo. Presentada por Paso de Gato Teatro, cada obra está diseñada para sumergir al espectador en una experiencia única, donde no solo serás testigo, sino también protagonista de las historias que se desenvuelven ante tus ojos.
Disfruta de una propuesta teatral en la que los límites entre el público y los personajes se desdibujan, creando una conexión emocional profunda y momentos inolvidables.
El dato
Estreno: Miércoles 09 de abril a las 8:00 pm
Dirección: Milagros López Arias
Dramaturgia: Helen Hesse
Actrices: Pilar Delgado, Milagros López Arias y Sergio Velasco.
Las obras estarán todos los miércoles y jueves de abril hasta 01 de mayo a las 8:00 pm.
Lugar: La Residencia (Sáenz Peña 107 Barranco)
Entradas: Joinnus o al 959528540.
No te pierdas esta oportunidad de vivir el teatro como nunca antes lo habías hecho.
El inicio de su travesía en la abstracción surgió de manera intuitiva. Un día en la playa, conversando con su madre, recordó la pared vacía de su departamento y decidió pintarla. A partir de esa carencia física nació un proceso que convirtió el vacío en superficie, la nada en estructura. Fue un encuentro con el orden y la proporción, donde líneas y formas geométricas empezaron a definir un lenguaje propio.
Camila Rodrigo (Lima, 1983) concibe el lienzo como un espacio de transformación. Su proceso creativo está marcado por una metódica construcción de capas, donde el color y la textura emergen en un rito de serenidad y concentración. La tela, en su estado inicial, yace en el suelo, expectante. El negro, un tono fundamental en su obra, se convierte en un eje transcendente y el pigmento, diluido en agentes fluidos, se asienta sobre la superficie como una piel que se va formando en un orden temporal que la artista organiza y supervisa con exigente minuciosidad.
Geometría líquida
La artista recuerda con nitidez los diseños limpios de su abuelo y su padre, arquitectos. Su conexión con la materialidad se remonta a su infancia, cuando paseaba por La Punta y recogía piedritas en la orilla del mar. Hoy, esos recuerdos se transforman en una serie de obras que exploran la textura y la composición, como se evidencia en La forma resignificada, muestra que inaugura el 9 de abril en La Galería de San Isidro. Sus pinturas, de una estética minimalista, sugieren paisajes internos y una rigurosa investigación sobre la materia.
No en vano su obra transita entre el diseño y la pintura, el instinto y la precisión geométrica. Formada en Diseño Gráfico en la Universidad San Ignacio de Loyola (2010), complementó su aprendizaje con estudios de fotografía en el Centro de la Imagen de Lima (2006) y en el Rhode Island School of Design (2009). Su carrera ha estado marcada por una evolución que la llevó del arte figurativo y la ilustración infantil hacia una exploración profundamente abstracta, donde la forma y el equilibrio son el núcleo de su lenguaje visual.
Lenguaje que madura y desarrolla en su estudio en Las Condes, Santiago de Chile, donde trabaja de 8:30 a.m. a 3 p.m., cuando sus hijos están en el colegio. Allí se entrega por completo al proceso creativo, sin interrupciones. En ese silencio ha descubierto que su pintura es una traducción de su percepción de la vida. «Después de pasar tiempo en el taller, mirando los cuadros en soledad, empiezas a pensar lo que hay detrás de lo que pintas», reflexiona.
Así, las piedras, recurrentes en su imaginario, se convierten en una metáfora del lastre vital, de esas formas que, convertidas en peso, se resisten al cambio. En su pintura, Rodrigo busca liberarse de esas imposiciones, recuperar la espontaneidad y la ligereza de la infancia. Su taller, más que un espacio de trabajo, es un refugio donde la libertad toma forma y color, como alguna vez imaginó de niña. Este 2025 su obra ha sido seleccionada para ser presentada en el Stand de La Galería en la feria Pinta PArc, un reconocimiento a su creciente impacto en la escena artística contemporánea.
El Centro Cultural de la Universidad de Piura los invita a participar de este seminario en el que se abordará las raíces de la civilización occidental en su poesía, la naturaleza del poeta desde un sentido antropológico/esotérico (los poetas arcaicos como mediums de la divinidad), la configuración del relato político, y la aparición del teatro como síntesis religioso y político.
Especial énfasis se dará en los vínculos del teatro trágico griego y su influencia en el drama moderno «Historia de una escalera» de Antonio Buero Vallejo. Así como también una comparativa de dos obras de tragedia clásica: La Electra de Sófocles frente a la Electra de Eurípides.
Dirigido a actores, dramaturgos y público en general.
SOBRE EL DOCENTE:
Alejandro Herrera. Bachiller de Derecho de la Universidad Hispanoamericana de Costa Rica. Periodista cultural especializado en poesía y narrativa. Es corresponsal del medio Contrapunto El Salvador Centroamérica, es también asesor literario, ghostwriter y editor. Cronista parlamentario en Perú para la revista Lima Gris.
SESIONES:
Narrando el Mito Griego: poetas épicos, líricos y autores trágicos
Roma, tuyo es el poder y la gloria: La política como teatro. De poetas bucólicos a oradores políticos.
La Espada, la Dama y la fe: de los cantares de gesta a los juglares y el ideal caballeresco medieval y la reaparición del teatro como evento sagrado.
La ciudad de Chiclayo inició una fiesta cultural en el mes del aniversario y de las letras. El miércoles pasado al mediodía se inauguró el I FESTI CIX 2025 FERIA DEL LIBRO “LETRAS SIN LÍMITES”, un evento cultural que reunirá a escritores, editoriales, librerías y amantes de la literatura en un espacio de encuentro y aprendizaje.
La ceremonia de inauguración se llevó a cabo en el recinto ferial ubicado en la cuadra 1 de la Avenida Elías Aguirre, con la presencia de la alcaldesa de la Municipalidad Provincial de Chiclayo Janet Cubas, autoridades locales y representantes del sector cultural. Durante el evento, se anunciarán las actividades programadas, que incluyen presentaciones de libros, conferencias, talleres, shows artísticos, entre otros.
EL FESTI CIX 2025 FERIA DEL LIBRO “LETRAS SIN LÍMITES” busca promover la lectura y el acceso a la cultura, ofreciendo una variada oferta a precios de promoción desde los 10 soles. Además, de publicaciones para todas las edades y gustos. Asimismo, contará con espacios dedicados a la literatura infantil, presentaciones de libros, recitales de poesía y las publicaciones académicas.
La organización invita a toda la comunidad chiclayana a participar de esta celebración cultural y disfrutar de una experiencia única en torno a los libros y el conocimiento.