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Cultura

“Copas antes de la fiesta”, un relato de Paco Moreno

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Es de noche. Falta aún una hora. Al parecer hay un gran alboroto abajo. Me dijeron que empezaría a las ocho en punto. Desde este piso 17, la ciudad se ve espléndida: avisos gigantes de empresas multinacionales, niños y niñas sonrientes en los paneles publicitarios, lúdicas luces de neón interactuando con la indiferencia de la ciudad y sus miles de autos de lujo, como si en esta ciudad estuviese prohibida la tristeza y más prohibido aún el fracaso. Oigo el sonido tenue de un claxon y pienso en lo mucho que tuve que viajar para llegar hasta aquí. “Se parece a mí”, digo no con vanidad, sino con orgullo. Fue muy largo el camino que tuve que vencer para llegar estar aquí: de Cangallo a Nueva York. Ya que odio el aire acondicionado, son las ventanas abiertas las que calman el calor de esta noche. Hay un silencio sordo. Veo que las cortinas se entienden bien con el viento neoyorquino, desde esta altura pueden contemplarse mejor las cosas. Me acompaña una botella de vino. Cada vez que bebo escucho huaynos, aunque diga que solo me gustan los boleros. Los huaynos ayacuchanos llevan el ángel de la melancolía, sobre todo cuando estás fuera del Perú. Pero no hay motivo para estar triste ahora. La inauguración será a las ocho.

Dicen que no es bueno hablar de los logros propios, pero no importa. Estoy solo. Además, este logro no es solo mío, sino de todos aquellos que cierto día escapamos de las garras de la muerte y evitamos que la sonrisa nos dejara para siempre. ¡Ah!, también es de otros, claro. Me propusieron dar un discurso esta noche. Digamos que esta charla a solas es un ensayo para este discurso. Quien siempre haya sido rico nunca sentirá la riqueza como yo; digo, tal como la sentiré yo, porque después de esta apertura estoy seguro de que vendrán más y más, hasta llegar a Europa. Salud por eso. Salud.

Intuyo que este palabreo sin orden es el resultado del vino, aunque ahora creo que hubiesen sido mejor unas copas de pisco. Tengo la rara costumbre de anticiparme a las celebraciones, y nadie comparte eso conmigo, de modo que, como siempre, estoy celebrando solo. Mejor así porque no tengo a ningún aguafiestas cerca que pueda lanzarme esa frase pesimista: “No cantes victoria antes de tiempo”.

Es inevitable que el tiempo pase. Falta muy poco para que llegue la hora, pero no quiero que se me acerque todavía. Una copa más. Salud. Siento casi los mismos nervios que sentí aquel día en que inauguramos el primer local en Miraflores, o cuando empezamos a vender comida a los obreros en San Borja. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces: 25 años, más o menos. Debo confesar que lo siento como si hubiese sido ayer. Debe ser porque todo este tiempo he trabajado como mula. Salud por las mulas que nos sirven de ejemplo. Salud con este vino que, aún sin marca registrada, es de Chincha, ¡carajo! Un vino casero, hecho por una familia amiga. Es tan bueno que, si le pusieran marca, con diseñito y todo, su publicidad en la televisión, la Internet, la radio y lo vendiesen en las grandes ciudades como Nueva York, Madrid, París, mis amigos se harían ricos. Pero ahora lo bebo solo y feliz, y no sé por qué siento una vaga tristeza, como si mi orgullo se convirtiese en pena.

Es curioso: el vino y la música nos regresan siempre a la infancia. Es como si la infancia fuese la única etapa de la vida que anhelamos, a pesar la imposibilidad. Un anhelo infinito. Alguien dijo —no recuerdo quién— que después de los nueve años no le había ocurrido nada importante. Mi infancia… yo vestía con camisa de cuadros y jeans, de esos con tirantes largos y hebillas de metal. Todo un vaquero andino, con esa ropa enviada desde Lima. Corría alegremente por las colinas verdes donde se dibujaban los caminos que daban a mi casa de adobe y grandes tejas rojas y chacras de maíz, papas, ollucos, arvejas y habas; con corral de animales caballos, vacas, cerdos, toros, terneros, gallinas y patos. Cangallo era entonces un pueblo sin luz eléctrica ni agua potable, pero con un hermoso río como los que ahora solo se ven en las fotografías.

Lo que más me gustaba de la casa era la cocina. Detestaba ir a labrar la tierra del campo, pero tenía que hacerlo pues las reglas están para cumplirlas. Por eso me gustaban las tardes, tardes de cielo azul, de viento fresco, de silencio con música de pajaritos. Me encantaba mirar desde la ventana de la cocina a las orugas que buscaban refugio cerca del marco de la ventana; la lluvia cayendo de los tejados, y la sobria tranquilidad de los animales en el corral, acostumbrados a la lluvia y el frío, felices.

Yo tenía siete años y ya sentía un gusto extraño por la cocina. Quería estar ahí, a cada momento hacer combinaciones, jugar con los ingredientes. Así, la cocina, de pasatiempo se convirtió en una forma de vida para mí; luego en un don que a veces me asustaba. Intuyo que todo esto empezó por mi gusto por la comida de mamá, por el aroma de las humitas, los ajíes, por el sabor de las carnes, de los guisos. Disfrutaba mirándola en su cocina, cómo se movía, con ritmo, como si estuviera practicando una danza oriental. A veces, pensaba que, aunque mamá estuviese ciega, no tendría problemas para prepararnos algo.

– ¿Qué tantas miras, Paquito? -decía.

–Algún día tendré mi propia cocina.

Papá no entendía esas cosas. En aquel tiempo creía él, como la mayoría en Cangallo, que la cocina era labor de mujeres, que los hombres habían nacido para el trabajo rudo, como si cocinar fuera para débiles.

Cierto día, me escondí y no fui al campo. Me quedé a ayudar a mamá. Papá volvió antes de la hora de costumbre, con el ceño fruncidos golpeando cosas, vociferando, y me dijo clavando sus ojos en mis ojos: “Carajo, ya te he dicho, la cocina es para las mujeres”, y yo me metí entre los brazos de mi madre y lloré ahí, quietecito, hasta que papá volvió a gritar. Mamá no decía nada y me miraba con esos ojos donde yo podía leer la resignación.

–Tranquilo, mi hijo, tú eres tan valiente que ni las cebollas te hacen llorar.

Somos cinco hermanos. Yo soy el tercero. Aquel tiempo a mis hermanos mayores no les gustaba la cocina. Entendían muy bien sus funciones de hijos varones: el campo, la chacra, la pala, el pico, los animales. Cuando llegamos a Lima, en la medida en que mis hermanos fueron creciendo, empezaron a seguir mis pasos, primero por necesidad y después por placer. En Lima, a diferencia de Cangallo, los hombres podían cobrar por “divertirse” en la cocina. Nada hubiese podido hacer sin la ayuda de mis hermanos. En este momento, mientras suelto estas palabras mirando las luces de la ciudad, deben de estar buscándome, aunque ellos saben de esta rara costumbre de celebrar antes de tiempo.

—Ya es una cábala que Paquito llegue picadito a las fiestas —dijo uno de mis hermanos en nuestra última inauguración en Caracas, después lo dijo en la inauguración en Bogotá, así como en la de Buenos Aires, Santiago y Quito.

 Es innecesario decir que, para llegar hasta aquí, tuve que gastar muchos zapatos, amistades y hasta amores. Una copa más por ellos: ¡salud! La botella no se resiste a quedarse vacía. La música es precisa, exacta, y llega adonde debe llegar, a ese espacio donde los sonidos se graban y despiertan cuando la música vuelve a vibrar. Una botella de vino jamás me ha emborrachado. Jamás. Bebo porque beber es un placer delicioso como hacer el amor, solo que se practica más seguido.

A pesar de que vi a mis padres esta mañana, me gustaría verlos ahora, en este instante. Quiero abrazarlos, estamparles besos, brindar con ellos; pero a ellos les gusta la chicha de jora. Bueno, a papá, también la cerveza. Mis padres tienen la misma edad. Cuando tenían treinta años, ya tenían cinco hijos. Todo un mérito en Cangallo. Pero, claro está, en Lima es una desgracia. A pesar de todo, ellos supieron criarnos a los cinco. Nos dieron el ejemplo del tesón y el trabajo. Tremendos viejos. Ahora deben estar abajo ayudando; sobre todo mamá, que se ha ganado el apodo de “La Coronela” por la voz de mando que tiene en los restaurantes. Uno de los trabajadores, que tiene vena artística –como todos los cocineros–, ha hecho una caricatura de ella, dio la vuelta por todos los locales. Es ella, como una coronela, con las tres puntas en la mano guiando para que todo salga bien.

En Cangallo, cierta noche, papá llegó borracho a casa y nos reunió a todos en su cuarto. Él, que hablaba poco, esa noche habló tanto que terminó haciéndonos llorar a todos. Yo no entendía mucho lo que decía, pero mis hermanos mayores me lo explicaron después. Papá trabajaba haciendo carreteras, y en una de esas jornadas en un pueblo cercano presenció cómo unos encapuchados raptaron a personas del pueblo poco antes de la cosecha. Papá lloraba por el temor de que esos encapuchados llegasen a nuestro pueblo. Llegaron muy rápido, como plagas, como una maldición del cielo. Pero papá y otros hombres del pueblo ya habían huido a Lima. Nosotros escapamos después en un camión.

Por suerte, llegamos a San Borja, a un lugar que papá había conseguido con ayuda de unos parientes. Era un almacén de materiales de construcción de una compañía en la que él había empezado a trabajar como peón. El lugar era muy amplio y estaba frente a un parque, en medio de lo que sería una urbanización de lujo en plena construcción. Lo primero que compramos para nuestra nueva casa fue un televisor. La confusión era lo que más entendía en esa época. Mis padres lloraban viendo las noticias, Habían tomado Cangallo la gente desaparecía en Ayacucho. Decenas de campesinos lloraban en la pantalla: “Son los encapuchados los que hacen desaparecer a la gente”, “No, son los sinchis los que hacen desaparecer a la gente”. Todo era confuso y a mí no me gustaba escuchar esas cosas. Mis hermanos y papá callaban. Mamá se ponía triste.

En San Borja, éramos una familia extraña. Pobres en medio de ricos, cetrinos entre blancos. Los gringuitos se nos acercaban para jugar con nosotros. Mis hermanos mayores y yo nos burlábamos de ellos tanto como ellos se burlaban de nosotros, pero hicimos más amigos que enemigos. Ver la opulencia de ellos, sus mansiones y sus autos de lujo, me hicieron saber que con trabajo se podía lograr todo eso. Aunque papá había ascendido a albañil, mamá, para ayudarlo con los gastos de la casa, comenzó a vender comida a los señores de la compañía en la que trabajaba papá.

Creo que tuvimos mucha suerte porque mis primos, cuya suerte en Cangallo era casi la misma que la de nosotros, se perdían en los inhóspitos arenales de entonces: Villa El Salvador, Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores, San Juan de Lurigancho. Eran tiempos duros.  Al presidente de la República, el gobierno se le iba de las manos; y las cosas empeoraban con los cambios mando. Mis hermanos y yo hacíamos colas interminables en los centros comerciales para comprar azúcar y arroz. Pero mis primos la pasaban peor. Ellos ni siquiera sabían que era un centro comercial. Ahora son trabajadores exitosos de nuestra cadena de restaurantes. Este departamento, por ejemplo, lo alquiló uno de ellos que, en este momento, debe estar abajo en todo el ajetreo de la inauguración.

Mis hermanos y yo estudiamos por las mañanas en un colegio público de Surquillo. Volvíamos caminando a casa. En Cangallo estábamos acostumbrados a caminar y caminábamos por donde queríamos.  En Lima quisimos hacer lo mismo, pero no tuvimos suerte. Las calles, las avenidas, las casas nos parecían todas iguales. Cierta tarde aparecimos en la avenida Pardo de Miraflores. No supimos cómo llegamos hasta ahí porque no recordábamos en qué momento habíamos cruzado la Vía Expresa. Ese día llegamos a casa como a las seis, y papá ya había llegado de trabajar. Fue la primera vez que mamá no nos defendió cuando papá nos castigó con las tres puntas que el abuelo había hecho en Cangallo poco antes de morir. Nosotros nos persignamos ante esas tres puntas: las hemos traído como amuleto hasta Nueva York y hemos dejado réplicas en los otros restaurantes. Salud por las tres puntas. Salud. Desde aquella tarde del golpe, nunca más volvimos a casa después de papá; pero seguimos caminando por toda la ciudad, y con eso aprendí que en Lima la comida puede un rito que se celebra en casas, en quintas, picanterías, cebicherías, chifas y hasta en la propia calle. Mis hermanos y yo disfrutábamos de suculentos anticuchos y picarones. Aquellos tiempos, carajo, buenos y bellos tiempos. Jamás me los robará el olvido. Salud. Menos mal que esta copa es pequeña y me permite tomar más tragos.

Observar fue lo primero que hice para aprender a cocinar. Mamá fue mi ejemplo; es mi ejemplo todavía. Ella, que cocinaba para campesinos de Cangallo, tuvo que ingeniárselas para satisfacer los gustos de los obreros de construcción civil en San Borja. Pero no se crea que no comen bien. Ellos exigen mucho. Quizá porque la hora de la comida es uno de sus pocos placeres del día. Al principio preparábamos lomo saltado, arroz con pollo, seco con frejoles, ají de gallina, pero los obreros pedían variedad. Yo imaginaba algunas combinaciones con las cuales mi madre y los obreros se sorprendían.

Partía del sentido común. Por ejemplo, pensaba que el guardián de la obra necesitaba una dieta distinta de la que requería quien llenaba techos o quien cargaba ladrillos. Todo obrero necesitaba un menú distinto de acuerdo con su trabajo, y yo me daba el trabajo de explicarles por qué.

En ese tiempo, los obreros de construcción eran, por lo general, provincianos con experiencias similares a la de papá; entonces preparábamos un menú distinto para los de la selva, otro para los de la sierra y otro para los de la costa; y también platos especiales para los que eran del mismo departamento.

Así, siempre pensando en la cocina, empecé a estudiar, viajar, experimentar, combinar, crear. Inventaba nuevos platos con nombres curiosos que divertían a los obreros: el guiso del carpintero chelero, frejoles a la techera, ensalada para pintores frescos, dieta fresca para el día de los acabados, plato especial para la resaca, cebiche sanborjino levantamuertos, sopa para chóferes. Se me ocurrían tantas cosas. Algunos platos eran rechazados desde el saque. Mamá, a veces, no quería ofrecer a los obreros las combinaciones inventadas por mí. Fue acostumbrándose poco a poco.

Yo trabajaba y estudiaba, y a los 16 años, concluí la secundaria. Papá quería que yo estudiase ingeniería civil porque admiraba a su jefe. Soñaba con que al menos uno de sus hijos se pusiera un reluciente casco blanco, mirase planos y guiara a los maestros de obra. Mis hermanos mayores entraron en las academias preuniversitarias para saltar a la universidad y lograr el sueño de papá. Yo no quería seguir sus pasos. A mi mamá tampoco le gustaba la idea de que yo fuese cocinero. Poco a poco se le fue esa idea, hasta el punto de que me matriculó en una escuela de cocina. Se reía cuando me veía con mi traje blanco y con esa cosa rara en mi cabeza.

—Si te sacaras eso de la cabeza, pasarías por doctor.

—Soy cocinero, mamá.

Después de un tiempo, mamá se convirtió en mi aliada principal. Papá dejó de hablarme, pero mejoró su trato conmigo cuando gané un concurso gastronómico y fui felicitado en la escuela de cocina frente a decenas de alumnos y profesores. Papá entendió: ya estábamos en otro mundo, donde la diferencia de sexos en los trabajos tendía a desaparecer, donde las cosas cambiaban para bien de todos, donde a los hombres les pagaban por cocinar, y donde las mujeres —en muchos casos— solo cocinaban en sus casas.

Más o menos así empezó nuestra aventura, como si todo estuviese escrito. Me gusta creer en el destino cuando me conviene, y cuando no me conviene, lo cambio a punta de persistencia. Creo que todo lo que estoy haciendo en este piso 17 ya está escrito. Salud por eso. Salud.

Mis hermanos mayores dejaron de lado el sueño de papá. Dejaron los números para seguir el camino de los sabores. Nuestras armas eran el estudio y la persistencia. Poco a poco, preguntando, leyendo recetas que salían en los diarios, interrogando a los profesores, visitando a las vecinas del barrio de buena sazón, viajando por todo el país recabando recetas y, en fin, así pues, fuimos abriéndonos un campo en el mercado de la cocina. Cierto día, mis hermanos y yo fuimos a ver cómo se cocinaba en un comedor popular de un asentamiento humano, en San Juan de Lurigancho. Fue una experiencia maravillosa. Recordamos entonces las épocas en la que teníamos que dar de comer a cientos de obreros con bajo presupuesto.

La cuestión empresarial vino después. Las ideas de mis hermanos menores fueron imprescindibles. Ellos crecieron viendo nuestro esfuerzo, de sol a sol, nuestros ahorros en cajitas de zapatos con monedas y billetes humildes. Ellos saltaron con mayor facilidad las redes que a nosotros nos hicieron sufrir. Aprendieron más cosas, no cometieron nuestros errores e hicieron lo que nosotros dejamos de hacer. Querían hacer empresa aprovechando las habilidades que nosotros íbamos perfeccionando. “Todo trabajo tiene que profesionalizarse para que luego se integre a una empresa”, decía uno de ellos, y el otro asentía con la cabeza.

Así, después de una reunión familiar alrededor de una mesa, nació la idea de hacer un restaurante donde debían estar todos los sabores de nuestra comida. “Hay que aprovechar que nosotros, los peruanos, todo nos entra por la boca. Solo podemos ser peruanos a través de un placer tan elemental como la comida. Lo acabo de leer en una revista”, decía uno de mis manos menores, y el otro, que también había leído aquella revista, agregaba: “claro, hay que aprovecharlo. Nosotros vemos comida en todas partes. Cuando vemos piernas decimos yucas, cuando vernos tetas pensamos en melones, cuando vemos un trasero imaginamos un queque; y nos hacemos paltas cuando estamos en problemas y tiramos arroz cuando queremos zafar de un compromiso”, decía con aires de experto.

Nosotros, que habíamos empezado dando de comer a obreros de construcción civil, fuimos ampliando el número de nuestros clientes. A mí se me ocurrió que debíamos poner un quiosco en las entradas de las playas, pero sin dejar a nuestros clientes engreídos: los obreros. También pusimos un quiosco cerca de las Torres de Limatambo donde se planificaba construir un coliseo de básquet. Papá nos había avisado de ese proyecto, y nos fue muy bien. Ganamos tanto dinero que podíamos poner un restaurante con permiso de la Municipalidad y todo. Yo quería que fuese en San Borja, en la avenida Aviación, en nuestro barrio. Pero a mi hermano mayor se le ocurrió una mejor idea.

—Que sea en Miraflores.

— ¿Por qué en Miraflores? —le preguntamos.

—Es el centro de Lima y, además, en ese distrito la gente paga muy bien.

Todos sabíamos que la brillante idea no era solo de él, sino de su enamorada, a quien había conocido cuando atendía en nuestro quiosco en la playa. En ese entonces, Carla estudiaba Turismo y Hotelería en una prestigiosa universidad; después estudió también cocina, gastronomía, nutrición y tantas cosas más que ahora anda diciendo que es una artista culinaria integral. Ahora ella es la administradora de nuestra cadena de restaurantes, y nos ha animado a todos para que estudiemos más, para tener éxito en los negocios, en el mercado, en la marca y todo eso. Hacen un buen equipo mis hermanos menores y ella. Trabajan duro. Hoy nuestra empresa tiene tantos empleados que ni conozco a todos, a pesar de que siempre nos reunamos con ellos. ¡Qué bueno que papá y mamá nos enseñaron la virtud del ahorro! Sin ello, no hubiéramos abierto ni siquiera el quiosco. Salud por eso. ¡Salud!

Aquella vez que inauguramos el primer restaurante en Miraflores, un crítico de la revista “Caretas” escribió: “Esa familia ha juntado en un solo lugar todos los sabores exóticos y exquisitos de la comida peruana”. Salud por eso, ¡carajo! Fue el inicio del éxito. Luego vinieron los otros locales, en San Isidro, Surco, La Molina, y el tiempo nos fue trayendo más sorpresas todavía. Así como las cosas malas, las buenas también pasan en serie.

Creo que ya hablé demasiado. Debo bajar. Deben estar esperándome. Pero faltan diez minutos todavía. Me gusta recordar Cangallo desde aquí, con este vino amigo. iUff! falta solo un trago. Mejor. Esta última copa será en honor de mi amigo Víctor Hurtado Oviedo que disfruta de la felicidad en Costa Rica. Un hombre de letras que es también muy exquisito en el buen comer, todo un sibarita. Él me lanzó por correo electrónico este mensaje alucinante: “La lista de platos peruanos equivaldría a un diccionario de exotismos: las carnes de cabrito, cuy, venado, chancho, cordero, sajino; los ríos y el populoso mar con lindos los cebiches, el pejerrey, el suche, el tiradito, el pulpo, el mero, el paiche, los choros; el seco de chabelo y la desbordante pachamanca; el ají de gallina, los juanes y el hornado de pavo; la carapulca, la ocopa, la fritanga, el ajiaco, la ensalada de chonta y la patasca; el locro de gallina, el conejo a la ayacuchana y el tacu tacu; el cielo goloso de los dulces: la mazamorra morada y la del chuño, el arroz zambito, las tejas de Ica, el King Kong, el sanguito de pasas, los guargüeros, los voladores, el polvorón, el camotillo, las acuñas de maíz, la patilla, el suspiro de la limeña, la chancaca y las humitas; los brindis habladores con la chicha morada, de jora y de maní; la algarrobina, el chapo de aguaje, el chilcano de guinda y el pisco inspirador”.

Salud Víctor, salud por esa lista maravillosa. Todo eso y más se servirá en el nuevo restaurante. Salud, otra vez, porque “el tiempo se pone cada día más hermoso”. ¡Salud!

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Cultura

Exposición “El árbol de la muerte” de Hugo Salazar Chuquimango

La muestra del artista Hugo Salazar Chuquimango conformada por una pintura de 120×120 cms. y dibujos con los personajes que la habitan, se presentará del 26 de abril al 30 de mayo. Ingreso libre.

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La exposición “El árbol de la muerte” consta de una sola obra pintada al óleo y doce trabajos de pequeño formato en técnica mixta. La obra principal da título a la exposición y representa en cierta medida un develamiento simbólico sobre la idea de humanidad. La muestra busca documentar, mediante fragmentos ilustrativos, partes importantes para la construcción de esta única obra pictórica.

Hugo Salazar Chuquimango explica sobre esta obra que tiene una carga fuerte en simbología. “En este caso, empezando por un recorrido serpenteante que encapsula su narración iconográfica. La comunión con el árbol invertido contiene imágenes arquetípicas, ramificadas como en la estructura mental, a partir de experiencias personales y que se comparan con elementos universales”.

Asimismo, el artista toma el siguiente escrito del psicoanalista suizo Carl G. Jung:  “El árbol representa la evolución de las fases del proceso de transformación y sus frutos y flores significan la coronación de la obra”, como base teórica y fuente de inspiración para esta exposición individual que culmina un proceso creativo que inició en el año 2019 con la muestra “El árbol de la vida”.

Por su parte, Fernando Torres anota: “El surrealismo que identifica el trabajo de Hugo Salazar se remonta al 1,500 cuando Hieronymus Bosch producía universos de personajes oníricos, cuyo simbolismo constituía un desafío. Con ese referente consciente o inconsciente, ha desarrollado un lenguaje similar que se puso de manifiesto en El árbol de la vida y ahora el de la muerte, dos condiciones inexorables de la existencia”.

La muestra podrá ser visitada del 26 de abril al 30 de mayo en oficinas de Viajes El Corte Inglés de Miraflores (Av. Angamos Oeste 624). El horario de visita es de lunes a viernes de 9 a.m. a 6 p.m. y sábados hasta las 2 pm. El ingreso es libre.

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Cultura

Editorial Caja Negra: escritores responden a las declaraciones de Claudia Ramírez

Los más de 30 autores perjudicados le responden a la dueña de la editorial.

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El caso de la editorial Caja Negra continúa sin resolverse, son más de 30 escritores que denuncian el incumplimiento de contrato y deudas por regalías. En nuestro informe anterior titulado “Más de 30 escritores denuncian a editorial Caja Negra” publicamos las dos versiones de las personas implicadas, tanto de los denunciantes como de la denunciada Claudia Ramírez Rojas, dueña de la editorial peruana que ya lleva 13 años en el mercado.

Ayer se comunicaron con Lima Gris representantes del grupo de escritores que han hecho pública su denuncia en redes sociales, ellos señalan que algunas de las respuestas que ha dado Claudia Ramírez y que fueron publicadas en el informe pasado, no son ciertas. Por ello, nos enviaron un comunicado donde refutan la versión de la directora de la editorial Caja Negra.

Aquí el comunicado:

“Nosotros los 30 autores perjudicados por la editorial Caja Negra queremos refutar lo que dice Claudia Ramírez, dueña de la editorial, y reafirmar los puntos que estamos reclamando.

  1. Claudia dice “Esto que ha sucedido es muy puntual y coyuntural”, pero hay casos anteriores al 2020.
  2. Claudia muestra un tono conciliador, pero ya antes ha dado cronogramas de pagos y cartas de compromiso. No los ha cumplido.
  3. Sobre el incumplimiento de impresión dices “pero también en el contrato hay plazos, hay tiempos”. En tus contratos no los hay y es por eso que Pedro Barreda y Gonzalo Franco aún no ven sus libros. Vienes prometiendo el registro en la Biblioteca Nacional del Perú desde enero, hay chats que lo demuestran.
  4. Estamos reclamando los pagos de regalías de 29 autores. Solo para 10 autores (los representantes) el monto suma S/. 22 454. y S/. 23 820 en aportes iniciales.
  5. Pedimos transparencia en los procesos de la editorial Caja Negra. Hay casos de incongruencia en los reportes de ventas, las ventas declaradas no corresponden con lo reportado por librerías como El Virrey y Communitas.
  6. Al momento de rescindir contrato, una de las autoras menciona que esperaba le devuelvas el 50% de ejemplares impresos que le correspondía según contrato inicial. Sin embargo, le has devuelto un número escaso de ejemplares, dando a entender que nunca se imprimieron los 1000 del tiraje acordado.
  7. Karem Fernández-Dávila te reclama poco más de 300 libros y solo 1938 soles. Y aún así, no puedes cumplir con prontitud. Tampoco puedes entregar libros sobrantes (contemplados en los contratos) como muestra de voluntad. ¿No están impresos?
  8. Hoy, 22 de abril, vemos tu tono conciliador, pero viene con trampa: cláusulas de confidencialidad. No las aceptamos.

Está bien que señales a las librerías. Queremos una reforma editorial. Queremos más poder para el autor. Queremos la potestad de corroborar tus simples reportes de ventas con el historial que nos entreguen las librerías. Y que esa potestad la tengan todos los autores. Basta de vivir de confiar, sea la editorial que sea.

Por ahora, queremos que muestres voluntad para los pagos. Nosotros estamos dispuestos a escuchar, pero no aceptaremos cronogramas extenuantes. Sin una muestra de tu buena voluntad, es difícil que te creamos. Como Heiner Valdivia, a quien le escribes luego de dos años para resolver su situación. Queremos una muestra de tu sinceridad, como la devolución de los libros sobrantes (los cuales ya deberían estar impresos). Dejamos clara nuestra postura hacia una conciliación, pero con demostraciones de esa buena voluntad”, se lee ene el comunidado.

Efectivamente, como mencionan los autores perjudicados, los contratos que hemos revisado no tienen fecha exacta para la impresión de los libros realizados por la editorial Caja Negra. Y como señalan los escritores, hay casos que ya llevan varios años como el del escritor Heiner Valdivia Rodríguez.

Este delicado tema se podría convertir en un asunto penal, debido a que los autores vienen evaluando denunciar a la editorial Caja Negra por presunta estafa.

Como señalan los escritores perjudicados: “Queremos una reforma editorial. Queremos más poder para el autor. Basta de vivir de confiar, sea la editorial que sea”. Ante este hecho no se ha pronunciado la Cámara Peruana del Libro (que organiza la FIL de Lima) ni el Ministerio de Cultura. Mientras tanto, lo único que reciben los más de 30 escritores afectados, son solo promesas.

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Cultura

Lima 13, Voz Propia y Carlos Compson encabezan el festival Lima New Wave 2024

¡Prepárense para una inmersión total en las profundidades de la oscuridad musical! El Festival Lima New Wave está a punto de abrir sus puertas el próximo 30 de abril en el emblemático escenario de Yield Rock, situado en Plaza San Martín.

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En esta edición, Lima New Wave convoca a los más destacados exponentes de la escena oscura de Lima. Desde los icónicos Voz Propia, Lima 13 y Carlos Compson, el cartel rebosa con nombres que han marcado la pauta en la música underground. ¿Estás listo para sumergirte en las corrientes sonoras más intensas de la ciudad?

Pero Lima New Wave no se detiene en la nostalgia del pasado; también abre sus puertas a las nuevas promesas del género. Bandas como Último Refugio, Góngora, La Reina de los Condenados y Jardín Nocturno, estos últimos provenientes de la ciudad de Huancayo, emergen como heraldos de una nueva era en la escena dark, aportando frescura y vitalidad a este universo sonoro.

El escenario de esta experiencia única será el icónico Yield Rock, ubicado en Carabaya 815, Plaza San Martín. A partir de las 8:30 pm, el lugar vibrará con la intensidad de las guitarras distorsionadas y las letras que exploran los rincones más oscuros de la psique humana, creando una atmósfera inigualable de misterio y energía.

La venta de boletos se lleva a cabo exclusivamente a través de WhatsApp, en el número 948 143 275. ¡No pierdas la oportunidad de sumergirte en el Lima New Wave 2024 y descubrir los matices más profundos de la música alternativa!

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Cultura

En el punto inmóvil del mundo que torna: Entrevista a la poeta arequipeña Patricia Roberts

Una entrevista de Carlos Rivera

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¿Dónde nace tu poesía?

Creo que yo escribía sin saber que estaba escribiendo poesía o literatura; en el colegio me fascinaba cuando nos enseñaban los clásicos de la literatura y cosas de esas. Pero también por mi tía que era escritora, la menciono en la biografía, esa tía que está en la foto. Ella escribía poesía incluso me hizo un soneto que está en la biografía.

¿El nombre de tu tía?

Lili Roberts, hermana de mi papá.

¿Cuáles son aquellos, elementos, materiales o espirituales que fluyen en el instante que te dispones a escribir?

Los sentimientos.  Primero tienes que tener un sentimiento y luego dices: “lo voy a plasmar para que no se me escape”.  Porque la inspiración llega y se va. 

Te sometes a los sentimientos…

Sí. Yo me someto.

Una vez que sé que voy a escribir un poema y que sé que ya está fluyendo. Me gusta mucho trabajar el lenguaje. No, no escribo y lo dejó, no. Busco que haya ritmo, musicalidad, corte de línea, experiencia directa. Casi obvio los artículos y las conjunciones. Uso el corte de línea como puntuación o como respiro.  Todo eso sí me gusta mucho. Tengo un pequeño ensayo que se llama Tallando palabras…está en mi libro Esencias.

¿El tiempo en la experiencia de un poema?

Nunca se sabe. Prefiero escribir muy temprano en la mañana. Yo no escribo muy largo. Casi todos mis poemas son cortos porque estoy muy influenciada por el idioma inglés, el inglés es mucho más sintético que el castellano. Tiene tres veces más palabras que el castellano por eso puedo ser más exacta. Para decir lo mismo en inglés solamente decimos una palabra; en el castellano vamos en círculos hasta que llegamos por fin a lo que queremos decir. También me gusta mucho la poesía china, que es muy directa y muy sintética. Claro que la leo ya traducida.

¿Cuánto influyeron tus padres o familia en tu obra literaria?

Mi papá tenía mucha afición a la poesía. Él había estudiado en Inglaterra entonces nos recitaba en inglés. Nosotros no entendíamos nada, pero nos encantaba y él nos contaba cuentos.  Mi mamá no.  Al menos no tengo ese recuerdo de ella. 

¿A qué edad aprendiste inglés?

Al terminar el colegio. Bueno tenía una base, pero no podía leer. Me mandaron a Inglaterra, a un internado cuando tenía 17 años.

¿Esa condición transcultural modeló tus intenciones creadoras?

Me imagino que sí pero no conscientemente. Cuando cumplí 15 años me regalaron un diario. Entonces dije: “Ahora sí, voy a escribir todo lo que me pasa”, la ilusión de la adolescencia. Yo me acuerdo de que en los veranos en Mollendo escribía cuento, no sé dónde estarán, luego en Inglaterra tenía mi diario y escribía todos los días.

¿Qué es para ti un poema?

Es la experiencia directa de una emoción.

¿El poeta nace o se hace?

Yo creo que las dos cosas son necesarias.  Sí, claro, parece que los genes ayudan, hay muchos poetas que tienen el apellido Valcárcel y Ureta y los dos son apellidos de mi abuela paterna. Amigos que son genealogistas me han dicho que solo uno de cada apellido llegó a América desde España. Todos los que se apellidan Valcárcel y también Ureta somos parientes. La mamá de Mario Vargas Llosa también era Llosa Ureta. 

¿El artista o el creador siente de manera distinta la vida, el entorno o la capacidad de contemplación de las circunstancias? ¿No es lo mismo para una persona común y corriente cuando contempla el horizonte? ¿o cuando el poeta contempla esos elementos los transforma? ¿cómo funciona en ti la contemplación?

Eso de la contemplación me gusta mucho. He llegado   a tal punto ahora que ya no escribo tanto porque la experiencia está más allá de las palabras.  Entonces eso ya te llama, nada más, al silencio y a disolverte como me ha pasado algunas veces, contemplando el mar que me gusta tanto, después me pregunto: “¿qué ha pasado?”, “¡yo soy la ola!” Yo me convierto en el océano. Ante esa contemplación es muy difícil poner palabras, claro, estoy tratando…

¿Qué autores o autoras forjaron tu carácter literario?

Me matriculé en Estados Unidos para aprender a escribir en inglés. En la clase de una poeta americana bastante conocida, Cynthia McDonald’s, ella fue mi profesora y una de las que me influenció. Después está mi amiga Lorraine Pouncey, ella también era poeta y me influenció, me enseñaba, era mi maestra. Me gustaba tanto T. S. Eliot y Rainer Maria Rilke, así como Mary Oliver, todos ellos me encantan hasta hoy día.  Después una poeta de Houston, extraordinaria que nació con parálisis cerebral y no podía expresarse. Pero, de alguna manera su papá le regaló una máquina de escribir de esa época y con toda su tembladera comenzó a escribir. Yo la leía en Houston, poemas preciosos, espirituales también que me gustaron mucho Siento por eso que tengo influencia de Vassar Miller de Houston.

¿Cómo concilias en tu mundo y en tus obras las herencias culturales de lo andino, europeo y americano para que no se confundan al momento de sentir la esencialidad de los versos?

Eso es lo interesante. Si entras profundamente dentro de ti encuentras que todos somos uno. La visión andina es mística, es natural, es totalmente recíproca.  Y eso es lo que he aprendido en el taoísmo y en la tradición occidental/cristiana. Me siento feliz de que las dos esencias con las que más me identifico me ayuden a seguir viviendo plenamente, porque tú sabes lo que dije en el TEDx.   que debemos encontrar nuestro “gozo más profundo”. Una vez que lo encuentras emerge tu agradecimiento por vivir la vida, pero siempre con naturalidad, sin forzar…

Porque no veo en ti un carácter nacionalista, errante, sin perspectiva y ninguna cicatriz de resentimiento.  Entonces por eso la pregunta de cómo conciliar cuando en estos tres espacios (andino, americano y europeo) que ostentan sus propios territorios culturales, prejuicios, taras, procesos históricos distintos. ¿El arte te ha ayudado a disolver esas cuestiones?

Yo creo en la libertad. En Houston en una época fui parte de un grupo anarquista porque realmente yo soy bien rebelde y yo escojo, no me gusta que me impongan y dentro de lo que yo escojo no escojo pues los prejuicios. No estoy de acuerdo con que haya racismo, por ejemplo.  Me parece que dentro de lo que busco yo quiero que todos seamos hermanos y yo lo siento así.

¿Cómo resumirías tu obra literaria?

Mi obra literaria es la expresión de mi gozo más profundo.

Para mi escribir un verso es decir guau ya lo pude expresar. Estoy más en el silencio que en las palabras. Es un gozo profundo y yo digo “que bien.” Es como si tuviera una botella de champán adentro que me está haciendo cosquillas con sus burbujitas. Me gusta mucho integrar el cuerpo, he tenido traumas de niña y repelía mi físico porque era mujer y las mujeres éramos la tentación de los hombres así era como yo me crie. La espiritualidad que me enseñaron no era una celebración del cuerpo. Por eso aprendí Taichí que me reconcilió con mi cuerpo. Siempre empiezo mis prácticas espirituales con la integración del cuerpo, luego de las emociones y la mente. Porque somos tres unidades en uno. Me gusta mucho bailar, lo cual no lo sabe nadie. Yo bailo todos los días…

¿Todo tipo de música?

Según el humor. Me gusta mucho bailar samba, salsa, pero a veces me pongo a bailar a los clásicos. Hoy en la mañana estuve bailando a Tchaikovski su overtura 1812, estuvo súper. Me encanta, me encantan los cañonazos te ayuda a desahogar. Todos los días salgo al jardín. Mis vecinos dirán: “quien será esa loquita que sale todas las mañanas”.  Esto es parte de la disciplina del Taichí, porque yo me concentro en mover las energías que dan vida a todo mi cuerpo y desbloqueo mis represiones con los sonidos curativos, eso lo hago al ritmo de la música que he escogido.

Morgan Freeman decía en una comedia americana, haciendo el personaje de Dios, que iba a crear un nuevo mandamiento: el mandamiento del baile.

Qué bien, aunque no me gustan las imposiciones. Cuando alguien viene (porque yo soy acompañante espiritual, estudié religión con esa especialidad) les digo:” ven a conversar conmigo y vamos a ver.” Luego les pongo música y les digo: ahora báilame lo que me estás diciendo.  Eso es una manera fantástica de empezar. Realmente ayuda. Vivimos muy controlados, reprimidos. La palabra control a mí no me gusta.

¿Todos pueden escribir poesía?

Depende si tienen amor en su corazón.

¿Cómo una condición?

Digamos que a mí me gusta la poesía que tiene emoción y puedes no hablar de amor, puedes no mencionarlo, pero lo sientes, hay una fuerza en las palabras que te emociona.

¿Tu obra, es mística, instintiva o vitalista?

No me gustan las etiquetas. Yo diría que es la experiencia directa puesta en palabras, técnicamente busco que tenga ritmo, que tenga metáforas, cortes de línea, bueno, juego pues.  Por eso digo Tallando las palabras.

¿Y esa “experiencia directa” puede ser cualquier tema, circunstancia u objeto?

Claro. Estamos vivos.

No necesariamente un conjunto de cosas que siempre te han perseguido.

No. Claro que a mí me gusta mucho el mar y me gusta mucho la naturaleza. 

¿Qué es para ti la espiritualidad?

¡Estar viva! Sentirme viva en cuerpo, emociones y mente.  La espiritualidad, es ese gozo profundo de sentirte vivo. La idea es desbloquearte. Mucho del problema, es que quieres controlar, no confías en ti, tienes miedo, ¿a qué? estás bloqueándote. Lo que tienes que hacer es no controlar sino entregarte y si lo que deseas es auténtico serás parte de la energía del universo y sentirás tu gozo más profundo ayudando de paso a que este mundo alcance su propósito.  Por eso decía yo anarquismo, pero el anarquismo   tiene también mal nombre depende del grupo que lo define. 

Me gusta mucho la fe-no-me-no-no-lo-gía.  Estudié a Husserl, Merleau-Ponty y Schutz. Siempre considero las reducciones. En una conversación, tú dices eso y cuál es el contexto en el que lo dices.  Para poder tener experiencia directa tienes que considerar que tu lenguaje ya está condicionado por una cultura y está condicionado por tu nivel de instrucción y tu nivel socioeconómico.  Yo no sé cómo nos podemos comunicar porque hay tantas reducciones para llegar a la experiencia directa. Y para la experiencia directa tienes que haber considerado todos los prejuicios con lo que has pronunciado las palabras.

Veo que esa “experiencia directa” de tu poesía sintoniza con una huella de formación académica.  Claro que tú no impones ese conocimiento, si no que le das una utilidad de insumo para decodificar cosas. Cuando el poeta o escritor tiene formación académica pretende también qué esos elementos de saberes fluyan en sus versos.  Entonces tenemos un poema como una especie de arquitectura sin sentimientos.

Quieren dictar cátedra disimuladamente.  Bueno ahora se estila escribir de esa manera coloquial.

¿Es para ti importante el ritmo?

Sí. No todos los poemas tienen que sonar. Así me gustan, pero no los busco necesariamente. Sucede. Como que me dictan o ese que me dijiste que te gustó:

Una tarde tibia

mientras caminaba.

Vi caer las hojas

de aquel árbol viejo.

Las hojas caían

de multicolores

Todas ya sin vida

Sobre el pasto seco.

El árbol maduro

Perdió su vestido

Una tarde tibia

Llena de colores

Tomado de Chipping Stone(1982)-Roberts, Patricia. Houston, Texas.

Eso me salió casi sin tocarlos o retocarlos. Pero siempre retoco y retoco. Cómo dicen: “El poeta nunca termina, solo abandona”.

¿Qué significa para ti el aprendizaje de la filosofía oriental?

Muchísimo. A mí me salvó la filosofía oriental porque estaba totalmente mentalizada con las reglas, la condenación y los dogmas. Comencé a darme cuenta de que yo tenía opinión, también. He ido estudiando, me gustan mucho las religiones del mundo saber cómo ha sido la búsqueda a través de la historia.

¿En qué momento se catapultó ese proceso?

Desde que viajé a Estados Unidos. Cuando me puse a estudiar y el trabajo interreligioso que tuve. No hay caso, hay que estudiar, es muy importante, aunque sea autodidacta. Que busque maestros. No tienen que ser maestros en persona puede ser maestros de autores.

En tu obra no hay monstruos, tragedias del alma, seres atormentados o con delirios metafísicos. ¿Cómo superas los miedos y los pesares que todo ser humano tiene?

Dándole la cara. Ya tengo tantos años. He pasado por las etapas de ir buscándome y buscando lo que busco. Me di cuenta de que apenas se me bloquea la energía vital de la danza hay que mirarlo.  Dicen que cuando tenemos pesadillas, si miras al monstruo se va, se asusta.  Incluso nosotros nos asustamos más con lo que nuestra imaginación nos va diciendo que con la realidad.  Entonces más o menos ahí es donde estoy.

Esos temas recurrentes en los poetas malditos como la muerte, la soledad…

Son momentos en los que reflexiono. Algo que me enseñó uno de los maestros que no está presente, pero lo leo, es que siempre, aún en lo más feo, siempre hay una oportunidad.  Entonces, qué horrible lo que está pasando, pero ahí tenemos la oportunidad, le das la cara y dices: mi oportunidad es no darle bola, por ejemplo.  Es como estar bailando alrededor, como en aikido   Eso me encanta porque es el Taichí de a dos. Unes tu energía a la del que te quiere atacar para que se caiga nomas. Tú sabes, le bailas.  

Necesitamos el cuerpo y el alma. Todos tenemos esa energía vital la poesía que me hace feliz y me gusta leer.

¿Un poema que te queme el alma?

Siempre el sufrimiento es parte de la pasión. Por eso la palabra pasión viene de sufrimiento, pero también es energía vital, éxtasis. Pero no necesariamente todos los poemas van a ser apasionado. Tienes poemas más tranquilos.  El libro ese que he escrito sobre sabiduría es muy taoísta porque yo lo he reinterpretado a  Lao-Tse. Es filosófico.

¿Y qué verso o frase te acompaña?

Se ha vuelto como mi mantra: “Tu gozo más profundo”. Para poder tener tu gozo más profundo entras hasta el fondo de   tu esencia y les das la cara a tus monstruos.  Porque si no que ando de buena energía la lluvia me vuelto muy física. A mí me interesa muchísimo tener la armonía con mi cuerpo. Un verso de T.S. Eliot “La rosa tenía el carisma de haber sido mirada” También dice: “En el punto inmóvil del mundo que torna, ahí está la danza y solo la danza”.

¿Qué consejo compartirías con las nuevas generaciones de poetas o escritores que ven en ti una voz de paz, equilibrio y creación?

Que busquen su esencia. Que pasen un poco de tiempo en el silencio. Si no te paras a decir dónde estoy, quién soy y cómo siento mis pies aquí y ahora, estás fuera de ti.  El mundo nos saca mucho hacia fuera.  Y todo el tiempo estamos buscando distracciones, porque no quieres mirar tus mounstritos. Lo mejor es empezar por limpiar tu casa. Es un movimiento de Taichí dices guau, abriendo los brazos sacando afuera todo lo que tienes adentro, lo miras acá afuera, y luego lo regresas adentro y empiezas a limpiar, a trabajarlo.  Nos ayuda a no proyectar en otros esos mounstritos que son nuestra sombra Es tu jardín interior que no ha sido cuidado. La idea es sacar todo eso para conocerlo y empezar a limpiarlo.

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Cultura

Más de 30 escritores denuncian a la editorial Caja Negra

Autores señalan a la directora de la editorial, Claudia Ramírez Rojas, como la responsable del incumplimiento de contratos de la publicación de libros. Además, la acusan de deberles miles de soles por venta de sus libros y por regalías. Tras estas graves acusaciones, algunos escritores vienen evaluando denunciar penalmente por presunta estafa a la editorial. Conversamos con Claudia Ramírez y esta fue su respuesta.

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Hace dos semanas, algunos escritores utilizaron sus redes sociales como Facebook y Tik Tok para denunciar a la Editorial Caja Negra por incumplimiento de contrato, deudas por venta de libros, publicación con errores ortográficos, falta de pago de regalías y por presuntos reportes falsos de venta. Los autores son hombres y mujeres de distintas ciudades del país que confiaron en la editorial para realizar la publicación de su libro. Algunos pudieron ver su obra impresa, pero otros, como el escritor Gonzalo Franco, siguen esperando por más de un año la impresión de su libro.

“Hace más de un año firmé contrato con la Editorial Caja Negra, para la impresión y publicación de mi obra que hasta el día de hoy no sale a la luz. Además, les hice un pago de S/ 2480 soles”, señala Gonzalo Franco en un video que se viene viralizando en las redes sociales.

Una de las primeras personas en hacer pública su denuncia contra la Editorial Caja Negra, fue la escritora Paola Ortiz de Zeballos, autora del libro “Mamá también se equivoca”. La escritora denuncia un incumplimiento de pago: “la editorial me debe S/ 2480 soles por regalías desde el año pasado”, apunta la autora.

En las redes también encontramos la denuncia de Jossibell Lema, quien cuenta que hace un tiempo decidió publicar con la editorial Caja Negra, pero tras los incumplimientos señala que ahora la editorial eliminó su cuenta de Facebook y solo mantiene su perfil en Instagram pero con la sección de comentarios bloqueado.

Leman cuenta que le otorgó plazos para los pagos a Claudia Ramírez pero estos no han sido respetados.

Otra de las escritoras afectadas que levantó su voz para señalar a la editorial, fue Milagros Villalta, autora del libro “Las emociones de Juan”. Ella denuncia que Caja Negra le debe un total S/ 7460 soles por sus libros. En el grupo de denunciantes también aparece la escritora Fiorella Rusca, autora del libro infantil “De la tierra al mar”, quien reclama una deuda de más de S/ 3000 soles por regalías, pero, además, detalla que la editorial no cumplió con la publicación de los 1000 libros, según lo establecido en el contrato.

En el video que viene circulando en redes sociales, también el escritor Keni comentó que Caja Negra le debe S/ 1,616 soles en regalías. De la misma forma, la escritora Marixú Chocano, acusa a la editorial de haber ruleteado su dinero y que su libro se publicó con faltas ortográficas. Desde Arequipa, otra de las escritoras perjudicadas es Karen Fernández Dávila, ella cuenta que Caja Negra le debe S/ 1938 soles en regalías y la devolución de 386 libros. A estos nombres se suman también los escritores Mariano Amezága, Max Aguirre Rodríguez, Heinir Valdivia, entre otros.

En total son más de 30 autores que han tocado una de las problemáticas más frecuentes de las llamadas editoriales independientes. Caja Negra no es la primera editorial ni será la última en ser denunciada. En el pasado, editoriales como Estruendomudo también ha tenido cuestionamientos. Lo sucedido actualmente con la editorial Caja Negra, responde a la cadena productiva y comercial del libro, ya que hay muchas librerías que no cumplen con los pagos a las editoriales, pero, también, muchos editores, o mejor dicho, impresores, que han encontrado una forma de vida en el paupérrimo mercado editorial, donde se publica cualquier cosa por dinero.

@karemfdb

EditorialCajaNegra Escritores Denunciapública Autores ClaudiaRamírezRojas

♬ sonido original – KaremFdb

Los autores piden respeto, justicia, devolución de su dinero y sus libros. Todos responsabilizan directamente a la directora de la editorial, Claudia Ramírez Rojas. Ante la cantidad de afectados buscamos a la dueña de la editorial para recoger sus descargos sobre la cantidad de denuncias en su contra. Luego de varios días nos comunicamos vía telefónica con Claudia Ramírez, y estas fueron sus respuestas ante nuestras preguntas.

Claudia Ramírez, directora de la editorial Caja Negra.

Hay autores que denuncian que la editorial Caja Negra no ha publicado su libros, otros reclaman la falta de pago de regalías ¿qué nos puedes decir sobre eso?

Lo que ellos han mencionado es un tema que pasó este fin de semana, y yo ya estaba en contacto y sigo en contacto con cada uno de ellos. Estoy conversando, conciliando y llegando a una solución. Soy una persona que habla directamente con cada uno de mis autores. Nosotros tenemos ya trece años en el mercado, y esto que ha sucedido es muy puntual y coyuntural. Esto no es algo que se vaya arrastrando todos estos años. Muchos factores han llevado a esta situación, pero yo apelo siempre a conversar. Si bien cada caso tiene cierta similitud, cada autor es particular. Acá se quiere llegar a una solución, yo quiero en realidad seguir con la editorial, mi intención es sacar adelante mi empresa, por eso estamos en búsqueda de soluciones.

Pero tras esta ola de denuncias uno se pregunta ¿qué pasó en Caja Negra?

En realidad, yo defiendo mucho la libertad de expresión. Si bien yo había conversado con ellos antes que salga todo esto, igual optaron algunos de ellos por hacer un video y todo esto. Ellos son libres de decir lo que quieren o expresarse de la manera que desean. Todo es una cadena, una cadena que llega a este ecosistema de los libros, desde el pago de librerías. Son muchos factores en realidad. Esto poco a poco se ha ido acumulando y ya no se ha podido sostener. Sin embargo, siempre tiene que haber un corte, nosotros como editorial desde hace unos meses hemos hecho una pequeña pausa para una restructuración, antes yo veía todo muy sola, entonces, ahora ya me apoyo de más personas en la parte administrativa y también en las finanzas.

Entonces, ¿reconoces que esas denuncias contra Caja Negra y tu persona son reales?

No todas, como te digo, cada caso es diferente, por eso es que me tomo el tiempo de hablar con cada uno de ellos. Se pueden decir muchísimas cosas, yo entiendo eso, pero yo no voy a salir a un tema público ni nada de eso, yo apelo siempre a la conversación y a llegar a acuerdos. Siempre he sido así y por eso no voy a cambiar.

Conozco el mundo editorial, en el tema de los autores que denuncian que no se les ha realizado el pago de regalías o la venta de sus libros creo que ahí es importante señalar que muchas librerías no pagan, por ese lado hay una responsabilidad compartida, pero en el incumplimiento de la impresión de un libro la responsabilidad es directamente de la editorial ¿qué pasó ahí?

Creo que no soy la única editorial que pasa por estos problemas de la cadena, pero también en el contrato hay plazos, hay tiempos. Yo apelo mucho al lado humano de cada autor. Como siempre he dicho en las presentaciones, nosotros no estamos vendiendo cualquier producto, el libro es un producto sensible, y toda la cadena que conlleva a que el producto llegue a su lector también lo es. Por eso apelo al lado humano, a que podamos llegar a solucionar conversando sin llegar a más cosas. Igual si es que no se llega a un acuerdo ver la manera como llegar a una solución tanto para el autor como para la editorial. Lo que quiero es seguir trabajando para seguir asumiendo y respondiendo a mis responsabilidades.

Hablaste de la restructuración en la editorial ¿esto implica hacerte responsable de subsanar las deudas pendientes con los autores?

Por supuesto, soy una persona que siempre me he caracterizado por dar la cara. De repente hay épocas donde hemos sacado muchas publicaciones y no se ha podido dar quizás un tiempo debido a cada publicación, también de eso se aprende, por eso que ahora hemos tomado una pausa y por eso que se ha planteado la restructuración. Si nosotros no quisiéramos superar este impase y asumir nuestra responsabilidad, pues haríamos todo lo contrario, pero aquí estoy, te agradezco por darme esta oportunidad de hablar. No estoy saliendo hablar, porque apelo al lado humano, me gusta conversar con mis autores. Así como comenzamos el contrato conversando, así también se debe llegar a una solución.

A mi parecer, también las librerías atropellan a las editoriales e incluso a los propios autores ¿qué piensas de eso?

Definitivamente. Para muchos autores al ver su libro en la librería es algo emocionante. Lamentablemente ese sentimiento se va disipando a la hora de cobrar. Ese es un problema del sector, al menos de las editoriales independientes. Nosotros somos una editorial independiente, pero nos hemos caracterizados por no aislarnos. Sería bueno que el Estado apoye más este sector. Lamentablemente la Ley del Libro se para renovando cada cierto tiempo.

Algunos autores están evaluando proceder con acciones legales contra Caja Negra ¿cómo enfrentará la editorial este tema?

Cada autor es libre de hacer lo que desee, apoyo que el autor pueda plantear todo tipo de situaciones. De hecho, nosotros vamos a responder, somos una empresa. Esto no me lo tomo personal, esto es un tema de negocios, entonces si ellos quieren proceder de manera legal, nosotros también vamos a responder de la misma manera, pero espero no lleguemos a esos términos.

Con todo lo que viene pasando, tener la confianza de nuevos autores va a ser bastante complicado.

Sí, no te voy a negar que se vienen tiempos difíciles, es un tiempo de prueba para la editorial. No tenemos poco tiempo, entonces, también apelo a nuestra experiencia. Los errores no nos definen, de los errores hay que aprender. Aquí estamos nosotros en ese proceso. Como te repito, la restructuración es necesaria y es la manera de como vamos a salir de este momento difícil para la editorial.

Para finalizar, ¿cuál es el mensaje para los escritores que han denunciado a la editorial?

Les diría que pueden conversar conmigo, que me escriban, que vamos a llegar a una solución definitivamente. Quizás no sea la solución que ellos quieran o no sea la solución que yo quiera, pero creo que conciliando y conversando nos vamos a entender. Siempre he dado la cara, me gusta hablar directamente con cada persona.

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Cultura

¡Barranco está de fiesta! Museo Pedro de Osma obtuvo reconocimiento de Unesco como monumento histórico

El museo ubicado en el tradicional y bohemio distrito de Barranco es el primero en obtener el ‘Escudo Azul’ de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), debido a su riqueza arquitectónica e histórica.

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El Museo Pedro de Osma y los vecinos barranquinos viven una algarabía por haber recibido el prestigioso ‘Escudo Azul’ de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en reconocimiento al gran valor monumental y arquitectónico de su histórica edificación y a su destacado espacio, como centro cultural peruano.

La ceremonia oficial para la develación del ‘Escudo Azul’ se desarrolló la mañana del jueves 18 de abril, en su única sede, ubicada en la avenida Pedro de Osma 421, Barranco, y contó con la presencia de autoridades de entidades públicas y privadas.

El Museo Pedro de Osma es el primero en el distrito de Barranco en recibir el ‘Escudo Azul’, emblema protector reconocido internacionalmente, establecido en la Convención de la Haya de 1954, que se utiliza “en tiempos de paz como medio de identificación de patrimonio cultural a monumentos y sitios que cumplen con los más altos estándares de preservación y conservación”.

Jardines interiores del Museo Pedro de Osma ubicado en Barranco, Lima-Perú.

En la ceremonia se realizó un recorrido guiado denominado “Camino de fe”, con el curador Javier Chuquiray, donde se presentó una selección de 11 obras maestras del siglo XVII y XVIII, que reflejan la historia, pasión y fe de Cristo, acompañada del repertorio musical del violinista Rafael Fuenmayor y del violonchelista Pedro Dverde.

El Museo Pedro de Osma es una joya arquitectónica en el barrio de Barranco que alberga una extensa colección de arte virreinal, mobiliario de época y arte decorativo. Desde su concepción como una casa de verano por la familia De Osma y su diseño creado por el ingeniero Santiago Basurco en 1906, el museo es testigo de la historia peruana, destacándose por su singular estilo arquitectónico, vitrales art nouveau y elegantes detalles decorativos.

Vista de ingreso en el lado frontal del Museo.

La Fundación Pedro y Angélica de Osma Gildemeister, se encarga de la preservación y promoción del museo y realizan obras sociales en beneficio de niños y ancianos en situación de vulnerabilidad.

Declarado Monumento Histórico y Patrimonio Cultural de la Nación en 1980, el museo está abierto al público desde 1996, exhibiendo la colección más importante de arte virreinal en el país y ofreciendo servicios de restauración de obras emblemáticas.

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Cultura

“El primer peruano”, novela sobre la adolescencia del Inca Garcilaso de la Vega

Novela de época de Ricardo Ráez Reátegui, explora la juventud del más famoso cronista peruano.

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Ha pasado casi un año de la última guerra entre los encomenderos españoles y el Cuzco celebra un Corpus Christi pacífico después de mucho tiempo. En esa ciudad, Gómez Suárez de Figueroa —nombre que tuvo el Inca Garcilaso de la Vega en su juventud— vive con su padre, un capitán español, y trabaja como su secretario. Su madre es una aclla incaica y está casada con un mercader. Gómez monta a caballo junto a sus amigos, participa de las fiestas cristianas y recibe clases de un canónigo español. A pesar de que su progenitor no ve con buenos ojos que visite a su familia materna, Gómez hace todo lo posible por compartir tiempo con ellos y ser parte de las celebraciones incaicas.

Así transcurre la primera novela de Ricardo Ráez Reátegui: «El primer peruano». Este nuevo título de Maquinaciones se presentará el jueves 18 de abril, a las 7.00 p.m., en el bar Estación8 (Vivanco 415, Pueblo Libre), con los comentarios del antropólogo Rodolfo Sánchez Garrafa, la escritora Becky Urbina y el editor José Donayre.

«El primer peruano» describe la vida de Gómez entre esos dos mundos y toca clásicos temas juveniles como el amor, las diferencias de clases sociales, la amistad y las complicadas relaciones familiares, entre otros. «El primer peruano» fomenta el interés por la historia del Perú y España en la época de la conquista y es un estimulante para la lectura de las obras de Garcilaso.

Ricardo Ráez Reátegui (Lima, 1975) es investigador y periodista. Ha escrito el libro de relatos «Torino» (Maquinaciones, 2021) y «El primer peruano» es su primera novela. El autor ha usado las obras del Inca Garcilaso para recrear cinco días de la adolescencia del cronista, y considera que el cronista cusqueño transmite los valores de un pueblo solidario, creativo y sostenible. A la vez, «Comentarios reales de los incas» es un libro que cuestiona las crónicas toledanas, historias hechas para justificar la conquista, que pintaban a los incas como tiranos caprichosos.

«El primer peruano» fue una de las obras beneficiarias de los Estímulos Económicos para el Libro y el Fomento de la Lectura 2021, al ser un título ganador del Concurso Nacional de Proyectos de Creación de Obras Infantiles y Juveniles convocado por el Ministerio de Cultura.

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Cultura

Pronunciamiento del Frente de Defensa de Kuélap contra las construcciones metálicas y de concreto realizadas por el MINCUL

Tras las contrucciones metálicas y de concreto en la fortaleza Kuèlap por parte del Ministerio de Cultura, el Frente de Defensa se pronuncia exigiendo que paralicen las obras.

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Mediante este pronunciamiento, los comuneros del Anexo Kuelap, a través de nuestro Frente de Defensa del Anexo Kuelap, alzamos nuestra voz de protesta, dirigiéndonos a la población amazonense, nacional y a la comunidad internacional sobre la lamentable situación que se está generando al entorno histórico y ecológico del complejo arqueológico de Kuélap, con la construcción desnaturalizada, introduciendo elementos exógenos (cemento y fierros para ser más concretos), a pocos metros de nuestro principal monumento cultural e histórico. Al respecto mencionamos lo siguiente:

  1. 1.- Como Frente de Defensa, NO estamos de acuerdo con dicha construcción, porque rompe con la estética ecológica y con la mística cultural e histórica que nuestro monumento Kuelap, guarda entre sus piedras. Lo vemos fuera de contexto, sin criterio y que constituye un irrespeto a la monumentalidad divinamente edificada por nuestros pueblos ancestrales. Además notificamos que ésta construcción se está haciendo arbitrariamente, sin consultar e informar a nuestra comunidad.
  2. 2.- Exigimos a los entes correspondientes que PARALICEN estas obras, ya que no podemos permitir dicho atropello con nuestra cultura; y que se elimine esas vallas de fierro y cemento que atentan contra nuestro patrimonio cultural, permitiendo otras alternativas más acordes al contexto cultural y ecológico que rodea a nuestro Kuelap.
  3. 3.- Sustentamos este pronunciamiento, también en el brazo legal que se está analizando. Expertos abogados y especialistas en temas de Patrimonio Cultural, están en desacuerdo con este tipo de construcciones, porque atenta contra la integridad de nuestro Kuelap y, además, mencionan que se está violando la carta de Conservación de Venecia, jurisprudencia internacional que menciona que está PROHIBIDO las construcciones en base a metal y concreto en un Patrimonio Cultural como Kuelap.
  4. 4.- Por último, hacemos un llamado a la población de Kuelap, la Provincia de Luya y Amazonas, para que se unan a nuestro reclamo; y podamos inclusive tomar acciones legales contra este tipo de gestiones que hacen daño a nuestro principal recurso cultural y turístico de Amazonas. Como Frente de Defensa seguiremos atentos a lo que viene ocurriendo en Kuelap.

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