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Opinión

American fiction, de Cord Jefferson (2023)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Señor Director de cine, dime la verdad. ¿Cuánto es lo que Hollywood te dejará decir? ¡Eso, si no te autocensuras antes! ¡Antes de siquiera pensar en qué película vas a hacer! O para decirlo rápido y feo, la situación es así de cierta y vulgar: no muerdas la mano del dinero, y del poder, no sea que te cierren la cartera… Y quedes fuera del gran jueguito. Esta es la buena democracia que no tiene cara de que ni de broma vaya a abolir la esclavitud al Capital. Así que sé realista. Así que si haces críticas, o si haces como que criticas, no abandones nunca, nunca, nunca el ámbito de lo superficial (aunque parezca que te escapas de ahí).

La pregunta suena ridícula, igual la haré. ¿Y qué fue de la libertad artística?

Puedes sentir y sobre todo ver —y esa es la verdadera historia, el quid de la cuestión— cómo el que hizo la película fue cambiando de opinión, cosa que se aprecia conforme van pasando los minutos del metraje. El filo crítico, vale decir, apuntar directo a la cabeza del hoyo negro de las ‘industrias culturales’; la energía dirigida contra el ejército de idiotas que solo saben estar arrodillados; surgía triunfante en los primeros momentos, como una promesa estimulante, algo como la expectativa (en y por debajo del desfile de escenas y situaciones) hasta dónde va a llegar este tipo (o como dije al principio de este artículo, hasta dónde va a poder ir, hasta dónde lo van a dejar llegar); pero no muy sorprendentemente, American fiction encalla en lo ambiguo, en lo tibio y en lo confuso, con respecto a la poderosa y gloriosa intención inicial.

American fiction es una de esas películas que no termina de decir lo que se suponía que quería decir. El escritor negro quiere ser un éxito de ventas, o, por lo menos, no un fracaso de ventas, no solo un escritor que responda (hipótesis) razonablemente bien a sus necesidades existenciales y creativas más íntimas. Un cobarde más en el mundillo de las letras, tal como lo plantea la película, no es lo que se necesita para sondear más eficazmente la miseria humana, intelectual y estética del sistema… De tal manera que American fiction acaba homenajeando lo que parecía querer combatir. 

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Mario César Castro Cobos es cineasta y crítico de cine. Fundó y dirigió el Festival de Cine Lima Independiente así como las revistas Voyeur, Abre los ojos y el blog La cinefilia no es patriota, y condujo el programa de radio del mismo nombre en Radio Lima Gris. Además, escribió para Cronopia, Las sumas voces, Butaca, Mabuse, Godard!, Diario 16 y Buensalvaje. Formó parte de los cineclubs del BCR, Biblioteca Nacional, Centro Cultural Arcais, Universidad Científica del Sur, Universidad Cayetano Heredia y Universidad de Ciencias y Humanidades. Acaba de estrenar su cuarto largometraje.

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“Chabuca” y “canto de dolor, no repitan la canción”

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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La exhibición de la película “Chabuca” ha desatado severas controversias e inquietudes y un afán de los espectadores/lectores por conocer la verdad. El libro de Álex Brocca (AB) rebota por los WhatsApp y los piratas lo venden en las calles casi al mismo precio con el que fue lanzando en 1999 a 10 soles, convirtiéndose en un best sellers de baja intensidad, cosa curiosa en nuestro medio donde cada día se lee menos o no se lee nada.

En “Chabuca”, Ernesto Pimentel y la productora Tondero se han encargado de convertir a su personaje en un héroe o heroína que vence a la pobreza, acaba con la envidia, y doblega a la enfermedad, hasta logra constituir una familia y tener un hijo. Todo muy funcional a la medida de los coachs de moda y los libros de autoayuda. Mientras la contraparte o el malo de la película, en la realidad, muere en un hospital para pobres, solo y abandonado. Y encima muchos de los reportajes televisivos o impresos hechos sobre sus denuncias, han sido borrados de un brochazo para beneficiar la “verdad” retiniana que nos quieren hacer creer.

Asimismo, en la película “Chabuca”, Brocca es mostrado como un vividor violento que solo sabe pedir plata y aprovecharse del éxito de su pareja. En “Canto de dolor”, Hernán Pretel (Pimentel) es el tipo desaseado, sucio, que se acuesta con todo del mundo sin protección y cuya angurria por él éxito hace que convierta a AB en casi un esclavo o “sirviente”. Y aunque Brocca confiesa que golpeaba a Pimentel, es este último quien le rompe la nariz, hecho que sale en la película, pero esa fue la razón por la que AB le reclama dinero para la operación y no antes. Además, Brocca da a entender que Pimentel es el que tenía más avanzado el VIH.

El director de teatro y amigo Richard Torres, quien también ha dirigido a Pimentel en una obra de teatro, ha recibido la propuesta de filmar la otra versión de “Chabuca”, la que sería la película de AB contada de primera mano. Conozco a Richard y sabemos de su talento y su calidad de persona y creemos que lo correcto sería que “Chabuca” tenga su secuela en una película que sin ambages contará ese tiempo. Ah, por cierto, he dicho públicamente que apoyaría la construcción del guion.

(Columna publicada en Diario UNO)

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¿Existe la lucha de clases o es una ficción de sociólogos?

Lee la columna de Tino Santander Joo

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Por Tino Santander Joo

En un artículo anterior expliqué que el acierto histórico de Marx fue señalar que: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”; y que estas se habían transformado con la evolución del capitalismo, las revoluciones científicas y tecnológicas que modifican permanentemente las relaciones sociales y las fuerzas productivas en el mundo.

Adán Smith afirmaba: “Los salarios corrientes del trabajo dependen del contrato establecido entre dos partes cuyos intereses no son, en modo alguno, idénticos. Los trabajadores desean obtener lo máximo posible, los patronos dar lo mínimo. Los primeros se unen para elevarlos, los segundos para rebajarlos.”. Estas son las ideas que Marx tomó para fundamentar su tesis sobre la lucha de clases.  Los “marxistas revolucionarios” dogmatizaron y mitificaron el concepto de la lucha de clases hasta convertirlo en irrelevante políticamente.

El sociólogo alemán Max Weber, analiza las características de las clases sociales; aceptaba la lucha de clases, pero, señalaba que la división marxista entre oprimidos y opresores basados en criterios económicos era muy simplista, porque, no incorporaba el factor religioso, cultural, ético, y la búsqueda de prestigio y poder de los individuos.

El sociólogo Francés Pierre Bourdieu, señala que la lucha de clases tiene un doble sentido en las relaciones de poder: primero es una lucha económica por recursos y segundo una lucha por el poder simbólico, es decir, las clases sociales buscan la hegemonía de sus formas de pensar, sentir, y actuar. En el capitalismo contemporáneo la lucha de clases es cotidiana y competitiva. Esta competencia se convierte en lucha revolucionaria, porque los sectores populares tratan de apropiarse de los valores y símbolos de la clase dominante y tienen como  estrategia  la educación: “La entrada en la carrera y en la competencia por la titulación académica de fracciones que hasta entonces han utilizado poco la escuela… llegando a ser así la titulación académica y el sistema escolar que la otorga una de las apuestas privilegiadas de una competencia entre las clases que genera un aumento general y continuo de la demanda de educación, y una inflación de las titulaciones académicas”.

El socialdemócrata Tomas Pikkety, señala que el motor de la historia no es la lucha de clases, sino, la lucha ideológica y política, porque cada época tiene una ideología dominante. Pikkety propone que: “…la redistribución moderna, no consiste en transferir las riquezas de los ricos a los pobres… reside, en cambio, en financiar servicios públicos e ingresos de reposición más o menos iguales para todos, pero sobre todo en el ámbito de la educación, la salud, y las jubilaciones”.

La lucha de clases no es una ficción de sociólogos o ideólogos extraviados, es una realidad cotidiana que moviliza la ansiedad por el estatus y la creación de riqueza. La revolución social, no es una utopía de politicastros; surge como una necesidad de libertad contra la opresión del Estado que representa intereses monopólicos y mafiosos en el Perú. Solo la revolución social podrá instaurar el verdadero Estado de derecho que afirme la libertad y la búsqueda de la felicidad como objetivo individual. 

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La poesía asertiva de Luis Díaz Cornejo

Lee la columna de Márlet Ríos

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Por Márlet Ríos

Ha aparecido entre nosotros Momentos mágicos (Metanoia Editores, 2024), segundo libro del poeta y docente Luis Díaz. El primero fue Vórtice y salida (2020). En plena época posmoderna, dominada por la desesperanza y la angustia, es necesaria la poesía que enarbola la parresía y la asertividad como virtudes, para acercarnos al otro sin un despliegue de violencia simbólica (o poder). Como señala el gran poeta norteamericano Lawrence Ferlinghetti, en “Manifiesto populista”, es “tiempo de comunicarse con todos los seres sensibles”. Por consiguiente, se trata de poemas muy lejos de la pretenciosidad que domina a la última poesía peruana.

La gran mayoría de los poemas que conforman Momentos mágicos tienen como objeto poético a la mujer deseada e idealizada. No obstante, el principio del placer y el erotismo pleno están esbozados en poemas como “Los amantes” (no le pueden llamar amor al amor) y “Lo nuestro” (nuestras manos en la piel dibujan cartas náuticas). El primero nos remite, inevitablemente, a la pareja de amantes de El último tango en París. Por otra parte, la suprema claridad y el subjetivismo afirmativo van de la mano en “Mañana poética”:

Nadie ama tanto la lluvia como yo,

nadie la espera pacientemente

con fe inquebrantable,

porque sus gotas le resultan a mi corazón

un bálsamo, una medicina, frescura

y a mi ser interior le es

renuevo y purificación.

El libro está soberbiamente editado y tiene el prólogo del gran poeta piurano Marco Martos. Como dijo una vez el inolvidable Antonio Cisneros: “El poema es lo único que puede transmitir lo inefable”. Luis Díaz transita por el difícil camino de la poesía y se aleja de lo pretencioso y fútil. Enhorabuena. Hacemos votos para que el lampo lo acompañe siempre.

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De la Salsa al Reggaetón

Los recordados salsódromos y la degradación en la producción musical.

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Ni bien terminé de escuchar “Juana Peña”, me pregunté ¿Qué sucedió con la salsa?

—Hoy que todo es reggaetón, no tengo la más mínima duda de que se viene el fin del mundo—. ¿En qué momento nació esa distorsión diabólica? Tengo entendido que surgió en los barrios pobres de Puerto Rico ¿Cómo entender que la “Isla del encanto”, gran productora de salsa, ¿haya pasado a exportar lo inaudible?  

El sufrimiento que nos genera el reggaetón, ni siquiera se compara al disgusto que sufríamos a finales de los ochentas, cuando surgió la denominada salsa sensual y/o de salón. Los amantes de la salsa dura, antológica y de ‘barrunto’, irrumpíamos en los templos donde retumbaban el mambo, la guajira, la rumba, el boogaloo, el son cubano, el guaguancó y la guaracha.

Los Salsodromos en los 70s y 80s fueron todo un auge y albergaban a los amantes de la salsa, —esa de antaño y que nunca pasará de moda—.

Cómo olvidar a los legendarios: “Palacio de la Salsa”; “El Bertolotto”; La primera “Máquina del Sabor” de la avenida Arriola; “La Máquina 2” de La Herradura, —donde en 1930 funcionaba el Club Palm Beach —; “La Máquina 3” (la más fulera), de la avenida Venezuela.

“El Canta América” de la playa Agua Dulce; “La Sociedad de Cañete” en La Victoria; “La Furia Chalaca” en el Callao; el “Latin Brothers” de Lince; el “Soy Calidad” en el Rímac; “La Isla del Paraíso”; “El Salonazo” en Surquillo; “El Corso Latin Show” del jirón Cañete; “El Palacio Latino”, al costado del cine Tauro; “El Paraíso del Ritmo” de la avenida Alfonso Ugarte y “El Eco Latino” en la cdra. 14 de Manco Cápac.

Luego surgieron “La Descarga en el Barrio” de los hermanos Córdoba, y “Rumba Caliente” de Aldo Alarcón en Breña; “El Timbalero” en La Victoria, clausurado en 2011 debido a las riñas de los ‘faites’ y que dejaron un saldo de dos ‘fríos’. Actualmente, ese lugar se llama “La Casa de la Salsa”.

Posteriormente, “El Cohíba” en la avenida del Ejército, se erigió como un notable templo de salsa cubana y luego surgieron “El Kimbara” en La Victoria, “El Karamba” en Independencia y una chistosada llamada “El Tumbao”, en La Victoria y con sede incluida en Miraflores.

(Columna publicada en Diario UNO)

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La ciudad madrastra

Lee la columna de Carlos Rivera

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Llegar a Lima (esa Lima de la que alguna vez dijera Salazar Bondy, la horrible) siempre me causa una sensación de desamor. Esa conmoción que despierta esta ciudad es lo más parecido a un trato de indiferencia y que de cariño u odio para sus nativos o migrantes.

Es que hay ciudades que despiertan ternura, otras, nostalgia, alegría, ritmo que sé yo. Pero esta Lima huele —como urbe que es— a un individualismo ultra, a un pedazo de tierra sin sabor. Las gentes deambulan perdidas en sus múltiples oficios, sueños, vocaciones. Parecen ser habitada por seres fantasmagóricos salidos de alguna de Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino. No miran a nadie, andan con la cabeza firme, el corazón congelado, las manos atentas a sus bolsillos o cartera. La mirada desconfiada es lanzada sin misericordia a cualquiera, así sea a una abuelita (porque en la capital, nunca se sabe).

Lima es una ciudad que no inspira amor maternal, como los provincianos aman su Cuzco, Arequipa, Ayacucho u otro lugar. Este trato de madrastra es solo de intereses mutuos: el ciudadano que la habita hace un pacto tácito entre lo que esta ciudad ofrece y lo que este quiere de ella. Es por eso que muchos sueñan conquistar la capital sabiendo que las posibilidades son mínimas, pero se abalanzan en esta epopeya. La masa de individuos que viene se pierde en los laberintos de sus cerros o pampas desérticas, construyen casas donde no hay  siquiera proyectos de agua ni luz desafiando la más elementales normas de urbanismo. Colorida, huachafa y bullangera.

Son las constantes generaciones de provincianos que traen sus costumbres, folklore y dibujan un nuevo paisaje que se entremezcla con lo virreinal, tradicional; moderno, posmoderno y churrigueresco. La arquitectura que exhibe esta urbe es una mixtura de colores, estilos y estructuras; es como si Gaudí, Oscar Nimeyer y Andy Warhol en una pesadilla de copas la hubieran imaginado y alguien maliciosamente se robara esos bizarros planos y la construyera.

TUS LOCOS Y MIS LOCOS

Hay una singularidad de los locos de la capital: son abismalmente distintos a nuestros locos de Arequipa: sus rasgos, conductas y expresiones faciales son de una aldeana ingenuidad. Los nuestros, parecen más decentes, por así decirlo. Los locos capitalinos exhiben un rostro propio de pesadilla. He visto en La Victoria a unos niños indigentes, caminando con sus costales, comiendo desperdicios y la infancia sepultada bajo los ojos idos. He visto a un hombre que me causó un miedo tétrico: tenía un pedazo de cartulina blanca como máscara cubriéndole el rostro, sentado en la acera, levantando la cara y así “miraba” a todos los paseantes con un aire de arlequín de los submundos.

He visto también a locos comiéndose las heridas o quietos como estatuas con los ojos desorbitados perdidos en las alucinaciones que la urbe de cemento provoca. En mi Arequipa, nuestros locos no pasan de andar desnudos o hacer una que otra travesura o marchar con sus bolsas pidiendo comida o recogiéndola del suelo. Nuestros locos están contados (también desamparados) uno ya los conoce, sabemos en qué calles transitan, cuáles son sus mañas. Nuestros locos no se salen de cuadro, y cuando mueren o desaparece uno al instante como por arte de magia, aparece el relevo que ocupa la atención de los habitantes. Nuestros locos parecen peregrinos de las calles y los locos limeños, astronautas del  desamparo metafísico.

EL RUIDO

Lima es una urbe ruidosa y atosigante, no hay bus, combi o cúster que no encienda a full volumen su radio. El susurro o la modulación de la palabras en las calles no existen; casi nadie habla sosegadamente, hay que gritar porque si no los ruidos de los motores, la bulla musical, los gritos de la gente, las bocinas, el griterío de los cobradores de combi y microbuses, no permiten platicar u oír apaciblemente lo que nuestro interlocutor nos quiere decir. Entonces, uno anda con los ánimos alterados, el ruido te descompagina de las buenas intenciones que hayas tenido para iniciar tu acostumbrado ritual. Quieres pensar, pero no debes, no hay tiempo para ello.

LA BASURITA

La basura es como el barniz que decora esta ciudad, sus calles son abarrotadas con desperdicios, arrojan sin compasión al suelo todo lo que tienen entre bolsas, papeles o residuos de comida. Hay distritos en los que sus esquinas son cubiertas por montones de basura como parte del paisaje que no parecen molestar a nadie. Los cerca de 10 millones de habitantes producen 8 mil  toneladas  de basura al día  y los limeños deambulan sobre ella como si se tratara de un espectáculo habitual y común.

EL RÍO HABLADOR MUDO

Con sus 145 km de extensión, el Rímac se convierte en un río que llega desde las alturas de la sierra y le convida un poco de su vida a la capital. Rímac en su acepción quechua quiere decir hablador, pero dada la sequedad que sufre se ha quedado sin habla, es más, lo han convertido en un vertedero de residuos. Encima que le han cortado la “lengua” lo han contaminado. Pero sobre este río se ha escrito la historia de la fundación de Lima, fueron esas aguas que cautivaron los ojos de Pizarro, fueron esas aguas reservorio de lágrimas de los enamorados, ese río es la historia de Lima y como fue algún día su fuente de vitalidad, hoy parece señalar su apocalíptica sequedad.

LA CIUDAD DE LOS PENDEJOS

No hay lugar en donde las necesidades y la creatividad no vayan acompasadas día a día de las curiosidades que hacen la mayoría para sobrevivir. En una ciudad de tantas desigualdades y fastuosidades incita a que el limeño se amolde a esta urgencia de cachuelos, a esta dinámica de artilugios ante la ausencia de trabajo estable y con seguro de salud. Los llamadores de combi, los cobradores, los ambulantes en las avenidas. Los malabaristas de los semáforos, los falsos médicos, la inmensa gama de brujos, los restaurantes populares o de cualquier lugar donde te sirven menús para la gastritis con productos descompuestos, las hamburguesas de cartón, los consultorios médicos bamba que practican abortos. Es el lugar donde los congresistas se juntan a hacer sus paparruchadas, se vuelven bestias y cutreros, donde están los demás poderes del Estado. Donde los ministros rompen las reglas de tránsito, donde un maldito chofer atropella con su carro a una policía, es el lugar donde los pandilleros se posicionan en los barrios populares y se agarran a machetazos como si jugaran a la guerrita. Es la ciudad que da el floro más versátil para la sobrevivencia o el laburo. Es la Lima que pare por minuto la mayor cantidad de pendejos del país. Montesinos era arequipeño, pero muy pronto se alimeñó.

ELOGIO A LA MADRASTRA

Pero esta Lima es parte y síntesis de nuestro Perú, es la directriz política y económica del país, es la mejor  evidencia del mestizaje, la muestra eminente de los empresarios emergentes, es la ciudad donde nuestros sueños provincianos descasan para hallar rumbo y prosperidad, es la ciudad de la fe al Señor de los Milagros. Es cucufata aunque digan lo contrario sus noches, sus hostales, y esa juventud que parece ser más desgarbada. Es la Lima que primero tuvo que someter Mario Vargas Llosa para luego domar el mundo con su pluma, es la ciudad de la que nunca salió Martin Adán, pero a la que enamoró desde el ostracismo del manicomio y de algún bar donde saciaba su poética, es la ciudad que contempló a Valdelomar, la que salvó Du Petit Thouars para que los chilenos no la terminasen de destruir.

Lima es  aspiracional. Es una madrastra que de boca para fuera todos decimos detestar, pero en el fondo la queremos, deseamos estar en ella, aunque sea horrible y bullanguera “esta ciudad de los gallinazos”.

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La mediocridad más temida

Lee la columna de Edwin Cavello

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El estreno de la película peruana “La piel más temida” del cineasta huancaíno Joel Calero Gamarra, continúa despertando un acalorado debate en redes sociales tras sus primeras críticas por la manera en que aborda el tema del terrorismo. Para algunos, Calero romantiza el terrorismo, para otros, es nuestro Martín Scorsese de los andes —entiéndase el sarcasmo—. En un país sin educación cinematográfica se dice cualquier barbaridad, pero lo cierto es que el director de “Cielo oscuro”, “La última tarde” y “La piel más temida” aún tiene grandes limitaciones como director de cine. Tal vez en su décima película podamos observar algo mejor.

Pero hay un tema mucho más importante que la película de Calero Gamarra, y se trata de lo mencionado por el presentador de Canal N, Francisco de Piérola, me refiero al financiamiento que reciben las películas peruanas por parte del Ministerio de Cultura, un tema importante que poca gente en los medios de comunicación ha problematizado.

Para que la gente se ubique, hay que ser claros, desde la época de CONACINE, existe una mafia que durante años direccionó el financiamiento para un grupo de amigos, una argolla de cineastas que se acostumbró a mamar del Estado, y por ser amigos de políticos o funcionarios de turno, se les tenía que financiar sus caprichos llamados “proyectos cinematográficos”. Muchos de ellos malgastaron el dinero de la película en compras frívolas, incluso se habla de autos, camionetas y departamentos, entre otras “necesidades” de cineastas independientes. Como resultado de esto, varios directores de cine que han sido financiados por el Ministerio de Cultura, no han entregado su proyecto cinematográfico finalizado.

El problema del uso y abuso del financiamiento no solo es exclusivo del rubro cine, también ha pasado lo mismo con el financiamiento para las editoriales independientes y otras hierbas. Tan grave es el tema, que el área legal del MINCUL envió cartas notariales a todos aquellos que no cumplieron con el buen uso de los recursos públicos.

Actualmente, la Dirección Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) del MINCUL, se parece cada vez más al CONACINE. El financiamiento cae repetidas veces en las mismas manos, como si en este país solo un grupo de diez personas fueran los únicos que saben filmar una película. Y lo peor es que son películas mediocres, como la que acabo de ver: y esa es la mediocridad más temida.

(Columna publicada en Diario UNO)

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Madre solo una, de Santiago Risso

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Libro pequeño, breve que pueda entrar en el bolsillo de la camisa y que sea tamaño del corazón. Es lo que esta vez nos ofrece el vate Santiago Risso. Un ramo de flores o un bonsái para su querida madre que partió al infinito en 2022, pero que se ha quedado para siempre en estos textos de inmensa ternura, nostalgia y sabiduría. Y que uno va leyendo renglón a renglón casi como gota a gota de esta vida que nos deja el ejemplo de la virtud, algo de lo que siempre hablaba Enrique Verástegui, ilustre amigo de Risso.

Un libro dedicado a Elena Bendezú Molinari, la señora de la poesía que nos recibía con los brazos abiertos en Mammalia, el local de San Miguel, donde a inicios de los noventas nos reuníamos los poetas de la generación del noventa. Y creo, sin equivocarme, era la única madre que nos acompañaba en los diversos recitales de esa época; y también viajaba. Y verla compartiendo con los bardos y demás escritores era una fiesta. Su sonrisa era también un verso permanente.

Los grandes poetas le han cantado a la madre, no solo Oquendo de Amat: “Tu nombre viene lento como las músicas humildes / y de tus manos vuelan palomas blancas”; o ese doloroso poema de Allen Ginsberg en Kadish:  “Oh madre / qué cosas he pasado por alto / Oh madre / qué he olvidado / Oh madre / adiós / con adiós de un largo zapato negro”;

o Baudelaire que le dice a su madre: “Mi querida madre, si posees realmente un alma maternal y si todavía no estás harta, ven a París, ven a verme, e incluso ven por mí.”
Pero Santiago siempre tuvo a su madre al lado y por eso dice: “El viento de la paraca / sobrevuela las líneas de tus manos. // Madre querida, / hoy viajas sin mí/ con tu vientre vacío / con tu piel desnuda / de mis cabellos”.

Asimismo, esta pequeña arquitectura nos habla también de la Madre Arenal en Villa el Salvador y de la “Sagrada familia mi tía”, la señora Delia, hermana de Elena y que le tocó suplir y como pergeña Risso: “asumió el papel y la añoranza de mi madre Elena / cuando partió al Cielo. / Se convirtió Delia en abuela de mis hijos, / suegra de mi esposa. / Enlazada mediante el hilo telefónico / asume la responsabilidad / de la hermana ausente, / la sonrisa y el orgullo / de la abuela ausente. / La mea culpa injusta de los inevitables / azahares del destino.”

Con esta publicación, Madre solo una, Santiago (nos) recuerda a la madre abnegada que nos levanta en brazos, nos lleva al colegio o nos aconseja en la adolescencia y nos acompaña en la adultez y que, sin saberlo, su vida es también el poema que necesitamos leer en voz alta y que nos habla del amor.

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Emergencia sanitaria por dengue en el Perú

Lee la columna de Raúl Allain

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Con brigadas sanitarias casa por casa, el Perú busca erradicar el mosquito transmisor del dengue en un intento por controlar un fuerte brote que ha dejado 32 muertos y 31.364 contagios en los dos primeros meses del año, según fuentes sanitarias.

Desde tempranas horas del martes, una veintena de brigadistas del ministerio de Salud visitaron 500 viviendas del populoso distrito El Agustino, en Lima, para identificar y eliminar criaderos del zancudo transmisor cuyo número se disparó por la ola de calor actual.

“El calor hace que se favorezcan las condiciones para la reproducción del (mosquito) vector” del dengue, haciendo más rápida su reproducción, dijo Carlos León, director regional de Lima del ministerio de Salud.

La situación llevó al gobierno a declarar desde el martes pasado en emergencia sanitaria a 20 de sus 25 regiones.

La emergencia sanitaria se extenderá por 90 días y tendrá efectos en los departamentos de Amazonas, Ancash, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huánuco, Ica, Junín, La Libertad, Lambayeque, Lima, Loreto, Madre de Dios, Pasco, Piura, Puno, San Martín, Tumbes y Ucayali, así como en la provincia constitucional de Callao, según indica el documento firmado por el ministro de Salud, César Henry Vásquez.

Hasta la séptima semana de 2024, el Perú sumaba 24.981 casos de dengue, 97,9% más que los registrados en el mismo periodo de 2023, de acuerdo con las cifras del Ministerio de Salud. Además, se habían contabilizado 28 muertes por causa de esta enfermedad, cuando en el mismo lapso del año pasado fueron 18.

En la región, el Perú es el segundo país con más casos en lo que va de 2024. Solamente es superado por Colombia, que tiene 40.662, según la plataforma de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que monitorea este padecimiento.

La declaratoria de emergencia –señala el decreto– implica que el Ministerio de Salud, las instituciones nacionales del ramo y las autoridades sanitarias de las localidades involucradas deban “realizar las acciones inmediatas” para prevenir y garantizar la atención de casos. Esto incluye contratar los bienes y servicios necesarios para enfrentar las afectaciones de la epidemia.

El dengue es una enfermedad endémica de zonas tropicales que provoca fiebres altas, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, dolor muscular y, en los casos más graves, hemorragias que pueden causar la muerte.

La emergencia sanitaria permite a las autoridades otorgar mayor presupuesto para combatir la enfermedad, que es transmitida por el zancudo Aedes aegypti.

Según el ministerio de Salud entre enero y febrero se reportaron 31.364 casos y 32 fallecidos por esta enfermedad endémica, en comparación a los 12.264 casos y 18 decesos del mismo período en 2023.

OVITRAMPAS

Los brigadistas utilizan decenas de ovitrampas (recipiente de plástico con agua y papel toalla) para identificar y eliminar los criaderos de huevos del vector en las viviendas.

“A nivel nacional estamos en una alerta roja, en fase de epidemia y si no hacemos las actividades preventivas la enfermedad se va a seguir propagando”, declaró la enfermera Johana Ildefonso.

“Me he quedado sorprendida. No sabíamos que teníamos estas larvas en el florero”, admitió Yudy Roque, de 33 años, tras descubrirse varias larvas del zancudo en su domicilio.

Las altas temperaturas ocasionadas por el fenómeno climático El Niño favorecieron la expansión del dengue.

“El Fenómeno del Niño es el factor más importante que está generando que la reproducción del zancudo sea más alta”, según el director de Enfermedades Metaxénicas y Zoonosis del ministerio, Moisés Apoyala.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reiteró el 20 de febrero su llamado a intensificar esfuerzos y acciones contra el dengue.

Perú tuvo en 2023 el peor registro por dengue en cuatro décadas, cuando la enfermedad mató a 445 personas y causó más de 270 mil contagios.

A nivel global hubo más de 5,5 millones de casos y 5.000 muertes en 2023, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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