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WERNHER VON BRAUN, LUCES Y SOMBRAS DE LA LLEGADA A LA LUNA

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Por Ybrahim Luna

Este 2019 se conmemoran cincuenta años de la llegada del hombre a la Luna. Pero pocos conocen la controvertida historia de uno de los principales artífices de tal hazaña.

El ingeniero aeroespacial Wernher Magnus Maximilian von Braun nació el 23 de marzo de 1912 en Wirsitz, Prusia (Imperio alemán), en el seno de una familia aristocrática.

Desde niño Wernher demostró aptitudes sobresalientes. A los cuatro años podía leer de corrido los periódicos que llegaban a casa. A los diez tocaba tan bien el piano que fue invitado por un conservatorio para componer sus primeras obras. A los trece se inició en el violonchelo que también llegó a dominar. Talentos que hicieron creer que la música sería su camino. Pero su pasión estaba un poco más arriba.

Luego del fin de la Primera Guerra mundial, los von Braun se trasladaron a Berlín donde el padre fue designado ministro de agricultura y el adolescente Wernher seguía dando muestras de su gran precocidad. Cuando cumplió quince años su madre le obsequió un potente telescopio casero que despertó su fascinación por el espacio exterior y selló su futuro. Con tan solo dieciocho años ingresó a la Sociedad para el Viaje Espacial (VFR, por sus siglas en alemán) y se especializó en aerodinámica bajo la tutela de uno de los científicos pioneros de la travesía espacial, Hermann Oberth.

Wernher con el presidente Kennedy.

Los avances de Wernher fueron tan sorprendentes en su área que despertaron el interés del ejército alemán. Cuando Adolf Hitler llegó al poder, el joven von Braun era indiferente a la política y solo le apasionaban dos cosas: sus cohetes y el Espacio. Sus padres decidieron alejarse de la capital por considerar peligrosas las ideas del nacionalsocialismo.

Con veintidós años se doctora en ciencias físicas y junto a un equipo de ingenieros desarrolla los cohetes denominados A1, A2, y el A3 (de siete metros de alto y el primero con un sistema de guiado).

Buscando un lugar para que las pruebas de lanzamiento fuesen reservadas, el equipo de científicos se trasladó a la zona costera de Peenemünde.

Wernher con el ejército de la SS.

Cuando Wernher cumplió veintisiete años fue visitado por el mismo Reich, quien estaba intrigado por el proyecto que tanto dinero le costaba al gobierno alemán. El equipo le aseguró a Hitler que pronto tendría listo el A5, un cohete-misil con un alcance de 250 kilómetros y una carga explosiva de una tonelada. Pero las pruebas posteriores no tuvieron el éxito esperado, incluso los técnicos corrieron peligro cuando algunos misiles erráticos estallaban cerca de su ubicación.

Luego de muchas pruebas, en 1942, el A4 pudo volar correctamente y llegar a su objetivo a 198 kilómetros de distancia: era un cohete y un misil de guerra. Entonces, Wernher y su gente se reunieron con Hitler para convencerlo de seguir invirtiendo en el proyecto. Incluso le expusieron sus planes con espectaculares tomas cinematográficas como le gustaba al propagandista Joseph Goebbels. Así lo revela el libro “WERNHER VON BRAUN – Entre el águila y la esvástica” del ingeniero aeronáutico y escritor español Javier Casado Pérez.

Wernher, presionado o no por las circunstancias –no está claro-, terminó ingresando al gobierno como miembro del partido nazi, siendo reconocido como teniente segundo de la SS.

Hitler ordenó la fabricación en masa de los A4 con la mano de obra de prisioneros extraídos de campos de concentración. En la misma base de Peenemünde se edificó un campo para los trabajadores al servicio de los misiles. Mucho murieron.

En agosto de 1943, los ingleses bombardearon instalaciones donde se construían los A4. Sin embargo, su misión principal era liquidar al equipo técnico a cargo, y por supuesto a von Braun a quien tenían plenamente identificado.

El cohete-misil A4 hizo su ingreso afortunadamente tarde en la II Guerra mundial, cuando los aliados y soviéticos estaban venciendo a las tropas del Führer. Muchos se preguntan qué hubiese ocurrido si Hitler llegaba a tener los misiles en toda su capacidad.

Los militares alemanes querían vengarse de la avanzada británica, por lo que rebautizaron al A4 como V2 (Vergeltungswaffe-2). Y la venganza ocurrió poco después. Una lluvia continua de A4 (o V2) cayeron sobre Londres y otras ciudades europeas ocasionando la muerte de alrededor de 5400 personas. Pero para los alemanes, ese número de bajas enemigas, contrastado con el valor de los cohetes, era relativamente bajo.

En los temibles túneles de Mittelwerk, un lugar que Wernher también visitó como supervisor nazi, se fabricaban a toda prisa las partes de los A4. Se calcula que de los 60 mil prisioneros que pasaron por esas instalaciones unos 26 mil perdieron la vida en condiciones extremas.  

Wernher von Braun en el centro Marshall de la NASA.

En abril de 1945 Hitler se suicida, termina la guerra y tropas especiales de EE.UU. y a U.R.S.S. avanzan a toda prisa para dar con los científicos responsables de los misiles. Los estadounidenses dan con el equipo de von Braun que se rinde sin mayor resistencia. Los integrantes niegan cualquier filiación ideológica con el partido nazi y aseguran que solo aprovecharon la oportunidad por su interés científico en el vuelo espacial. Wernher y varios de sus colegas son llevados a EE.UU.

El resto de la historia es más o menos conocida. En Estados Unidos, von Braun fue designado director del Centro Marshall de la NASA y fue el principal diseñador del cohete Saturno V que llevó al hombre a la Luna en 1969, como objetivo principal de la misión Apolo, lo que lo convirtió en un héroe nacional.

Pero demasiados reflectores también atrajeron atención sobre su pasado, haciendo que la polémica lo obligara a retirarse de la vida pública. Por otro lado, los contribuyentes y el gobierno consideraban que la carrera espacial contra los soviéticos había terminado y que era momento de orientar los millonarios fondos a otras prioridades.

Wernher Magnus Maximilian von Braun, un hombre de luces y sombras, murió en junio de 1977 en Virginia, víctima de cáncer.

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