Opinión

¿Una película sobre el boxeo?: Fat City (1972)

Lee la columna de Rodolfo E. Acevedo Palomino

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El boxeador Tully quiere volver al ring, pero algunas cosas se lo impiden. Intenta sobreponerse a la desilusión, conservar la esperanza, sobrevivir, ganar unos dólares, rehabilitarse de su alcoholismo. La secuencia que inicia Fat City (1972) -de John Huston[1]-, muestra planos sucesivos de la pequeña ciudad de Stockton –de su gente y sus calles-, para luego seguir con Tully  despertando en su cuarto de hotel, inquieto, buscando prender un cigarrillo, recorriendo el espacio, revisando lo poco que tiene. (Puede verse que ha sido una noche difícil para el personaje).

Basada en la novela de Leonard Gardner —también autor del guion—, la película de Huston nos conduce por las vivencias de boxeadores de una pequeña localidad, intentando obtener éxitos  deportivos y profesionales. Al mismo tiempo, se trata de gente desventurada saliendo adelante  como puede, a pesar todo. Los púgiles y sus manejadores sueñan con mejores futuros, mientras entrenan, combaten y pierden, para luego terminar en el bar, rendidos, hasta recomenzar al siguiente día. En medio, Tully y Ernie —un joven boxeador con un potencial que nunca termina de mostrarse—, buscan trabajo en los periodos de cosecha de las distintas plantaciones de la California de los años setenta del siglo XX. (Centenares de personas esperando ser contratadas para los campos de recojo. Allí los personajes entablan relaciones cuasi fraternales, mientras se reconocen en las extenuantes labores diarias, contándose anécdotas, trascendiendo sus diferencias, en su condición temporal de obreros agrícolas).

Individuos que han perdido el rumbo, o no han podido adaptarse a ciertos requerimientos sociales. En cierto sentido, parecen haber sido relegados. Las secuencias en los bares —recurrentes—, convocan esa imagen de derrota o de constante espera, habitual en el cine estadounidense para graficar a los excluidos y a aquellos a los que —ideológicamente—, se les denomina “perdedores”. Estos personajes se encuentran, entablan amistad, se apoyan y se aguantan. Tully funge de guía. Carga con su frustración, trabaja, se embriaga algunas noches y entrena algunos días para la próxima pelea que quizás lo recupere. Conocerá a Ernie en el gimnasio y lo pondrá en contacto con su ex entrenador, Rubén. Ernie tratará de mantener a su mujer e hijo recién nacido, y de paso, intentará no defraudar demasiado las expectativas puestas sobre él. Rubén, por su parte, desea encontrar un “campeón” que le dé reconocimiento, cansado de ver boxeadores vencidos, tanto en el ring, como por la depresión.

La deriva de Tully por los bares lo llevará a conocer a Oma. Ella, su personaje, es una mujer liberada y desprejuiciada, que bebe copiosamente, esperando a que su compañero Earl salga de la cárcel, detenido por una riña y por el racismo de la policía. (Ella le explicará a Tully lo difícil que es tener una pareja afroamericana en la sociedad estadounidense).

Película que desarrolla una caracterización amarga y desolada de sus personajes y del espacio representado. Su referente real –en la época en que fue filmada-, contextualiza los comportamientos, al relacionarlos con la dinámica social de la región y la ciudad, dando una imagen general de abandono y pobreza que conecta con el fracaso y la falta de oportunidades que aquejan a la mayoría de personajes. Ellos —Tully en particular—, muestran ese tesón para seguir sobreviviendo a pesar de la borrachera y de los reveses que enfrentan. Para unos es la promesa incumplida –lo que fue, lo que no se hizo-, aquello que incita a seguir adelante. En otros casos, las necesidades apremiantes del presente (la paternidad repentina, la responsabilidad con un grupo de jóvenes púgiles, o solo el sostener el próximo vaso), y un futuro incierto, movilizan acciones y afectos.  

La inusual película de Huston —inusual dentro de su filmografía—, no es una historia deportiva sobre el triunfo, la derrota y la redención, sino un drama sobre individuos que han perdido mucho y no encuentran aquello que están buscando, llámese éxito, felicidad, o simplemente un mañana más digno.


[1] Nevada (Misuri), 1906 – Middletown (Rhode Island), Estados Unidos, 1987.

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