Opinión

“Treinta años después”, por Umberto Jara

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Por Umberto Jara

Hace treinta años, en la noche del 12 de setiembre de 1992, los ciudadanos peruanos vivimos una de nuestras mayores alegrías. En realidad, más que júbilo fue la emoción por recuperar la paz después de doce años de terror. Vuelta la mirada suena increíble que durante ¡DOCE años¡ tuviésemos que padecer la más atroz violencia.

Aquella noche cuando los noticieros anunciaron la captura de Abimael Guzmán Reinoso, el país sintió que ya no habrían miles de muertos, miles de huérfanos, miles de mutilados. Que ya no habrían viviendas destruidas con familias en su interior. Que los noticieros dejarían de mostrar comisarías y locales devastados por salvajes coches bomba. Que no habrían poblados de indefensos campesinos arrasados por la turba senderista, tampoco mujeres embarazadas destripadas, niños usados como bombas humanas y policías asesinados por la espalda o en emboscadas.

Todo eso pasó por la memoria de los peruanos cuando apareció en los televisores Abimael Guzmán Reinoso vencido frente al entonces jefe de la DINCOTE, general Antonio Ketín Vidal, tras un extraordinario operativo de los integrantes del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) que desarticularon con astucia y coraje al terrorismo de Sendero Luminoso.

Han pasado treinta años y, a la vez, existe la tristeza de saber que poco es lo que aprendimos de aquella atroz etapa. La izquierda nacional se encargó de tergiversar la historia y hoy existen versiones diversas sobre un episodio que solo debería tener condena unánime. Durante la etapa del terrorismo, en los años ochenta, la izquierda empezó simpatizando con Sendero Luminoso. Consideraban que era una organización andina que podía instaurar una “revolución”; después, cuando la evidencia de las atrocidades cometidas era incontestable suavizaron el discurso pero, en 1987, plantearon una ley para dejar en libertad a los presos del senderismo y durante muchos años se esmeraron en presentar a Guzmán como un maestro, un filósofo y no como el cabecilla de una criminal banda terrorista.

Cuando Valentín Paniagua asumió el gobierno, personajes como Diego García Sayán impulsaron la libertad de terroristas. Después, en el gobierno de Alejandro Toledo, asomaron sujetos como Gino Costa quien junto con organizaciones como APRODEH impulsaron indemnizaciones para senderistas generando así una afrenta a los policías caídos en defensa del país y a las víctimas del terror. También asomó la llamada Comisión de la Verdad quienes, junto a Gustavo Gorriti, se esmeraron en torcer la historia calificando como conflicto armado interno lo que fue salvaje terrorismo. Buscaron minimizar la ferocidad e insania de Guzmán y su banda.

Como si esa ignominia no hubiera bastado, en el año 2021, la izquierda nacional incapaz de modernizarse, crecer y pensar, se unió al IDL de Gorriti y a los irresponsables mercantilistas que reciben el apelativo de caviares, para promover la llegada al poder de Pedro Castillo a pesar de todas las evidencias que lo mostraban como seguidor de la huella de Guzmán en el Movadef.

Treinta años después, en la mañana de hoy 12 de setiembre, ha vuelto a ocurrir otra afrenta al país. La DINCOTE organizó la conmemoración al éxito policial que, a través del GEIN, capturó al cabecilla senderista. No correspondía que asista Pedro Castillo por varias razones. Aparece en diversos videos junto a senderistas cantando marchas de Sendero Luminoso; nombró personajes con antecedentes por terrorismo o cercanía al senderismo como ministros de Estado; los fondos de su campaña electoral siguen bajo el manto de sospecha por la presunción de un apoyo del narcoterrorismo del VRAEM. Asimismo, Pedro Castillo pertenece al ala del magisterio que se inició en el MOVADEF —herederos del senderismo— y es propulsor del FENATEP el sindicato legalizado sin cumplir los requisitos necesarios y compuesto no solo por pro-senderistas sino por corruptos ávidos de capturar la Derrama Magisterial.

Sin embargo, ese individuo llamado Pedro Castillo Terrones se presentó esta mañana a la ceremonia de la DINCOTE sin ningún derecho a asistir porque se trataba de una celebración del triunfo contra el terrorismo y no se debe olvidar que fue Castillo el que durante trece días convirtió el cadáver de Abimael Guzmán en un fantasma al negarse a tomar una decisión sobre su entierro en noviembre del año pasado.

El actual jefe de la DINCOTE, general Oscar Arriola, cuyo gran mérito es ser un oficial con firmeza en su trabajo y en la ruta del camino trazado por los valerosos policías del GEIN, ha recordado la importancia de no perder la memoria. De eso se trata. De no olvidar que en este país existió terrorismo, que Abimael Guzmán fue un psicópata que provocó doce años de feroz violencia con decenas de miles de vidas perdidas y destruyó la economía del país generando más pobreza.

En lo personal, pienso que cada quien tiene su pequeña tarea y debe realizarla. Por esa razón dediqué cuatro años a una investigación que está contenida en el libro “Abimael, el sendero del terror”. Es un texto para los ciudadanos de nuestro país y, sobre todo, para los jóvenes a fin de que conozcan una historia que estamos obligados a no olvidar.

Hoy que se cumplen treinta años de la captura de Abimael Guzmán y el derrumbe del terrorismo de Sendero Luminoso, estamos los que creemos en la paz, en no sacar provecho disfrazando la violencia del terrorismo, en creer que necesitamos un país sin mentiras y sin indemnizaciones inmorales. No debemos olvidar que es una infamia aprovechar el dolor para hacer política y buscar financiamientos y que debemos respeto a todos los que lucharon contra el terrorismo, a los que perdieron sus vidas, a los que perdieron sus familias y sus pertenencias, a los que tuvieron que migrar y rehacer sus vidas. Junto a ellos, treinta años después, merecen todo homenaje los extraordinarios policías del GEIN que derrotaron a Sendero Luminoso, sin recursos y escaso apoyo pero con gran inteligencia y entrega, y junto a ellos, en esta conmemoración, también merecen respeto los miembros del la DINCOTE que siguen dando batalla.

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