Por: Jorge Paredes Terry
En el Perú, la riqueza y la pobreza coexisten de manera alarmante, y un claro ejemplo de esta incongruencia se encuentra en la provincia de Pataz, en La Libertad. En esta región, históricamente minera, se asentaron hace casi 50 años algunas de las familias más ricas del país, hablamos de los Arias, Navarro Grau, Marsano, Picasso y hasta los Benavides, amasando sus fortunas gracias a la explotación del oro en mi provincia. Sin embargo, a pesar de la abundancia de recursos naturales, Pataz sigue siendo una de las zonas más pobres y desatendidas en términos de servicios básicos, mientras los mencionados mueven miles de millones en cuentas de paraísos fiscales como Islas Vírgenes y otros destinos financieros del globo.
Recientemente y como si de un regalo de Navidad se tratase, los patacinos nos enteramos del famoso ranking anual de las más grandes fortunas del país, cinco de ellas deben su fortuna al oro de Pataz.
Estas familias han logrado acumular grandes patrimonios gracias a la minería, mientras que la provincia enfrenta una realidad muy distinta. La falta de infraestructura vial adecuada, la ausencia de hospitales, la grave contaminación ambiental ocasionada por sus operaciones, la prevalencia de enfermedades como la anemia y la desnutrición crónica, aunado a la falta de agua y desagüe son solo algunos de los problemas que afectan a la población local.
La situación en Pataz es un reflejo de un sistema político y económico que no ha logrado distribuir equitativamente la riqueza generada por la minería. A pesar de los ingresos que produce el oro, la provincia carece de servicios básicos esenciales. La anemia infantil afecta a más del 70% de los niños en la provincia y la desnutrición crónica supera el 50%. Además, la mortalidad materno-infantil es alarmantemente alta, con cientos de vidas perdidas cada año debido a la falta de atención médica adecuada.
Fuente: Infobae.
En Pataz, si tienes la desgracia de sufrir de apendicitis o peritonitis, mueres, así de simple, no existe una sala de operaciones básica para este tipo de tratamiento, varios pobladores han fallecido por falta de oxígeno u otro elemento vital, las emergencias tienen que ser derivadas a la costa, un trayecto de 12 horas entre Tayabamba, capital de Pataz y Trujillo.
Cada año mueren cientos de patacinos por el estado calamitoso de las carreteras, si hoy lamentamos las muertes de trabajadores a manos de la delincuencia, debemos también hacer algo por los cientos de muertos por accidentes que podrían evitarse si las mineras y el gobierno construyeran las carreteras que Pataz necesita.
La incongruencia entre la riqueza generada por la minería y la pobreza de la población local ha llevado a los habitantes de Pataz a tomar medidas por su cuenta. Gracias al Registro Integral de Formalización Minera (REINFO), muchos han decidido dedicarse a la minería en sus propias tierras, buscando así una fuente de sustento directo. Sin embargo, esta iniciativa también ha traído consigo desafíos, como la presencia de bandas criminales y la minería ilegal, que han generado violencia y descontrol en la región.
Mi abuelo don Manuel Paredes Viera fue alcalde provincial en 3 ocasiones, mi bisabuelo don Santos Bustamante en dos ocasiones, en la época donde los alcaldes no ganaban sueldo, era elegida la persona más ilustre y representativa, y se generaba desarrollo, esta situación cambió drásticamente con la llegada de las grandes mineras, que, en lugar de traer desarrollo, trajeron desgracia y atraso. Esta situación en Pataz es un claro ejemplo de cómo la riqueza generada por los recursos naturales no siempre se traduce en beneficios para la población local. La falta de servicios básicos, la prevalencia de enfermedades y la alta mortalidad materno-infantil son problemas que requieren una atención urgente y una distribución más equitativa de la riqueza. Mientras tanto, los habitantes de Pataz continúan luchando por mejorar sus condiciones de vida a través de la minería artesanal y la formalización de sus actividades.