Opinión

Recursos humanos, de Laurent Cantet (1999)

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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Lo que se siente al ver esta película. Ese sentimiento… tan agradable, de, sin caer en la ingenuidad y la simpleza; esto no parece una película, se dice uno a sí mismo, parece algo más, parece, por momentos, algo vivo y cotidiano, que se despliega ante tus ojos. ¿Un pedazo de vida? Captado en cine, eso. O casi. O cerca. Es lo que podríamos llamar una realidad examinada, mientras se manifiesta, se produce, se hace presente.

La luz más cruda del documental vs. la luz más, supuestamente, compuesta de velos, de la ficción. Si menciono este relativo lugar común tan útil como discutible, es para examinarlo in situ, al ver esta película. Hay una guerra silenciada, no hay, pues duda alguna; hay una violencia o injusticia estructural, institucionalizada, invisibilizada, naturalizada, es lógico y evidente si recuerdas en qué sistema estamos y miras la trayectoria del personaje que hace las veces de ‘conciencia’.

La ignorancia, el conformismo, la pereza, la apatía, la pasividad, una suerte de realismo estrecho, o la simple falta crónica de oportunidades que te modela, todo lo que puedes encontrar sin tanto esfuerzo en tu experiencia con quienes podrías llamar con una punta de soberbia, la gente normal, común y corriente. Ese ‘el mundo es así y nadie lo va a cambiar’, casi como lema. Urge ser consciente, revolverse, trazar estrategias, ayudar a despertar.

Claro, son buenos trabajadores, pero están pavlovianamente imbuidos en su gran costumbre, ¿cómo sacarlos de ahí? Sí pues, nada se oculta, todo está claro, es el famoso cine social, la famosa lucha de clases. Y sucede que ambas cosas sí existen. Aquí a funciona a la perfección el papel del personaje protagonista, su estar en medio de aguas mezcladas, con dos polos, los extremos y la escala de grises, con su firme deseo de no traicionar a los suyos.

Que luego, que enseguida, que gracias a la educación que recibió, son y no son los suyos. Al final lo son, pero con ciertas dificultades. Has dado una probadita a otro mundo… Pero no se preocupen, las cosas se aclaran maravillosamente cuando todo se reduce a que los patrones están encantados de despedir gente y están usando al ‘joven ejecutivo venido de abajo’ con ese fin. Porque para ellos, los humanos, ‘que no son como ellos’, son más recursos, que humanos, o eso quisieran.

(Columna publicada en Diario UNO)

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