El PCO es la punta de lanza, o si se quiere la locomotora transformadora que jala y deberá enfilar a los vagones del desarrollo del Perú, postulando un gran jubileo y una gran reconciliación nacional contra la corrupción y la impunidad, junto a los exmilitantes de otras colectividades, quienes a lo largo de estas tres décadas se enfrentaron al sistema mafioso imperante, incluso redivivo dentro de sus propios ex partidos.
PCO son las siglas del Partido Cívico OBRAS, organización política creada inicialmente como Movimiento Cívico OBRAS en julio 8 de 1989, por el periodista y broadcaster Ricardo Belmont Cassinelli, frente a un Perú tan fracturado como el actual, que se batía en medio del terrorismo y la hiperinflación.
Ahora, tras 35 años, renace OBRAS con un mensaje filosófico, ideológico y programático más cuajado, experimentado, consistente y completo para el presente. Es más, sin temor a equivocarnos el PCO es conceptual, teórica y pragmáticamente un partido político en todo el sentido de la palabra y en coherencia con lo que la ciencia política y el derecho constitucional entienden por partido político
Por tanto, el PCO -a diferencia del casi medio centenar de organizaciones partidarias que listan en el JNE- no es un experimento de advenedizos, no es un club de amigos que juega a la política, no es un vientre de alquiler, no es una asociación que se alquila, ni es un grupete de poder que solo ingresa a la política para defender sus intereses particulares. Nada de eso y de ninguna manera.
El PCO es la punta de lanza, o si se quiere la locomotora transformadora que jala y deberá enfilar a los vagones del desarrollo del Perú, postulando un gran jubileo y una gran reconciliación nacional contra la corrupción y la impunidad, junto a los exmilitantes de otras colectividades, quienes a lo largo de estas tres décadas se enfrentaron al sistema mafioso imperante, incluso redivivo dentro de sus propios ex partidos. Ellos fueron defraudados por sus propios dirigentes y merecen una segunda oportunidad. No más corrupción dentro de los partidos políticos.
En consecuencia, es la hora de convocar, sumar y exhortar a la unión de los peruanos, es hora de afiliar a los mejores, aquellos ciudadanos que fueron separados, ninguneados o satanizados en los viejos partidos políticos, en esa vetusta casta a la cual el Hermanón ya la enfrentó y derrotó como outsider en las elecciones municipales de 1989.
Para entonces OBRAS venció a la Izquierda Unida, al APRA y al FREDEDMO de Vargas Llosa, que no era moco de pavo pues agrupaba en alianza electoral al partido Acción Popular con un Fernando Belaunde vivo; al PPC con un Bedoya Reyes impertérrito; y al propio Movimiento Libertad autor de la “Casa verde” y “Pantaleón y las visitadoras”.
No solo eso, sino que luego de tres años de gestión municipal exitosa, Ricardo y OBRAS fueron reelegidos en las elecciones de 1992 para seguir conduciendo por un mandato más a la ciudad capital, en una administración reconocida hoy por propios y extraños, por estudiosos peruanos y extranjeros, como el mejor gobierno edil en la historia del Perú.
Pero después de que el entonces alcalde de Lima declara a Alberto Fujimori “persona non grata”, tuvo que enfrentar a lo peor del fujimontesinismo y esa es otra historia con cargo a contar y detallar en posterior columna.
No obstante, OBRAS vuelve y renace. Asimismo, reitero y remarco que debe ser la locomotora y la punta de lanza de los grandes gremios de los trabajadores manuales e intelectuales, de los movimientos regionales no contaminados, de los sindicatos, de las federaciones estudiantiles, de los hombres y mujeres del campo, de los profesores, médicos, enfermeros e ingenieros, del peruano del Perú profundo, traicionado por los Toledo y los Humala.
Solo unidos podremos encaminar y transformar a la nación peruana con fuerza hercúlea y disciplina espartana para brindar a cada compatriota seguridad, trabajo digno, educación, salud, bienestar, desarrollo y felicidad.