Para la segunda semana en que se abrió esta muestra tuve la ilusión de ver nuevas propuestas pictóricas; y claro, debo admitirlo; siempre apunto a encontrar algo novedoso en ese medio ya que considero que es el medio donde más me siento familiarizado.
Por lo mismo fui terco al ir dos días consecutivos al ICPNA de San Miguel; el primer día no pude ver la muestra ya que el Sr de seguridad me contaba que los días lunes, la galería permanecía cerrada y créanme, fue una situación que me incomodó demasiado ya que aquel día me había dado todo un viaje desde Miraflores a San Miguel y de San Miguel hasta los Olivos, distrito donde vivo.
Al día siguiente, un martes por la tarde, por fin logré acceder a la muestra por una puerta que más parecía una salida de emergencia, y que conectaba a un sótano estrecho, pero significativamente largo. Así, lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de instalaciones, diría que ocupan casi el 90% de la muestra.
La obra premiada se encontraba en una esquina del lugar, colindando con el lado de la entrada principal de la institución. Cuando la vi, me causó curiosidad; sin embargo, esa curiosidad se dio más por el montaje descuidado que presentaba. De hecho, pensé que a la artista no le había alcanzado el tiempo suficiente para montar su obra y que el espacio que les habían dado en general a cada participante, era muy reducido. Este acabado tan desaliñado afianzó esta idea mía de un apresuramiento en el acabado, animándome al mismo tiempo a fotografiar el texto discursivo, algo que siempre prefiero no tomarlo en cuenta a priori ya que, para mí en primera instancia toda obra visual debe depender más de su impacto visual que de su texto discursivo.
Debo confesar también que esta obra como la muestra en general me fue completamente irrelevante pues de variado no tenía nada. Para mí solo eran un conjunto de propuestas «Poseras» (Snobistas para otros) con el rollo de moda bajo la manga, es decir de cuestionar supuestamente los actuales sistemas hegemónicos, algo así como lo que escuchamos siempre hablar o decir a Greta Thunberg vía redes sin saber quiénes son los que la financian. Por lo mismo no me animé a postearlo en su debido momento; sin embargo, dado el polvorín que ha causado, me puse a pensar que, si hay que cuestionar la obra ganadora, hay que cuestionarla bajo términos netamente artísticos. Por eso decidí decodificarla siguiendo el método icnográfico de Erwin Panofsky… Y aquí vamos:
Obra ganadora en el Premio ICPNA 2023.
𝗡𝗶𝘃𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗲 𝗶𝗰𝗼𝗻𝗼𝗴𝗿𝗮́𝗳𝗶𝗰𝗼
Todos los elementos de la obra están esparcidos sobre el piso, salvo una tetera que está suspendida a un metro de distancia del mismo. Sobre el piso hay dos grupos de materiales acumulados, asemejándose a dos pequeñas montañas hechas por diversos materiales domésticos. Una se asemeja a una torta rosa, hecha con tela de tull y que esta burdamente decorada con ganchos para tender ropa, dispuestos en hilera desde la cima del montículo hacia sus laderas, además de estar adheridos colets femeninos; de diversos colores y diseños llamativos. Cerca de esta montaña rosa hay otra de menor tamaño, de aspecto chancado y descuidado, elaborado al parecer con malla de jardinería y de hartos retazos de pulpa de papel o javas de huevos. Sobre ella permanece una especie de ipad donde se ve una pequeña animación de un cuy que abre y entrecierra sus tiernos ojitos y orejitas. A un costado de estas montañas y por debajo de la tetera esta una sartén boca abajo, donde yace otras chucherías de plástico. La tetera suspendida por su lado, bota de manera sugerida agua, que está elaborada por cables de luces led que se prenden y apagan para dar al conjunto de la obra una sensación de decoración navideña.
𝗡𝗶𝘃𝗲𝗹 𝗜𝗰𝗼𝗻𝗼𝗴𝗿𝗮́𝗳𝗶𝗰𝗼
El título de la video instalación sugiere un accidente doméstico reforzado por los elementos de cocina como la tetera y la sartén. La torta rosa hecha de tull, tela que a menudo se usa para la elaboración de la vestimenta de bailarinas de ballet, afianza la idea de que se lo ha elaborado para un familiar femenino, probablemente la hija única de una clásica familia. La tetera vierte agua, al parecer hervida, sensación térmica sugerida por las luces estridentes y que al mismo tiempo salpica hasta una sartén tirada sobre el piso. Al costado de la sartén se encuentra la montaña no colorida, dando la sensación de que es parte de la masa con que se elaboró la torta. Sobre la masa está el i pad que sugiere ser el elemento distractor que causó dicho accidente doméstico.
Reseña textual de la muestra.
𝗡𝗶𝘃𝗲𝗹 𝗜𝗰𝗼𝗻𝗼𝗹𝗼́𝗴𝗶𝗰𝗼
La artista habla de su obra como el ejercicio para elaborar formas alternativas de existencia o sobrevivencia, y de relacionarse con los otros, ocupando al mismo tiempo un espacio o un rol digno dentro de una sociedad patriarcal abusiva y violenta… La verdad no sé porque no lo dijo de esta manera, para mí al menos hubiera sido mucho más frontal y directa. Aquí específicamente se habla de un trauma, probablemente de un evento familiar donde se dio inesperadamente un gran reproche por un macho alfa abusivo, es decir un líder dictador familiar y que al mismo tiempo condujo en la artista al cuestionamiento de los roles tradicionales de liderazgo dentro de una familia. Además la «Artiste» señala que su práctica artística apunta a dignificar el feminismo actual, sííí, la de la tercera y cuarta ola, esa que aun imagina que los varones gozamos de hartos privilegios y que ellas o elles o lo que fuese, no las tienen. Así las furtivas emociones femeninas, causadas por un elemento tierno y distractor como el cuycito, se convierte prácticamente en alimento emotivo para su alegría de vivir, y que es apabullado por una sin razón desafiante por el macho proveedor, racional e incólume ante cualquier crisis, pero nada empático con su pareja o congénere.
Nuevo argumento en redes sociales. Este al menos es mucho más conciso donde se sugiere que el mensaje de la obra recae en el elemento audiovisual.
𝗖𝗼𝗻𝗰𝗹𝘂𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀
Al colocar dos montículos con formas indistinguibles y dejar que el mensaje esencial esté en el pequeño vídeo desde un i pad tirado, la interpretación de este trabajo es por decirlo menos, confusa y arbitraria. Sin embargo por todo su discurso de género llevado a cuestas, se evidencia un premio más a su «Sacrificada Ideología» que a la pieza presentada dónde a todas luces existe la clásica victimización de la mujer feminista, algo que hasta el cansancio vemos como un discurso cliché progre en pro de una causa que deforma el clásico núcleo familiar que por siglos ha existido desde la época de nuestros tatatatatatatarabuelos hasta inicios de este nuevo milenio.
Lastimosamente este método de decodificación no está masificado y tiende a caer en el error cuando desde el nivel pre iconográfico uno especula con los elementos de la obra. Así mismo el error se agranda en el 3er nivel cuando el texto curatorial es uno en la propia muestra y vía redes sociales otra. Pese a ello, a mi parecer debería usarse con insistencia en toda obra post conceptual, más aún cuando hablamos de una ideología de género como la feminista, que de por sí aborrece cualquier sistema hegemonizánte, incluyendo aquel sistema artístico tradicional que en su momento valoró y amó a la estética por delante.
Y en cuanto a los grandes paradigmas concebidos, abanderar esta obra como un gran icono libertario de recontextualizacion del éxito o el fracaso, es como creer ingenuamente, que cualquier discurso trap podría evolucionar en una especie de poesía minimalista urbana en el transcurso del tiempo. Por eso es necesario que todos sepan decodificar chambas pseudo vanguardistas para que por obvias razones, no les vendan gato por liebre.
Así mismo, culturalmente hablando persiste en nuestra sociedad dos visiones arraigadas. La de la derecha, la que ve el arte como mera decoración de espacios sin un trasfondo social cultural de por medio y la «Progre», esa que sin importar la calidad de la obra, es mucho más importante la propagación de la ideología, resaltando a los grupos antiguamente marginados por la derecha curatorial. Por eso es que de la nada, el arte amazónico, queer y ahora feminista, salen como grandes libertarios de la vanguardia. Ahora bien, no está mal darles un espacio, el arte contemporáneo justamente busca eso, heterogeneidad de propuestas perooo, lastimosamente a estos curadores no les interesa resaltar la calidad. Para ellos la vanguardia no va de la mano con la estética y ahí está su gran error y vicio.
Se necesita más apertura por parte de ellos y eso incluye, estar al tanto de lo que está sucediendo con la pintura contemporánea de afuera, del cuál como he dicho hasta el cansancio, son unos perfectos ignorantes… Y aquí surge algo más contradictorio, se supone que los «Progres» buscan equidad para estos grupos antiguamente marginados, pero en su afán de no buscar calidad, ya andan marginando a artistas del cual hablar sobre sistemas hegemonizantes les importa un reverendo pe_do. Su apertura como ven es pura pose.