Por Rafael Romero
A pesar del silenciamiento, la autocensura o de la muerte civil practicada por el establishment mediático del país, es conocido por el público que Ricardo Belmont, fundador del Partido Cívico OBRAS, ha tenido contacto permanente con prestigiosas figuras de talla internacional del cine, del arte, del deporte. etc., dada su calidad de broadcaster y periodista.
Sería largo enumerar esos encuentros en una lista (Cantinflas, Julio Iglesias, Mano de Piedra Durán, Maradona. etc.). Asimismo, en el plano político y social, a partir de su gestión como alcalde de Lima, tuvo contacto con su santidad El Papa, el secretario de Estado Henry Kissinger, con diplomáticos europeos que desde la UNESCO reconocieron a la capital del Perú como Patrimonio Cultural de la Humanidad, con el Rey de España, con presidentes sudamericanos como Aylwin, Alfonsín o Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Sin embargo, especial análisis merecen los encuentros o desencuentros del Hermanón para con algunos personajes galardonados con el Premio Nobel, sea de la Paz o de la Literatura. Estos son pasajes anecdóticos o del destino, muy importantes o claves hoy porque ubican a Ricardo Belmont y al Partido Cívico OBRAS en un nivel superior frente a los demás candidatos u organizaciones partidarias, no solo en cuanto a roce internacional sino en materia de enfoque, pegada y perspectiva geopolítica que se capitalizarían en provecho del Perú y de sus más de 33 millones de habitantes.
Ahí está la estampa con Henry Kissinger, que si bien ya se sabe quién es desde el gobierno de Nixon, pero recibió el Premio Nobel de la Paz en 1973. El segundo pasaje tiene que ver con otro de los fundadores históricos de OBRAS, como Iván Dibós, teniente alcalde de Ricardo Belmont en las dos gestiones municipales (1990 – 1995), quien dado su prestigio como miembro del Comité Olímpico Internacional tuvo un encuentro con el icónico Nelson Mandela, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993.
Pero hay un dato curioso porque ambas figuras (Kissinger y Mandela) son premios Nobel de la Paz y, por el lado de los peruanos, ambos (Ricardo e Iván) eran en los noventa del siglo pasado el alcalde y el teniente alcalde de Lima, elegidos como representantes ediles por OBRAS, aunque lo más curioso o de feliz coincidencia es el hecho que en la foto de Iván Dibós con el entonces presidente sudafricano Mandela, este le firma una dedicatoria el día 29 de agosto de 1997, que coincidentemente es la fecha del cumpleaños de Ricardo Belmont.
Por otro lado, hay un tercer ingrediente anecdótico: el contacto del fundador de OBRAS, Ricardo Belmont, con Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura (2010). A propósito, sucede que Vargas Llosa en su libro “El pez en el agua” dedica varias páginas a Ricardo Belmont (86, 87, 193 y 194).
No obstante, en una de las páginas referidas, Vargas Llosa habla de un asesor norteamericano que tenía un criterio para la campaña electoral del FREDEMO del año 1990, un supuesto experto extranjero que al final para el autor de dicho libro no tuvo mucha razón y más bien primó el consejo que le dio Ricardo Belmont, que si bien Vargas Llosa no lo expone de manera exacta, sin embargo revela que Ricardo sí conoce a las clases sociales media y baja del Perú y sobre todo el alma popular, a diferencia de los prejuicios racistas de entonces que tenía el equipo político del autor de “La tía Julio y el escribidor”.
Este ángulo es interesante porque describe el propio Vargas Llosa en ese ensayo autobiográfico que quien más conoce al pueblo es Ricardo Belmont, obviamente quitando de plano los giros hollywoodenses de “negritos”, “chinitos” y “cholitos” que suele usar Vargas Llosa como parte de sus prejuicios políticos y literarios, porque Ricardo no habla así, y lo digo con modestia intelectual, pero con la veracidad de los 20 años que conozco al fundador de OBRAS, y es quien se identifica plenamente con el pueblo y lucha por él con denuedo estoico y disciplina espartana.
Por último, cabe decir desde “Lima Gris”, que este fin de semana viene la Teletón, pero los medios no destacan lo que fue en esencia esa actividad, promovida en Perú por Ricardo Belmont, ya que antes fue en realidad una genuina movilización jamás vista, por el amor que irradiaba, por el sentido de peruanidad y por el compromiso con la niñez, concretando a inicios de los ochenta una gran ayuda para la Clínica San Juan de Dios, cuando la atención era gratis; y por la Teletón se construyó un pabellón donde fueron atendidos 200,000 niños, pese a que fue en épocas de inflación, terrorismo y del fenómeno del niño.