Monte Hellman (1932) es un cineasta estadounidense poco conocido. Sus películas, Two-Lane Blacktop (1971), Cockfighter (1974), Road to Nowhere (2010), entre las principales, conforman una filmografía no muy extensa, cargada del espíritu independiente que inauguró los años sesenta norteamericanos, y caracterizada por la firme convicción de trascender los géneros habituales. Sus proyectos, la mayoría personales (aunque ha realizado unos cuantos encargos), se extienden a algunos documentales, testimonios filmados como cortos, y otras actividades relacionadas con el cine: la docencia en universidades y consultor técnico para otras películas.
Ha sido, además, promotor de la obra de jóvenes directores –quizás ya no tan jóvenes ahora- como la recordada Perros de la calle (Reservoir Dogs, 1992) de Tarantino, en donde figuró como productor ejecutivo.
El tiroteo (The Shooting, 1966), la cinta que nos ocupa, es un western atípico, introspectivo, alejado de cualquier épica usual del género, con personajes sin heroísmo alguno, y con un argumento que no descubre todo, incluso, que pareciera ocultar aspectos de la historia. El ritmo lento le otorga ese aire expectante a la obra de Hellman, y la violencia, otro elemento característico del western, es amenazante más que explosiva, salvola balacera de la última secuencia.
El relato inicia con Gashade (Warren Oates) volviendo al campamento minero. Ahí encontrará que dos de sus socios han desaparecido, y sólo Coley (Will Hutchins), asustado y escondido en una casucha, ha permanecido a espera de que alguien llegue. El mismo Coley contará los sucesos que acaecieron en la ausencia de Gashade: la pelea en un pueblo cercano que terminó con la muerte de alguien, hizo que el hermano de Gashade, Coin, huyera, y después, inexplicablemente, un tirador anónimo, mata al otro socio en el mismo campamento. Sin dejarles mucho tiempo para las explicaciones, aparecerá una mujer (MIllie Perkins) quien luego de acabarcon su caballo herido -¿o no?-, los contrata para que la lleven al poblado de Kingsley, por una ruta que sólo Gashade conoce. El dinero los convence, inicialmente, y en el caso de Coley también la lejana esperanza de quedarse con la dama, pero durante el trayecto descubrirán que no están yendo solos, el pistolero Billy Spear (Jack Nicholson) los sigue. Poco a poco se darán cuenta –Gashade primero, Coley será asesinado- que el viaje es en realidad una persecución-pero ¿a quién? o ¿por qué?-, que hay una especie de venganza que guía todo (de pronto se trataría del hermano que escapó del campamento), y que Spear y la mujer están juntos.
Filmada con un estilo minimalista, la austeridad de los escenarios, el largo desierto por el que transcurre toda la historia –apenas pasan por un minúsculo pueblito-, pareciera despojar a los personajes y su drama de cualquier elemento exterior a ellos mismo. La venganza, el cansancio, la esperanza fatua, la frialdad de sentimientos, el odio controlado, aparecen sobre un terreno yermo que sintoniza con la aparente nada a la que se dirigen y que los planos generales, abundantes en la cinta, y las secuencias panorámicas, coadyuvan en sus propósitos.
Este“viaje a ninguna parte”remarca el hecho de que las motivaciones de Gashade, la mujer (de la que nosabremos su nombre), o los intereses de Spear, resultan poco claros. Sólo la ingenuidad de Coley hace un contrapunto con el resto, contrastando la dureza de los otros con sus propias razones, en apariencia “más dignas” –lealtad, la posibilidad del amor, una vida fuera de aquel lugar-, aunque al mismo tiempo, esa misma ingenuidad lo arrastrará con los demás, y sus fantasías, al ser borradas, terminaráncon su propia vida. Gashade persigue un compromiso asumido, pero ¿para qué? La mujer está tras una venganza, al parecer; Spear es un pistolero que hace lo que dice la mujer, pero ¿acaso hay algo más?
Estas preguntas no tienen respuestas en el filme de Hellman. El director organiza la historiadejando los sobreentendidos al espectador, reduciendo o limitando las cuotas de información acerca de los detalles y evitando proponer una explicación general sobre lo que vemos. Esta ausencia de totalidad en el relato hace que los personajes sean arrojados a una acción que no ofrece garantía alguna, sólo cuenta la supervivencia. Una fuerza –que no sabría muy bien cómo definir-, los impele a continuar,tal vez la ilusión de encontrar un objetivo al que aferrarse finalmente, o simplemente hallar la razón que despeje sus dudas. (Esas son las únicas reflexiones que se permiten Gashade y Coley, aunque el primero parezca más preocupado en reprimir los ilusos intereses románticos de su amigo).
En El Tiroteo, Hellman propone un relato que parece remitirnos, con algunas diferencias, al tema de la “espera” –inútil- beckettiana, en este caso transfigurada en el viaje de “búsqueda”, de un pueblo, de un hombre, del dinero, de una mujer, de lo que sea, que no sólo está condenado al fracaso, sino que además, es peligroso. En ese proceso, la película nos muestran elsinsentido de ciertas esperanzas (las de Coley por ejemplo), de ciertos razonamientos (Gashade empeñándose en descubrir quién los persigue o dar con el perseguido), o de ciertos comportamientos(como la mujer matando a sus caballos, cada vez que nota que estos ya están cansados, algo que en realidad nunca se prueba y de lo que incluso se duda, entonces ¿por qué los mata?).
Con los recursos del western y de su universo diegético (escenarios, pistoleros, vaqueros, contexto histórico), Hellman narra una venganza, pero a su vez, construye una película que mira por dentro de sus personajes y los enfrenta a sí mismos,como en el tiroteo final en donde nos enteramos que Coin es igual a su hermano, prácticamente su doble perfecto.