Hoy en la revista Hildebrandt en sus trece se publicó un fragmento revelador del libro de Mercedes Aráoz. El libro señala que Cecilia Valenzuela le dio «media training» a Pedro Pablo Kuczynski para el primer debate con Keiko Fujimori, pero el resultado fue negativo. Para el segundo debate Avelino Guillén les recomendó a Glatzer Tuesta, Carlos Rivera y Gustavo Gorriti de IDL. Para que la cosa sea más real, alquilaron un teatrín para simular el debate, y Gorriti trajo a Rosa María Palacios para hacer el papel de Keiko Fujimori.
También en las páginas de su libro menciona a Martín Vizcarra y el escándalo del caso Richard Swing.
Aquí el fragmento del libro autobiográfico de Mercedez Aráoz titulado “Meche”.
Fragmento del libro:
“Luego del debate técnico realmente estábamos preocupados. Sabíamos que para PPK, la polémica, la confrontación y la réplica no son, precisamente su fuerte. Tanto no le gustaba la confrontación, que se había entercado en que solo presentaría sus propuestas, que a él no le interesaba atacar a nadie. No escuchaba tampoco. Recuerdo que una semana antes del domingo 22 de mayo de 2016, fecha del debate, nos recibió un poco antes del mediodía a Maximaliano Aguiar, equipo de Fahrenheit y a mí, en el jardín de su casa.
Le llevamos un documento con las principales estrategias de comunicación, que, pensábamos, debería de usar para preparar su ponencia en el debate. Una de ellas bastante obvia, era practicar su discurso y tener varios ases bajo la manga para replicar los ataques, que, sabíamos, Keiko Fujimori le proferiría.
Le sugerimos tener algunas ideas para el contraataque. Estuvimos con Pedro Pablo como una hora. Nos recibió y escuchó las ideas, pero parecía que, para él, el debate era algo que podía manejar sin estrategia política y comunicacional. Peor todavía, conocíamos a PPK: se sentía capaz de estar en el debate sin prepararse.
No fuimos los únicos que lo buscamos. Sé que Freddy Chirinos y Fernando Zavala, apenas dos días antes habían logrado, gracias a su insistencia, que entrenara con un periodista, lo que aceptó a regañadientes. Así fue que fue Cecilia Valenzuela llegó a su casa a hacer el entrenamiento o media training. Me contaron que fue muy difícil prepararlo, que realmente no se dejó, y que, como es su costumbre a las ocho de la noche en punto se despidió. Fue allí que Cecilia Valenzuela, en su frustración por no haber podido entrenarlo más, le obsequió el libro “Historia de la corrupción en el Perú”, de Alfonso Quiroz, y le pidió que lo leyera antes de ir al debate. El viaje a Piura fue accidentado. PPK voló en una avioneta, alquilada, muy pequeña, acompañado por Martín Vizcarra, Freddy Chirinos, Ángela Huatay y alguno más.
Durante el vuelo viviermerdecon momentos de terror, pues la avioneta comenzó a perder, visiblemente, combustible en pleno vuelo. Felizmente, superó los desperfectos y ese vuelo no terminó en tragedia. En el viaje, PPK llevaba el libro que le había regalado Cecilia Valenzuela.
Para el primer debate presidencial, los organizadores pidieron a cada candidato que acreditaran a dos acompañantes para el evento. PPK eligió a Alfredo Thorne, economista y a Freddy Chirinos, comunicador, ningún político. Keiko había acreditado a Pier Figari, desconocido públicamente por entonces, pero para todo efecto práctico, su ideólogo y asesor de absoluta confianza, y a Úrsula Letona, la coordinadora de su Plan de Gobierno.
Llegado el momento de salir del hotel, PPK pidió a Alfredo y Freddy que subieran con él al auto que lo trasladaría al auditorio central Manuel Moncloa y Ferreyra de la Universidad Nacional de Piura. Martín, jefe de campaña, me comentó con un tono de preocupación y, otra vez de resentimiento: “No va nadie político”. Entonces, le dije de manera imperativa, como si fuera su hermana mayor: “Súbete al carro. Tú eres el vicepresidente y jefe de campaña. Acompáñalo”, como diciéndole ‘no dejes que te quiten tu lugar, tú tienes que estar allí para aconsejarlo’. Martín lo hizo y lo agradecieron los otros dos, pues sabían que necesitaban refuerzos.
Ese primer debate presidencial fue un desastre. Keiko Fujimori maltrató a PPK de una manera feroz y él no tuvo reacción alguna. Era como ver una desigual pelea de box, donde una persona joven golpeaba, mintiendo impunemente, a un hombre mayor, al que dejaba noqueado. Allí, ella utilizó sarcásticamente la frase de Nicomedes Santa Cruz: “Cómo has cambiado, Pelona”, refiriéndose a PPK.
Después del debate, PPK partió hacía un pequeño mitin que Gilbert Violeta y la gente del partido habían organizado en Piura. Creo que Martín también fue con él. Nosotros nos regresamos al hotel y en el restaurante nos sentamos a conversar sobre el resultado del debate. Alfredo Thorne pensaba que PPK había salido bien, mientras que el resto —entre otros. Alonso Grado, Freddy Chirinos y yo— opinábamos que habíamos perdido por goleada. La prensa y los analistas, en general, tuvieron esa misma percepción. Fue en ese momento que Freddy vio que estaba en una mesa contigua Avelino Guillén, el Fiscal Supremo Adjunto que tuvo a su cargo el expediente Fujimori. Se le acercó y le pidió su opinión imparcial sobre el debate. Avelino nos dijo que era sorprendente cómo una persona como PPK pudiera estar tan poco preparado y ni siquiera conociera la historia de la corrupción del régimen dictatorial. Su respuesta nos esclareció en que el primer round se había perdido por amplia diferencia y que sería muy difícil remontar.
Solo nos quedaba una semana, hasta el 29 de mayo, para preparar a PPK con miras al segundo y último debate presidencial en la Universidad de Lima. Guillén se ofreció a ayudarnos; él mismo llamaría al equipo del Instituto de Defensa Legal (IDL) para pedirles que prepararan a PPK en temas de corrupción y violación de derechos humanos cometidos durante el fujimorato. Guillén sugirió que deberían llamar a Glatzer Tuesta, Carlos Rivera y Gustavo Gorriti los que debían prepararlos. Esta vez, aprendida la lección, PPK depuso su soberbia y aceptó un entrenamiento intensivo durante toda la semana.
Se tenía que hacer un simulacro con un periodista que hiciera el rol de Keiko Fujimori, así que Gorriti trajo a Rosa María Palacios y se alquiló un teatrín en Jesús María para simular la situación real del debate. Valgan verdades: Gorriti tuvo mucho que ver con el cambió de actitud de PPK. También estructuró una mejor narrativa para que pudiera tomar la iniciativa o responder con buenos reflejos el debate, sobre todo a frases célebres y oportunas como la réplica a Keiko: “Tú no has cambiado, Pelona”.
Durante la campaña, nunca había reparado de la existencia de ese personaje que después se hizo famoso, Richard Swing. Recién lo recordé en medio del escándalo que protagonizó por los obscenos pagos hechos por el Ministerio de Cultura del gobierno de Vizcarra, por servicios que no se necesitaban. Rememoré el cierre de campaña en Arequipa donde, efectivamente, Swing se presentó como uno de los teloneros del acto final, que era la presentación de la Plancha Presidencial y el discurso final de PPK. También recordé algo más de él, cuando vi que circulaban profusamente en redes sociales fotos que este personaje se había esforzado en tomarse con varios integrantes del gobierno. Había una conmigo, una selfie, en el pasadizo del avión que nos llevó a ese cierre de campaña en Arequipa, a finales de mayo de 2016. En mi vida política me he tomado cientos, quizás miles, de fotografía con conocidos y desconocidos, aunque luego, como con esta foto, no recuerdo cuándo ni con quién posé. Es el precio de hacer política.
Siendo que este personaje, Swing, iba creciendo mediáticamente —en la medida en que se descubría su relación extraña con Vizcarra— revisé mis archivos de WhatsApp porque recordé que alguna vez me escribió un familiar cercano para recomendarme a un tal “Doctor Cisneros”, historiador y “Doctor Honoris Causas” (sic), según se había identificado con este familiar. Yo no contestaba sus insistentes mensajes. Sin duda, este señor Richard Cisneros, tan fanfarrón como improvisado, era muy astuto para tratar de entablar relación con funcionarios del gobierno. Intentó hacerlo conmigo, pero como no lo conocía, simplemente decidí bloquearlo, como suelo hacer cuando recibo mensajes de gente rara o desconocida. Desafortunadamente, el número de mi teléfono celular lo sabe mucha gente —todos los periodistas y muchos funcionarios públicos—, así que no es difícil que me contacten directamente.
Ya en medio del escándalo Swing decidí levantar el bloqueo para ver sus mensajes, y efectivamente, hasta me había mandado saludos por mi cumpleaños, a los que respondí con un simple “gracias” y procedí a bloquearlo. Nunca lo vi en Palacio de Gobierno y tampoco me lo crucé en ceremonia pública o evento alguno. Lo que sí ha quedado claro es que Richard Cisneros o Richard Swing inició sus constantes visitas a Palacio y contratos con el Ministerio de Cultura en abril de 2018, un mes después de que Martín Vizcarra se convirtiera en presidente de la República. Antes, cuando Vizcarra era vicepresidente, él mismo lo había recomendado al entonces ministro de Cultura Salvador del Solar. Lo ha contado el mismo Del Solar algunos años después.
En todos mis años en la administración pública, no recuerdo un caso tan estrafalario y escandaloso a la vez, como el de Swing. Cinco ministros de Cultura autorizando contratos por servicios innecesarios y que no estaban previamente presupuestados. Lo más increíble es cómo este caos raro en el que terminaron Vizcarra y su gente de más confianza, llevó a provocar una moción de vacancia presidencial. La mentira siempre conduce al fracaso y la mentira compulsiva, al fracaso estrepitoso”.
(Páginas 209-212).