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“La polarización ideológica, política y social en el Perú es tremenda”

Un homenaje póstumo al jurista, escritor e historiador del derecho peruano, Carlos Augusto Ramos Núñez.

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Carlos Augusto Ramos Núñez nació en Arequipa el 15 de septiembre de 1960 y murió en Lima el 21 de septiembre de 2021. Estudió Derecho en la Universidad Católica Santa María y Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Prosigue el doctorado en Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, se desempeñó como profesor principal en los cursos de Sistema romano germánico y Common Law e Historia del Derecho. Ha sido investigador visitante en el Instituto Max Planck de Fràncfort, Alemania, y en la Universidad de Berkeley, California.

Autor de libros en los campos de historia del Derecho, Derecho y literatura y metodología de la investigación. Recibió el grado de doctor honoris causa por la Universidad Católica Santa María, la Universidad San Agustín y la Universidad Nacional del Altiplano. Fue magistrado del Tribunal Constitucional del Perú.

¿Qué libro trabaja usted ahora?

He concluido un libro, que precisamente acabo de entregar al Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, titulado, El indio en el Derecho peruano. Es una recopilación de varios artículos, publicados antes en revistas especializadas, de modo que la condición jurídica de nuestros aborígenes en el campo penal, civil y constitucional, es reconstruida y analizada. Sin embargo, debo concluir hacia fines de año otro texto que se titulara, Justicia profética. La lucha por el jurado criminal en el Perú, que sería la continuación de otro libro ya publicado, Justicia profana. El jurado de imprenta en el Perú. 

¿Cuál debe ser la participación de los escritores en el Bicentenario?

Nuestra tarea debe ser reflexiva fundamentalmente. Ese acontecimiento tiene mucho de importante, pero también algo de irreal. Se genera, en efecto, un nuevo Estado, pero la noción de independencia es bastante relativa. Sucumbimos finalmente a poderes quizás más nefastos a partir de ese acontecimiento puramente político de escasa incidencia social y cultural. El mundo colonial quedó casi intacto. Salvo la diferencia entre nobles y plebeyos (propia de las monarquías) y la extinción de la categoría de súbditos por la de ciudadanos (más aparente que real) todo el edificio social quedó intacto.

¿No es el tiempo de plantear un proyecto nacional?

Ciertamente, aunque lo veo muy difícil. La polarización ideológica, política y social en el Perú es tremenda. Hay mucho sectarismo e intolerancia. En el horizonte no se avistan posibilidades de acuerdos a largo plazo que hagan posible y realizable un proyecto nacional. El Acuerdo Nacional es un fantasma que deambula de la mano de una. Es crucial el imperio general e igualitario de la ley ante todo. El país pierde mucho con las actividades desarrolladas al margen de las normas. Impuestos que no reciben, obligaciones sociales que no se cumplen, la pérdida de posibilidad de inversiones y el deterioro atroz del entorno ambiental. 

¿Qué se entiende por reescribir la historia del Perú?

Se trata de dar una mirada distinta, quizás en ocasiones, hasta opuesta a la historia del país, de la que normalmente o tradicionalmente se ha ofrecido. Se trata de romper las cadenas de una historiografía ritualista, concesiva y oficial. Se impone la necesidad de una perspectiva crítica, pero que tampoco apele a la demagogia y a la denuncia fácil. Se corre el riesgo de pasar de un extremo para incurrir en el otro. Sustraerse de la leyenda dorada, por ejemplo, en materia del descubrimiento de América, para envolverse en la leyenda negra. O en la aseveración de una ausencia clamorosa de un proyecto nacional cuando lo hubo aun cuando de menor envergadura durante los siglos XIX y XX.

¿En qué medida la historia del Derecho contribuye a los cambios sociales?

La historia del Derecho elabora una suerte de estado de la cuestión o estado del arte de la legislación, la ciencia del Derecho y la jurisprudencia. A partir de ese diagnóstico puede determinarse la conveniencia o no de emitir nuevas leyes, otorgar nuevas interpretaciones o trazar un nuevo curso a la jurisprudencia de los tribunales. Ya se trate de cualquier tipo de modernización, esto es capitalista o solidaria. Esto último ya depende de las opciones ideológicas que se encuentren en juego. En los últimos tiempos parece haberse agotado el modelo liberal o neoliberal, como prefieren llamarlo algunos y parece insinuarse en el horizonte social un sistema más bien mixto y plural, que permita cambios sociales valiosos pero conservante el Estado de Derecho o el Estado constitucional.

¿Cuál es su libro más importante?

Creo que la Historia del Derecho civil peruano, que, al final no resultó solo la historia del Derecho civil, sino la historia del Derecho de los siglos XIX y XX. La colección, de la que se han publicado, diez volúmenes, y que me han demandado cerca de veinte años de intenso trabajo, por una disciplina académica a la que abogados e historiadores deberían dispensar mayor importancia, debe ser el libro más importante, pero al final uno depende de los lectores, que pueden de pronto optar por publicaciones mías más breves y quizás, a su juicio, más sencillas de leer. 

Finalmente, ¿Qué le aconsejaría a un joven escritor?

La lectura y el empeño en la escritura. Esto va para escritores e investigadores. En realidad, el trabajo intelectual tiene más de esfuerzo físico y mental que de inspiración poética. Es más sudoración que romance. El amor y el afecto por una actividad es ciertamente un motor esencial, pero de nada sirve si uno se queda en el arranque y llega hasta la meta. La ruta es sacrificada y penosa sin duda, pero esa la naturaleza de nuestros ideales.   

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