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Sobre la Marcha Ni Una Menos del 25 de noviembre

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1.

La marcha Ni Una Menos celebrada el sábado 25 de noviembre fue un contundente mensaje a la opinión pública y, particularmente, a todos los agresores impunes: la mujer peruana nunca más consentirá el abuso y la opresión por parte de quien sea que la ejerza y si antes se consintieron todas las formas que el abuso puede tomar es supremamente valioso que ya no se guarde silencio sino que de viva voz y de cara al sol se expongan los casos silenciados durante tantos años, décadas incluso, no solo con fines de liberación personal y terapia sino como un signo y un señalamiento de que la época del silencio y la alcahuetería ha quedado en el pasado. En este sentido, la marcha ha sido uno de los acontecimientos públicos más relevantes del año.

2.

El colectivo Ni Una Menos se ha consolidado y parece gozar de gran aceptación, al menos, por parte de los transeúntes que el sábado se detenían curiosos e impactados por la masa, el ritmo, el color y el uso de unas arengas con las que es difícil no estar de acuerdo si se tiene un mínimo de sensibilidad social y que son muy distintas de las que típicamente se exponen en todas las marchas que la gente conoce. Sin embargo, Ni una menos halla no pocas reticencias en los sectores más conservadores de la sociedad y, también, en ciertas muestras críticas de todos aquellos que no son incondicionales de nadie como a veces parecen maldecir este tipo de movimientos e ideologías.

Los conservadores, por ejemplo, enrostran a las feministas ser pro aborto, pro LGTB y hasta “pro”-gresistas, entre otras cosas. Estos detalles no pueden ser atendidos por ninguna inteligencia mediana, mucho menos, por una inteligencia aguzada y bien desarrollada. En los cuestionamientos de estos conservadores subyacen prejuicios antes que razones y no tienen nada que ver con los propósitos específicos de la marcha. Pasemos de ellos.

El otro problema está en la conocida violencia e intransigencia del mínimo sector de feministas a quienes brutalmente se les tilda de “feminazis”, término ofensivo que, sin embargo, ha tenido amplia repercusión en quienes creen que deben oponerse al feminismo de marchas como Ni Una Menos por considerarlo burgués o por estar apartado de la realidad de la mayoría de mujeres del país. Pese a ello, es innegable que el resto de colectivos feministas ha logrado un posicionamiento social a nivel de visibilización de la violencia contra la mujer y sensibilización respecto de la misma, logro doblemente importante por lo difícil y machista del medio y por la dispersión que hemos expuesto.

Cabe señalar que si no se acepta el ejercicio de un pensamiento crítico y la oposición fundamentada de argumentos, lo que se consigue es una turba de fanáticos o de “borregos” y ambas son fatalmente inútiles en el sentido de beneficiar a cualquiera. ¡Cuidado!

3.

Poco a poco, es deseable que esta movida política ciudadana -no partidaria- crezca hasta establecer que no solo el hombre participa de actos y actitudes machistas sino también las mujeres que no problematizan, critican ni se atreven a pensar por sí mismas. Quizás, en este orden de cosas puedan resaltarse las principales críticas o irregularidades del evento en sí, reiterando que ellas no pueden ni deben desprestigiar a la marcha.

Por ejemplo, no se conoce una lectura nacional del feminismo – es decir, una aprehensión teórica original- y mucho me temo que esta valiosa plataforma de ideas devenga en una práctica sostenida por mera imitación,  ignorando que toda ideología que valga el esfuerzo de ser estudiada a fin de ser puesta en práctica no se limitará a ser calco y copia sino que debería ser,  sin duda, una “creación heroica”. En este sentido, el problema de toda la vida en nuestra historia intelectual, de hecho, ha sido la ausencia de un desarrollo propio y sostenido de toda doctrina que  haya pretendido corresponder a nuestra realidad específica. Transplantar ideologías sin hacer un estudio exhaustivo de la realidad nacional nos ha traído y aún nos trae numerosos problemas en tanto se intenta forzar a la realidad a fin de que esta se empalme con las ideas cuando es bien sabido, al menos, desde Lenin, que la fórmula es al revés.

Pese a ello, ¿es acaso negativo que el feminismo se expanda en la conciencia de sus militantes? Yo creo que no, pero en la marcha dejó mucho que desear, el hecho de que muchas de las personas marchantes no sabían bien de lo que iba la cosa. Esto ha sido utilizado por cierta prensa para cuestionar la validez de los fundamentos de los feministas.

Me pregunto, en ese sentido,  ¿por qué la gente se sorprende si se habla de aborto en torno de otras plataformas que encabezan las feministas? , ¿La unión civil?, ¿las causas homosexuales y las del movimiento lgtb?, ¿por qué no se desarrolla el tema de la violencia de mujer contra mujer al seno de una relación de pareja?, etc.  Evidentemente, la gente de la marcha ha sido muy cautelosa respecto de exponer  todos estos detalles tanto por cálculo como porque nunca se han preguntado de modo orgánico por hallar las respuestas adecuadas, ni les interesa hacerlo de modo público, por el momento.

4.

Hubo dos casos muy controvertidos hace algunas semanas y de alguna manera involucran al mundillo cultural local, al activismo feminista y a la violencia familiar aunque no estrictamente a la violencia de género – ¿acaso otra limitación teórica del feminismo nacional?-  Me refiero al caso Ybarra vs. Comando Plath (Ana Cecilia Rodríguez)  y Vero Ferrari vs. Brenda Álvarez (Lucero y Rasciel). He puesto entre paréntesis los nombres de las supuestas agraviadas por razones estrictamente metódicas que desarrollaré a continuación.

En primer término, siguiendo el precepto de ser empático con las supuestas agraviadas, debe señalarse que una cosa es ser empático y otra asumir que de buenas a primeras, por una sola sindicación, el presunto agresor ya es culpable de tal o cual acción salvo se expongan pruebas contundentes o que se halle a este en condición de flagrancia, sendos casos en los que para establecer la culpabilidad del agresor solo hará falta el dictamen judicial que confirme los hechos evidentes.

Luego, hubo una demora prolongada desde el momento de los presuntos agravios y el momento en que se han manifestado las “denuncias” en Facebook. El problema específico del caso de Ana Cecilia Rodríguez contra Rodolfo Ybarra es que la mayoría de los hechos imputados sin importar si son verdaderos o falsos, prácticamente, ya han prescrito como sucede, lamentablemente, en la mayoría de casos que se están exponiendo a la luz de la marcha Ni Una Menos.

En cambio, en los casos que señaló Brenda Álvarez, no se tiene hasta el momento un pronunciamiento directo de las supuestas agraviadas: ¿a qué se debe este silenciamiento?, ¿acaso este no es una forma de invisibilización de las víctimas? Según es de conocimiento público, Brenda Álvarez es abogada y es poco probable que se haya atrevido a lanzar un comentario infundado bajo riesgo de ser denunciada por difamación. Sin embargo, en estricto cumplimiento del indubio pro reo, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

En su momento, se cuestionó mucho el hecho de que Brenda Álvarez señalara, genéricamente, el uso del término “agresiones” y que este no fuera específico. Además, hubo “mil” testimonios a favor de Ferrari y en contra de las supuestas víctimas a las que se puso en tela de juicio y a las que se cuestionó respecto del desarrollo de su personalidad y otros motivos que se perdieron en el mar de los posts que infestan las redes sociales, ignorando que la violencia psicológica dependerá de una pericia debidamente realizada -ipso facto- en la que se medirá de qué manera la convivencia y las intervenciones de la pareja agresora han surtido un daño psicológico en la parte afectada. Sin embargo, se vio a tirios y troyanos tratando de determinar el presunto daño causado a cuenta de sus propios estándares cuando lo que correspondía era ver a las personas presuntamente afectadas pero me imagino que ellas al ver el modo deplorable con el que se trataba la gravedad de sus casos dieron “marcha” atrás, como han hecho en el pasado muchas de las que ahora valientemente salen a las calles y elevan su voz sobre el gentío porque nadie puede pisotear a la verdad. O es eso o es el caso de que Brenda Álvarez ha mentido vilmente.

A Rodolfo Ybarra, del mismo modo, no solo se le han brindado muestras de solidaridad espontáneas y otras que han venido sugeridas desde su propio lado, sino que hasta se han armado grupos de Facebook en los que se le muestra la solidaridad requerida denostando de los endebles presupuestos del Comando Plath. Lo preocupante, en este punto, es que se considere a la denuncia por difamación planteada por Ybarra como otra forma de violencia simbólica cuando, en realidad, es lo que cualquier ciudadano en su condición debería hacer.

Reitero, aquí nadie está en condiciones de poner las manos al fuego por nadie pero si se puede especular diversas posibilidades porque si existe un patrón en el caso del abuso, en el encubrimiento del abuso o en el encubrimiento del acusador también existe un patrón y, además, se presentan móviles muy similares y torpes. El primero es desacreditar a la presunta agraviada. Se le señalan mil falencias psicológicas y, luego, se oponen testimonios de terceros como si eso fuese suficiente para atender un perjuicio que en el caso de la violencia psicológica solo corresponde a los integrantes de la pareja y a nadie más. Considérese que nunca un tercero, así viva a un metro de una pareja en la que se presentan agresiones y/o cualquier forma que pueda asumir la violencia psicológica,  podrá servir de referencia o de testigo, puesto que no es parte de la intimidad que solo compete a los integrantes de la pareja.

Así estemos en contra del sistema, existen marcos de acción regulados en el ordenamiento jurídico y, en lugar de ponerlo en entredicho, deberíamos utilizar todas las posibilidades que el sistema brinda a fin de, al menos, resguardar la integridad amenazada o vulnerada, directa o potencialmente, de las hipotéticas víctimas.

Ybarra ha denunciado al Comando Plath, en la persona de Victoria Guerrero, pero no ha precisado que el resto de personas que divulgaron o avalaron la información proporcionada por Ana Cecilia Rodríguez están en la misma condición, sobre todo, la autora de la “denuncia” virtual. En el curso del proceso se verá quién mintió y quién obró conforme a la verdad y punto.

Vero Ferrari debería proceder del mismo modo. Las imputaciones realizadas por Brenda Álvarez no por inespecíficas son menos graves. Si son falsas, deberá repararse el daño causado al honor de la activista feminista. Si son verdaderas, en cambio, se evidenciaría una historia muy turbia. Esperemos que antes de fin de año se presente la denuncia por difamación correspondiente o, por lo menos, que haya las retractaciones públicas de Brenda Álvarez, en el caso de que haya mentido.

5.

Nadie está para poner las manos al fuego por nadie. Tampoco para mostrar solidaridad con los presuntos agresores salvo que estos, a su vez, se vuelvan objeto de alguna forma de violencia y aun así.  Por ello, y pese a los miles de razonamientos que te lleven a creer que el Poder Judicial no sirve para nada, desiste de esa creencia falsa y recapacita. Utilizar los medios que el sistema proporciona es muchas veces más efectivo que hacerle un gesto obsceno y fugaz a las instituciones públicas.

La marcha fue, en síntesis, apoteósica, terapéutica y pedagógica:

Apoteósica por el ritmo de frenesí y de alegría de la mayoría de marchantes, las que hace 20 años no hubieran tenido ni la más mínima oportunidad de avanzar por las calles difundiendo una causa, sin duda, justísima, necesaria y  urgente dados los altos índices de violencia que afectan a la mujer, los que intentan ser invisibilizados por buena parte de la sociedad y hasta por parte de la farsesca “intelligentzia” marginal que exige se desarrollen temas más de fondo, estando, obviamente, equivocados;

Terapeútica porque las manifestantes, sea que hayan recibido alguna forma de violencia en contra suya o no, al exhibirse de cara al sol dejan que sus cicatrices se oxigenen y se curen y ese impacto beneficia a todos los que son testigos. El pasacalle, la percusión, el sentido de camaradería y comunión permite que las participantes sientan que no están solas y eso es un fenómeno muy positivo para nuestra sociedad; y, Pedagógica porque, salvo algunas excepciones mínimas, la marcha ha demostrado a la ciudadanía que se puede hacer política sin necesidad de partidarizarse con ninguna de las lacras que conforman el sistema político nacional. La entrega de volantes y afiches en los que se señalaban algunos puntos específicos de lo que representa la lucha contra la violencia de género ha sido un buen gesto de instrucción ciudadana. Agréguese, en futuras marchas, algunos considerandos respecto del tema de la violencia familiar y los modos por los que se puede actuar de modos directos ante las autoridades correspondientes a fin de evitar mayores daños así como de procurar la sanción de los agresores más la más adecuada indemnización por los perjuicios sufridos.

7.

No se puede ser una persona de bien y no apoyar la marcha Ni Una Menos. De hecho, se puede y se debe ser crítico de lo que se muestre errado en su materialización pero apoyando, en todo momento. Este el gran deber moral de este momento y es lo que corresponde al espíritu de nuestro tiempo.

8.

El espíritu de cuerpo y la facilidad para encubrir o “proteger” a los que son parte de nuestras “tribus”, vicio nacional conocido, también, como alcahuetería, es uno de los grandes lastres que impiden el ejercicio público de la crítica, entre otras formas del pensamiento.

Este se ha visto en su total crudeza en varios de los casos más controvertidos sobre violencia contra la mujer del medio político-cultural-literario. Desde Abraham Valencia hasta Castrillón, pasando por las imputaciones propaladas por el Comando Plath en contra de Rodolfo Ybarra y las imputaciones indirectas de Brenda Álvarez en contra de Verónica Ferrari, lo que ha saltado a la vista de todos los usuarios de las redes sociales es una solidarización exacerbada con los presuntos agresores y, a la vez, una ciega violencia contra los mismos, de parte de las feministas a quienes parece no importarles el principio de presunción de inocencia ni ninguna otra institución jurídica en general salvo que se sea parte del mismo movimiento. Este número es una digresión y empalma mejor con el punto cuatro.

Lo dejaremos aquí por mera continuidad dialéctica pero piénsese que la izquierda, en general, pese a su cese laboral ha sido muy complaciente con Abraham Valencia a tal extremo que algunos izquierdistas decían pero ya que cada uno piense lo que quiera pero para qué exponerlo en Facebook sino creemos en Facebook  y, sin embargo, usan Facebook para convocar cuanta actividad les pasa por la mente. Otros decían para que lo van a sepultar si todavía tiene futuro político, es un cuadro promisorio, etc. ¡Nauseas totales! y una buena muestra de cómo se ejerce y se piensa la política en este momento.

Además, llama la atención cómo no se ha dado mayor realce a lo sucedido respecto de Vero Ferrari pese a que, también hubo testimonios de terceros en contra suya. Lamentablemente, estos eran borrados casi de inmediato por quienes los creyeron falsos o calumniosos. Se supo que Nuevo Perú había convocado a las presuntas víctimas a fin de que manifiesten sus testimonios directos ante una comisión conformada ex profeso y bien ¿hasta cuándo harán públicos estos actos?

Reitero, es imposible que se tilde a tal o cual persona de una forma sin demostrar lo que se dice. El camino adecuado para resolver estos impasses es recurrir al Poder Judicial a fin de presentar una denuncia por difamación.

9.

Es claro que una de las pocas cartas decentes que aún emplea la izquierda “electorera” -con todo y sus vicios congénitos como su lineamiento estratégico que se dice es dependencia de ONGs u otros organismos internacionales, etc- es el tema del feminismo.

Sin embargo, la presencia de militantes de diversas asociaciones de izquierda en nada deslegitima a la marcha ni al colectivo. Tampoco, desacreditan los presupuestos de la marcha ni a la marcha misma, la presencia de “extremistas” o de feministas ciertamente violentas.

En todo grupo humano hay quienes no coinciden con un ejercicio sano de la razón pero ellos no pueden desprestigiar a un movimiento social salvo que sean la mayoría y, en este caso, no se cumple este presupuesto.

10.

Hay varios problemas en el país que son gravísimos  y debemos denunciarlos e intentar detener la marea de impunidad, abusos y corrupción que arrastran aunque nos parezca imposible. La fetidez del medio político es una de ellas, acaso la principal. Lo peor es que cuando parece que ya no se puede caer más bajo resulta que siempre habrá un piso falso donde desbarrancarnos a fin de seguir siendo testigos del hundimiento de la política en general. Esperamos que el feminismo y la marcha Ni Una Menos no ceda ante el influjo de la pestilente política partidaria actual.

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