Opinión

La esclavitud de la mente: El control mental y sus dimensiones

Lee la columna de Raúl Allain

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El objetivo de este artículo es exponer el tema del control mental y hacer una crítica sistemática de la esclavización de la mente y por ende del comportamiento del ser humano, actividades que ya han alcanzado niveles irreversibles durante el siglo XX.

Abordaremos los dos aspectos del control mental, constituido, en analogía a los dos lados de la actividad cerebral humana: un componente psicológico y otro fisiológico. El aspecto psicológico-mental tiene que ver con la interiorización –a menudos conflictiva– de la explotación, opresión y discriminación del orden social existente, y la afirmación de sus tradiciones, normas y valores, es decir, su ideología. El aspecto fisiológico-mental tiene que ver con la manipulación tecnológica de las mentes de todos aquellos, que no han logrado adaptarse psicológicamente al actual orden social dominante, y quienes niegan y rechazan la esclavitud en todas sus formas.

Con la entrada a la denominada era de las frecuencias y ondas hertzianas se ha posibilitado la manipulación directa de los procesos cerebrales en base de la tecnología electromagnética y el uso del pleno espectro de las frecuencias para tal fin.

La metodología a utilizar es la exposición y análisis de la información existente, como el caso de los proyectos HAARP y MK Ultra. En ellos aplica manipulación mental-fisiológica, técnicas como sonido (infrasonido, ultrasonido), luz (luz visible, luz infrarroja, luz ultravioleta), campos magnéticos (campos parejos, campos intermitentes), campos eléctricos intermitentes de baja frecuencia, campos eléctricos intermitentes de alta frecuencia, radiación con rayos X y con rayos radioactivos, entre otras técnicas.


Por Raúl Allain (*)

POSIBILIDADES TECNOLÓGICAS DE LA MANIPULACIÓN MENTAL Y CORPORAL

Entre las posibilidades de la manipulación mental-fisiológica, figuran el sonido (infrasonido, ultrasonido), la luz (luz visible, luz infrarroja, luz ultravioleta), los campos magnéticos (campos parejos, campos intermitentes), los campos eléctricos intermitentes de baja frecuencia, los campos eléctricos intermitentes de alta frecuencia, la radiación con rayos X, y con rayos radioactivos.

El cerebro humano reacciona al infrasonido de una frecuencia entre 7 y 8 hertzios con la emisión de las anteriormente mencionadas ondas alpha, equivalentes al sueño ligero o estado relajado-meditativo. Cuando el cerebro es artificialmente estimulado con esta frecuencia, se le inhibe el pensar consciente, y se le imposibilita el ejercicio mental más rudimentario como por ejemplo la solución de una tarea matemática simple. En otro rango de frecuencias bajo 20 hertzios, el infrasonido estimula oscilaciones fuertes de los órganos internos y sus vasos sanguíneos, como el corazón, los pulmones y el estómago, y puede llevar a la muerte por desangramiento interno, por la ruptura de los vasos sanguíneos.

El estar expuesto al ultrasonido causa estados de angustia, nausea, dolor de cabeza, contracción muscular y silbido de los oídos. Relámpagos de luz emitidos en el espectro de las frecuencias de las ondas cerebrales, pueden inhibir la actividad cerebral consciente, y emitidos en intervalos rápidos, pueden causar ataques epilépticos. En un experimento realizado por científicos norteamericanos con 100 personas de pruebas, la combinación de ultrasonido con impulsos infrarrojos de una frecuencia de 15 hertzios causó silbido de los oídos o pérdida de audición y visión en 70 personas, vómito en 25 personas, y ataques epilépticos en 5 personas.

Se distinguen dos tipos de efectos en cuanto a la manipulación físico-mental por medio de exposición a campos electromagnéticos de alta frecuencia, como las microondas, que poseen una frecuencia de 1 giga hertzio y más. Según las variaciones en su intensidad, las microondas pueden tener diferentes efectos biológicos. Microondas de alta intensidad causan el efecto térmico, que destruye las células vivas. Microondas de intensidad media, causan el efecto no-térmico, que perturba la comunicación intercelular y neuronal; el estar expuesto a las microondas de intensidad comparablemente baja por larga duración, causa “electro-estrés”, es decir, propensión a enfermedades inmunológicas y cancerígenas. Entre los efectos no-térmicos de las microondas figuran, concretamente, la alteración del ritmo cardíaco, cansancio rápido, perturbación del sueño nocturno, sudoración elevada, sensación de vértigo, nerviosidad extrema, hormigueo en brazos y piernas, perturbaciones generales del sistema nervioso vegetativo y de la función de los nervios cerebrales. La formación de ondas estacionarias dentro del cráneo a causa de determinadas frecuencias de resonancia, puede llevar a la parálisis temporal del movimiento corporal.

La irradiación con campos electromagnéticos intermitentes de alta frecuencia, puede causar perturbaciones en la coordinación general de los procesos de movimiento y de los sentidos, que afectan la percepción de la temperatura, la visión, el sentido del tacto y la coordinación general del cuerpo, efectos como los registrados en personas en estado de ebriedad. Las ondas electromagnéticas de alta frecuencia inciden negativamente en la comunicación de las neuronas. La irradiación con energía electromagnética radio frecuente de baja intensidad incide en los sistemas químicos del cerebro y reduce el comportamiento agresivo.

Si bien los ejemplos dados oscilan entre chocantes y fantásticos, y más aún la imaginación de que existan tecnologías que efectivamente emplean ondas electromagnéticas de diferente índole y frecuencia para la manipulación e incapacitación mental y/o corporal, la existencia y el desarrollo científico de las mismas es bien conocida bajo el término eufemístico armas no-letales. Con este término se denominan “armas que pueden incapacitar, someter o alterar el comportamiento de personas sin matarlas”, aún cuando sí pueden ser letales y causar daño y minusvalía permanente.

APLICACIÓN DE LA TECNOLOGÍA DE MANIPULACIÓN MENTAL / CORPORAL

Ya en el año 1992, en un artículo de un diario alemán, se ha podido leer lo siguiente sobre el desarrollo tecnológico de armas no-letales de índole electromagnético:

“Las Fuerzas Armadas Estadounidenses están desarrollando una pistola de microondas, que causa severos trastornos físicos y paro cardíaco. La pistola de microondas no es ningún invento de la ciencia ficción. Investigadores americanos piensan, que este tipo de arma puede ser empleada sobre todo en ‘conflictos de baja intensidad’, es decir, en guerras civiles y guerras de guerrillas… Forma parte de las llamadas armas no-letales, objeto de investigación militar desde hace años atrás… El arma podría causar trastornos físicos, psíquicos, perturbaciones sensoriales, desmayo, perturbación visual, nausea y otros males. De aplicarse en dispersión amplia, grandes grupos de personas pueden ser neutralizadas.” 

En su asesoramiento de ciencia y tecnología de armas no-letales del año 2003, el Naval Studies Board observa lo siguiente:

Las armas no-letales “… operan en tres ámbitos: Primero, en el de los objetivos anti personales, que incluye el control de masas, el incapacitar a individuos, (y) la denegación de acceso a determinadas áreas…; segundo, en el de los objetivos anti-materiales, que incluye la denegación de acceso a determinadas áreas a vehículos, naves o aviones; … y tercero, en el de los objetivos de incapacitar al adversario, que incluye la neutralización de instalaciones y sistemas… (bélicos). Las tecnologías de armamento no-letal cubren un amplio espectro, inclusive las áreas relacionadas al desarrollo de sistemas acústicos, químicos, comunicacionales, electromagnéticos y eléctricos, mecánicos (de enredamiento), tecnologías de información, aparatos ópticos, proyectiles y municiones no-penetrantes y muchos otros. El empleo de las armas no-letales en conjunto combinado con la guerra psicológica, la guerra de información y/o guerra electrónica, podría resultar especialmente efectivo.”

Lo que se presenta como un conjunto de medidas y sistemas tecnológicos para el empleo militar en situaciones de combate de guerra, específicamente la manipulación e incapacitación temporal o permanente de la mente y del comportamiento humano del adversario con sistemas “no-letales”, está, en realidad, diseñado y planificado para el uso en el más amplio espectro posible, inclusive doméstico. Esto quiere decir, que lo que algunos llaman la tecnología de control político está destinada a ser empleada en contra de la propia población civil con fines de controlar cualquier tipo de expresión y manifestación crítica o disidente, cualquier oposición política seria, o una posible resistencia o desobediencia civil en situaciones domésticas extremas.

Considerada una tecnología de doble uso con un potencial prometedor, ya en 1994, un borrador emitido por el director de planificación política del Departamento de Defensa, Christopher Lamb, propuso la integración de las tecnologías no-letales de uso militar al ámbito civil, propuesta según la cual las armas no-letales se llegarían a emplear explícitamente en contra de los adversarios domésticos del gobierno estadounidense de turno:

“El término ‘adversario’ lo hemos utilizado en su sentido más amplio, incluyendo a todos aquellos que no constituyen enemigos declarados, pero quienes están dedicados a actividades que nosotros queremos frenar. Esta política no excluye el empleo, legalmente autorizado, de las armas no-letales por parte de las fuerzas militares estadounidenses en refuerzo de la ley civil.” 

Dos años más tarde, en 1996, en palabras realmente entusiásticas, el panel de consejeros de la Fuerza Aérea estadounidense dibujó las posibilidades de terror y control mental sobre quienquiera sea declarado adversario, bien sea a nivel doméstico, bien sea a nivel exterior, en las palabras siguientes:

“Podemos imaginarnos el desarrollo de fuentes de energía electromagnética, cuya potencia la podemos modular, formar y dirigir, además de acoplarla al cuerpo humano de una manera que nos permite la inhibición del movimiento muscular voluntario, el control de emociones y actos, la inducción de sueño, la transmisión de sugestiones, la interferencia con la memoria retentiva de corto y largo plazo, la producción de esquemas de experiencia artificiales y la erradicación de los esquemas de experiencia existentes.” 

En relación a las aplicaciones específicas de semejante tecnología de intrusión, que viola una esfera tan exclusivamente privada como lo es el propio cuerpo y cerebro, el panel visualiza el siguiente escenario concreto:

“Nos parece igualmente posible crear voces de alta calidad y precisión dentro del cuerpo humano, lo que amplía las posibilidades de sugestión y control psicológico oculto. Si un impulso microonda de alto poder en el rango giga hertzio choca con el cuerpo humano, ocurre una perturbación de temperatura muy pequeña, asociada con una expansión súbita del tejido levemente calentado. Esta expansión es lo suficientemente rápido para poder producir una onda acústica. Si se emplea una corriente intermitente de impulsos, debería ser posible crear un campo acústico interno en el rango entre los 5 y 15 kilo hertzios, que es audible. Por ende, podría ser perfectamente posible de ‘hablarles’ a nuestros adversarios selectos de una manera que sería muy perturbador para ellos.”

CONCLUSIONES

Aunado a los mecanismos psicológicos de adaptación social y los métodos convencionales de manipulación mental psicológica, que actúan a favor de la perpetuación de la esclavitud objetiva y subjetiva de la vasta mayoría de la población mundial que vende su fuerza de trabajo para subsistir, las nuevas tecnologías electromagnéticas de intrusión al cuerpo y cerebro humano le añaden una dimensión aterradora a la esclavización de la mente.

Frente a las tecnologías de control mental, especialmente para todos aquellos que han podido escapar hasta cierto grado la manipulación mental generalizada, que han logrado mantener un mínimo de autonomía en su razonar y actuar, que han preservado su actitud crítica y su sentido de rebeldía y negación en relación a un sistema violador de la dignidad e integridad humana, el concepto libertad –opuesto a el de la esclavitud– adquiere un significado nunca antes imaginado.

Pensar o “ser pensado”, actuar o “ser actuado”, vivir o “ser vivido” –esto es la cuestión.

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