Gastronomía

«La Botica”, una taberna clásica de aires contemporáneos en San Isidro

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Escribe César Costa Aish

Martes 10 de julio del 2018, es un poco más del medio día y está por empezar la primera semifinal del mundial de Rusia 2018. Tengo dos opciones o regreso a casa para almorzar o me voy a un lugar entre Miraflores y San Isidro para ver el partido de fútbol. Las apuestas están parejas, algunos dicen que ganará la Francia de Lloris, Umtiti, Mbape y Greezman y otros la Bélgica de Curtois, Company, Hazard y Lukaku.

Decido caminar por una calle tipo cuchilla llamada La Chacarilla y llego a la cuadra 39 de Petit Thouars, antes de llegar a la calle Carlos Acosta en una pequeña cuadra, casi en la esquina, una pizarra con el logo de una marca de piscos y los platos del lugar llaman mi atención. “No César, hoy es martes –ni te cases ni te embarques ni de tu casa te apartes- pero no llego y no vas a tomar tan temprano” mientras veo a un señor con cara de bonachón dando indicaciones a los mozos, debe ser el dueño pienso por un rato, mientras la hora del partido se acerca. “No llego ni en moto con el tráfico de Lima a mi casa, no importa –sigo pensando- pediré una papa rellena que se ve grande y rica”, el espacio no solamente se ve, sino que es acogedor y varias veces he pasado por ahí. Decidido voy a almorzar en “La Botica” y mientras me acomodo en la barra le pregunto al señor con cara de buena gente si es el dueño y me dice que sí, no se niega como otros, y le pregunto si después del partido entre Francia y Bélgica le puedo hacer una nota para Lima Gris, donde a veces escribo, de pisco, a veces de personajes, a veces de política, a veces de mis viajes y a veces de todo un poco, como en La Botica, pero sobre todo de Lima y parte de su bohemia en el buen sentido de la palabra.

El caballero cortésmente me dice que sí, y le digo que no se preocupe, que no soy gorrero, ni que pido canjes como muchos, y que voy a pagar mi cuenta. Veo una mesa vacía y antes de sentarme veo que en la barra de madera hay un señor almorzando, la tele está cerca de la barra, veo que hay un espacio libre y me digo: “Vamos, César, siéntate en la barra podrás ver mejor el partido y de paso decidir si después de la papa rellena te pides otra cosa más, mientras veo la fuente de escabeche y cau cau, que van atrapando mi mirada y voy pensando en los 80s, cuando era niño y salía con el viejo los sábados y domingo y mi hermano en el viejo Dodge, que manejaba papá, mientras pido la papa rellena.

El lugar está lleno, parece un lugar detenido en el tiempo, un lugar como los de novela de los 50s de Vargas Llosa, de Bryce o de Thorndike en el Rey de los Tabloides o de cuentos como los de Ribeyro, con un piso en domino que es el original y las vitrinas de madera antigua con las botellas del pisco de la casa y unos vinos y antiguos remedios de la vieja Botica (Farmacia) que alguna vez funcionó ahí. Seguramente si Zavalita hubiese existido se reuniría ahí con sus amigos ya de mayor edad en estos días, tal vez Bryce caminaba de joven por acá mientras pensaba en la amigdalitis de Tarzan o el mismo Ribeyro mientras iba fumando con cierta nostalgia sobre esa Lima que ya se fue, o los bares que describe Don Luis Alberto Sánchez en su Trilogía (Los Señores, Los Burgueses y Los Redentores) sobre inicios del siglo XX hasta el año cuarenta y pico. Mientras pido la papa rellena los equipos , Francia y Bélgica, salen a la cancha y voy respirando un aire a las tabernas de Lima que debió haber recorrido mi viejo en su juventud por Pueblo Libre y en la calle Quilca o La Colmena, “pero no pues –sigo pensando- esto es San Isidro casi en el límite con Miraflores y el lugar esta impecable pero se percibe un aire, un aroma a bohemia de limeño antiguo, de buena conversación, de un “after ofice” de ejecutivos donde se puede compartir un ratito, entre amigos, antes de irse a casa con un buen trago y un buen piqueo”.

Por fin me siento en la barra y veo que al señor que está al lado de la vitrina de las viandas le traen un Lomo saltado de campeonato, bien servido y bien Taypa, “uyayay que buen point acá no se puso gourmet el asunto de la comida, te sirven bien y como debe ser, habrá que probarlo para saber si esta bueno pregunto por el precio y es el del menú ejecutivo y vale la pena, así que cambio la orden y una ensalada mixta y un buen lomo van saliendo para la barra, mientras el partido ya empezó, y los franceses y los belgas se atacan de un lado al otro y los “uys” de las mesas se escuchan a cada rato “que tal atajada” se escucha desde una mesa por un ataque de los Belgas contra Francia. “Es un mundial de arqueros” me dice el señor de la Barra, “esta debió ser la final” dicen otros, Don Rómulo, el dueño sigue dando indicaciones para agilizar la cocina y los pedidos. Llegan un grupo de amigos unos se piden escabeche, otros cau cau y una señorita pide sangrecita. “que rico y que criollo -pienso yo- mientras voy disfrutando mi ensalada y va llegando mi lomo saltado y cuando llega, le digo al mozo, anda pidiéndome una sangrecita para después amigo porque con el lomo no me lleno, que yo tengo buen filo” uno de los muchachos es venezolano y pregunta “¿buen filo? ¿Que es eso?” “Buen diente” le digo y mientras lo hago Don Rómulo se sienta en la barra al lado mío y empezamos a ver el partido conversando de futbol y del mundial y del penal que no metió Cueva, pero que bonito era ver a los compatriotas entonar el himno y el “Contigo Perú” a capela por las cuatro tribunas, “en la hinchada fuimos la mejor del mundial“ se escucha por ahí . Y Claro eran 36 años sin ir a un mundial y en Europa, mientras me imagino cuanto migrante peruano e hijo de migrante peruano debió acompañar a selección y cuantas lágrimas debieron haber derramado cuando entonaban el himno y el “unida la Costa, unida la sierra, unida la selva contigo Perú” en la voz del Zambo Cavero, la voz de Avilés y que maestro Don Augusto (¿que Augusto? Polo Campos pues hijo ¿de donde eres?) componer esa letra, mientras otro “uy” se escucha tras una volada de Curtois, el arquero de Bélgica.

“¿Cómo estará el Dr. Dargent” le digo a Don Rómulo “¿quien me dice?” “Un pata, el Dr. Eduardo Dargent que tiene ascendencia belga y fue Presidente de la Academia del Pisco y debe estar reunido con todos los belgas en la embajada viendo el partido y sufriendo entre ataque por un lado de Bélgica que no hace el gol y otro cuando atacan los franceses”. “A ya” me dice el dueño, mientras se pide una cerveza negra rusa que venden en el lugar.
Acaba el primer tiempo y el lomo saltado se terminó casi a los 40 minutos del primer tiempo se va terminando el lomo saltado mientras va llegando la sangrecita que estaba para los Dioses, definitivamente la mejor sangrecita de Lima se come en La Botica, la conversación que luego sería entrevista al finalizar el partido se empieza a dar y Don Rómulo me cuenta cómo se siente orgulloso que el negocio vaya creciendo poco a poco, que empezó en el 2011 al poco tiempo después de haber salido de trabajar en un banco limeño, que trasladó su idea y recuerdos de niñez cuando salía con su padre y su abuelo por el centro de Lima a caminar, a jironear le decían, que ha querido traer un poco de esa Lima que él vivió y disfrutó de joven a San Isidro, y la verdad que ha tenido éxito, porque en ese lugar uno respira esa Lima de los 50s y 60s con un toque de bohemia y elegancia, con sutileza como quien recuerda esa picardía criolla de limeño mazamorrero crecido en Lince y que tuvo el privilegio de ver a su Alianza Lima querido cuando un muchachito a quien le decían “Nene” y se llama Teófilo Cubillas, la rompía al lado de “Pítin” Zegarra y “Perico” León , y Julio Baylon por una de las puntas mientras él tenía el privilegio de ser el vecino de Lolo Fernández quien manejaba un Chevrolet, era un caballero y siempre andaba bien vestido como lo hacían los limeños antiguos y que en fiesta patrias la gente salía a caminar en terno, con saco y corbata, y que su otro vecino, Augusto Ego Aguirre, quien -a pesar de ser fundador de “Los Morochucos”- era la segunda guitarra de “Los Morochucos”, “¿Quiénes?” el grupo de Don Oscar Avilés que solo podía ser la primera guitarra porque Don Oscar era la primera guitarra donde estuviese, incluso si hubiese sido un Beatle o un Rolling Stones, o un Gun´s & Roses, hubiese sido primera guitarra porque así de bueno era Don Oscar, y esos eran sus vecinos en esa Lima que se fue hace mucho y él ha sabido recrear con elegancia e inteligencia a través de esta hermosa taberna donde se come muy bien y se disfruta de pisco sours cuando lo piden, y los criollazos chilcanos y capitanes, que era el preferido de su abuelo y él lo ofrece con una guinda dentro, y antes lo daba con aceituna verde y asi vamos conversando de como ese coctel capitán definió el sobrenombre de la persona que mejor hace pisco sours en Lima y es mi pata Roberto Meléndez, quien aprendió el asunto de su viejo, al igual que sus hermanos, pero que un productor (Víctor Santhome) le puso el apodo de “Capitán” y que ese era el coctel de los limeños de los 50s y 60s, y que él prefería hacerlo con el vermouth de Martini mientras otros lo hacen con el de Cinzano y le recomiendo hacerlo con unos que trae un italiano, que salen muy buenos y los puede encontrar en el Country Club, y así como quien conversa de un coctel y llega la sangrecita me cuenta que el dueño de Isolina, José del Castillo, lo visitó un día y como dijo en una entrevista para un medio escrito se inspiró en “La Botica” de San Isidro para hacer su “Isolina”, y le creo porque Don Rómulo ha caminado y vivido la Lima que se fue y me enseñó mi viejo antes que se fuera allá donde no hay regreso y para hablar con él hay que llevarles flores cada cierto tiempo, porque si no de veras que habrá muerto, pero como él está vivo cada cierto tiempo voy y lo visito, y regresaron los equipos a la cancha.

Empieza el segundo tiempo y que buena está la sangrecita por mi madre, no, no esta buena, es la mejor que he probado en años, y que bien que la hacen, y que criolla que es la sangrecita con un capitán al lado. “Y también sale con cau cau y que lo calificó Ignacio Medina que de cocina criolla –en mi opinión- no sabe porque la cocina criolla se aprende en la cocina en las Tabernas en la cocinería, porque el cau cau es cau cau y no callos madrileños, que se parecerá pero no pues el cau cau es cau cau sino el pisco sería grapa o un orujo, y no grapa ni orujo, y el pisco que acompañando en el piqueo criollo es un buen bajativo, y el piqueo incluye cuatro platos que cuesta un poquito más pero que bien vale la pena, acompañado de pan y ese aji que esta espectacular, que lo mejor es la mollejita de su suegra –dice Don Rómulo- que inspiró a otro reconocido cocinero y le creo también porque acá en el Perú pocos son los creadores y Don Rómulo Vinces es todo un creador que ha sabido recuperar una esquina con sabor a limeño antiguo y elegancia de ejecutivo bien formado en casa que fue invitado a retirarse por el banco donde trabajaba y lo hizo en el momento preciso, con la vitalidad necesaria como para iniciar un emprendimiento en el 2011 y se convirtió en la mejor Taberna de San isidro y Miraflores para almorzar disfrutando el mundial y vas pensando en acompañar lo que almuerzas tomándote un traguito o un vino de la casa sin perder la elegancia de una ciudad señorial que ha cambiado pero que sigue siendo la ciudad de los Reyes, tres veces coronada y los jardines están enrejados o están en la memoria y sobre el frío cemento de los techos en algunas casas en San isidro , como frio nos quedamos todos los que queríamos ver un gol de Bélgica mientras Umtiti entregaba un certero cabezazo tras un corner para Francia y vencía la estirada de Curtois en el segundo tiempo y Lloris impedía el empate no una, sino, dos, tres y hasta cuatro veces, y la gente se apenaba porque Bélgica había ido de menos a más en el mundial de Rusia como quien entona el himno del Perú que opacó a la Marsellesa sino que lo diga cualquier el gallito francés, que seguramente al escuchar las cuatro tribunas del estadio habrá querido ser como el caballero Carmelo, de Valdelomar, porque era peruano y se emocionaba hasta las lágrimas cuando escuchaba “Contigo Perú” porque el buen criollo es así como el buen pisco, con aroma a patria y de bohemia elegante y cuando pide una res los viernes hasta la 1 de la mañana porque así lo establece su licencia se pide un “antigripal” porque están en una Botica, que está abierta de Lunes a Jueves hasta las 10 pm y los domingos no está de turno, pero si alguna persona que vive cerca del barrio quiere brindar entre amigos cuando se decían “gallada”, “carretita” o “patita” puede ir a Petit Thouars 3910 y disfrutar los mejores recuerdos que llevan en sus muros y sus vitrinas la elegancia de un lugar clásico con aromas de Taberna en este mundo contemporáneo. Y así fue que se acercaba el final del encuentro Francia se iría a la final contra Croacia –el Uruguay de los Balcanes- mientras Bélgica a disputar el tercer lugar con Inglaterra.

Durante ese segundo tiempo en que conversamos de pisco, Don Rómulo Vinces me dijo que tenía en casa una botella de Pisco muy antigua de la Hacienda Mallares, de Sullana en Piura, que había sido de la familia Romero y quedó en enviármela y mostramos ante ustedes y que hoy en día por la norma que define la zona de denominación de origen Pisco y de donde adonde abarca, hoy en día no podría llamarse así y le dije que lo mismo le habían hecho al antiguo Motocachi y otros más que alguien que o no sabía la historia o si la sabía lo hacia con un interés personal definió que el Pisco solo se produce entre Lima y Tacna, y que así decimos que el Pisco es Perú. Si ni siquiera le dieron las gracias a Mocha Graña, por la frase. En fín, vayan disfruten de la elegancia de Lima en La Botica de San isidro entre la calle La Chacarilla y la calle Carlos Acosta, se aceptan Tarjetas de crédito y para la próxima me pido esa papa rellena con un escabeche de bonito y de entrada una media porción de choritos a la chalaca y esos pejerreyes enrollados a la oliva se veían de rechupete y si alguien les pregunta con ¿cuántos hombres entro Pizarro a Cajamarca? díganle que fueron 182, uno de ellos era el Capitán de artillería Pedro de Candía (Pedro de Creta), era el artillero y tenía una mancha de 18 griegos que ya tomaban aguardiente una muy parecida a la Grapa pero que el Pisco no nació en alambique ni se cocinó a gas sino que nació en Falca y se cocinaba a leña lo dejo por sentado Pedro Manuel el Griego en 1613 y que muchos de esos griegos luego se afincaron en la zona del puerto de Pisco y que probablemente quisieron hacer un destilado como el que había en su pueblo pero finalmente se acabó creando un elixir llamado Pisco, Ah y a esos 182 conquistadores súmenle todas las huestes de Huáscar porque hay que ser algo ingenuo para pensar que 182 hombres iban a poder contra todas las huestes del Inca Atahualpa y asi como llegué me fui con un brindis para olvidar una semana pesada que había empezado con un reclamo a Sedapal…hasta Dios mío…hasta cuando…. Gracias por su tiempo Don Rómulo y como decía mi viejo cuando visitábamos alguna taberna y me enseñó a brindar….¡Salud Maestro!

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