Opinión

Hora Zero, óperas primas

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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El profesor y peruanista norteamericano, Zachary Payne, de la universidad de Hawai (USA), me llamó por teléfono para ver qué podíamos hacer para reeditar los tres libros principales de Hora Zero: Un par de vueltas por la realidad de Juan Ramírez Ruíz (JRR), 1971 Kenacort y Valium 10 de Jorge Pimentel, 1970 y En los extramuros del mundo de Enrique Verástegui, 1971.

Habría que conversar con los implicados y escribir unos prólogos para cada libro. Y tipear todos los libros y los manifiestos. Así que nos repartimos la chamba. Recuerdo que Verástegui me firmó una hoja de cuaderno autorizándome la publicación de su ópera Prima. También hablé amablemente con Pimentel y sus hijos para ver esta posibilidad. Con JRR la cosa estuvo un poco más difícil, porque el poeta había fallecido atropellado por un bus interprovincial en junio de 2007, pero Payne logró quedar en un acuerdo con uno de los hijos.

Y es así cómo esta fabulosa óperas-primas de los poetas héroes de los setenta vio la luz en España bajo el sello Amargord Ediciones en 2016. Recuerdo cuando le llevé el libro a Verástegui, este saltó de su silla y me dijo “vamos a celebrar” y nos tomamos un vino y comimos un arroz chaufa, su plato preferido del vate. Ahí le confesé que una de las cosas que siempre quise hacer fue publicar ese hermoso libro que venía con “luces de patrullero” (Ampuero dixit) y el mismo que Pablo Guevara llevó a Cuba para editarlo masivamente y no encontró los buenos fueros.

En estos libros está plasmado el vitalismo, el antiacademicismo y la voz libertaria de Hora Zero. Una voz que será lava volcánica y farol no solo para los poetas de las generaciones posteriores sino para la sociedad y la coyuntura política-económica en el Perú y Latinoamérica (ver escritos de Bolaño).

Curiosamente, cuando el libro estaba en prensa llamaron de Lima al editor en España diciéndole que ese libro no podía salir, que se iban a meter en problemas legales y otras amenazas que no fueron escuchadas.

Y la triantología se vendió como pan caliente en España. Muchos ejemplares llegaron a Lima y fueron “atrapados” en el aire. Para los malpensados, diré que tanto Zachary Payne como este servidor hicimos todo este esfuerzo ad honorem, solo porque nos gusta y porque sin poesía no habría mundo.

(Columna publicada en Diario UNO)

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