Suele el fanatismo camuflar la estupidez y obligarnos a mentir ante la cruda realidad por salvaguardar alguna “robusta” idea de un personaje con el cual convivimos o le otorgamos nuestra ciega admiración. Nos negamos a los elementos racionales y hasta cuando la soberana conciencia(crítica) nos ilumina un poco recurrimos a escarbar nuestra resentida memoria caprichosa para no torcer la dirección de nuestro entusiasta sentimentalismo.
Los izquierdistas son expertos en utopías, ritos de falsificación histórica, abrazar aberraciones en pos de una sociedad igualitaria o creer en criminales como el Che Guevara por el simple hecho de empuñar un fusil y matar a los inocentes en la hazaña de un bien superior (una sociedad igualitaria). Así negaron los exterminios de Stalin, creen en la democrática Cuba, envidian la visión revolucionaria y continental de Hugo Chávez.
Son campeones en objetar los abusos de Estados Unidos y su imperialismo o calificar de dictadura al gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) y no decir ni una palabra de los encarcelamientos a políticos y abusos de Daniel Ortega en Nicaragua o hablar claro de las razones y los despotismos evidentes de una dictadura asesina. La izquierda peruana cuando debe hacer filosofía hacen una mala literatura. En vez de repasar a Platón, Aristóteles o Mariátegui crean monstruos de pacotilla como “Anka” (Andrés Edward Huamani), Tito Wanka, Zayda Arias y Betsy Chávez o esa cosa amorfa llamada Pedro Castillo. Quieren revolución pero gozan de las delicias del imperialismo.
Durante la audiencia pública sobre la apelación de nulidad ante los magistrados del Jurado Nacional de Elecciones(junio,2021) Lourdes Flores Nano y Gino Romero, abogado de Fuerza Popular tuvieron una sostenida exposición y fueron respetuosos ante los magistrados y la audiencia que los observaba; todo lo contrario, a lo dicho por Aníbal Torres quien en atropellada exhibición recurrió a un lenguaje simplista y de acusete nada propio en mentes lucidas acostumbradas al razonamiento y a una clara argumentación como podría realizar un referente del derecho peruano. ¿Pero, cómo un prolijo autor de textos -y en eso hay que se hidalgos en reconocer, de muy solvente escritura- podía caer en chambonas performances? Esas majaderías se propalaron como un magma de evidencias en las redes sociales y sumado a ello la izquierda enquistada apoyó aquella sapiencia chotana abogadil de tan atrevida personalidad ante los opulentos y oligarcas abogados de Fuerza Popular.
Ese momento que la intelectualidad progre definió en bandos bien marcados (limeños vs costeños, pobres vs ricos, malos vs buenos). Hasta sesudos ensayos, artículos le dedicaron al asunto o hermosas crónicas neoindigenistas como la ensayada por Jacqueline Fowks desde “El País” de España. Todos como zombis repitiendo el mantra “200 años…”, “un educador rondero y provinciano a palacio”. O las ingenuas confianzas de un analista como Gonzalo Banda: “Si bien su principal oferta de campaña fue la nueva Constitución, está claro que no tiene la fuerza política en el Congreso, ni en las calles, para defender mayoritariamente esta promesa.” ( “El País”, “Antes de que cante el gallo, Pedro”/10 de julio,2021). Pedro y su pandilla nunca cambiaron y ahora van a patadas con la Asamblea Constituyente.
Esta ficción política facilista y cargada de un resentimiento anidó los corazones progres y otros declarados anti fujimoristas inventándose un gobierno de todas las sangres y de todos los derechos y con las mentes más lúcidas. Aníbal Torres Vásquez era uno de esos representantes que empezó a ser aclamado como un magnifico académico, escarbaron su viejas hazañas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos donde fue un destacado docente y autor de obras que las generaciones aún recuerdan. Siendo asesor jurídico de Perú Libre era un vendaval de sandeces y hasta le dijo muchachito tonto al periodista Mario Bryce que solo preguntaba desde el oficio refiriéndose a sus propias declaraciones emitidas como: “Si están intentando un golpe, correrá mucha sangre, pero no lo van a lograr” y respondió bucólicamente así: “a mí no me vas, atarantar, muchacho tonto”(Expreso TV/ 4 de julio,2021). Como ministro de justicia inauguró esas maneras de responder ante una conferencia de prensa sobre los actos políticos del gobierno y tratar a la oposición con bravatas salidas desde el rencor y la fobia.
¿Qué había pasado con ese personaje respetado y admirado y con tan sutil apelativo de caníbal? El poder hizo su tarea sumado a todas aquellas sombras oscuras que vivieron con él y que se dispararon cuando ya era imposible controlar sus demonios. El poder nubla la razón y el resentimiento hace su tarea para aniquilar a la conciencia. Ortega y Gaset decía: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». El Aníbal Torres académico ha mutado en el político autoritario kafkiano que insulta por cualquier cosa No tiene discurso tiene odio, no tiene ideas de Gobierno o de Estado tiene construcciones desfasadas de un país de comienzos de siglo XX y se refugia en sus aborrecimientos de clase. Como decía Bernardo Monteagudo “… y el odio es un maestro muy estúpido para dar lecciones a los que necesitan de ellas.” Torres aun así es moralista y en vez de cultivar ideas unificadoras que la crisis pos pandemia reclama lanza dinamita con su verbo estrafalario. Por eso no tiene ningún empacho en insultar al cardenal Barreto intentando una mofa de olvido coloquial y mezcló dos cosas: el registro histórico (el padre Valverde del cual ya sabemos su papel en la conquista) y no recordar su nombre adrede para llamarlo miserable y justificarse en las costumbres de las personas. Eso refleja su nivel de oscuridad y capacidad de rencor contra quien le pueda dar un poco de sensatez o de gobernanza y todo lo hace con sus plenas facultades.
Aníbal Torres se ha complementado a sus esencias juveniles y luego profesionales. Ha calibrado sus infierno desplegando todos su ser en el objetivo de aplastar a quien sea(Cerrón o Bermejo y la mayoría de líderes de izquierda comparten esa vecindad con el terror político para cumplir sus objetivos) y atizando ese mismo “concho telúrico”(Héctor Velarde, dixit) en las gentes que esperan pan y trabajo y un mejor futuro. No le importan los modales democráticos ni las formas legales o constitucionales si se trata de la defensa de su gobierno invocando al pueblo por el cual ni su presidente, o él como premier, hacen algo que valga pena más allá de robar, meter ignorantes en los ministerios o a los sobrinos para que se ganen alguito.
Dijo alguna vez uno de sus seguidores por Twitter que lo apodaron Caníbal porque motivaba a sus alumnos a ser “caníbales de conocimiento” y “analizar con la razón y encontrando en la razón respuestas lógicas…”. Lástima que el actual premier sea un pésimo ejemplo de las ensoñaciones de sus admiradores. Torres solo se regodea en su pobre vanidad de hojalata.