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Gonzalo Benavente Secco: “Hoy el Perú es distinto gracias a la Reforma Agraria”

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Escribe: Luis Felipe Alpaca
Fotos: Wylona Himitsu

En el 23 Festival de Cine de Lima se estrenó el documental La revolución y la tierra, que se constituye como un material obligatorio para las nuevas generaciones que hasta el día de hoy no comprenden realmente qué significa La ley de la Reforma Agraria promulgada el 24 de junio de 1969 por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas del Perú del general Juan Velasco Alvarado.

Sin duda aquel documento fílmico invitará nuevamente a un debate áspero a todos los agentes que de una y otra manera fueron testigos presenciales de aquella época.

Hoy 10 de octubre la película La revolución y la tierra del director Gonzalo Benavente Secco se estrena en todos los cines comerciales. Aquí la entrevista con el cineasta peruano.

Además de director eres un experimentado guionista, en ese sentido ¿qué tan importante es el proceso de escritura dentro de un proyecto fílmico?

La escritura es fundamental, y si tienes un buen guion te puede salir una buena película, pero si no tienes un buen guion entonces… Me gustan las historias en general, por eso creo que la ficción y el documental aunque terminan siendo categorías que nosotros ponemos, finalmente son historias. Es algo que a veces tratamos de definir y nos sirve como categoría, pero no necesariamente es el camino. Simplemente hay que contar historias por donde salgan y por donde el propio camino te lleve.

¿Por qué el espectador local se inicia en el cine viendo películas de Hollywood,  y no las de producción nacional?

Eso es muy triste porque tenemos las películas de Estados Unidos clarísimas en nuestras mentes: como Casablanca, El mago de Oz, y Lo que el viento se llevó; películas clásicas y fundacionales que las conocemos bien, pero el  primer largometraje formal en el  Perú  es “Camino de la venganza”,  pero no la conocemos porque no existe material, y eso es triste. El 70% de las películas que se hicieron en el Perú hasta el año noventa ya no existen, porque solo ha sobrevivido el 30%; y la otra parte se ha perdido en incendios, y descuidos de los cineastas,  pero también por culpa del Estado que nunca se compró el pleito y no se dio cuenta que nuestra  historia  está  conformada por nuestras imágenes,  porque las películas terminan siendo documentos históricos.

En algunos países de la  región  han empezado  a crear una industria del  cine,  y además  tienen cinematecas que son la memoria de su cine para mostrar a sus nuevas generaciones sus historias. En Perú pese a que existe el ministerio de Cultura, aún no existe una Cinemateca nacional, pero se pregona que Perú ya tiene una industria del cine.

Eso es mentira, y es una pena que no tengamos esos organismos del Estado para que conserven nuestro patrimonio, porque hay una visión para que el cine sea una industria cultural y para que además genere ingreso, para que todos los que hacemos películas  podamos vivir de ellas algún día. Perú es un país absolutamente pluricultural, y si no conocemos sus historias no vamos a entender su realidad. El cine ayuda para poder entender la posición del otro, porque muestra una visión del mundo a través de imágenes y movimiento; eso es el cine.  Y si no tenemos ese ingrediente será mucho más difícil que como sociedad podamos convivir. Y una Cinemateca Nacional lograría que esas historias que se hicieron con esfuerzo sobrevivan en el tiempo, porque sino desaparecerán, y dejarán de existir.  Las películas solo existen en la medida que  se  vean.

¿Cuando eras niño qué escuchaste sobre el general Juan Velasco Alvarado?

Lo que yo escuché de niño es que Velasco atrasó al Perú por treinta años. Es como una muletilla que se repite, y que uno no llega a entender del todo.

Estudiaste en el exclusivo colegio Santa María ¿Qué más decían ahí?

Habían alumnos que venían de familias expropiadas por Velasco; mi familia no porque nosotros éramos más clasemedieros. Y hasta ahora hay cierta sensación de orgullo social cuando dicen. “A mí me expropiaron porque provengo de cierta aristocracia”; todavía no se ha construido una narrativa que sea motivo de orgullo cuando se proviene de espacios donde se tuvo que luchar por obtener libertades. Los nietos de los pongos también deberían estar orgullosos de que sus abuelos lucharon para ser iguales. A nivel mundial celebramos a los líderes y comunidades que lucharon por sus derechos,  me refiero a aquellos personajes icónicos como Nelson Mandela en Sudáfrica y Martín Luther King en Estados Unidos, con toda esa movida de los derechos civiles en los sesentas.

En Perú ¿quiénes serían esos  líderes?

En el Perú no conocemos tanto a Saturnino Huillca, un líder sindical fundamental que también actuó en el cine porque hay documentales sobre él, e incluso de ficción.  Es un personaje además de ser una personalidad histórica, ¡así cuántos hay! Pero todavía no nos familiarizamos con ellos, y mucho menos nos enorgullecemos de ellos porque no los conocemos. Hay una larga tarea de memoria por hacer.

Creciste convencido de las historias que te contaron. De que todo en esa época era un desastre total

En el colegio uno escucha esas versiones y no puede contrastarlas porque a veces esos colegios son meras burbujas. Pero cuando estás en la universidad recién te das cuenta de que el Perú es más ancho y ajeno de lo que uno supone, y descubres que ciertas “verdades” no lo son tanto. Yo ingresé a la universidad en el año 2000 en plenas marchas contra Fujimori, y ese periodo marcó a toda mi generación. Aún había ese recuerdo de Velasco como el último dictador anterior que Fujimori, y quizás nosotros sin saber tanto de historia terminábamos relacionándolos sin entender realmente aquel fenómeno.

Háblanos de tu nueva película “La revolución y la tierra”

Fue un trabajo donde me di cuenta que la Reforma Agraria sí había tenido efectos positivos desde mi punto de vista, pero no veía que la gente compartiera esas versiones, y además no se expresaban tan libremente porque las opiniones eran más subterráneas; y en ese interés por descubrir qué había pasado es que nace un poco esta búsqueda.

La película te tomó tres años de trabajo intenso en investigación y en el campo. ¿Cómo es la mirada de la gente que vive en el interior del país con respecto al tema de la Reforma Agraria?

La mirada de aquella gente es absolutamente contraria a la de la gente de la capital, y es más compleja de lo que imaginé. Nosotros pensábamos que en Lima íbamos a tener una opinión mayoritaria en contra de la reforma agraria, y en las regiones quizás mucho más positiva, porque generó más libertades para mucha gente; sin embargo, cuando viajé por las regiones sentí de parte de la gente una añoranza hacia la época de la hacienda, porque se ha construido una narrativa que asegura que los campesinos no podían hacerse cargo de sus vidas, incluso ellos mismos terminan creyendo eso. Finalmente la historia la construye un bando o un grupo de gente, porque nace de un interés de contar la historia desde una “versión” y la sumatoria de todas esas historias constituye nuestra historia oficial. Al final de nuestro viaje nos convencimos de que muchos campesinos se dieron cuenta que no habían sido capaces de poder estar a la altura del desafío, tal como lo conversamos y discutimos en el documental a través de algunos entrevistados. Porque en el año ochenta en nuestro país casi todo se fue al diablo, y no solo hablo de las cooperativas. Todo fracasó, desde las grandes empresas hasta la selección peruana de futbol, pero luego tuvimos que levantarnos.

En la etapa del proyecto del documental ¿nadie te invitó a desistir de tu idea? Considerando que te estabas metiendo a camisa de once varas por ser un tema tan complejo?

No me he tenido que enfrentar necesariamente a debates porque la gente quizás asume que la película va a tener exactamente su visión. Hay algunos que son muy velasquistas, y también existe el otro extremo de gente que acusa a Velasco de haber matado a sus abuelos, y no porque lo haya hecho directamente, sino por la expropiación que sufrieron en sus tierras, y por supuesto que entiendo y  respeto esos sentimientos, pero también quisimos hacer una lectura no tan apasionada. Justamente no mostramos una historia familiar que una a todos los bandos, porque fuimos en la búsqueda de historias de personas que sí estuvieron ahí. Uno de los momentos más emblemáticos del documental tiene que ver con la problemática de los campesinos que viven actualmente, y nosotros fuimos a La Convención a buscar a gente que había estado en las guerrillas con de la Puente Uceda, y que fue cercana a Hugo Blanco en la primera Reforma Agraria que se hizo en Perú en la época de Pérez Godoy y Nicolás Lindley, y nos dimos cuenta que el problema seguía exactamente igual que hace cincuenta años. Y si sigue igual significa que está peor, porque aún no se ha resuelto. También creo que se ha avanzado mucho porque hoy el Perú es distinto gracias a la Reforma Agraria; pero aún queda muchísimo por hacer.

El género del documental antes fue muy plano, noticioso y hasta aburrido; sin embargo hoy los documentales vienen cobrando una dimensión artística cuando mezclan hechos verídicos con tintes de cinematográfica fantástica. En “La revolución y la tierra” se insertaron acertadamente escenas de películas emblemáticas peruanas desde Kukuli, y Túpac Amaru, hasta llegar a La Boca del lobo y las Malas intenciones. ¿Acaso el documental es más atractivo que el género de la ficción?

En América latina las cosas más interesantes que se están haciendo en los últimos años a nivel cinematográfico tienen que ver con  los documentales. De ahí nació mi interés por hacer cine documental porque finalmente las películas con las que me sentía más atraído como espectador iban por ese lado. Y las películas que me han marcado de las que he visto en el Festival de Cine de Lima en los últimos años pertenecen a la sección del documental. Hay nuevas generaciones de cineastas que están contando sus historias personales y están muy bien hechas considerando que en América latina no tenemos el presupuesto de otras cinematografías, y por eso quizás en algunos estándares no podemos competir con historias que no son las nuestras. Finalmente las películas son visiones subjetivas de alguien que está tratando de contar una visión del mundo de algo en particular, y creo que el documental es una herramienta muy potente para eso. 

Una de las escenas más alucinantes es la del terrateniente Rafael Graña, propietario de la legendaria hacienda Huando ¿por qué en el documental no aparecen más representantes de la clase oligárquica, acaso no los convocaste?

Lo que pasa es que tuvimos que definir cuál iba a ser la línea argumental y nos dimos cuenta que la línea fundamental tenía que ser la lucha por la ciudadanía, es decir la que comienza con la conquista española donde había una división donde subsistían los criollos con otra república de indios; esa línea es la que nos lleva hasta el presente con la Reforma Agraria y con un punto de no retorno en esa lucha, porque justamente muchos peruanos pudimos votar después de la Reforma Agraria.

Te refieres a los analfabetos que anteriormente no podían votar en las elecciones generales

Sí. El analfabeto no podía votar antes porque no podía estar en el padrón electoral, porque no existía, digamos eso era una forma de excluir. De hecho las mujeres no votaron hasta avanzados los años cincuenta, entonces no había una democracia real, y el golpe de Estado era la manera en aquella época de suceder a los gobiernos, aunque hoy eso sería inadmisible. Y como tú dices, en el material hay imágenes documentales sobre la vida de los hacendados, hablo de la versión de la gente que perdió tierras porque fue expropiada, porque es la versión que ha sobrevivido más, por ser ese lado  económico de la Reforma. Sin embargo, nosotros justamente quisimos ir hacia el otro lado, el de las luchas campesinas, y las luchas por lograr los derechos de igualdad. Pero también nos enfrentamos a un reto porque contar en apenas dos horas quinientos años de historia es imposible, por eso tuvimos que decidir una línea, aunque el cine siempre va a dejar vacíos que luego quizás se puedan rellenar a través de otras películas.

La película toca un elemento fundamental que tiene que ver con algo que va más allá, me refiero al plano antropológico, porque habla de la tierra que siempre fue un bastión añorado por muchos visionarios, y al que aspiraron todos los conquistadores en el mundo, aunque ciertos citadinos no comprendan su importancia que siempre está ligada a la naturaleza

La tierra significa muchísimo, sobre todo en la cosmovisión andina y amazónica por supuesto. Quizás los que vivimos en la ciudad no tenemos esa variable tan arraigada, pero significa mucho, porque hay otra forma de concepción del universo en función de tu relación con la tierra; y por eso sentimos que debíamos explorar un poco ese lado porque justamente tiene que ver con la historia de los peruanos que lucharon por ser iguales. Por eso entendimos que en el inicio de la película se tuvo que contar cómo cambió el sentido de la tierra para los que la habitamos actualmente, y que eso llegó con la invasión española donde comenzaron a ser dueños de miles de porciones de tierra y por lo tanto dueños de las vías de quienes la habitaban. Y ese concepto lo seguimos arrastrando hasta hoy, y no se puede negar que la Reforma Agraria sí fue un intento absoluto para que eso cambie, aunque en algunos casos quedaron truncas muchas cosas, pero finalmente sí hubo un cambio donde mucha gente pudo recuperar tierras que antes habían sido de sus ancestros porque fueron tomadas luego de la independencia como posesión de otras personas que sí tenían acceso a abogados y escribanos que tenían la facultad de delimitar los linderos de la tierra que creían suya. Por eso la tierra es fundamental para entender a los personajes que intentamos retratar, y también para que podamos entender qué significa desde otra perspectiva, no la cotidiana que tenemos aquí en Lima, donde la tierra es solo un lugar de paso y es casi invisible.

Es increíble ver en la película a un lúcido Francisco Morales Bermúdez que luego se vuelve amnesico cuando afirma que no tenía idea del golpe militar del año sesenta y ocho, y que tampoco se acuerda qué pasó con las cintas cinematográficas peruanas que fueron incineradas durante su gobierno militar.

Él reeditó un libro suyo el año pasado y estaba con muchas ganas de contar la historia del gobierno militar desde su perspectiva, y la productora lo contactó y él fue muy amable al recibirnos en su casa. Es un hombre de muchísimos años pero es muy lúcido, y uno elige qué cuenta y que no cuenta ante cámaras por supuesto, pero le hicimos todas las preguntas que teníamos que hacerle, porque en algunas de ellas lo pusimos en aprietos, entonces no era nuestra responsabilidad el tenor de sus respuestas. El público al ver la película evaluará qué tan ciertas son sus respuestas, sobre todo porque el general es un entrevistado que es parte de esta historia de manera protagónica. En esa época hubo mucha producción cultural y muchas películas pero no solo no se preservaron, sino que en algunos casos efectivamente se quemaron, Pilar Roca y Fico García cuentan cómo ellos tuvieron que robar los negativos de Kuntur Wachana, porque Pilar se tuvo que meter al agua para cortar de punta a punta los negativos. Ella tenía la lista y en la oscuridad los cortó y se los llevó por la frontera con Argentina para tratar de repararlos. Si no hubiera hecho eso ya no existiría esa película, porque el Estado lamentablemente no la preservó, y más bien procuró que desaparezca.  

Francisco Morales Bermudez en el detrás de cámara de La revolución y la tierra.

La revolución y la tierra nos trae a nuestra memoria la creación del SINAMOS, y la oficialización del idioma quechua; incluso aquel arte conceptual icónico del Túpac Amaru creado por Ruiz Durand, además aquellos bonos al portador que pensábamos que nunca se habían pagado porque siempre hubo desinformación de los medios.

Las clases acomodadas podían cobrar los bonos rápidamente si lo invertían en la industria, y algunos grandes grupos económicos existen actualmente porque cobraron sus bonos a tiempo, porque se privilegió pagarles a ellos. Pero con la crisis económica posteriormente los bonos ya no valían nada, pero sí se llegó a pagar el 80% de los bonos. Un 10% de los bonos los acumuló una empresa que compra fondos buitres en los Estados Unidos, y el otro 10% restó para pagarse. El Estado peruano sí ha pagado la mayor parte de los bonos pero eso no se dice.

Como cineasta ¿Qué pretendes con “La revolución y la tierra”?

Pretendo realmente que se vea en todo el Perú porque creo que la Reforma Agraria está muy presente, sobre todo en las regiones. Quizás en Lima la tenemos un poco olvidada pero en regiones significa mucho. Algo lindo de la experiencia de La revolución y la tierra es que el cine peruano ha acudido a nuestra ayuda ante la ausencia de imágenes históricas que tenemos y eso lo hemos tomado con un agradecimiento especial, pero también con una gran responsabilidad para que esta película pueda ser conocida por las nuevas generaciones, porque una gran parte de nuestra historia ha sido invisibilizada durante mucho tiempo para que no vuelva a discutirse ni debatirse, porque el cine tiene esa responsabilidad de generar preguntas en la gente, y la Reforma Agraria del general Velasco ha sido un punto de inflexión importantísimo para nosotros como país y como sociedad. Pero no lo tenemos tan presente aún, pese a que han pasado cincuenta años.

¿Cuánto costó La revolución y la tierra en términos económicos?

El proyecto ganó el fondo de DAFO para largos documentales y el fondo fue 240 mil soles.

¿Es aproximadamente 72 mil dólares, eso nada más? Considerando que fácilmente hay documentales que cuestan 2 millones de dólares.

Así es, solo se hizo con esa plata porque no necesariamente las empresas desean financiar películas con la temática de la Reforma Agraria. Felizmente hemos sido un equipo muy chico, pero esa es la realidad del cine peruano, aunque hay que tomarlo como un aprendizaje.

¿Qué se viene Gonzalo?

Ahora estoy concentrado en el estreno oficial de la película que será el diez de octubre de este año en todas las salas, pero mi próximo proyecto grande es una obra de teatro con Sala de parto en el teatro La Plaza y que yo también la dirigiré. Se llama Ítaca y será estrenada en el año del Bicentenario en 2021. 

TRAILER DE LA PELÍCULA

(ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA IMPRESA LIMA GRIS 18)

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