Opinión

Entre la utopía y la rosa

Lee la columna de Julio Barco

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En el caso de los poetas, una vida llena de aventuras es acaso el mejor boleto para acceder al futuro. En ese sentido, la vida de Javier Heraud reunió todos los elementos para volverse una leyenda de nuestras letras: una muerte joven y una obra breve, pero vital. A la distancia, sorprende la decisión de abandonar todas sus comodidades para realizar la épica (e inocente) tarea de hacer la revolución en el Perú. No se crea que digo inocencia con desdén, al contrario, la digo —como sugería Baudelaire y después parafraseaba Vallejo– en su plano más alto: la inocencia como la capacidad necesaria para rebelarse. Esta condición, le permitió concretar aquel deseo que algunos solo limitaban al debate y la teoría. Integró una generación fantástica de autores de talla internacional como Corcuera, Hinostroza, Carnero Roqué o Hernández. En medio de una época fecunda, su existencia fue otro poema: un viaje hasta Moscú, que le permitió conocer Europa. Dio la casualidad de que se cruzó con Vargas Llosa, entonces militante de la izquierda. Después de entrevistarlo, el autor de Conversación en la Catedral le aconseja quedarse en Europa y asumir su vocación literaria. Sin embargo, su destino es otro: regresar y ser acribillado entre pájaros y árboles. Sin duda, El río (1960) es uno de sus poemarios más populares, pero, Estación Reunida (1961) consume de modo más amplio todo su registro lírico. Aquí vemos una mirada reflexiva, introspectiva, conectada con la Naturaleza. Son las estaciones (a lo Vivaldi y como señala el título) fuentes que estimulan el hablar lírico. La voz del bardo se sitúa en la desdicha del verano, el advenimiento del otoño y del invierno; así, con tono sincero, a veces triste o vivaz, se repasa el ciclo de la vida. Sin embargo, es el otoño el más nuclear de los instantes. Caen las hojas, crujen, el cielo empalidece y la poesía surge como un farol: ¿Por qué me acechas de este modo, poesía? —se interroga el vate— ¿Por qué me persigues insistentemente? Este bello poemario nos adentra en la experiencia del tiempo y en el devenir último.

(Columna publicada en Diario UNO)

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