Lo paralelo ha sido algo que siempre me interesó, las diversas líneas que se pueden mover simultáneamente, sin que ninguna de ellas sepa del recorrido de la otra, la posibilidad lúdica de los corredores paralelos y aislados.
La ciencia ha ido rompiendo mitos y ahora la teoría sobre la realidad más aceptada es la “Teoría de las cuerdas”, la cual dice que esta realidad que vemos es solo uno de sus planos, que convivimos con otros realidades, como si estuviéramos en frecuencia distintas.
Voy a tomar como ejemplo de realidad paralela a los perros: ellos no miran como nosotros, ellos ven solo en dos colores y pueden ver ciertos tipos de rayos solares que no perciben nuestros ojos, sonidos que no oyen nuestros oídos. Sin embargo comparten el espacio/tiempo con nosotros.
(Esto me recuerda lo que mi abuela decía: los perros pueden ver los espíritus y a la muerte, decía que si un perro te miraba y aullaba al verte era porque estaba viendo a la pelona cerca de ti y tenías que cuidarte. Una tía, por otro lado, decía que si te pones las lagañas de un perro puede ver a los aparecidos.)
Pero vuelvo a lo paralelo, vuelvo a un país al sur del mundo llamado Perú.
Se termina el lustro de García y uno lo ve pavoneándose por los logros de su gobierno, en educación, en salud, como si su gobierno hubiera sido el mejor, o hubiera generado verdaderas oportunidades. Entonces el Perú en el que vive el Presidente, es un Perú paralelo al Perú de los pobres aymaras que ya no saben qué hacer para que no vendan ni contaminen sus tierras (nuestras tierras).
Pienso si en estos 5 años se hizo algo por la cultura, por el arte. La respuesta es obvia: No. No se hizo nada. Hemos tenido muchos logros (literarios, cinematográficos, arqueológicos, etc.) pero ninguno de ellos como resultado de políticas elaboradas y ejecutadas por el Estado.
Ahora García quiere dejar un monumento copiado, un monumento que si bien para muchos significa amor y paz; a otros les recuerda el odio, la muerte, la intolerancia. El cristo, es un dios occidental que se impuso sangrientamente en este continente. Tomando su nombre, los españoles cometieron una de las peores matanzas de las que tiene memoria la humanidad. Pero no es una cuestión de religión. Es una cuestión de percibir realidades distintas ante el mismo hecho y aceptar las evidencias y no los papeles vendidos, ni los libros puristas.
La personalidad de la ciudad debe buscarse en otras fuentes. Hay que buscar referencias propias para crecer como país, tenemos otros símbolos más cercanos y más identificables. La salida es otra.
García quiere dejar su rastro, su huella, eso no está mal pero la forma en que lo hace – con el cristo y con el nuevo estadio nacional- se ha convertido en una acción ciega y apurada. Acción propia de un egocéntrico la de apurar y la de no respetar las reglas del juego.
Se vienen 5 años donde todos nosotros, con otro presidente, debemos presionar para que el Estado al fin emita políticas culturales inclusivas y efectivas. La consigna es seguir creando y luchando, a pesar de los mundos paralelos que nos quieren hacer creer.