RAQUEL JODOROWSKY

Por: John Martínez

A mitad del siglo pasado llegó para no irse más. Raquel vino al país por unos meses y terminó quedándose toda una vida. Chilena de nacimiento, es una de las poetas vivas más importantes de esta parte del mundo. Hermana del “escritor gurú” Alejandro Jodoroswky, ella ha sabido hacer una obra sólida y personal.

Oír leer a Raquel es un privilegio que no se debe desaprovechar, escuchar sus anécdotas, percibir toda la atmósfera que genera, ella misma es un poema. Desde la primera vez que la leí, en una revista argentina que editaba un amigo en común, hasta el miércoles pasado, que pudimos verla, la poesía ha ido llenando la vida, sin etiquetas, como en un verso de ella, no fuimos escritores, ni poetas, “tan solo hombres que por un momento elevaron su canto”.

La poesía en la vida de Raquel lo ha sido todo, lo es. Por eso su amistad con grandes escritores. A su casa por ejemplo, llegaban cartas de Allen Ginsberg, el poeta beat por excelencia. Él, quien tiene una conocida relación con el Perú, era amigo de Raquel. Una vez le dijo, cuenta ella, “te quiero tanto que tendría un hijo tuyo”. Hasta los últimos meses, antes de la muerte de Allen, ellos se siguieron comunicando, y publicando juntos en revistas de amigos, en otras latitudes pero juntos.

Es otro poeta, Gonzalo Arango, quien destaca en la obra de Raquel Jodoroswky un “arduo humanismo”. Algunos de los libros donde se destaca esa y otras características son: “Ajy Togen” (1964); “Caramelo de sal” (1977); “Sin antes ni después” (1984); “América en la tierra” (1989); “Chan-Chan, maga lunar & Nazca nacer” (1992); “Poemas escogidos” (2009); “Territorio por explorar “2010). A sus 83 años sigue publicando y tiene varios libros inéditos, nos parece que aún le queda mucho por dar. Aquí esperamos por su próximo libro.

Larva voluminosa es el tiempo
en la noche americana.
Brazo largo es el pasado.
Brazo corto el presente.

Una aguja de polvo mago
Junta en uno
Los dos tiempos.

Así que en espera
de la luz total
nos hemos sentado
en el trono de los reyes
en el altar de los santos
y en el banco de las cárceles.

(Publicado en el nª 9 de la revista Carmín, Argentina, 1997)