Por Rafael Romero
Al momento de pergeñar estas líneas, superada una antojadiza y ya desistida tacha, el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones tiene el camino listo para evacuar la resolución definitiva de inscripción del Partido Cívico OBRAS (PCO).
La participación electoral del PCO y el factor de su fundador, el periodista Ricardo Belmont Cassinelli, contribuirán mucho a elevar el nivel del debate y la calidad de la política, tan venidos a menos por la manipulación de los grupos del poder global que le cerró el paso a los verdaderos políticos y le abrió las puertas del Estado -de par en par- a los politicastros.
La pregunta clave es: ¿El Perú cómo podrá tener “políticos” y no “politicastros”? La respuesta es sencilla y consiste en hacer de los partidos verdaderas escuelas de pedagogía ciudadana; en edificar instituciones que respeten y practiquen la ética pública; y en debatir permanentemente con ideas o premunidos de filosofía política.
No más advenedizos y arlequines en las campañas electorales donde la farándula y el exhibicionismo han primado en estas tres décadas, razón por la cual personajes faranduleros, pillos, ladrones y politicastros resultaron ocupando miles de puestos públicos, llevando al país al hoyo en el que se encuentra.
Por tanto, la próxima campaña electoral tiene que ser diferente a las anteriores, y para eso el elector tiene que valorar antes de ir a las ánforas las ideas y meterse un poco más en la filosofía política. Esto es lo central en la ciudadanía con el objetivo de elevar el nivel del debate político y con el fin de exigir a las corporaciones mediáticas más transparencia y veracidad en sus noticias. De esta manera mejorará sustancialmente la calidad de los foros de discusión programática y de los candidatos a la cámara de diputados, al senado, a la presidencia y vicepresidencias, a los cargos municipales, provinciales y regionales.
En este contexto, el PCO tiene una filosofía consistente y eso le da fortaleza a diferencia de otras organizaciones políticas que se convirtieron en vientres de alquiler o clubes de tránsfugas. En consecuencia, lo sustantivo es la filosofía política, ya que de la cual se desprende el ideario, la doctrina y los planes de gobierno, y alrededor de esa filosofía deben girar las estrategias de comunicación, el marketing político y la convocatoria a los mejores hombres y mujeres de la Patria.
Ricardo Belmont ha configurado esa filosofía política desde el momento en el cual ha estado sometido a un proceso de dialéctica personal frente a los retos y al sistema imperante que le ha tocado confrontar, viendo pasar el último medio siglo de la historia del Perú hasta el presente, tiempo en el cual ha quedado completa e integrada su filosofía para ponerla de cara a la realidad nacional.
Sobre la base de la filosofía humanista y con el aporte de peruanos ilustres como José Faustino Sánchez Carrión, Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre y Augusto Belmont Bar, las ideas del PCO deben estar en concordancia con una praxis política responsable donde debe primar la disciplina, la ética y la integridad.
¿Cómo ser un líder estoico que refunde el Perú? Respecto de esta interrogante, sobre la base de la filosofía política planteada por Ricardo Belmont en distintos foros, en especial en los programas de Habla el Pueblo, y consultando por mi parte el interesante aporte de Daniel Ordaz, que resume muy bien a Ronnie H. Kinsey, para sintetizar lo que es un líder estoico, todos antes debemos conocer y revisar el significado de estoicismo.
Es la filosofía de Zenón, quien desde la Grecia antigua enseñó el autocontrol, la resiliencia y el pensamiento íntegro. Por eso es que la filosofía del PCO es totalizadora y regeneradora para la sociedad peruana, donde -como en cualquier otra- hay estrés, caos, desorganización, abuso e injusticia. De manera que el estoicismo ayudará a enderezar lo torcido, a pensar mejor y, por tanto, mejorará las relaciones personales y dará lugar a la toma de buenas decisiones (obviamente con ética).
Ricardo Belmont, siguiendo las máximas y mínimas de su abuelo Alejandro Belmont y Marquesado, descendiente de Ramón Castilla y Marquesado, así como siguiendo los pensamientos que solía inculcarle su padre Augusto Belmont Bar, logra conocer y meditar en la filosofía, a la que agrega el espíritu espartano, pero para aplicarla a la realidad práctica y a la vida diaria de los peruanos, ponderando la autodisciplina, la virtud y la razón, el autocontrol frente a los problemas y el dominio de sí mismo antes que las emociones negativas. Es decir, pone a los peruanos frente a la empatía y al buen temple para gobernar el Perú con el objetivo de reorganizarlo y darle a todos los compatriotas paz, bienestar, justicia y dignidad.
En esencia, lo que le dice al país la filosofía del Partido Cívico OBRAS es que no todo está perdido, hay que tomar mejores decisiones como, por ejemplo, darle el respaldo a una organización política en primera vuelta y se debe confrontar los problemas con mentalidad positiva, y ese positivismo Ricardo lo ha postulado por décadas.