Por Rafael Romero
En términos normales del proceso administrativo y bajo las condiciones legales de la inscripción del Partido Cívico OBRAS (PCO), siempre y cuando no haya ninguna carta bajo la manga del Jurado Nacional de Elecciones y mientras todo sea transparente en el Registro de Organizaciones Políticas, la próxima semana debería regresar oficialmente el otrora Movimiento Cívico OBRAS a la vida nacional.
En el contexto actual, donde estudios y sondeos de opinión pública revelan que la mayoría de peruanos tiene la fe y la esperanza de que aparezca un líder y un partido que efectivamente marque la diferencia con el presente plagado de corrupción, de viveza, impunidad y desgobierno, resulta que no hay más tiempo para seudo ensayos donde los partidos que han ejercido el gobierno sólo han sido clubes electorales, federaciones de tránsfugas y vientres del alquiler que llevan a los “pecho-fríos” a los más altos cargos de la administración estatal, y esa historia nefasta de traición a la patria debe terminar.
“La verdad os hará libres”, dice el precepto bíblico, y es tiempo de tenerlo muy presente y de ser sinceros con nosotros mismos, como sociedad y como electores. De modo que nos cabe una enorme responsabilidad frente a lo que pasa en nuestro querido Perú, porque hemos permitido -por acción u omisión- que la corrupción avance y que ya casi se institucionalice ilegítimamente en todas las entidades del Estado la impunidad, constatando la triste realidad de que todo está podrido.
Entonces nos toca ser lo suficientemente maduros y serios para proceder a respaldar a los mejores ciudadanos, a quienes realmente lo merecen por su trayectoria de vida y habrá que darles el voto que ayude a cambiar el Estado corrupto que ahora tenemos por uno que respete la dignidad humana y la justicia social.
De cara a las próximas elecciones, sea que esto ocurra el 2025 o el 2026, si bien hay que saludar que muchas fuerzas partidarias -más de 30- hayan llegado al ROP, no obstante, la verdad es que al país no lo va a salvar un solo partido político, por lo que esa enorme cantidad de ciudadanos que cree tener las posibilidades de ser presidente de la República tiene que reducirse -vía alianzas electorales responsables y patrióticas- porque es hora de menguar en favor de los más experimentados y de ser realistas procediendo a darle la oportunidad a los políticos con larga trayectoria de lucha, con filosofía humanista y con pergaminos limpios. No más advenedizos ni politicastros de última hora.
Es decir, debe regresar la alta política y los valores, porque en las últimas décadas apareció gente sin emoción social y sin vocación política que sea metió a la “res pública” para fregar el presente y futuro de la nación. Es tiempo, entonces, de dejar las vanidades personales a un lado y evitarse el seguir cayendo en ese mismo error de elegir a corruptos o donde muchos se creen con derecho a ser presidentes cuando en su hoja de vida no aparece que le hayan ganado a nadie.
Revisemos la historia y veremos que desde el 8 de julio de 1989 el entonces Movimiento Cívico OBRAS marcó época y escribió un interesante capítulo en la historia de los partidos políticos en el Perú. Hoy regresa y ha hecho la tarea de forma ejemplar y transparente recorriendo con sus espartanas y espartanos los pueblos más alejados de la patria para llevarles la buena nueva.
Son ciudadanos de base, son ejemplo de militancia fraterna y de espartaneidad, movilizándose con su propio peculio, sin táperes como otros, sin dar gaseosas, fideos ni dinero a cambio de una firma, terrible mal agravado en los años 90 cuando se corrompió la política a la enésima potencia, y esa mala sangre tiene que ser arrojada del Perú en las próximas elecciones.
Por eso el PCO viene a la política con la frente en alto, con el vigor y la valentía con los cuales se enfrentó a los grupos de poder y sufrió persecución, por eso su líder Ricardo Belmont muestra un ejemplo de vida al corroborarse que antes de ingresar a la política tenía fortuna, un canal de Tv y radios, pero ahora no los tiene porque le fueron arrebatados por el poder oscuro y siniestro que controla el país y en eso marca una diferencia fundamental frente a aquellos alcaldes, gobernadores regionales y congresistas que en dos años de estar en un cargo público se volvieron “nuevos ricos” (¿cómo lo hicieron, ah?)
Finalmente, es un hecho encomiable que el PCO haya registrado y transparentando a través de sus redes sociales la captación de firmas en número que sobrepasa las 40,000; igualmente diáfana ha sido la conformación de sus comités provinciales en costa, sierra y selva junto a todos sus trámites ante el ROP y el RENIEC, sin chanchulladas ni corruptelas, por lo que su proceso de inscripción llega a la inminente oficialización, con la bendición de Dios, para que participe el OBRISMO en la vida política del país con el objetivo de reconstruir el Perú con mística estoica, filosofía humanista y ciencia; así como para reorganizar un Estado al cual los malos políticos lo ven como un pingüe botín.