El caso Alejandra Landers, los sueros de la muerte y el maltrato de las clínicas: “Si no paga, no sube”
El retrato de una muerte cerebral desde la vivencia angustiosa de la madre de la paciente cero en el caso «Los sueros de la muerte» revela, además, la frialdad del trato del sistema sanitario privado, donde tener seguro no vale de mucho.
Desencajados, con los rostros cansados. En los ojos de la madre vuela la incertidumbre de una fatalidad que no termina. Es el retrato del dolor, el peor de todos, de no poder siquiera que el destino le comparta un poco el dolor de su hija para aliviarla en esa oscura noche. Lo peor de amar es que no podemos sentir el dolor de quienes amamos.
Los padres de Alejandra, consumidos por la angustia se presentaron ante la Comisión del Congreso y con el ministro de Salud al frente expusieron el drama por el que pasa Alejandra que yace con muerte cerebral en la clínica SANNA de San Borja. Y si el dolor no fuese suficiente, la vergüenza y la indignación vienen a condimentar la sensación de abandono, como dijo el padre de Alejandra:
“Lamentamos que al momento de exponer nuestro caso los congresistas se hayan retirado. Es una falta de respeto hacia nosotros que venimos acá como parte de las personas afectadas que formamos parte de la población. Eliana Carpio que es la mamá de mi hija Alejandra, le dejo el uso de la palabra. Ella ha estado al pie de la cama desde su ingreso en la clínica”.
Con plomo en las alas: retrato de una agonía
Eliana expuso la situación en el orden de los sucesos y como un drama que se ha detenido en el nudo.
«Mi hija es la paciente cero. Ingresó la noche del 18 de marzo. Fue a la clínica por un simple resfrío, tenía alergia, no podía tomar cualquier medicamento por eso fue a la clínica (…) Yo llego a la clínica y nunca voy a olvidar como encontré a mi hija. Eso no puede suceder. Cómo es posible que profesionales de la salud no tengan un seguimiento paciente sabiendo que ella tenía problemas de alergia. No entiendo como nadie pudo darse cuenta que había una reacción al medicamento que le estaban dando. (…) Cuando veo a mi hija me impactó, veo temblando sus piernas y brazos. ¿Pero qué ha pasado? Es que ha venido con fiebre de 39 grados me dicen. (…) Estaba haciendo una respiración con todo el diafragma. Luego el doctor dijo que estaba poniendo resistencia para abrir los ojos. “No quiere abrir los ojos, despiértela usted” me dijo “porque la voy a dar de alta en media hora”. Le toco la cara a mi hija y vi que toda la saliva estaba en su cara. Entonces me di cuenta que algo verdaderamente grave le estaba pasando a mi hija. Sus ojos estaban morados (…) La pasividad del doctor me espanta. Cuando le levanto la bata, mi hija estaba toda orinada, parecía que se había orinado dos o tres veces».
Alejandra Landers Carpio, ingresó paradójicamente a la clínica SANNA estando ella totalmente sana, solo por un resfriado y terminó con muerte cerebral por el suero fisiológico mortal. Ante esta situación, los padres de Alejandra han decidido iniciar acciones legales contra la clínica SANNA y la farmacéutica Medifarma. “Intentamos presentar una denuncia penal, pero no nos la aceptan. Nadie quiere asumir competencia”, afirmó su abogado.
Pero volvamos al relato de la madre. Para comprender realmente lo grave de una situación no basta con medidas y pesos, números fríos o datos muertos, hace falta vivirlo y contarlo. Porque el relato da vida al dato.
«Yo me doy cuenta en minutos, ¿Cómo el doctor y la enfermera, profesionales de la salud no se pudieron haber dado cuenta? Demoraron horas para hacer la tomografía (…) no había neurólogo hasta el día siguiente. No se había activado el código azul».
A pesar de tratarse en una clínica y contar con seguro el tratamiento del personal de la clínica según lo relatado por la madre de Alejandra, resulta peor que inadmisible sino escalofriante:
«Me exigen a eso de un cuarto para las 4 am pagar el adelanto del cuarto y los exámenes de emergencia. “Si no paga no sube”, me dicen (…) pagué 3 facturas y de uso mi hija convulsiona, se orina. ¿No tienen empatía? Estuvo en cuidados intermedios porque no había cama en UCI. Cuando ingresa a mediodía a UCI ya no había nada que hacer (…) Ni bien subió a cuidados intermedios me dicen que la tienen que inducir al coma. (…) Cuando entra ella a UCI a mediodía, desde las 9:17 que la ponen el medicamento dentro de las dos horas y media ella tiene la primera convulsión. Entonces el medicamento le chocó tremendamente (…) Si a la pequeña de 4 años convulsiona a las 4 horas y a la otra paciente con el mismo cuadro de muerte cerebral convulsiona a las 8 horas. Pero no sé ¿por qué mi hija convulsiona a las 2 horas y media? Nadie se dio cuenta (…) Venimos a exigir saber la verdad. Prácticamente la abandonaron porque si yo no llegaba, tampoco ellos hacían nada. Díganme ¿Así funcionan las clínicas? ¿Ese es el trato que merecemos? (…) Mi única hija iba a cumplir al día siguiente 26 años, es lo que más me duele porque estoy segura que ha sido como una muerte lenta y que nadie se dio cuenta».
Alejandra de 26 años estaba haciendo su tesis de arquitectura y como todos los jóvenes tenía planes, sueños e incluso oportunidades. Y ahora la situación es una pesadilla de la que no despierta. A raíz de ser inducir a coma, el destino de Alejandra pende de un milagro.
El padre por su parte compartió el testimonio de otro paciente en la clínica en cuestión que ejemplificaría el dolor que su hija pudo haber sentido:
«Al día de ayer en la clínica se me acercó alguien y me dice “yo también recibí el suero en una sala de operaciones. Me empezaron a ponerme un medicamento y empecé a gritar porque me estaba quemando el brazo en la misma sala”. Se la sacaron de la vena y él está vivo y yo me imagino cuánto sufrimiento ha tenido mi hija (…) Prácticamente le metieron suero como veneno por la información que sabemos, que ese veneno quema todas las articulaciones. Mi hija estuvo inconsciente en ese momento ¿Por qué no le retiraron el medicamento si mi hija tenía antecedentes de alergias? ¿Cómo no se dieron cuenta cuando vomitaba el medicamento le estaba provocando una reacción?».
Las víctimas de este lote defectuoso enfrentan efectos severos, como lo vive Alejandra en carne propia. Aunque el suero defectuoso tiene consecuencias críticas, si se detecta y se retira a tiempo, el daño podría haber sido menor. Pero en el caso de Alejandra y otros afectados, el tratamiento no fue oportuno, lo que resultó en consecuencias fatales.
En su caso se ejemplifica además lo que otros medios omiten, y es el maltrato de las clínicas, que tener un seguro privado no es garantía de nada, que antes se paga por adelantado, que el juramento de Hipócrates padre de la medicina es letra muerta entre ciertos profesionales de la salud. Que la salud es moneda de cambio, mercancía y nada más. Y esto no solo en Perú. Mientras tanto una familia no duerme y una hija no despierta. Y la tragedia en nudo no se cierra, todavía no se cierra. Lo más amargo a veces son los finales que no llegan y la sensación casi con sabor a impunidad de saber que esto pudo evitarse. Tanto dolor y pudo evitarse.