Dirigido por Gianfranco Annichini (Novara, Italia 1939), Radio Belén es un documental sobre la radio popular en el barrio de Belén (Iquitos) y un registro de las actividades de su población en el ir y venir de un día agitado.
En el inicio, la figura de un día que recién empieza es vista a través del primer plano de un altoparlante fijado en lo alto de un madero. La cámara se irá alejando y escucharemos los saludos del comienzo de la transmisión radial. A las secuencias donde vemos a los locutores de la radio, le siguen imágenes de las diversas ocupaciones de los lugareños.
Luego el sonido se independiza y empieza a circular sobre el fondo de las rutinas del barrio. Consejos prácticos y medicinales, anuncios matrimoniales, obituarios o concursos de historia, se entretejen en la vida diaria de los pobladores que viven, o subsisten, en un mundo flotante, cercado por la pobreza extrema.
La voz radial se desliza entre la gente. Cargadores de hielo, vendedores, niños, canoas yendo y viniendo o sólo esperando algún pasajero, parecen oyentes distraídos. Sin embargo la radio no funciona como un sonido que sólo acompañe la exposición de unas vivencias precarias. Cada locutor que vemos se hace parte de la vida de su comunidad al compartir elementos de sabiduría tradicional, información local o promoviendo lecciones educativas. El contrapunto entre esa voz y las imágenes de “exteriores”, provoca a veces cierta risa que la cinta no intenta eludir. Esa comicidad no debe confundirse con el gag o lo pintoresco. Corresponde a cierto ánimo, alegre y esperanzador, de una sensibilidad popular, que transmite el visionado de la cinta, y que hace más cercanos y auténticos, a los actores sociales que miramos a través de la pantalla.
Más adelante, a medida que la película avanza y empieza a caer el día, también se van agotando las fuerzas. Calles fangosas y semivacías, hombres acarreando los últimos paquetes; gente volviendo a sus viviendas, protegiéndose de la lluvia; canoas y botes con pasajeros a punto de partir. En ese momento la voz de la radio se vuelve un consuelo, un discurso del que brota religiosidad y abnegación, que pretende traer alivio y esperanza para el mañana.
El documental sostiene, además, un registro condensado que incide en esa capacidad de los sujetos populares para salir adelante. La cámara se ciñe a las distintas labores que hombres y mujeres realizan alrededor del comercio, el transporte fluvial y las labores domésticas. En muy breves segmentos, casi vistazos, la cámara se detendrá también, en los niños y jóvenes que pululan entre los maderos o las multitudes en el mercado. Microrrelato de un discurso que acentúa el valor del trabajo y el esfuerzo en condiciones desfavorables –al mismo tiempo que remarca una actitud entusiasta-, y que se integra a una visión que apuesta por la reivindicación de los pobres y excluidos, evitando retóricas distanciadas y autorizadas.
En su apretado metraje, Radio Belén genera la impresión de que accedemos a una vivencia sin aparentes trabas ni mediaciones, acercándonos al mismo “sentir” del poblador ribereño. La experiencia de la radio atraviesa el registro visual y se instala detrás de las imágenes, activando elementos de la mentalidad popular y otorgando ciertas texturas, giros, color a lo que vemos. A su vez , modera el efecto de unas secuencias centradas en el signo del “trabajo” –por la dureza de sus condiciones-, produciendo imaginariamente ese otro tiempo (espacio también sin duda) en el que la vida no se agota y se permite asomar el optimismo.
La secuencia final introduce un breve comentario en el mudo repaso a las últimas imágenes del día –el término de la jornada como momento reflexivo. Y en el último plano, en donde las personas, desde sus canoas, miran directamente a la cámara, serios, como si supieran de antemano que todo el tiempo han sido filmados, atestiguamos la complicidad entre el equipo de Annichini y los pobladores de Belén, pero también asistimos a la conclusión de un acuerdo, como si hubiera expirado el permiso para ser grabados.