Se pretende celebrar a Vallejo hoy por el insignificante hecho de haber fallecido un 15 de abril. Recordemos que un día 15 de abril nacieron Leonardo da Vinci, Robert Walser, Valdelomar y murieron Goya, Sartre, Genet, entre otros.
Se quiere enaltecer la obra y el legado de Vallejo sin incidir en lo dura que fue su dedicación a las letras.
Se ignora que el pulso de su poesía es la cordillera del verbo, es decir, abismos y altura, peligro y esplendor.
Se ignora su gran capacidad de sacrificio.
Se deja de lado que la crítica de Clemente Palma fue justísima y que la ridiculez estuvo detrás de su primer libro casi a la par de su grandeza posterior.
Ahora que cualquiera se dice poeta sería bueno que primero se estrellen la cabeza ante el monumento vivo que es la obra vallejiana.
Cuando Antonio Cisneros dijo que Vallejo era un llorón, el tipo hizo un ridículo tan solo similar al sucedido cuando a alguien se le ocurre repetir que el Gloton’s es un pedazo de Breña o La Victoria en Miraflores.
Vallejo fue el tipo más duro en la historia de la poesía peruana.
De más está decir que muchos admiradores actuales de su obra y otros esnobs de no haber oído parte de todo lo que se ha escrito sobre él, seguro no valorarían ni su obra ni su persona.
Se pueden escribir miles de páginas sobre Vallejo explicando todo lo que ha significado para los poetas luego de su muerte mas sería preferible escribir algunos poemas a la altura de sus mejores textos o aun más altos.
Finalmente, no debemos olvidar que de haber vuelto al Perú hubiese ido directamente a la cárcel por acción de un Estado tan o más corrupto que el actual.
Mal que bien se murió en París y aunque se dice que en sus últimos días sólo comía papas ‘verdes’ prefiero recordarlo siempre contradictorio y feliz, dolido pero entero, caído pero orgulloso de su frente de inca e indoblegable y cálido con su café y su muerte querida viendo los castaños frondosos de París… ETC.