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CARLOS SORÍN: CON DANIEL DAY-LEWIS HICE UNA PELÍCULA QUE ERA ESPANTOSA

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Fotos: Carla Santillán

Carlos Sorín está por cumplir 70 años,  es uno de los directores argentinos más reconocidos en el mundo. Historias mínimas, Bombón el perro, El camino de San Diego o Días de pesca, son solo  algunos de sus filmes que han transcendido por la fuerza de su narrativa. Muchos lo conocen como el director de la Patagonia; confiesa que él mismo edita sus películas en casa, y nos habla de su hijo Nicolás, quien le pone música a su vida y a sus películas.

Ingresa a la sala de prensa con una chalina, saluda a todo el mundo, mientras algunos flashes iluminan sus cortos pasos. Se le nota algo cansado pero aún así sostiene en el rostro una sonrisa.  Aquí una entrevista donde Sorín se tumbó muchos mitos, y nos demostró involuntariamente que existe un argentino sin ego.

Carlos tú incursionas en el cine mediante la publicidad

Sí, yo vengo de la publicidad lamentablemente.

¿Por qué lamentablemente?

Bueno la publicidad me dio algo que es fundamental para hacer cine, me dio plata, después, tienes que comenzar a desaprender todo lo que aprendiste ahí, para luego encarar un largometraje.

En publicidad trabajaste casi diez años en Colombia.

No, no fue tanto, en Colombia estuve  pocos años, son casi  treinta años de cine publicitario, he podido hacer un poco menos, pero bueno (risas).

Por qué después de trabajar con un súper actor como Daniel Day-Lewis, decides hacer películas con actores que no son profesionales.

Con Daniel Day-Lewis hice una película que era espantosa (risas). No fue culpa de Daniel, fue culpa mía, y después de mucho tiempo regresé hacer cine.  Depende de qué te propongas con una película, hay películas que necesitan actores, y películas que son mejor  hacerlo sin actores profesionales. Por ejemplo, en mi última película tengo un entrenador de boxeo, que hace cuarenta años es entrenador de boxeo, es mucho más fácil explicarle a él como actuar, que a un actor  como es el tema del boxeo, es muchísimo más simple. O un guía de pesca, que le vamos estar enseñando a un actor como se pesca, más vale agarrar un guía de pesca y le enseñamos como se actúa, es mucho más fácil.

Sorprende el talento que tienes para dirigir actores…

No actores (risas). Los actores también me gustan dirigirlos, con los no actores no tengo ningún método, porque cada caso es un caso único, tienes que ir viendo por dónde lo encaras. Y con los actores tampoco tengo un método, yo se que dirijo actores y lo hago razonablemente bien,  pero no aprendido un método, lo hago porque lo siento,  y trato de comunicarme con los actores, si el actor es bueno establecemos una buena química, una buena relación, pero no ensayo nunca, esa es la única metodología. Y el hecho de no ensayar nunca es porque pienso que en el ensayo salen las mejores cosas y después nunca más las voy a volver a ver, entonces, filmó siempre.

Con “Historias mínimas” y la Patagonia se puede decir que comenzó un cambio en tus películas.

Sí, claro, allí había pasado once años desde que hice la película “Eterna sonrisa de Nueva Jersey” con Daniel Day- Lewis, y es como una nueva ópera prima, empecé una segunda parte de mi carrera, una segunda carrera muy distinta a la anterior  y en la que todavía estoy.

Sorín junto al protagonista de Historias mínimas Antonio Benedicti

¿Qué te ha dado la Patagonia, que no te ha dado otros lugares?

Te da hoteles de una estrella,  pésima comida, viento perfecto (risas). No es un lugar cómodo, si uno busca un lugar cómodo y placentero para filmar, la Patagonia no es aconsejable.

¿Y por qué insistir en la incomodidad?

No sé, hay algunas cosas de soledad, de distancia, de paisajes y rutas infinitas, estaciones de servicios, moteles, y a mí me gusta mucho ese tipo de locación, pero mis historias no son patagónicas, mis historias podrían suceder en cualquier parte, no son estrictamente de la Patagonia, y después  como me  dicen Sorín es el director de la Patagonia, entonces,  voy y filmó allá para confirmar esa etiqueta, viste, hay magia (risas).

Háblame de la experiencia de trabajar con tu hijo Nicolás haciendo cine, prácticamente son un dúo.

Sí, pues ya llevamos seis películas, al principio en la relación padre e hijo, se imponía la relación director –músico,  pero ahora ya no, él ha crecido mucho y además es un excelente músico de cine, y lo tengo porque es un excelente profesional, y nuestra relación es muy profesional  en el sentido que si a mí no me gustan las cosas se lo digo, ahora cada vez menos, porque cada vez la acierta más de entrada, y tenemos una relación muy fluida, sabemos que ninguno de los dos va perdonar algo (risas).

Después de ver tus películas me da la sensación de que tienes el espíritu de un monje tibetano, porque nos haces recordar que somos humanos.

(Risas). Yo creo que en general, salvo “El gato desaparece”, son películas rurales, no sé cómo será en Perú, pero en Argentina, la vida rural es totalmente distinta a la vida de las grandes ciudades y a la de Buenos Aires, la tensión, la agresión, que es muy fuerte que se vive en la grandes ciudades y en Buenos Aires especialmente a la Patagonia llega como con sordina, como una cosa lejana, los tiempos son otros, la gente es otra, hay más calma, y esa sensación de calma tiene que ver con que mis historias son rurales.

Pero siempre subrayas el hecho de darle valor a esas pequeñas cosas.

Sí, porque en esos contextos esas cosas tienen su valor. Recuerdo que cuando se estrenó “Historias mínimas”  en Buenos Aires, muchos de los comentarios eran esos, era como la vieja Argentina, eso de llevar una torta, son cosas que en Buenos Aires era imposible. Y cuando se estrenó tenía como una resonancia, a un Buenos Aires de la infancia de uno, que ya esas cosas se perdieron.

En tu última película “Días de pesca”  comienzas sin hacernos saber que le sucedió al protagonista…

Sí, porque sino sería una telenovela, no tiene importancia que pasó atrás, si es que se peleó con su mujer, por qué motivo, todo eso el espectador lo completa como quiere, no pasa por ahí la película. Entonces, en el proceso aporto la menor cantidad de datos posibles para que el espectador tenga más zonas para reconstruir lo que está pasando. Tampoco es una película enigmática donde tienes que descubrir algo.

Escena de la película Días de pesca

En tu película “Días de pesca” uno de los grandes logros es el final ¿lo pensaste mucho?

No, yo lo tenía ese final, pero hice varias versiones, la historia viene de la época de “Historias mínimas”, ese final para mí es importante, si bien yo no creo, porque soy pesimista, que él va ser otra persona y que va salir definitivamente del alcohol, y va restablecer la relación con su hija y con su nieto que acaba de conocer, yo no creo en eso, aunque la película lo deja abierto, aunque el espectador puede pensar que sí. Pero a mí me parece importante, es que él sabe y yo creo que eso es lo que lo pone feliz, que en caso extremo y ante la muerte, no va estar solo.

En los últimos años hemos tenido la perdida de varios directores argentinos, cuando te enteras que directores como Fabián Bielinsky o Leonardo Favio, han muerto ¿qué te pasa por la cabeza?

Bielinsky durante muchos años fue asistente mío, fue mí asistente de dirección, eso fue un golpe duro. Favio ya era un hombre mayor, como que la gente ya estaba preparada porque que Favio estaba enfermo durante muchos años. Pero lo de Fabián Bielinsky fue un golpe, y estaba manejando y me llama mi asistente, y me dice acaba de morir, no puede ser dije yo, con el  éxito servido.

Algunos dicen que lo mató el estrés y el cigarro…

No, creo que él tenía problemas de tensión, creo que la filmación de “El Aura” fue muy dura, y una de las cosas que yo contemplo, porque realmente el cine necesita un gasto físico importante, uno tiene que tratar a pesar de la edad estar más o menos en training. Cuando me voy a una filmación, en todas mis cosas llevo siempre una cinta de correr, y la llevo dentro del equipo, va con los faroles.

¿Entonces, ese es el secreto de que se te vea tan joven?

Cada uno lo hace a su manera, pero hay que estar físicamente en la forma razonablemente buena, porque es un esfuerzo, es un estrés permanente, hay películas  que el director tiene que tomar cantidad de resoluciones y decisiones todos los días, y que eso te estresa. En las filmaciones grandes tienes a cuarenta o cincuenta personas exigiéndote cosas, recuerdas las clases como “La Noche Americana” de Truffaut. Bueno  y eso estresa, pero eso no lo puedes cambiar, lo que tienes que estar es primero, en buena forma física o lo mejor que puedas y después, cierta calma.

¿Piensas en la muerte?

En la muerte pienso siempre, además cuando uno llega a cierta edad ya es inevitable no pensar en la muerte. La muerte está muy presente en mis películas, yo creo que todas las obras que hace el hombre sino tuviera la muerte seríamos inmortales,  y sería irrelevante, yo creo que esa tragedia le da grandeza a la gran novela, a la gran película.

¿Qué opinas de la tecnología que ha cambiado el cine de alguna manera?

Sí, para mejor, “Días de pesca” es mi primera película digital, a mÍ me costó dejar el celuloide, pero vos ves que hay situaciones  que con la cámara y el monitor, ves mucho más de lo que ves con tu ojo,  y dices: diablos. Entonces,  no voy a necesitar de llevar faroles, y todo se vuelve más fácil, y el tema de costos, también es tema de eficacia. Ya hace años que está instalada toda la edición digital, ya nadie salvo Almodovar, nadie edita en la tabla. Además, es más rápido porque vos vas  a probar muchas más variantes de edición, eso es lo importante, es un tema creativo, no es un tema de economía.

¿Se puede experimentar más?

Puedes experimentar más y sin tiempo, antes hacer una modificación de un armado de una escena eran horas, tenías que ir al canasto a buscar un pedacito de película, al final uno decía: bueno ya hagámoslo así nomás. Yo creo que es un tema mental, o sea la mente del director se vuelve muchísimo más rápido con la tecnología actual, y la mente del espectador con el cine actual también es muchísimo más novedoso, hay cosas con el cine actual que hace veinte años el espectador no lo podía entender.

¿Cuál es el error más frecuente que notas en los nuevos cineastas?

Mira, yo te voy a decir una cosa. Creo que hay muchos directores que seguramente tienen talento, pero no para el cine, digamos, podrían ser buenos administradores de empresa, buenos deportistas (risas). Yo creo que el talento del director es lo que define una película, y no ves ese talento, ese talento no lo puedes aprender en las escuelas. Los grandes directores tienen talento, y también requieres un equipo con talento,  actores con talento y escritores con talento.  Yo creo que por esa facilidad que da el cine y que ahora todo el mundo puede hacer una película, hay muchos que tienen talento pero para otra cosa, realmente lo pienso (risas).

¿Y qué piensas de las escuelas y las facultades de cine?

Yo creo que en la escuela se puede aprender algunos oficios, no sé si el oficio de un guionista, o la fotografía y edición, algunas cosas que son cursitos cortos, la dirección hace quince años podrías aprender algo porque todavía se respetaba el eje, ahora ya no, el cine ha cambiado enormemente en este aspecto, y la formación de un director de cine es la vida, es como siente uno la realidad, los libros que lee, las películas que ve, los museos que va, los conciertos que asiste, todas las relaciones que tiene con su familia, ese es el director, allí se hace (risas).

Alexander Payne dijo  “antes de ser cineasta y director soy un amante de las películas”.

Yo creo que lo que dice Alexander es fundamental, el director tiene que ser un cinéfilo, yo aprendí cine en los cines, a pesar que fui a una escuela de cine, y ahora que es mucho más fácil comprarse en “Polvos azules”  lo que quieras, o lo bajas por internet. El director tiene que ser un apasionado de las películas, pero sin duda.

¿Qué te ha parecido este año el Festival de Cine de Lima?

La programación que tiene el festival es bárbara, al margen de la sección oficial, las otras secciones y las muestras paralelas, todo arma un abanico que para cualquier cinéfilo de cualquier parte del mundo esto es un gran festival. No tendrá el glamur que tienen otros festivales, pero si tiene lo más importante de un festival que son las películas.

Conocemos a Carlos Sorín cineasta, pero cómo es el otro Carlos Sorín, el de casa y las parrillas

No hay, ese es el drama (risas).  Es que te cruza la vida de punta a punta, yo nunca he podido separar, siempre estoy pensando en la próxima película, pensando en la edición, siempre estoy en algún momento del proceso, obviamente tengo familia, tengo hijos, pero es imposible decir ahora me voy a tomar una semana de vacaciones, o decir me despejo la mente, es imposible, hay una cierta obsesividad que no es del oficio del director, sino es mío, en el cual no puedo distraerme, yo edito en mi casa, tengo una sala de edición, y allí edito solo, y son prácticamente dos meses y medio a tres meses, y estoy sentado en la mesa con mi familia y estoy con piloto automático, te conté esto, pero no soy yo, la mente está en la sala de edición, en el corte, y en lo último que hice (risas). Y creo que nunca lo podría separar, pero ojo, veo que es una cosa negativa mía.

Muchas personas dicen que Carlos Sorín no parece argentino porque es muy humilde…

No creas ah (risas). Esa es una de las facetas, te puedo mostrar las otras (risas). No, no creas, un director no tiene que ser humilde, se hace le humilde que es distinto, pero yo creo que una de las cosas, no sé si se aprende o no se aprende, dirigir una película es un ejercicio de autoridad, realmente tienes que ejercer una autoridad bien entendida, nada de militar, pero si mantener en el conjunto del equipo una autoridad, ya que el cine es así (risas).

Para finalizar, un mensaje a los jóvenes que van a comenzar hacer cine.

Piénsenlo bien, piénsenlo dos veces (RISAS).

 

ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA IMPRESA LIMA GRIS N° 6

LA PUEDES DESCARGAR AQUÍ https://www.limagris.com/descarga-la-revista-lima-gris-n-6-con-solo-un-click/

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