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Carlos Gassols: Una vida para el cine y el teatro

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Escribe: Luis Felipe Alpaca

Empezó en el teatro a los cuatro años en la compañía de su padre, y viajó en giras por Sudamérica hasta convertirse en un joven. Hallar a alguien más prolífico que él, imposible, y a pesar de ser un incansable dramaturgo, profesor, locutor, director y guionista, él solo se define como un actor, y aunque suene inverosímil, lleva consigo una carrera que ya bordea los 85 años ininterrumpidos de trayectoria.

Carlos Ernesto Gassols Eizaguirre a sus 90 años viste elegante y camina erguido, y cada vez que se encuentra en un diálogo reconoce su pasión por el cine, y evoca con mirada brillante a su compañera quien fuera su esposa y cómplice en el arte de vivir durante 60 años, la actriz Hertha Cárdenas, que partió a la eternidad en 2016.

Conversamos con el maestro Carlos Gassols en el aniversario de los treinta años del estreno de la película Caídos del cielo, dirigida por Francisco Lomdardi. En nuestro encuentro en el 23 Festival de Cine de Lima, fuimos testigos de su lucidez y sosiego.

¿Qué significa estar ligado al cine a través de la actuación?

El cine siempre fue mi adoración, eso es lo que siempre quise hacer porque la compañía infantil hermanos Gassols se había fundado en el año 1933, y en el año 34 yo comencé a aparecer; justamente en el Teatro Municipal del Callao, la compañía de mi padre hizo su primera aparición. En el puerto había mucha actividad teatral yo diría mucho más que en Lima, y el cine todavía no se había impuesto del todo porque acababa de pasar del cine silente al cine sonoro. Yo de niño vi mis primeras películas justamente en el Callao, y las salas eran estupendas.     

Tienes buenos recuerdos de tu infancia en El Callao, pero también anduviste mucho tiempo por Barrios Altos

En El Callao prácticamente fue mi primerísima infancia, mientras que en los Barrios Altos transcurrió mi adolescencia. Justamente después de haber hecho la primera gira por el sur chico, regresamos a Lima y también había muchos grupos y compañías de niños como los Ego Aguirre, y los Ureta. Un periodista que se llamaba Ismael Pinto que tenía la jefatura de cultura en el diario Expreso, me dijo que escriba la historia de la compañía de los hermanos Gassols porque hacíamos zarzuela y operetas, y poco a poco se fue cumpliendo lo que él me dijo, porque todo se ha convertido en un libro.

Carlos Gassols en la película «Caídos del cielo» de Francisco Lombardi.

¿Qué películas recuerdas de tu adolescencia?

Yo estuve en la compañía de mi padre desde el año 1934 hasta el año 1949, pero ya había cine en Lima, porque en el año 1938 se filmaron alrededor de una docena de películas en editoras como Amauta Films, Colonial Films, y Propesa. Me acuerdo precisamente del director chileno Sigifredo Salas, y también de un español de nombre Guerrini; y me acuerdo de algunas películas como El gallo de mi galpón, El guapo del pueblo, Palomillas del Rímac, De carne somos, La falsa huella, Tierra linda, Frontera norte, Los secretos de cordero, El niño de la Puna, y aunque algunas no eran muy bien elaboradas, había producción.

Conociste Lima de la primera mitad del siglo XX ¿cómo eran esas épocas?

Lo primero que puedo decir es que la gente se vestía mejor. Eso de los jeans no existía, yo no me pongo eso. La gente iba al jirón de La Unión y se ponía su ropa dominguera, para caminar y jironear por esa calle; incluso las mujeres usaban  sombrero y guantes. Había algunos cines de barrio, pero también había cines como el Metro y el San Martín, y en El Marrón donde se comía helados y se veía películas; eso estaba en uno de los portales de la plaza de Armas. Además, a las chicas se les respetaba mucho. En los cines de barrio siempre había un día popular con entradas más baratas, pero también un día femenino y que era aún más barato. También recuerdo cuando se dio por primera vez el voto femenino  en el país.

¿Con qué presidente te quedas de los del siglo XX?

Bueno, Manuel Odría nunca me gustó, aunque no estuvo mal por toda la obra que hizo, pero hay que considerar las circunstancias, porque su gobierno coincidió con la guerra de Corea, y el Perú nunca tuvo tanto ingreso económico por la exportación del cobre y otros minerales por aquel conflicto, es por eso que pudo hacer todas las obras con la plata que recibió. Mi padre fue aprista pero cuando entró Odría con su golpe en Arequipa nosotros vivíamos en los Barrios Altos en De Bernardi, y por la espalda de Maynas había una puerta pequeña que era la entrada posterior del callejón de San Isidro, y cuando se produjo el golpe mi padre salió hacia la pista y gritó con ajos y cebollas: “¿dónde están los apristas y los de Alfonso Ugarte?” desde ahí rompió con el APRA. 

Recientemente se ha estrenado un documental sobre la época del gobierno de Juan Velasco Alvarado ¿Qué opinas de la Reforma Agraria?

Para mí el mejor presidente que hemos tenido en Perú es Velasco Alvarado. En aquella época el gobierno norteamericano envió a Rockefeller a una gira continental pero Velasco no permitió que ingrese a suelo peruano. Nosotros en ese momento estábamos en Bogotá con Pepe Vilar en una gira, y la gente en las calles sabían que éramos artistas peruanos, y nos decían: “Ustedes deberían estar orgullosos de lo que ha hecho su presidente” porque él les dio voz a los agricultores. 

¿Cómo iba la cultura en esa época?

Velasco impulsó la creación del INC (Instituto Nacional de Cultura) porque antes existía la Casa de la Cultura donde estaba Arguedas, pero era muy pequeñita.

La película Caídos del cielo ha cumplido 30 años desde su estreno ¿Qué anécdota recuerdas durante el rodaje?

La acabo de ver porque el Festival de Cine de Lima le hizo una gala. Lo que recuerdo es que cuando se hacía una escena nadie podía verla, ni siquiera el propio director podía ver cómo se manejaría la siguiente escena. Yo tenía 59 años cuando hice esa película, y mi problema con el personaje era su modo de caminar porque la esperanza de vida en esa época era mucho menor que ahora, y el concepto que se tenía del viejo era verlo caminar inclinado hacia adelante y  con cierta dificultad; y en la película yo tenía que caminar a cada rato, y esa era mi preocupación porque me preguntaba ¿cómo camino ahora? Y pensaba que quizá la gente iba a creer que no estaba haciendo bien el papel de un personaje viejo. Otra anécdota es cuando tuve que jalar al inmenso chancho. Esas escenas las grabamos en un acantilado de Miraflores por el lado bajo del parque María Reiche, y recuerdo que a pesar del potente Sol yo estaba con terno y zapatos de vestir, y el chancho se plantaba porque tampoco quería caminar, y entonces decían: paren un ratito, y le ponían una sombrilla para protegerlo del Sol, y a nosotros nada, porque el chancho finalmente era el protagonista, mientras que Elide y yo sufríamos mucho por el calor. 

Carlos Gassols y su esposa Hertha Cárdenas.

Pero sin duda, tu personaje del cascarrabias Lizardo Diez Canseco fue soberbio

Es que Giovanna Pollarolo es una excelente guionista.

Has actuado en varias películas peruanas y tus personajes han sido valorados en los festivales de cine internacionales, pero tampoco te invitan a sus alfombras rojas como en el Festival ruso en Vladivostok donde ganaste el premio al Mejor Actor por Octubre de los hermanos Vega

No fui a aquel Festival ruso porque no me invitaron, pero fue Bruno Odar porque  yo pensé que él iba a ganar un premio, y fue él mismo quien luego me entregó aquel premio.

Entre el cine, el teatro y la televisión ¿Con cuál de los tres te sientes como pez en el agua?

Con el teatro pues… y luego el cine.

¿Y la  televisión?

Yo creo que la gente hace televisión por dos cosas. Por dinero, porque te pagan bien, y por algo que no me interesa, que es hacerse conocido cuando te ven por la calle.

¿Y por qué estuviste en Al fondo hay sitio?

A mí me puede complacer cuando la gente me reconoce en la calle, pero cuando les pregunto ¿dónde me has visto? la gente me responde en Al fondo hay sitio. Allí solo hice cuatro capítulos porque si el personaje gustaba al público entonces hacían un contrato, y así me llamaron para hacer el personaje del padre de Charito interpretado por Mónica Sánchez. Yo a ella la admiro como actriz, pero a mí no me interesaba trabajar en televisión, pero tuve un pretexto, y le dije a Efraín Aguilar que por razones contractuales no podía estar en la serie porque acababa de firmar para una película, y entonces me libré, y ahí fue que lo llamaron a Roberto Moll de Venezuela.

El año pasado participaste en una maravillosa obra Vivir es formidable junto a  Osvaldo Cattone     

Ha sido una obra que me ha dado muchas satisfacciones. Hice muchísimas obras pero esta se ha convertido en la segunda obra donde realmente la pasé muy bien. Yo había hecho con Hertha cosas muy lindas como “Los inquilinos del Buque” obra escrita por mí, donde todo el elenco conformado por más de treinta personas gozó conmigo. Luego hice “Los prójimos” también con Hertha, y después vino “Cita a ciegas” en la que interpreto a Jorge Luis Borges. Fue una  obra bellísima, y quién entraba a verla lo hacía llorando, incluso hubo gente que la vio 3 veces, y especialmente mujeres.

Hablando de tu faceta de escritor ¿Cómo es tu ritual para escribir?

Para mi es grato escribir porque es una necesidad. Por ejemplo, la idea de “Los inquilinos del Buque” surgió en un café de la calle San Ramón cuando estuve solo, entonces tomé un papel y comencé a escribir la historia. Y cuando llegué a mi casa continué y escribí en dos días casi toda la obra, y ya no paré, y a la semana la tenía toda escrita, hasta que se estrenó en el año 1986 en el teatro Segura.

¿Cómo así se estrenó en el emblemático teatro Segura?

Por el apoyo del alcalde Alfonso Barrantes. Él ya me había dado una condecoración de la Municipalidad de Lima por mis 50 años de actividad teatral, pero no pensé que pudiera estrenarse tan pronto en un teatro porque era muy costosa, y además contaba con demasiados personajes; pero César de los Heros, con Ismael Pinto me llevaron a la Alcaldía y Barrantes me dijo que lo llamara en tres días, y finalmente se hizo.

A estas alturas de tu  vida ¿Cómo van tus sueños?

Yo no creo que eso haya cambiado a pesar del tiempo. Lo que sucede es que  cuando tú pierdes a una persona como tu esposa, tu madre, o tu hermano, se crea inmediatamente un vacío que luego es muy difícil de llenarlo, y constantemente te asaltan momentos de depresión, y tienes que luchar contra eso, y la única forma de hacerlo es trabajando. Tienes que hacer algo, y en la medida que no lo hagas vas a estar atrapado por los recuerdos y eso te afecta. Felizmente yo tengo muchas expectativas en la vida.

También has sido pintor. ¿Cómo fue esa faceta en las artes plásticas?

Yo empecé a pintar cuando me casé, pero siempre hice dibujos y caricaturas, pero de repente nos mudamos y compramos otra casa y no pinté nunca más. Yo pintaba porque antes vivíamos en una casa inmensa con una habitación amplia que tenía salida al jardín interior, y entonces tenía privacidad. Yo ahí seguía pintando durante horas, y a veces no me daba cuenta que ya eran las cuatro de la mañana. 

Hay personas que opinan que el desarrollo de un  país  está  asociado a la educación y cultura ¿Estás de  acuerdo?

Yo creo que la educción tuvo un quiebre en Perú, y no continuó como debió ser con Augusto Salazar Bondy, cuando comenzó a hacer justamente en la época de Velasco Alvarado una reforma educativa que fue muy comentada y alabada en diferentes países por considerársele estupenda; pero lamentablemente no se llegó a realizar, porque todo lo bueno y positivo que se había planeado retrocedió y desapareció con el gobierno de Morales Bermúdez.  

¿Y en el mandato de Fernando Belaunde en el año 80?

En realidad no vi nada bueno. Yo sigo pensando que en la educación se debería incluir dentro de la currícula escolar como curso obligatorio y desde el nivel inicial la enseñanza del teatro, para lograr el desarrollo cognitivo de los niños y así puedan mejorar en todo sentido para que terminen siendo mejores personas y mejores consumidores de arte. Eso sería un contrapeso estupendo para que la tecnología pueda ser mejor utilizada, y para que no convierta a la gente al sedentarismo.

Llevas muchos años de comunicador con tu programa “Encuentros en la  radio” donde precisamente difundes la cultura y el arte

Ya son 18 años que llevo haciendo eso, y me interesa mucho porque siempre estoy aprendiendo con los diferentes invitados que recibo, porque hay gente muy interesante para conversar. Pero yo empecé con otra idea, porque Ernesto Hermoza en la época del presidente Paniagua había tomado la dirección de todo el organismo de canal 7, y me pidió que haga un programa para televisión y un programa para radio, pero solamente acepté el programa de radio, porque tuve una idea genial, y el poeta Tulio Mora en esa época estaba a cargo de la programación. Yo quería hacer la historia de Flora Tristán que tenía que ver mucho con el Perú, porque era hija de una plebeya francesa muy inteligente y culta, que luego tuvo amores con el oficial del rey, Mariano Tristán y  Moscoso, hermano de Pio Tristán que era una suerte de virrey en la República, y que de todas formas se casaron, y cuyos padrinos fueron Simón Bolívar y Alexander Von Humboldt. Entonces, desde ahí comenzaría la historia que yo propuse para la radio, hasta llegar a la historia de la hija de ambos: Flora Tristán, porque es un personaje valiosísimo, pero en el canal no lo sintieron así, y Tulio Mora me dijo  que le encantaría pero que no se podía realizar. Entonces, me pidió hacer un programa de preguntas con invitados, y yo nunca había hecho entrevistas a nadie, pero así empecé, y la primera invitada que tuve fue Eva Ayllón.

En todos estos años de vida intensa ¿Qué te faltaría?

Simplemente tengo el deseo de que se cumplan muchas de las cosas que propongo, y no tanto las que me favorecen, sino las que favorezcan al país, porque todos merecemos un Perú mejor. Siempre pienso que uno morirá más tranquilo en la medida que por lo menos muera con la satisfacción de haber contribuido a dejar un país mejor del que encontró.

(PUBLICADO EN LA REVISTA IMPRESA LIMA GRIS 18)

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