Escribe: Rodolfo Ybarra Fotos: Fernando Villavicencio
I
Hablar de música y de cantantes en un mundo
dominado por el maistream nos lleva a
pensar en íconos de la “música urbana” o franquicias tipo “Yo soy”. Pero hay músicos y cantantes que no se dejan
arrastrar por la batahola o por los flashes y el dinero fácil y van a
contracorriente con todos los pasivos y los activos que cuesta en un país como
el Perú. Blanca Galdos es, quizás, una artista de culto que no se ha dejado
contaminar por las estridencias o por la levedad de la fama, no obstante tener
todos los recursos para pararse en un escenario grande y dejar al público más
exigente pidiéndole más temas o acercándose para abrazarla.
Las melodías de Galdos fluyen de su boca como si fuera agua fresca en noche de verano. Seguro ya se lo han dicho, pero ella prefiere no escuchar porque cuando interpreta un tema, muchas veces supera a los autores originales, pero la humildad es su destino y su sino. Y cuando uno le pregunta por la cuestión técnica y cómo así llega a esos altos sostenidos o a esas coloraturas, ella simplemente dice que no es una cantante lírica ni de escuela, sino una cantante preocupada que le fascina interpretar, que le gusta cantar para ella misma porque lo hace con amor y que al final ella nos abraza con su canto.
II
Me llamo
Blanca Galdos Cabanillas. Soy hija de Enrique Galdos Rivas, pintor peruano y de
Blanca Cabanillas Flores. Tengo dos hermanos de padre y madre Martha e Iván. Y
una hermana de parte de padre, Sonia. ¡Los amo! Martha la menor, es cantante y
vive en Brasil. ¡La admiro mucho, está haciendo su carrera vertiginosamente! Yo
tengo dos hijos hermosos con Luciano Garrido, Francisco y Enrico, ellos son
músicos, al igual que su padre que es maestro de canto. Soy trabajadora social
egresada de la UNMSM y coaching ontológico diplomada de la PUCP y hasta el año
pasado, en que decidí renunciar, trabajé 25 años en una institución del Estado,
en la atención, protección y promoción de niñas, niños y adolescentes en
situación de desprotección familiar, alto riesgo y abandono social,
investigación tutelar y sistema de adopciones.
Cantaba desde que estaba chiquita, pero no supuse que ese podría ser un espacio de mi vida tan importante como lo es hoy. Durante mis estudios universitarios ingresé al coro y un familiar me recomendó estudiar con Raúl de Zela, un cantante lírico. Fue una experiencia linda. En ese lugar conocí tiempo después al que luego sería mi esposo, padre de mis hijos y profesor de canto. Aun sin tener clara mis ideas respecto del canto, porque era como un sueño que estaba allí, continúe estudiando con la maestra Lily Verástegui e ingresé como colaboradora al Coro Nacional. Esa fue una experiencia increíble y me sucedió algo muy especial, durante una presentación con la orquesta sinfónica y tras culminar la misma, mientras me cambiaba en uno de los camerinos, sentí felicidad, fue como una ráfaga que vino y se fue, pero bastó para hacer la diferencia en mi vida de lo que era la felicidad: ¡Cantar! Empecé a estudiar solfeo con la maestra Rosa Chavarría y luego llevé un taller corto con Edgar Guillén y nuevamente me pasó algo similar. ¡En la presentación final del taller sentí nuevamente felicidad! Otra vez como una ráfaga. ¡Pero yo ya estaba en la universidad y le daba a ello, claro tras las huelgas tan largas y mis momentos de quererme ir! Pero terminé la carrera. Mi madre fue un puntal impresionantemente, la tenía cada día diciéndome que termine la carrera.
III
Este escriba tuvo la oportunidad de escuchar a
Blanca Galdos este año, en San Pedro de Lloc, en la última feria del libro
dedicada al maestro Eduardo González Viaña. Y fue verdaderamente sorprendente,
cómo así su voz fue aglomerando al público que se acercaban solo para estar cerca
de la artista. Recuerdo claramente que el tema “Aleluya” de Leonard Cohen sonó
tan magistralmente interpretado que muchos derramaban lágrimas. (¡Además, un
tema de Cohen en un pueblo de provincia!). E incluso cuando la cantante por algún
extraño motivo perdió el equilibrio al bajar por las escaleras del teatrín, un
grupo de personas se acercaron para llevarla en vilo a mejor recaudo. Fue un
hecho apoteósico donde literalmente sus casuales fans llevaron sobre sus
hombros a su cantante.
La empatía que logra Galdós con su público es algo
que no se ve hace mucho tiempo. Transmite como si fuera un satélite. En un
concierto en el Británico muchas personas se le acercaban para darle sortijas,
anillos, pequeños regalos o lo que tuvieran en la mano. Lo mismo sucedió en El
Salvador y en México donde ha ido a cantar representando a nuestra patria. Pero
cosa curiosa, cuando se le pregunta por cómo recibe los aplausos, ella dice que
casi nunca los escucha, es algo que tiene que ver con su estado solemne de
entonar un tema y el grado de adentramiento que ella llega con la canción, con
su autor, con su sentir.
IV
Poco antes de egresar de la universidad, ingresé a una institución del Estado y me apasioné con mi quehacer. ¡Descubrí que la profesión la hacía uno! Fui Educadora de Calle con niños trabajadores, Trabajadora Social en hogares de niños y niñas sin familia o familias disfuncionales, Equipo Técnico del área de Investigación Tutelar y luego de la Secretaría de Adopciones. Trabajadora Social de un hogar de adultos mayores en condición de abandono, y así fui caminando, aprendiendo de las vivencias de las personas a las que atendía cada día, observando penas, sufrimientos, impotencia, pero fueron nutriéndome y llenándome de humanidad. ¡Siento que todo eso también conforma mi canto! Una vez y para una presentación de una actividad, formé un coro con un grupo de adultos mayores. El día de la presentación unos iban en su silla de ruedas, otros caminando lentamente. Cada uno sacaba su papel con la letra del pecho. ¡A mí me impresiono eso! y cantamos el plebeyo. ¡Yo cante con ellos y fue tan hermoso! Y ahí era una integrante más y mi voz se entremezclaba con todos. ¡Nos acompasábamos todos! ¡Cantar ayuda tanto al corazón! ¡De seguro volveré a hacerlo! ¡Me hace feliz! Y así transcurrieron 25 años de mi vida en donde a veces cantaba en eventos del trabajo y en los momentos de dificultad, cualesquiera, ¡pensaba en el canto, en ese espacio tan íntimo mío al que nadie accedía, sino solo yo! El 2012 como por suerte y gracias al empuje de mi hermana Martha que me animaba siempre a cantar, me dieron cuatro fechas en el Peruano británico y cante 45 canciones latinoamericanas acompañada del maestro Cesar Criado. Aprendí mucho y ensayábamos muchísimo.
Esa experiencia fue magistral para mí. ¡Cada martes había muchas personas y yo entraba cada vez más en calor y mis nervios me tenían en vilo! Ahí me pasaron cosas indescriptibles y bellísimas. Una de ellas, fue cuando de repente, divisé a un costado de la sala a una psicóloga y luego a una tutora del albergue de adultos mayores y luego a un grupo de residentes, había uno, mi amigo Ricardo, que estaba parado con su muleta mirándome y sonriendo. Él no tiene una pierna y yo lo instaba a usar la muleta para movilizarse y no siempre en la silla de ruedas. Me emocioné tanto. ¡Mi trabajo estaba ahí y yo estaba en mi trabajo! ¡En ese momento se complementaba! Cada fecha yo contaba sobre la canción que iba a interpretar, me reía mucho y el público era muy receptivo, me emocionaba, ¡era mágico! Y cuando terminaba cada presentación, yo bajaba los tres escalones para saludar a mi familia, a mis hijos que me filmaban con tanto amor o alguna tía o tío y entonces ya tenía gente que se acercaba a abrazarme, algunos lloraban y me miraban. Una señora muy ancianita me abrazó y me dijo que ese domingo rezaría por mí en la iglesia. ¡Dios! ¡Me asombró y me dijo que rezaría para que no deje nunca de cantar! ¡Otra mujer me abrazo y lloraba en mi hombro mientras que su esposo me tomaba la mano agradecido! ¡Había abierto sin saberlo, sus memorias! “Eso escuchábamos cuando éramos enamorados”, me dijo. Esa canción era “Amar Amando” de Horacio Guaraní. ¡Esas muestras fueron cada martes, fui otra vez feliz, feliz! Y comprendí que cantar era dar cada vez lo mejor de mí y que ya era una obligación seguir preparándome vocalmente. Pero sucedió lo que sabía, que sucedería, volví a mi trabajo y otra vez me entregaba a ello. Y otra vez el canto quedaba relegado, y yo sentía el pesar, pero no tomaba acción.
El 2015 tuve la enorme bendición de llevar la diplomatura de coaching ontológico en la Facultad de Trabajo Social de la PUCP. Durante una práctica corporal en un espacio de desafíos físico, divisé desde lo alto de un lugar, un bosque, fue algo revelador y determinante porque había un bosque más allá de mi mirada y no lo estaba viendo y entonces declare en ese preciso momento que renunciaría a mi trabajo. No fue automático, pero el 2018 y con el apoyo incondicional de cada uno de mis familiares, ¡renuncié y dejé mi nombramiento y mi sueldo seguro de mes a mes por lo incierto! ¡Estaba feliz! Recuerdo que días antes, hubo una reunión de adultos mayores en la institución y me pidieron que les cantara algo, y yo accedí. Ese día estaba contrariada por algo y yo estaba sentada esperando cantar con un grupo de músicos con quienes había ensayado previamente, pero mi contrariedad me ganaba, mi cuerpo lo decía y entonces, tomé conciencia de ello en un instante y me reinventé, cambié mi corporalidad, solté la mochila, ¡miré a las personas que estaban presentes y me di cuenta de que yo cantaba porque era feliz! Y arranqué, fue precioso el desenlace. ¡Había gente en silla de ruedas moviéndose y las que podían bailar estaban alrededor mío y entonces como el coro otrora que comentaba, me hice parte de todos y todos se hicieron parte de mí! Me di cuenta de que mi decisión de retirarme era correcta. ¡Yo haría mi trabajo social desde otra lectura, desde mi acompañamiento a través de mi voz!
V
Para los griegos, la música significaba “el arte
de las musas” y por eso reunían en un solo espectáculo a la poesía, la música
en sí y la danza. Pero hoy en día, dada la especialización del mercado y las
artes, la música no tiene una definición unívoca aunque queda claro que es la
estética una de sus características.
En el caso de Blanca Galdos, ella reclama a la
poesía para sí y nos comenta casi secretamente que escribe poemas y que seguro
más adelante los hará público. Lo que queda claro es que declama textos con una
impresionante maestría. Y cuando se le pregunta por su voz estereofónica responde
que alguna vez se le pasó por la cabeza dedicarse a la locución, y, es más,
tiene un trabajo de casi cinco horas, que está en el youtube, donde le pone la
voz a una traducción de un trabajo de coach.
También es notorio que hay canciones que
prácticamente son poemas musicalizados o poemas que se dan entre el habla y la
canción. Y eso, Galdos lo explota generando una arquitectura (o lo que Goethe
decía cuando se refería a la arquitectura como “música congelada”) que capta
toda nuestra atención cuando está en escena.
VI
¡Mis
amigos me decían Blanca como te vas a ir! Yo sonreía y abrazaba el cariño que
me expresaban, pero ya estaba decidido. Decidí ser cantante de tiempo completo
y no de pasatiempo y fortalecerme en la maravillosa disciplina del coaching ontológico.
Hice un correo de despedida y expresé mi amor, gratitud, con respeto, y dije
que quería fortalecer mi ser desde otras formas y espacios, desde mi voz y
desde mi trabajo como coaching. Y qué cerrar ese ciclo laboral no significa dar
la espalda u olvidar ¿Cómo podría? Si aquí había aprendido de humanidad, de
amor, de dolor, de fortaleza, ¡de dignidad y cada sueldo cada mes me permitía
compartir el sostenimiento de mi familia! Yo ahora quería acompañar, pero desde
otras formas.
Y así
cerré un ciclo impresionante de mi vida y comencé otro maravilloso. Desde julio
del año pasado hasta hoy no he dejado de cantar, me ha acompañado durante un
tiempo un músico muy apreciado Fener Machuca y luego el músico Coco Linares.
Con Coco, quien, además, es arreglista y guitarrista ¡he hecho mi primer disco!
El mismo que dentro de poco presentaré. Aun no le he puesto nombre, pero
contiene un repertorio que personalmente me hace mucho sentido.
Y si, este ha sido un tiempo maravilloso en
donde descubrí que la poesía y el hecho de hacerla parte de mi canto, eran algo
hermoso. Incorpore poesía musicalizada de Cesar Vallejo, de Mario Benedetti, de
Miguel Hernández, de Pablo Neruda.
Hoy yo
soy una cantante e intérprete con formación en el canto que estudia, revisa y
selecciona su repertorio, buscando una interpretación genuina y sentida. No me
rijo por géneros en específico, sino por lo que me hace sentido. ¡Eso es muy
importante para mí! ¡Porque siento que solo puedo decir lo que se conecta en
mí! Y entonces canto emocionada “Las flores buenas de Javier” de Chabuca Granda
o “Eternamente vivirás José María Arguedas” de Alicia Maguiña o el poema
musicalizado “A mi Hermano Miguel” de Cesar Vallejo o “Tengo tres heridas” de
Miguel Hernández; y a todo ello se suma como una necesidad, el conocer sobre el
compositor, sobre la emoción o el sentimiento que lo embargó al escribir, sobre
la persona de la que escribió, del contexto histórico, momentos existenciales
incluso, porque pienso que no se puede cantar ni declamar si no se sabe
mínimamente ello, y porque agradezco en
cada presentación, íntimamente y en público a la compositora o al compositor o
al poeta o a la persona a quien se le hizo la canción, eso es un respeto y de
esa forma se honra a las personas!
VII
Blanca Galdos acaba de grabar su primer disco que
está en proceso de masterización y debe salir en los próximos días. Ella nos
cuenta que no ha sido nada fácil. Han sido duras jornadas estudiando cada
canción, no solo en la cuestión melódica o tonal, sino averiguando qué más
había detrás de cada tema; o si se trataba de algún personaje o había una
historia que pudiera servir para la inspiración.
Por eso, es importante observar que la cantante no
entra al escenario si primero no ha cumplido un rictus, si primero no se ha
visualizado dando lo mejor de sí. Lo lógico es pensar que su primer disco
tendría que ser tan exigente como su puesta en escena. En este caso la
participación de reconocidos guitarristas y los miembros de su propia familia,
todos dedicados a la música, nos garantizan que el producto final será toda una
sorpresa.
Finalmente, Galdos reconoce que hay una tradición
en nuestro país cuyos personajes emblemáticos están en su estima personal. Yma
Súmac le maravilla. Alicia Maguiña le encanta. Dice que Eva Ayllón tiene
fuerza, pero también están Susana Baca, Jesús Vásquez y Eloísa Angulo. Asimismo
le gustan compositores como Felipe Pinglo, Chabuca Granda y Andrés Soto. Y de
afuera nos dice que son de su predilección Edith Piaf, Joan Baez, Gina María
Hidalo y María Victoria de los Ángeles, en las cuales reconoce su interpretación
y la belleza de su sonido.
VIII
Mi
repertorio incluye música peruana como valses, landós, panalibios, huaynos,
mulizas, marineras. Y mi repertorio internacional incluye canciones
folclóricas, canciones de cuna, habaneras, tangos, canciones en general.
Y así
como se va trabajando, investigando e interpretando, existe un espacio muy
necesario en mi vida que es continuar con el estudio de la técnica vocal, el
cual realizo con Luciano Garrido y con quien codirijo el taller “Conciencia
Vocal”. Está indefectiblemente presente
el desarrollo cotidiano de un trabajo de respiración, de vocalización,
sumándose la necesidad de realizar actividad física y de que, en ello, como en
cualquier profesión, exige disciplina de trabajo. ¡Ello es un mundo increíble!
¡El manejo de la voz y el aprendizaje jamás acaban!
¡Este ha
sido un año muy bendecido para mi vida, han aparecido personas que amorosamente
han tendido puentes para que Blanca cante! ¡Para que se escuche mi voz! ¡Y mi
voz es mi ser! Y así, este año, además de haber viajado a eventos al interior
del país, he viajado a Centroamérica, a El Salvador, integrando la comitiva de
poetas y escritores de la Sociedad de Poetas y Narradores de Lima Metropolitana
e invitados por la Universidad Autónoma de Santa Ana al “Cuarto Festival
Internacional de Arte y Literatura de Santa Ana”. Y recientemente regresé de
México, a donde igualmente integre la comitiva de la mencionada Sociedad de
Poetas y Narradores, asistiendo a las ciudades DF, Chiapas, Veracruz y Acatlán,
participando en el “Primer Encuentro Internacional de todas las Artes de Países
Hermanos México – Chiapas 2019” y en el “III Festival Internacional de
Escritores Latinoamericanos en el Siglo XXI, Perú – México.
Quiero
expresar que el canto es también una posibilidad terapéutica, una puerta
maravillosa que permite curar, acompañar y abrazar.
Realmente estoy llena de bendiciones.
(Artículo publicado en la revista impresa Lima Gris 19)