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Alina Gadea: “La ficción muchas veces explica mejor la vida”

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Se terminó el año, y éste estuvo plagado de algunas interesantes publicaciones. Entre ellas está La casa muerta (Altazor, julio 2014), una novela corta que es la extensión de un afortunado cuento que ganó el Copé Bronce en la Bienal de Cuento de Petroperú en el año 2007.

¿Acaso existen las casas muertas? Probablemente muchos de los que estamos inmersos en ese feroz ejercicio de “consumo” en una sociedad altamente competitiva, ni siquiera seamos capaces de vislumbrar que existen entes muertos, aunque sean personas, aunque sean animales, y aunque sean casas.

En esta historia que ha vuelto con mayor fuerza para mostrarnos los ímpetus de la arquitecta Mariela Ramos, en su lucha interna con sus irrefrenables deseos, y sus ganas de renunciar a todo lo que se dicta como normal, la autora Alina Gadea, no duda en despojarse de esos cotidianos miedos que casi siempre persiguen a los autores, y se lanza llanamente, para confirmarnos que las patologías psicológicas, los enfrentamientos y coqueteos con la muerte, y los impulsos eróticos mantenidos en silencio, son parte de la cotidianidad de cada ser que se precie de respirar.

Aquella mañana medianamente fría, luego de serpentear el malecón, llegué, y me detuve justamente en el centro de la estrella, que dividía las callecitas miraflorinas, y ahí estaba ella esperándome, radiante, con inmensas ganas de conversar de la casa, de las interioridades humanas y de su paso por la literatura…

 

Alina ¿Por qué prolongaste el cuento La casa muerta a una novela?

Es que es un tema muy arraigado en mí. Lo que sucede en ese cuento, me tomó mucho tiempo procesarlo, y hubo una serie de fantasmas que me inquietaron sobre ese mundo encerrado en una casa decadente, por eso demoré mucho hacer el cuento, entonces, después de ganar el premio, me siguieron latiendo más inquietudes asociadas al mismo tema, y sentía que debía de bucear un poco más en esas profundidades, y quería exorcizar más demonios sobre eso, e incluir como otras historias, y otros personajes dentro de esa sola historia, y que no quedara todo metido dentro de esa casa, sino, que hubiera algo adicional, como el tema urbanístico que no podía entrar dentro del cuento. Y pensé entonces, en esta situación de Lima, que se transforma, con todos esos elementos caóticos, y de las casas que están desapareciendo, y la ciudad en sí, que es un poco muerta, porque está hecha muy disparatadamente, y ha crecido con una voracidad comercial, y nos muestra calles muy poco armoniosas, con construcciones muy disimiles. Por eso quise sacar de esa casa encerrada a la arquitecta Ramos, porque quería reivindicarla como mujer, y que hubiera muy sutilmente algún impulso erótico que la haga salirse de eso, y no solamente el haberse realizado profesionalmente, sino que también, salga de ese encierro, y que no quede solamente como un mero alter-ego de la señora esperpéntica.

Ahí el tema urbanístico es recurrente. Tú como amante de lo tradicional ¿Qué opinas del actual boom inmobiliario que está copando la ciudad de edificios?

Justamente, ese era otro de los demonios que me azuzaban por dentro, porque nosotros hemos visto la trasformación de esta ciudad. Barranco, Miraflores, y el centro de Lima se han ido desmoronando en pro de un beneficio económico de alguien, y no han tomado en cuenta los espacios verdes, que cada vez son menores, en especial, los espacios públicos.

Yo pienso que una ciudad tiene que ofrecer algo más, y acoger a la gente. No puede ser que sea una ciudad que saquee, porque una ciudad siempre tiene algo qué ofrecer, sin necesidad de consumir y gastar, así deben ser los espacios comunes, las calles, y los parques, que hoy se han convertido en una especie de pasadizo, y eso influye en nuestra psiquis, y en nuestra sensación de vida, porque todos esos lugares deberían ser armoniosos, pues, hay una antiestética ahí, y sumado con el terrible trafico automotriz, te da un lugar enloquecedor.

Volviendo a la novela; si bien tienes delineados a los personajes con un perfil definido, la propia casa se convierte en un personaje que habla y siente. ¿Este personaje te lo propusiste, o fue fluyendo durante la escritura?

Me parece bien que lo hayas percibido así, porque efectivamente, la casa es el personaje central, en realidad es la protagonista, es una casa muerta que revive.  No sé si me lo propuse, o fue una mezcla de las dos cosas, porque lo que me llevó a idear todos estos personajes y esta historia, fue en sí una casa, y al ver su decadencia, y la vida que antes había albergado, y que ya no albergaba, y esa ansiedad, literaria que tienen los espacios decadentes que te hacen imaginar y sentir qué puede haber ocurrido dentro de esos muros, en cien años, cuántas vidas, cuántas muertes, cuántos nacimientos; la convierte en una persona vieja a punto de morir, y que a diferencia de las personas, una vez muerta, uno la puede resucitar.

En tus escrituras existe una marca. El tema intimista y psicológico, a veces distorsionado, fuera de lo racional. ¿Cuál fue tu mayor fuente, para que hayas logrado plasmar temas tan complejos, como los interiores del ser humano?

A mí me gusta exactamente la interioridad, lo psicológico, pues, hay escritores que son más externos, no sé de dónde viene, o sí es parte de mi sensibilidad, o mi historial de vivencias, aunque, también las lecturas me jalan más por ahí. Me gusta mucho lo que escribió José Donoso por toda esa complejidad que tiene, y que encierra decadencia, insatisfacción, vejez y monstruosidad, y las interioridades de sus personajes, lo irreflexivo, y lo emocional.

Hay una serie de escritores de esas características, como Cortázar, por ejemplo;  y otro que también me impresiona es Faulkner con todos esos monólogos internos, y el fluir de la conciencia, y que no se detiene nunca. Es como un retrato de nuestro pensamiento, ese mundo que funciona dentro de la conciencia, esos relatos que tienen que ver mucho con lo que sucede dentro de las conciencias de los personajes más que en lo externo, y eso me atrae mucho, y me parece muy interesante el mundo que se desarrolla dentro de las personas.

¿Dónde se te complicó más la vida, escribiendo cuentos, o novela? 

Son procesos muy distintos, porque el cuento tiene que cerrar perfectamente como la tapita de una cajita, y tiene que hacer clic, algo muy parecido a la poesía; tiene una concisión, nada le puede sobrar ni faltar, pero eso no lo hace más fácil, y como tiene un aliento algo más corto, efectivamente, se escribe con más rapidez, y por eso es más contundente, pues, hay cuentos que se pueden escribir en una sola sentada, sin embargo, la novela me parece mucho más interesante, porque te permite fluir más, e ir y retroceder en el tiempo, y en las conciencias de los personajes.

La estructura puede ser muy diversa, y todos estos temas de los flashbacks, y los fragmentos, o los meandros por los que va la trama, y cómo puede expandirse, e incluso regresar; todo eso me parece bien interesante, aunque requiere más trabajo, y va a demandar mucho más tiempo, es por eso que me identifico más con la novela.

¿Qué te da la literatura, cómo vivirías sin ella?

La literatura es la que te permite volar, y te saca toda esa “chatura” de la vida cotidiana, y del diario sufrir, de lo práctico, lo utilitario, lo programado, de lo que está establecido y es paramétrico. La literatura es lo contrario del parámetro, es la libertad total. Pienso que toda la gente debería leer porque es una forma de aprender a entender mejor la propia vida, y te da una visión del mundo mucho más profunda y sensible.

La ficción muchas veces explica mejor lo que es la vida, que la realidad misma. Un texto histórico y sociológico, o antropológico puede ser muy denso y pesado, pero una vez que tú le pones el componente de la ficción, se entiende mejor, y eso sucede porque te acerca más a tus emociones, y se vuelve menos denso y más humano, porque siempre nos identificamos con lo que leemos.

¿Y qué se pierde el que no consume literatura?

Se pierde todo, porque no va a tener la oportunidad de realizar ese ejercicio que consiste en aprender y comprender al mundo. Todo ese proceso te obliga a imaginar, a retener, a suponer y a completar ese 50% que te haya dicho el escritor. Todo ello es muy rico intelectualmente.

¿Qué es lo que más te incomoda de la modernidad?

Pienso que el mundo se está yendo por un camino demasiado practico. Y si bien el tema cibernético es una maravilla de herramienta, todo tiene un límite, y el mundo tiene que entender que no todo debería ser digerido por una máquina, y eso tiene que ver con la modernidad que hoy se encuentra más ligada a lo comercial, lo inmediato y lo práctico. Entonces, debemos cultivar algo que nos alimente más por dentro.

Hablando de procesos creativos, hay escritores que escriben de mil, y una forma, unos lo hacen de madrugada, otros con música, otros siempre aislados ¿Cómo es tu proceso creativo?

Es curioso. Cada persona es un mundo, y tiene una forma de crear y entender. En lo que a mí respecta, el proceso creativo es largo, y hay un cúmulo de sensaciones que encierro por dentro y que a veces agobian e inquietan. El escritor es una persona que anda incomoda con la vida, y no es satisfecha del todo, por eso observa mucho, y quiere ordenar y explicar el caos que sufre el mundo.

En mi caso hay una primera parte irracional, que la siento antes de acercarme a la maquina o al papel, y luego, viene el momento en que mis ideas rebalsan, entonces, me siento y fluyen de la manera más irracional. Eso puede ser en cualquier momento, y finalmente, una última fase, que es la más metódica y organizada, en la que trabajo muchas horas al día, y se vuelve racional, mecánica  y trabajosa. Allí ordeno todo eso flujo de absurdos que salieron de mi interior, y emprendo un horario de oficina, desde la mañana hasta la noche.

Existen escritores que afirman que lo hacen para ellos mismos, porque se sienten bien, y eso les hace vivir a plenitud, aunque no les interese publicar. Los detractores opinan que eso es una farsa, porque sostienen que en el fondo un autor escribe para que el mundo lo lea. ¿Qué opinas de ellos?

Yo creo que es una mezcla de las dos mentalidades. Aunque considero que uno escribe más para sí mismo, que para que te lean.  Ahora, el hecho que te lean es más una consecuencia de lo que tú hiciste para ti mismo, porque tenías la necesidad imperiosa de contar eso que te afecta demasiado, para luego ordenarlo y sistematizarlo. Y después de haberlo hecho, intentarás traducirlo para que sea comprensible para los demás, porque finalmente estás contando algo, y en algún momento, alguien lo debe oír, o leer, porque sino significaría algo que no ha nacido, y encerrarlo en un cajón sería no presentarlo a la vida.

Y como escribir es un oficio tan solitario y tan loco, llega un momento en que tú terminas compartiendo tu obra, sabiendo que luego la persona que lo leerá, va a completar adicionalmente lo que tú has querido decir de acuerdo a sus vivencias personales.

Hay personas que ingresan a un taller literario de cuatro meses, e inmediatamente se lanzan con una editorial y publican de inmediato.

Eso no debe ser, porque el proceso creativo es muy largo. Es como pintar un cuadro, yo no creo que un artista coja un lienzo y lo haga e un día, y ya está, porque ahí hay un proceso interno muy grande, en la persona.

Los talleres pueden ayudar mucho porque te dan luces sobre técnicas narrativas, recursos, figuras, y estilos, pero, en definitiva, no creo que cualquier persona al salir de un taller pueda o deba publicar de esa manera, pues, qué sentido tendría un negocio editorial así. Yo pienso que nada relacionado con la escritura debería ser un negocio, y el que crea que esto se trata de ganar dinero no debe escribir.

Los que escribimos no debemos pensar en eso, pero, si luego termina siendo una consecuencia, en la que haya reconocimiento personal o económico, en buena hora, aunque no creo que uno lo deba hacer por una posterior recompensa.

En ese sentido ¿En qué categoría pondrías a los best-sellers que venden millones de ediciones?

En buena hora que haya un libro comercial de calidad, aunque a mí no me atraen mucho los temas de los best-sellers, porque me gusta más la literatura dura, esa literatura que no sea complaciente, y para montones de gente, me gusta una literatura más elitista. Pero, si aquellos autores tienen un público cautivo, está bien, porque me parece que puede ser un primer paso para conectarse con la lectura, y posteriormente leer cosas más elaboradas intelectualmente.

Y ya que lo mencionas, los prejuicios son muy arraigados, porque casi siempre se escucha: no leas a tal, o a cuál autor

Te refieres quizá a Paulo Coelho, o Corín Tellado. Yo pienso que autores como ellos, han dirigido muy bien sus pasos a la necesidad de una masa, y han detectado una gran carencia en una mayoría de un grupo humano, y les han satisfecho esa necesidad que tenían de tener que oír, o leer algo así. Y no creo que eso sea literatura propiamente dicha, pero también es válido, porque no todo el mundo necesariamente tendría que leer Luz de agosto de William Faulkner.

Ya perteneces a un canon de literatura peruana, el crítico Ricardo Gonzáles Vigil seleccionó un cuento tuyo en su última antología del Cuento Peruano 2001-2010. ¿Si no estarías en ese canon cómo te sentirías?

A mi gusta mucho la literatura peruana, tanto la narrativa, como la poesía. Me encanta la obra de Eguren, de Martin Adán, y de Vallejo. Actualmente, creo que tenemos escritores tan valiosos, que al haber sido seleccionada en la Antología del Cuento Peruano del maestro Gonzáles Vigilha sido un honor, y me siento reconocida a nivel personal, y si no hubiera sido así, seguramente me sentiría menos contenta.

Y supongo que sigues con los pies bien puestos sobre la tierra

Yo tengo los pies bien puestos sobre la tierra, porque como te decía, esto de escribir es un oficio de necesidad, porque realmente te brota, y no lo puedes impedir. Es un privilegio poder hacer un trabajo semejante, y no haberme pasado la vida únicamente en una cosa alimenticia.

¿Consideras afortunados a los autores peruanos que son llamados por las grandes editoriales para firmar un jugoso contrato para publicar su último trabajo?

Bien por ellos, me da mucho gusto, me imagino que debe ser excelente que su obra tenga semejante difusión y apoyo, pero, sería mejor que el Estado peruano tuviera una mejor política cultural y apoye más a cualquier intelectual, escritor, o artista. Pienso que hay muchas personas que escriben igual, o mejor que algunas otras que han sido reconocidas a nivel nacional e internacional, y ellas también deberían tener un sitio, o un espacio de difusión.

Ahora está de moda publicar el título de cualquier personaje mediático que ni siquiera escribe

Es un tema netamente comercial. Ellos (las editoriales) seguramente han apuntado a alguien que sea mediático, porque saben que las ventas están garantizadas, y las personas que salen en televisión de por sí, tienen unos clientes cautivos que van a comprar sus títulos. Todo eso es parte de toda esta parafernalia moderna, comercial, y práctica, y hay cierta voracidad en todos los ámbitos, de tender a comercializar todo muy agresivamente, y no solo en el campo editorial.

Entonces, ¿Crees que las editoriales independientes se han constituido como la bendición para esos autores sigilosos o desconocidos?

No solamente la bendición, pues, tienen mucho mérito, porque ser un editor peruano de una editorial pequeña, e independiente, es un trabajo heroico. Inclusive, como estábamos hablando hace un rato sobre la revista de ustedes. Y editar independientemente es una cosa de locos, porque nadie va a sacar de ahí un gran beneficio económico, pues, es una cosa quijotesca, y encomiable, que da grandes satisfacciones, y hay que sacarse el sombrero por ellas, porque eso es el verdadero amor por la cultura.

¿Estás satisfecha con las propuestas culturales que se observa últimamente en Lima?

Me parece que ha habido un crecimiento cultural, y hay algunas iniciativas que valen la pena, y hay una intención de impulsar y promover algunas disciplinas artísticas, en relación de hace algunos años.

¿Y qué tiene que ver el Estado con eso?

Yo diría, a pesar del Estado (Risas), ha sido este empuje de la gente. Y claro, que sería excelente que todas esas iniciativas de gente particular, sean avaladas por el Ministerio de Cultura.

¿Qué te disgusta del ser humano?

Estamos llenos de defectos, y es interesante la complejidad que tenemos, como los personajes de Faulkner en el que los villanos a veces son capaces de grandes cosas, y la gente buena, a veces puede ser muy mezquina. Por otro lado pienso que la educación es muy importante para poder mejorar.

¿Qué autor peruano te ha cautivado siempre?

A mí me encanta Julio Ramón Ribeyro. Me parece que él retrata a los limeños perfectamente, con todas esas insatisfacciones, y rasgos mediocres, con todos esos personajes que nunca llegan a nada, y se vuelven los anti-héroes. Ribeyro es tan moderno como cuentista, como buen seguidor de Chejov, que consideró a sus personajes como nada épicos, ni heroicos, y más bien, grises y anti-héroes. Y me gusta su estilo llano, tan sensible, sin adornos, y elegante, con esos finales que siempre te dejan sin aliento, y que muestran sin decir, y se quedan para siempre para uno, por ser tan genuinos. Pienso que Ribeyro debe ser más valorado, porque al cuentista siempre se le reconoce menos.

Para terminar, ¿Qué andas escribiendo en este momento?

Estoy escribiendo una novela que se llama El naufragio, y trata sobre el proceso interno que antecede a la separación de dos personas. Ahí estoy empleando otros recursos, he querido contarlo de otra manera, simplemente estoy experimentando.

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