El predictamen reunido en el proyecto de Resolución Legislativa 9885-2024p, tratado que tiene por antecedente el memorándum de entendimiento entre las aeronáuticas del Perú y los Emiratos Árabes Unidos de noviembre de 2004, para explotar servicios aéreos entre ambos países. Luego de mejoras al tratado, el acuerdo de servicios aéreos entre ambos países fue suscrito el 2 de junio de 2023, estableciendo el marco jurídico necesario para que las líneas aéreas peruanas [¿Cuáles? ¿Aún tenemos?] y emiratíes puedan operar entre ambos países para efectuar sus inversiones y desarrollar operaciones comerciales. Es decir, permitirá el tratado que los vuelos emiratíes se den de manera directa, facilitará la llegada de más turistas con mayor capacidad de gasto (Emiratos es un mercado de 10 millones con altos ingresos, un país en el puesto 28 en desempeño económico), lo cual se estima se traduciría en una mejora en la conectividad aérea y la consolidación del Perú en su posicionamiento como centro de Sudamérica en cuanto a conexiones.
Sin embargo, este también es un tema de soberanía al tratarse del ingreso y salida a nuestro territorio, y por un ende un tema de seguridad nacional que muy pocos han entendido hoy en la comisión de Relaciones Exteriores del Congreso. Porque los países no son solo mercados, también tienen sus propios problemas y sus ideologías imperantes, que en ocasiones se vuelven algo más.
En la comisión fue el congresista Javier Padilla quien hizo una observación: «Los beneficios son la conectividad aérea directa, que vengan mayores turistas y la conexión para nuestras exportaciones agroindustriales (…) pero me preocupa si este acuerdo va a facilitar el ingreso de emiratíes que profesan el islam» esto en el hipotético marco de un plan de expansión. «A mí lo que me preocupa es lo que puede venir en ese paquete», que es la introducción de una posición extremista.
Los congresistas Ernesto Bustamante y Carlos Anderson, amantes de la inversión, salieron apasionadamente, vía videoconferencia a rechazar las declaraciones del congresista Padilla; les pareció extraño el tipo de declaración y aclararon que se trata de un tema comercial y no religioso. Bustamante resaltó la capacidad de mayor gasto de los emiratíes. Consideró la declaración de Padilla como antislámica. Por su lado, Anderson rechazó las afirmaciones de Padilla y lo calificó de desconocer la realidad de estos países.
El congresista aludido reiteró su preocupación y aclaró «creo que se ha malentendido lo que he dicho (…) He puesto un tema a considerar (…) creo que se están apresurando». Por lo que sugería a fijarse en los filtros de quiénes van a entrar al Perú, «porque terroristas hay en todas partes y en todas las religiones».
Por su parte, el congresista Juan Carlos Lizarzaburu se refirió a esta pequeña polémica, «El acuerdo es beneficioso pero el temor de Padilla es un temor fundado. No percibo un rechazo al islam, sino más bien que no se nos vaya a colar algún malo. Nuestra política migratoria debe ser recta, dura y conjunta a nivel regional y así los malos no se nos cuelen». Y luego recordó un detalle «Ya hay células islámicas hace más de diez años en el sur de Perú, su base de ingreso es por Bolivia. Que haya buenos filtros y no se nos cuele ningún malo».
Ahora bien, las preocupaciones del legislador Padilla tienen un asidero más allá de una presunta islamofobia. Ya la BBC informó este año del presunto uso de mercenarios estadounidenses contratados por Emiratos Árabes Unidos para cometer asesinatos políticos en Yemen. Y recién este año el país árabe ha salido de la lista de países quienes favorecen el blanqueo de dinero (la cual se usa para financiar organizaciones terroristas). Por otro lado, Emiratos tiene enemigos en organizaciones fundamentalistas islámicas que atentan contra sus intereses en otros países. Entonces conviene ver con detalle un tratado como el mencionado sobre temas aeroportuarios, y por nuestro afán de abrirnos a más mercados, no vaya a ser que nos abramos a más problemas. Lo que le faltó al congresista Padilla fue un mejor manejo de su exposición, la cual resultó muy vaga e imprecisa, pero que en su esencia observó un tema de seguridad que nadie se percató.
Finalmente, el predictamen de la comisión sobre este tratado se aprobó.