Opinión

Yo voté por usted, señora “K”

Published

on

Me prometió, sosteniendo una biblia, que iba a respetar las reglas de juego, que a partir de ese momento iba a obedecer la constitución, que iba a hacer todo lo posible para que todos los peruanos podamos vivir en armonía, haciendo hincapié en que las diferencias se iban a tomar en cuenta; que lo del pasado ya quedó atrás, que ya no era la misma de antes, que esa lágrima al final de su discurso se quedó atrapada en su ojo, por eso nunca salió. Por eso voté por usted.

Yo fui convencido a votar aquel domingo de junio en que usted había sido tocada por un ángel cuando estuvo en cautiverio aquellos días aciagos en el penal de mujeres, que las palabras del Señor salían de tu boca como verdad absoluta; que con usted todo iba a estar mejor.

Sin embargo, al día siguiente de los resultados electorales otro fue su semblante. Ya no se le veía alegre y amable, ya no sostenía una rama de olivo ni las palomas se posaban en su regazo; usted había cambiado su discurso y me costaba mucho creer en la mujer de hace unos días atrás, vistiendo la camiseta de la selección y repitiendo constantemente el nombre del creador durante sus mítines: Dios, Dios, Dios…

Ya no se le veía sonriente, ya no se le veía serena ni acompañada de sus familiares; ahora la veo rodeada de un ejército de abogados, uno tras otro declarando “fraude, fraude, y más fraude” a cada momento del día, como si usted me quisiera convencer en su discurso para que mi mente se quede la palabra fraude en vez de la de Dios. No creo que usted esté jugando nuevamente con mi subconsciente. No la creo capaz, usted me prometió que había cambiado.

Usted me miró fijamente a los ojos y me dijo que el enemigo era otro, que la lucha era contra la futura dictadura que se quería instaurar, pero cada vez que veo los medios hay un coro que repite su inocencia y santidad. No me advirtió que la dictadura ya usted la estaba instaurando. Usted me hizo creer que era la enviada por el creador. Yo llegué a creerle y oraba todos los días por el amor infinito que irradiaba.

Le di mi confianza, a pesar de que siempre había jurado que jamás iba a votar por usted, por todo el daño que le había hecho a mi país. Me creí el cuento de que estaba defendiendo la democracia, pero no veo que usted la respete. No puede ser que su juramento realizado en la ciudad blanca, que se suponía iba a durar para toda la vida, se rompa así de fácil cuando los resultados le son adversos.

Está quedando como una mala perdedora y me avergüenzo de haber votado por usted, de haberle confiado el destino de mi país a alguien que no me demuestra que quiera crear vínculos de unión entre todos los peruanos, que cada día que pasa usted puede ser capaz de desaparecer de la faz de la tierra ese pequeño país rojiblanco para que nadie más lo tenga.

Rojiblanco. Curiosa combinación de colores ¿no? Rojo y blanco. Pero usted solo quiso quedarse con el blanco y desaparecer el otro. Haciéndonos creer que el otro era el malo, y que solo lo “blanco” es bueno. Pues se equivoca, señora “K”. Pienso que ambos son necesarios para conformar un solo país, dividido últimamente por la torpeza de su discurso.

Yo voté por usted, pero ya no lo volveré a hacer si es que al final se tengan que repetir de nuevo las elecciones; ya fue suficiente. Y la próxima vez que se vuelva a poner la camiseta fíjese bien que hay una enorme franja roja que la atraviesa, y acuérdese de no volverla a invisibilizar.

Comentarios

Trending

Exit mobile version