Muchos se preguntan si Perú después de 36 años logrará estar presente nuevamente en un mundial. Esta vez la sede para el mundial del 2018 será Rusia. El buen desempeño de Perú en la Copa América a mucha gente le ha dado las esperanzas de volver a ver a la selección en un mundial de fútbol.
Los que pasan los cuarenta años saben de las buenas épocas del fútbol peruano, y seguro que aún recuerdan la última clasificación de la selección a España 82. Bueno, para los que no lo saben, hagamos un poco de arqueología. El último equipo que clasificó estaba conformado por Ramón Quiroga; Jaime Duarte, Toribio Díaz, Héctor Chumpitaz, Roberto Rojas; César Cueto, José Velásquez, Julio César Uribe; Gerónimo Barbadillo, Guillermo La Rosa y Juan Carlos Oblitas, y como DT el recordado Tim. Todos esos nombres que para muchos jóvenes les resulta desconocidos, eran cracks de verdad.
Recuerdo que en el mundial de México de 1986 -tenía ocho años de edad y quería ser futbolista- el mundial se veía en blanco y negro, pero en el Penal de Lurigancho ya lo veían a colores. En el partido inaugural del mundial iba acompañado de mi padre caminando por el Centro de Lima, y le lancé la pregunta ¿Cuándo le toca jugar a Perú? Mi padre me miró, quedó en silencio unos segundos, y me dijo con una voz seca: Perú no juega en el mundial. No me dijo porqué, tampoco pedí una explicación, su mirada me bastó para entenderlo todo.
Desde esa tarde lejana han sucedido muchas cosas en nuestro fútbol, para muchos el fútbol peruano ya se había jodido desde 1978 con el supuesto arreglo del partido de Perú contra Argentina, la visita del presidente argentino Videla al camerino peruano desató una larga lista de sospechas, se tejieron diversas teorías, hubieron muchas declaraciones y también silencio por parte de los jugadores, un capítulo que hasta hoy muchos no quieren recordar.
Yo crecí soñando con ser futbolista, pisaba bien mi pelota, me buscaban para jugar en pequeños campeonatos y hasta había fines de semana en que tocaban el timbre de mi casa para pedirle permiso a mi madre para poder jugar. “Señora, por favor, yo mismo lo voy acuidar y se lo traigo”, le decían. Había días en que mi madre aceptaba y otros en que muy molesta decía que no.
Ella sabía que para mí el fútbol era todo, y también le rompía de todo, cuadros, espejos, maceteros y docenas de zapatillas. Un día llegué del colegio, emocionado a mis ocho años, y le conté a mi madre que me habían elegido para ser parte de la selección de mi colegio. Ella se sonrió y continuó haciendo sus cosas; le contaba que el sábado jugábamos, era nuestro primer partido y sería en la cancha del colegio. Ese día desperté temprano, tenía listo un polo blanco y un short azul, y una zapatillas marca Sinfín, rotas. Mi madre me miró los pies y me preguntó ¿no tienes otras zapatillas? No, le contesté. Así no vas a ir, me dijo. Cómo vas a jugar con unas zapatillas donde se te ven los dedos. Yo sabía que mi madre no podía comprarme unas zapatillas en ese momento, pero lo que no sabía es que mi madre tocaría la puerta de mi vecina para pedirle que le preste las zapatillas de su hijo Luchito, que tenía mi edad y calzaba igual que yo. Desde ese día mi madre fue mi héroe.
Las zapatillas estaban casi nuevas, eran blanquitas y me quedaban muy bien, llegué al colegio algo tarde, el partido ya había comenzado y mi equipo iba uno a uno. Miraba a un costado de la cancha, esperando poder entrar.Mi profesora me miró, levantó su mano y me llamó, qué pasó, pensé que no venias, me dijo. Llamó al entrenador y le pidió que me pusiera en el partido. La profesora me ofreció de todo si ganábamos: desde gaseosa, galletas, leche condensada, hasta una pelota nueva. Yo entré motivado a la cancha, y luego de correr en busca de un pase, llegó la pelota a mis pies. Levanté la cabeza y tenía a casi todo el equipo contrario frente a mí.Comencé a correr hacia adelante llevándome a uno, dos, tres, cuatro jugadores, llegué al arco y pateé fuerte entre la piernas del arquero. Fue gol. El colegio entero lo gritó. Días después Diego Armando Maradona repetía la jugada que hice en mi colegio a los ingleses, y Argentina terminaría siendo campeón de la Copa Mundial de México 86.
Muchos años han pasado, como también muchas decepciones por nuestro fútbol, pero hasta el día de hoy la esperanza de ver por primera vez a Perú en un mundial, está intacta. Tengo, como muchos hinchas peruanos, sed de triunfo; también tengo atorado en la garganta el grito de gol, y ahora tengo también un hijo que tiene un año, y espero que cuando crezca no me pregunte ¿Papá, por qué Perú no juega en el mundial?