Cultura

Yo no me llamo Delfina

Un artículo de María Luz Crevoisier

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Suelen haber rostros que se parecen, por algún detalle o gesto, entonces confundimos nombres y apellidos y quedamos sorprendidos por esa semejanza.

Esto ocurre con dos personalidades de la escena nacional, aunque una de ellas abarque ahora otras especialidades, me refiero a la primera actriz nacional y directora de teatro Delfina Paredes (Mollendo 1934) y la también actriz, pero además escritora, tallerista, escritora y compositora, Cecilia Granadino Penalillo (Huaral, 1943).

Y ha sido Cecilia, la que nos relató algunas anécdotas de esta confusión, quizá, como nos mencionó por tener los ojos grandes y parecidos a los de la hija de Delfina o la risa tan a puerta de labios y quizá, el mismo encaje de rostro.

“Conocí a Delfina por los años 60, cuando tuve el privilegio de trabajar en el grupo Histrión de los hermanos Velásquez, en obras como La Chicha está Fermentando y otras, y todos creían que éramos hermanas o madre e hija. Lo máximo pasó en Cusco, cuando en el primer acto aparezco yo vestida de anciana en Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona y el público aplaudió a rabiar creyendo que era Delfina. Y también sucedió en otras ocasiones con resultados muy simpáticos.»

ELLA, LA AUTENTICA

Cecilia Granadino, ha recorrido los años, llevada por sus aficiones. Nacida en Huaral, la tierra de las exquisitas manzanas, disfrutó del campo, de aquellos recodos repletos de bravezas, de sembríos y múltiples aves durante su infancia. Después se vino a Lima para estudiar Lengua y Literatura en la universidad Mayor de San Marcos y se puso a investigar sobre la tradición oral.

También incursionó en la narrativa infantil y con esta afición escribió el libro El cuento del Pero seguido de otros con temática diversa como, Un paraíso aquí, Ciento y un cuentos de nuestros abuelos africanos, en el que combina su talento como actriz y narradora, Artesanía shipiba, Kantutas salvajes (Historias de Mujeres), Un hombre sentado en la banca de mis ilusiones, Para que Carmela me ame, Con Harta Vergüenza.

Se inauguró como escritora en 1972, cuando hacía programas educativos en Radio Cincos en Chimbote y Radio Cusco, en la ciudad imperial y  publica por vez primera en 1992. Además de los libros mencionados, encontramos su novela Historia de una Niña amarrada a un árbol de níspero y en proyecto, Historia sobre los hombres, que, de acuerdo a su comentario, y por su temática podríamos llamarlo igualmente, Los hombres también lloran, pues son relatos sobre el desamor, abandono y tantos conflictos que sufren ellos y que nosotras ignoramos.

RECOGIENDO LA HISTORIA

Cecilia, ya jubilada, ha decidido irse a vivir a un lugar recóndito que le recuerda aquellos parajes de la niñez. Este paraíso, que lo hizo suyo en completa independencia, pues para ella no hay nada más absoluto que su propia libertad, se llama Huayoccari y es una comunidad del distrito de Huayllabamba, perteneciente a la provincia de Urubamba, departamento de Cusco.

Este lugar, está lleno de Historia tal como lo relata el escritor Salustio Concha Tupayachi en su interesante monografía Historia de Huayllabamba. Estuvo habitada por los incas y con la conquista pasó a ser reducto de Francisco Pizarro y más tarde, propiedad de la marquesa de Oropesa, Beatriz Clara Sayri Túpac, quién lo heredó de su padre. Esta señora está retratada en un cuadro existente en el templo de La Compañía de Jesús de Cusco, por haberse casado con el Capitán español Martín García Oñaz de Loyola. Más tarde, parcelada cayó en manos del Capitán Sebastián Garcilaso, padre del cronista. Y así sucesivamente, tuvo otros dueños como Mateo Pumacahua hasta convertirse en el hermoso distrito que ahora, en sus suburbios acoge a Cecilia Granadino.

PARA QUE CARMELA ME AME

Me llegó un envío remitido desde Tikapata S/N Huayoccari y el remitente corresponde a C. Granadino. Lo abro y encuentro uno de los libros de narraciones de esta multifacética autora, que ahora retirada de la vida pública citadina de Lima, se empeña en continuar escribiendo, publicando, actuando y contando cuentos y como también ha ganado un estímulo del ministerio de cultura, está abocada a esa tarea. Después de todo, como ella dice “solo tiene 80 años”.

Los cuentos de Para que me ame Carmela, (hipocampos editores, Lima octubre del 2019), están divididos en tres secciones: Cuentos de Puro Amor, Porque así es la vida e Historias como jugando, cada uno con un conjunto de cuentos.

Son narraciones ubicadas en los lugares que recorrió Cecilia en su largo peregrinar, siendo relatos muy amenos, casi todos sobre mujeres que podrían ser cualquiera de nosotras, sin llegar a ser heroicas o trágicas, sino simplemente mujeres de piel y hueso que han vivido lo suyo y saben enfrentarlo positivamente. Hay una narración en esta edición que mueve a la risa, Aguita Fresca, construida con gracia y picardía y que nos parece que algo se acerca a su alter ego.

  En sus historias se enlazan personajes que están situados en el entorno, cada uno con características propias. Y como escenario, Cecilia muestra las diferentes localidades y sus tradiciones y costumbres. Un libro, en fin, que atrae desde el principio e invita a concluirlo, dejando en el lector una sensación de haber conocido una buena lectura.

No alargo el tema, para dejarla hablar a ella, a Cecilia Granadino Penalillo.

¿No crees que se deberían volver a activar los programas educativos? ¿Esto para promover los valores en la juventud y enseñarles además a amar su pasado cultural, tan maltratado últimamente?

La educación es vital. El problema es que desde hace bastante tiempo al concepto de educar se le está asignando la connotación de «instruir» y no la de difundir valores, arraigados. Los valores que permiten una humanidad respetuosa, empática, hacia una convivencia en paz, se están olvidando. El Perú es un país privilegiado, como país andino.

Necesitamos políticas educativas que recuperen los valores y se apliquen por la Tv, la radio, los medios de comunicación. Mientras tanto, cada uno puede poner su granito de arena en la casa, el barrio, la calle, las instituciones donde trabajamos. Cada uno desde lo que sabe hacer.

Cuántos libros de narraciones infantiles has escrito? ¿Solo uno? ¿O son más?

Escribí muchos cuentos para niños que los difundí a través de programas radiales como «Decisión» en radio Cincos de Chimbote, «Collera», en Cusco; En TV como la Casa de Cartón; Libros; Teatro, Cuenta cuentos, Títeres, Grabaciones, etc. Entre mis libros menciono:

«Kantutas salvajes, historias de mujeres”, que es mi libro de ficción más celebrado, aunque no aquí. Ganó el primer premio en ficción del International Latino Book Awards, en 2019, en plena pandemia.

Creo que es un premio muy importante por varias razones: ganó Perú, ganó la mujer (soy la primera mujer peruana que lo gana); ganó la tercera edad (a veces se piensa que ya no podemos crear, por la edad) Se dice que sigo de cerca a Ciro Alegría, a Eleodoro Vargas Vicuña, que soy Arguediana, Bulfiana, Cronweliana, Rulfiana y yo digo: «Sí, y a mucha honra» habría que agregar también a Chejov, Quiroga y Ray Bradbury. Todos ellos son mis maestros.

¿Historias de Hombres, ya fue publicado? Su argumento según leo en tus comentarios, se refiere a historias de hombres luchadores que debieron enfrentar situaciones inéditas. ¿Me puedes referir algo al respecto?

Entre los once proyectos de libros a publicar, tengo, ¡Historias de hombres! Lo fui postergando por diferentes razones: estéticas, económicas, filosóficas, mercado, etc.

¿Cuál es tu próxima novela? Me comentaste de una que recién será editada. ¿Qué título tiene?

Se llama «Amarrada a un árbol de níspero». Es la historia de una niña desde su nacimiento hasta su adolescencia, en un hogar acomodado y de gran religiosidad, que llega muchas veces hasta la intolerancia y el racismo. La pequeña va creciendo llena de dudas, rechazos, decisiones, pero se mantiene de mente abierta. Curiosa y de carácter fuerte nunca «pondrá la otra mejilla” como le han enseñado. Sale en noviembre de este año.

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