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Westerns y Silencio: La cultura del maltrato

Lee la crítica de cine de Gerónimo Stoll.

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Por Gerónimo Stoll

The Power of the Dog (2021) trae de nuevo los filmes western a nuestros teleteatros caseros, pero con una mirada contemplativa, silenciosa y luminosa. Observamos la diada ciudad-campo en los dos hermanos protagonistas, así como la arcaica diada madre-esposa y del mismo modo, una misteriosa veneración hacia un fenecido mentor.

Mediante un lenguaje audiovisual contemplativo y semiótico, la película The Power of The Dog revive el western en nuestras pantallas de Netflix, pero a diferencia de lo que nos tiene acostumbrados este género, no busca evocar admiración o añoranza, por el contrario, juzga que tanto la misma se colude y se nutre de la cultura del falo que rodea los Estados Unidos, en dónde la agresión, el abuso, invasión y silencio, son los pilares fundacionales de aquella nación que actualmente, busca esconder y renegar de sus orígenes avergonzándose de todas las atrocidades que han cometido, siendo una de ellas, la sumisión en hombres y mujeres en la aceptación total de la agresión, en donde si no te alineas con la misma, eres visto como abyecto y paria.

La película nos presenta la vida de dos acaudalados y rudos vaqueros, George y Phil, con la diferencia que George se ha adaptado a una vida más sedentaria, citadina y sofisticada mientras que su hermano Phil, se conduce dentro del prototipo vaquero como un hombre de pocas palabras, desaliñado, malhumorado y un fumador adaptado a la vida Marlboro en las praderas y montañas. Es casi como si George y Phil fueran el ratón del campo y el de la ciudad, pero con lazos de sangre. A ellos se suma Rose, una viuda que vive con su adolescente hijo Peter, quién desea ingresar a medicina en la universidad. George es un hombre de costumbres protocolares, mientras que Phil de rudeza y represión de emociones, siendo estos rasgos amalgamados en Peter, un joven silencioso, protocolar y sensible que se ve objeto de la mirada agresiva e invasiva de los vaqueros, ya que es el abyecto, aquel que no decide participar de la cultura del maltrato, agresión y burla hacia el otro.

Estados Unidos se caracteriza por una cultura agresiva e invasiva, en dónde ellos te hablan en inglés y tú tienes que reverencial y sumisamente haber aprendido inglés para entenderlos. Ellos jamás se van a dedicar a esforzarse por entenderte y eso, se observa en los códigos de conducta que muestra esta película cowboy. Peter tiene que hablar el mismo idioma de los vaqueros, dejar de lado su esencia y adoptar sus costumbres ya que estos, lo van a seguir agrediendo inclusive siendo el hijo adoptivo de George y sobrino adoptivo de Phil, los dueños del rancho, jefes de los vaqueros y trabajadores. Observamos momentos en que, a Peter, incluso frente a la mirada de su familia adoptiva, le gritan burlonamente “Little fagot”; a este nivel puede llegar la cultura estadounidense, hombres de 30 años abusan de un niño de 15 años para legitimar su heteronormatividad y jerarquía abusiva. Es la internalización y legitimación de la cultura del maltrato la que ha construido dicho país, la conquista del otro derribando su psique y corporeidad.

Frente a esta cultura del maltrato, observamos como el personaje de Rose representa, al igual que Phil, una resignación hacia la misma, en dónde los intentos de escapar se reducen a un pasatiempo como el piano, el banjo, la familia y el trabajo, así como el alcohol. Rose cae en otro elemento altamente asociado a dicha cultura que no permite al otro ser contenido: el alcoholismo. El alcohol actúa como una soga para Rose, atándola al rol de madre, esposa y ama de casa, pero de un modo nauseabundo, se queda en la cama todo el día flotando en medio de sus demonios, en aquel incisivo remordimiento por intentar encajar en esta nueva vida de sociedad, en la vida de su marido latifundista, reservado, distante y protocolar para el amor. Sin embargo, Rose logra conectar con Phil por un momento, al darse cuenta que él también se halla resignado a esta cultura.

El taciturno Phil evidencia durante el film como paulatinamente, el maltrato ha calado en sus cicatrices. Phil se muestra como un enajenado ritualista en la veneración por su mentor, el alcohol, la rudeza, los cigarrillos y las tareas propias de un vaquero. Phil, al igual que Rose, ha sido maltratado desde niño, olvidado por sus padres y obligado a adaptarse en esta cultura fría, distante y abusiva de los colonos vaquero del oeste. Padre, hermanos y amigos lo han olvidado, sin embargo, sólo su mentor, Bronco Henry, ha sido amable y cariñoso con él, algo que al parecer también deseaba lograr como un hombre maduro sin hijos. No es gratuito el recelo de Phil hacia su hermano George cuando decide casarse con Rose, ya que ahora sí, se iba a quedar sólo en este mundo hasta para dormir.

Fuera de todo este enrollo narrativo, la película muestra escenas sumamente contemplativas evocadas por las montañas que rodean las praderas, similares a las estribaciones andinas de nuestro país que se hallan entre la costa y la sierra. Dicha mirada periférica permite al espectador concentrarse en una narrativa pausada, provista de una trama modesta en cuanto al volumen de diálogos, en donde cada personaje argumenta y pronuncia la cantidad exacta de palabras. El misterio pulula en aquel escenario de publicad de cigarrillos al igual que las nubes que rodean a los personajes, algo sucede en aquella dinámica familiar, algo callan, algo los afecta, los entristece y silencian, algo que se asemeja a las montañas que los rodean, que no pueden caerse, que los doblegan a formar parte de las mismas en silencio, caso contrario, correrían el peligro de morir producto del clima o la fauna silvestre, al igual que ser abyectos o desadaptados de la cultura cowboy.

The power of the Dog es una película que sugiere, evoca e invita a participar de una reflexión de hasta dónde puede llegar el ser humano que se ha resignado, que ha silenciado su ser y que es capaz de imaginar macabras acciones para lograr sus objetivos. Es una película que deja escenas abiertas a la interpretación durante todos sus 126 minutos de semiótica, encargando al espectador la tarea de romper patrones del mindset y adentrarse, en el lenguaje no verbal, en lo que no se dice y al mismo tiempo se dice, en lo que tú crees que motiva a los personajes y como espectador, aún te deja asombrado al igual que aquel sol que ilumina los ásperos momentos que viven los protagonistas. La película muestra, evidencia pero tú mismo, tienes que reconstruir un nuevo film en cada personaje cuando logras empatizar con su silencio y sólo allí, entenderás el daño que hace la falta de amor. 

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