Opinión

¿Vuelve Alberto Fujimori?

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Por Tino Santander

Alberto Fujimori nunca dejó el poder, ni siquiera estando preso; los expresidentes que lo sucedieron gobernaron con el alma fujimorista; todos ellos siguieron la política económica del dictador; consolidaron el oligopolio de los cuatro bancos en la economía nacional; el estado fue capturado por mafias que promovían obras de infraestructura corrupta; fueron y son cómplices del crimen organizado como lo hizo Alberto Fujimori.  Nada cambió.

La derrota militar del terror senderista por la alianza de las Fuerzas Armadas con los comuneros andinos, no trajo la paz. La tecnocracia neoliberal aliada a la dictadura reinsertó al Perú a la comunidad económica internacional; acabó con la hiperinflación; estabilizó la economía nacional, sin embargo, fue nuevamente una oportunidad perdida para el país, porque, se corrompieron con el dinero de las privatizaciones y de las concesiones. El país empezó a perder la confianza en los políticos que se convirtieron en los primeros ladrones al mejor estilo del fujimorismo.

La inmensa mayoría de peruanos apoyaba el golpe de Estado de Fujimori, con la esperanza de que la dictadura trajera orden y seguridad al país. La ilusión de la derrota militar del terrorismo no significó ni orden ni seguridad; millones de peruanos están al margen del Estado solucionando sus problemas de vivienda, salud, educación, agua y desagüe; combatiendo a los delincuentes con sus propias manos. Otro sector de la población cruzó la línea y esta aliada al narcotráfico, la minería ilegal, la tala de árboles; el contrabando, el lavado de activos. Estas actividades ilícitas se han convertido en un mecanismo de subsistencia de millones de peruanos; el crimen organizado controla grandes extensiones del territorio nacional. 

El nuevo senderismo no es marxista-leninista-maoísta, pensamiento Gonzalo. Los nuevos terroristas son: el crimen organizado que promueve movimientos regionales, partidos políticos que gobiernan regiones, municipios y están en el parlamento y el ejecutivo; los viejos senderistas con su lenguaje anacrónico se han convertido en la guardia pretoriana del crimen organizado. Fujimori, lo sabe y quiere representarlos a través de su hija Keiko. Gobernar, para él, significa mandar.

Por otro lado, están los podridos, es decir, los partidos políticos de derecha que tienen sutiles diferencias con el fujimorismo; la izquierda en todas sus versiones esta desprestigiada por su incompetencia y corrupción política. No es una alternativa seria frente al fujimorismo; los herederos políticos de Vargas Llosa seguramente volverán a zapatear el baile del chino en nombre de la “libertad”.

El fujimorismo lidera a los podridos; el Apra, Acción Popular y los partidos de izquierda se van a subordinar rastreramente al fujimorismo, porque, van a pactar que nada cambie y que sigan los privilegios en el parlamento, en los gobiernos regionales, en las municipalidades; los medios de comunicación van a seguir recibiendo inmensas cantidades de dinero por publicidad innecesaria; el crimen organizado recupera a su viejo socio que hoy camina feliz por los centros comerciales gracias al indulto de PPK.

Estos son los enemigos del pueblo y de la revolución social. Las organizaciones sociales, los emprendedores, los trabajadores del campo y la ciudad, las juntas de regantes, los mineros informales, las mujeres y los sindicatos libres tienen la obligación de armonizar intereses y construir un gran frente popular nacional en la que todos tengamos participación. El partido “Salvemos al Perú” es el instrumento de esta inmensa tarea. No hay marcha atrás, o nos unimos y hacemos la revolución social o el fujimorismo consolida la corrupción de la clase política podrida.

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