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Voto en blanco entre tanta mano negra

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Vengo escuchando, preocupado, una idea del ignorante colectivo, que considera el voto en blanco como una «sacada de cuerpo», una cobarde indecisión que, de hacerse, inhibe mentalmente al votante de poder criticar la gestión venidera ya que no tuvo el coraje para siquiera escoger el «mal menor».

Este párvulo pensamiento electoral evidencia la escasa formación que tenemos como ciudadanos, el desconocimiento de nuestros derechos fundamentales, pero sobre todo, una inmadurez política a través de la cual esta idea contra el voto en blanco avala la toma de poder de candidatos ineptos, de consejales o congresistas desastrozos que bien podrían quedarse fuera al hacer uso del derecho de abstención que solo el voto en blanco nos brinda. Es sostener, con un voto resignado e inconsecuente, a esos que van a robar y hacer obra. Es delinquir contra nosotros mismos.

¿Nos inhibe el voto en blanco de criticar la gestión venidera? Vaya cosa más absurda. El ejercicio de la democracia está sujeta al principio de ciudadanía. Basta ser peruano para poder manifestarse a favor o en contra de la gestión de turno ya que -la hayamos elegido o no- estamos afectos a sus decisiones. Es poco más que primarioso creer que nuestro ejercicio de crítica se ciñe necesariamente a marcar una figurita en el padrón electoral.

Pero lo he notado en muchos, y me preocupa sobre todo, en profesionales con maestrías y grados, gente que debería tener un criterio y una comprensión más amplia de su ejercicio de voto y de lo que este implica (no estan votando por un solo candidato sino por un equipo).

En lo personal, esta campaña electoral ha sido la más pobre y escasa de propuestas que he podido ver. Me siento indignado del trato que el político me da; de la persona que creen que soy: un infante de matineé que se contenta con bailes ridículos, canciones estúpidas y platos de carapulcra a cambio de dar mi voto. Ninguno de ellos se lo merece y pienso decirlo este domingo haciendo uso de mi abstención directa, de mi voto en blanco: «ninguno de ustedes merece gobernarme».

Temo por la suerte de la ciudad y del país si esta idea precaria contra el voto en blanco se sigue esparciendo, ya que es aval de seguir perpetuando candidatos pusilánimes y dejar sobrevivir partidos minúsculos que, de haber recibido nuestro voto en blanco, ya no deberían existir y sin embargo están ahí quitando espacio en los debates, haciendo el ridículo.

Esforcémosnos por pulir nuestra conciencia cívica y por aprender nuestros derechos ciudadanos. Ayúdemos a los jóvenes a aprender a elegir con conciencia. Empezando por no solo creer en las propuestas de los candidatos sino en leer sus hojas de vida e investigar sus antecedentes. Todos los que hemos ocupado un cargo sabemos que el peso de los antecedentes determina nuestra contratación.

No se trata más del mal menor, sino del bien común. Piénsalo.

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