Opinión
¡Viva el Perú!, ¡Viva la justicia!
Ningún otro país en la historia moderna ha logrado lo que el Perú ha demostrado al mundo: someter a la justicia a todos sus expresidentes vivos en un periodo tan corto.
Por Jorge Paredes Terry
No es un relato de venganza, sino de equidad ante la ley. No es persecución política, sino la afirmación rotunda de que nadie está por encima de la Ley. Mientras otras naciones luchan contra la impunidad de sus élites, el Perú ha convertido sus tribunales en un faro de esperanza para las democracias que anhelan justicia.
Desde Alan García, quien optó por el suicidio antes que enfrentar las pruebas en su contra por el escándalo de Odebrecht, hasta Pedro Castillo, encarcelado por intentar cerrar el Congreso de la República, pasando por Alejandro Toledo, extraditado desde Estados Unidos para cumplir una condena de 20 años; Ollanta Humala, sentenciado a 15 años por lavado de activos; Martín Vizcarra, se libró por el momento de una prisión preventiva por corrupción; Pedro Pablo Kuczynski, bajo arraigo domiciliario por sobornos; y Alberto Fujimori, quien murió sin limpiar su nombre tras años en prisión por crímenes de lesa humanidad. Siete expresidentes, siete personajes que los libros los retratarán como lo más ruin y deshonroso de la historia moderna del Perú.
Este fenómeno no es casualidad, sino el resultado de una sociedad que ya no tolera la impunidad. Mientras en otros países los poderosos negocian su libertad, en el Perú la justicia ha hablado con pruebas, no con privilegios. La detención de Castillo en pleno ejercicio del poder, en menos de tres horas después de su intento de cierre del congreso, demostró que las instituciones peruanas actúan con autonomía, salvo excepciones donde se observa que algunos magistrados se inclinan por alguna de las partes.
¿Es nuestro país un modelo perfecto? No. Persisten la polarización, las críticas por selectividad y la lentitud de algunos procesos. Pero mientras en México, Argentina, Colombia o Brasil los expresidentes se pasean libres pese a escándalos millonarios, en el Perú la cárcel no distingue colores políticos. La justicia, aunque tardía, ha sido implacable.
“El Perú ha demostrado que ni el poder absoluto, ni el tiempo, ni siquiera la muerte borran los crímenes de los gobernantes. Es una lección para la humanidad», escribió The Washington Post en 2024. Y es cierto. Nuestro país, golpeado por crisis, corrupción e inestabilidad, ha dado al mundo una enseñanza invaluable: la democracia no se defiende con discursos, sino con hechos.
Hoy, mientras Toledo, Humala pagan sus condenas; mientras Castillo enfrenta su juicio por rebelión; mientras Fujimori murió sin rehabilitación y García solo escapó de la justicia por su propia mano, el mensaje es claro: en el Perú, el poder ya no es un salvoconducto, mensaje directo también para la actual mandataria Dina Boluarte y la exalcaldesa de Lima Susana Villaran, las cuales, si la justicia prevalece, seguirán el mismo camino.
Mensaje a la juventud peruana.
Hermanos y hermanas de la nueva generación:
Miren bien lo que está pasando en nuestro país. Siete expresidentes, los hombres más poderosos de su época hoy están muertos o presos. Alan García prefirió el suicidio antes que la cárcel. Fujimori murió sin limpiar su nombre. Toledo, Humala, Castillo ven el amanecer tras las rejas. PPK, en arresto domiciliario y Vizcarra más tarde que pronto será el nuevo inquilino del Fundo Barbadillo.
¿Qué nos enseña esto?
Primero: El poder no los hizo invencibles. Creían que sus títulos, sus contactos, su dinero mal habido o su popularidad los salvarían. Se equivocaron.
Segundo: La corrupción siempre termina en derrota. Esos mismos que robaron millones hoy no pueden disfrutarlos, salvo Nadine Heredia que logró burlar a la justicia, pero esperemos el cambio de régimen en Brasil y dicha señora tendrá que retornar y cumplir su condena.
Tercero y más importante: La justicia existe cuando el pueblo la exige. Estos casos no avanzaron por magia, sino porque ciudadanos como ustedes, estudiantes, trabajadores, jóvenes indignados salieron a las calles, fiscalizaron, no se callaron.
A ustedes les toca escribir el siguiente capítulo.
No repitan los errores del pasado. No idolatren políticos corruptos, aunque les repitan mil veces que «roban pero hacen obras». No normalicen lo injustificable.
El Perú que heredarán será el que construyan HOY con sus acciones:
Viva el Perú! ¡Viva una justicia que no se inclina! Porque cuando la ley triunfa sobre la impunidad, no solo gana un país, gana la dignidad de toda una región y gana la humanidad.