Por Silvia Suárez*
La parodia de Carlos Álvarez sobre Daniel Olivares, parlamentario del Partido Morado, no se aleja mucho de la entrevista real. Se deduce que ambos protagonistas, el postulante a la presidencia Julio Guzmán y el congresista Daniel Olivares, ambos del partido Morado, no habían preparado para dicha entrevista un guion políticamente correcto.
En la entrevista, respecto al tema de fumar marihuana en horas de trabajo, se hubiese esperado en Daniel Olivares la misma mea culpa con la que Julio Guzmán se avergüenza del ya conocido suceso del incendio, por lo que hace una suerte de introspección y pide perdón a su círculo de influencia.
Empero, si observaron bien el video de la entrevista real, Daniel habría fumado; por lo que, en consecuencia, en la entrevista le hubiese sido difícil argüir una excusa política que no saliera de su propia esencia y, además, él cree que su realidad —con el cannabis—
es también la realidad de una mayoría: como cuando el alcohólico no se da cuenta que está preso de los efluvios del licor y el resto, evidentemente, se percata de ello.
Si fumar hubiese sido una cuestión esporádica que Daniel pueda dejar, no hubiese entrado a la entrevista en el estado con el que sostuvo su argumento, frente a lo que le increpaba Julio, que suponemos con la intención que haga la misma revisión y mea culpa, hubiese dado respuestas sensatas y según el sentido de las convenciones o moral social esperada.
Pero la percepción de Daniel está mezclada con la luminosidad que provoca la marihuana, donde percepciones, emociones y cogniciones están entremezcladas, creando un mundo imaginativo paralelo. Lo que se decanta de la escena es que Daniel Olivares es consumidor “de toda la vida” como él mismo lo señala.
Ahora bien, si se preguntan ¿pero a quién le importa si es su vida?
Hasta cierto punto podrían tener razón respecto a ello; sin embargo, al ser Olivares una imagen pública política y que nos representa en el Congreso, sí importa.
Ayer, por ejemplo, se manifestó Cedro, entidad que trabaja para que la juventud peruana evite el consumo de drogas, porque lleva a la dependencia y con ello a la desadaptación y pocas o nulas posibilidades de autorrealización personal. Por tanto, el Congresista Daniel Olivares le importa a la sociedad peruana, que invierte en él un sueldo, una oficina, personal, para que nos represente, inversión que efectuamos todos los peruanos, consumamos marihuana o no, de nuestros impuestos; por tanto, es la sociedad peruana la que invierte un voto en el Congreso para tratar de tener, entre sus filas, a los más apolíneos entre nuestros representantes.
El gran pensador liberal Bernard de Mandeville sintetizó la norma social de convivencia pacífica y ordenada en su libro La fábula de las abejas, con la siguiente frase: “Virtudes públicas, vicios privados”, donde se resume que, para ordenar a la sociedad, sabiendo que todos tenemos a Apolo y a Baco como complementos arquetípicos de la personalidad en el “Yo y su sombra”, la opción madura es apostar por el arquetipo del primero, lo apolíneo; y, con ello, las virtudes, que servirán para guiarnos como sociedad hacia un norte diferenciado.
*Psicóloga especialista en diagnósticos psicológicos.