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VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL TEATRO DE LA TRIPLE AAA

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Doy gracias a Dios de no haber nacido mujer en un país machista como el nuestro. Y no es misoginia lo que digo, sino la verdad. La ultima puesta en escena del joven dramaturgo limeño Alejandro Larco, aborda la problemática cotidiana de ser mujer en la exacerbada sociedad sexista limeña.

Me sorprende, porque nunca lo había visto, como hombre que soy  jamás había caído en la cuenta de lo obvio, y que son todos los problemas por los que atraviesan nuestras novias, amigas, hermanas, hijas o madres. Eso apenas lo entendemos, pero su drama es sistémico, permanente, continúo y lo peor de todo, es su cotidianidad.

Larco ha logrado plasmar con acierto y de manera sintetizada en algo de una hora de puesta en escena el problema real de la mujer: el ser valorada como mero Objeto de placer (en donde la misma territorialidad de su cuerpo se le es alienada y puesta como mercancía al agrado del hombre “tienes los brazos grandes y al espalda ancha, pareces hombre”), negando toda condición de sujeto meritoria de respeto.

Como bien dice una de  sus personajes al evaluar la primera vez que fue piropeada por un desconocido en la calle (esto cuando tenía 12 años), sus amigas de colegio  a quienes le contó esto se burlaron de que ella se quejara, cuando en realidad “deberías dar gracias, pues alguien te consideraba atractiva”, o más adelante cuando otro de los personajes rememoraba cuando fue abordada por un desconocido en una discoteca e intentaba sacarla  a bailar, y ella se negaba y el tipo le gritaba “Bonita te haces, fea de mierda”, y ella sin embargo, minimizaba el hecho agradeciendo de que solo la hubiese insultado y no golpeado.

Estos ejemplos así como otros más bizarros, desde el silbido callejero con que abre la obra, al testimonio sobre un vendedor ambulante bajándose los pantalones delante de niñas “para sobarse su pene” o quizá lo peor de todo, ser manoseada por alguien en la calle y que tu propio padre minimice el hecho diciéndole “tanto te quejas”; todo ello demuestra la soledad a la que se enfrenta la mujer, a un punto en que pareciera que la principal amenaza de la mujer es la depravación del hombre.

La obra a ratos hace rememorar un famoso cuento de Rakoona Sheldon (Alice Sheldon, la mejor escritora de ciencia ficción de genero del s. XX) en que las mujeres se tapaban con ropas holgadas que escondieran su sexualidad, andaban de un lugar a otro en grupo, y jamás solas por temor a un feminicidio generalizado en una sociedad futurista.

En la obra “Mi piel, mi ciudad” Alejandro Larco nos dibuja una misma situación pero como parte del cotidiano de la mujer. Aún me sorprende entender que las mujeres en su gran mayoría han sufrido algún tipo de acoso, lo incomodo que debe ser, y peor si les ocurre siendo niñas. La triste realidad que las mujeres ya adultas no puedan ir solas o de a dos a una discoteca sino que vayan  en grupo, hasta al baño, todos los temores que corren, desde tomar un taxi, que les hable un desconocido, ser manoseadas en el bus, además, de las agresiones sexuales o verbales. Toda esta pesadilla con la que nunca soñó Kafka, que sufre la mitad de la humanidad es abiertamente una distopía, y pensar que pasa delante nuestro y andamos como ciegos (nosotros los hombres) ante lo evidente.

No se trata de culpabilizar a un sexo, ni de criminalizar al patriarcado (que por cierto actualmente no existe), sino, de algo tan simple como visualizar el problema, denunciarlo, señalar sus orígenes y educarnos, aun adultos para  no ser en pensamientos lo que otros son en actos, porque del pensamiento a la acción solo hace falta un paso.

Agradezco a Holliday que me haya acompañado y me compartiera su visión de activista por los derechos de la mujer, su apreciación estética y su coherente discurso (tu eres mi Marine le Pen); a Alejandro Larco por esta obra tan feelin y seria a la vez (el momento más bello fue un solo de flamenco de una de las actrices).

La obra solo va hasta este domingo en el teatro de la AAA que se encuentra junto al teatro Municipal, en el Centro de Lima, y es una lástima que el tiempo sea tan corto para hablar de algo tan serio y que pasa todo el tiempo. Es hermoso cuando el teatro te hace sentir y pensar. En verdad tengo mucha suerte de nacer hombre, todo es más fácil, porque el hombre ya viene hecho, mientras la mujer se hace a sí misma, día a día.

Ser mujer y no dejarse aplastar por el sistema que busca reducirla a mero objeto de la lascivia más baja de la masculinidad, ser Mujer es algo que solo una Mujer de verdad es capaz de explicar y yo no me atrevo con siquiera especular.

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