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VILCHEZ HUAMÁN 1977, MÁS QUE UN DISCO

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Entrevista Hans Alejandro Herrera y María Fernanda Ahumada / Fotos José Osnar

Hablar de Ricardo Wiesse Hamann es hablar de arte en la sangre y el amor,  sus padres son los reconocidos artistas  Ricardo Wiesse y Johanna Hamann, y su pareja es Evelyn Merino,  fotógrafa de “Pacificum” la película que ha logrado lo inédito en el género documental  peruano, llegar a  su octava semana en cartelera.

Este año  ha sido para Ricardo importante en su trabajo como en su vida personal. Pues es el  año del décimo aniversario de La Mente, la de su cuarta muestra de pintura y también el año de la partida de su madre. Y todo ello de alguna forma se sintetiza en la creación de su disco como solista Vilchez Huamán 1977. Un disco cuyos siete temas ha venido trabajando durante tres años desde la etapa de composición y que se mueve de norte a sur por el mapamundi  de las emociones, la identidad, la búsqueda, la perdida y el reencuentro; todo en una perfecta cartografía lírica que va del reggae al ska con el imperdible late motiv del sonido del sintetizador. No es un disco uniforme ni nada en el se repite, más bien es un mosaico de sonidos que componen como una red el cuadro de su obra: la vida misma.

El nombre para el disco lo saca de su alter ego con el que ya firmaba su trabajo de DJ años atrás. Vilchez Huaman es la peruanización, si se quiere, de Wiesse Hamann, y surgió de sus años en que trabaja en Gamarra donde le bautizaron de tal manera. Y como tal esa gentil traducción popular de sus apellidos es la que da nombre a su disco de solista que se presenta este jueves en Sargento Pimienta.

En la portada del disco aparece el mismo Ricardo de niño, una fotografía en blanco y negro con el ceño fruncido y vestido como bandolero de un western de Ford.  “Este disco no tiene un proyecto detrás. Se debe al favor de mis amigos y les estoy agradecido” nos cuenta Ricardo que recuerda que entre las colaboraciones para este disco está la figura emblemática de Wicho (Narcosis, Mar de Copas) y el del chino Henry Ueunten (tecladista de Amen).  Lo que más sorprende de este disco son las circunstancias en que surge el disco.

“La grabación  comenzó  una semana  después   del fallecimiento de mi madre”.  Vivir esto y crear parecieran encerrar en sí mismo el circulo de trasformaciones que anudan la existencia misma confirmando  lo que ya se oye en el disco, Vilchez Huaman 1977 no es una verborrea de sentimientos sonoros es una marea de honestidad que en algunos temas como  Intro pareciera una ola rompiendo en vitalidad. Es este tema un manifiesto fuerte y coherente de su búsqueda estética desprovista de ínfulas. Wiesse no viene a pontificar solo a cantarnos la música que a él le gusta. Y ese es el mejor regalo musical que se puede dar al público.

Como proceso creativo el  presente disco tiene canciones que han demorado  3 años en ser compuestas como son DescansarCon razón  y Aquí, mientras que las otras “son posteriores y marcan un contrapunto  como Montaña  que es más oscura y 1977 que es más anfetamínica”.  Y es que el disco en si se ha concebido  en un proceso largo mientras se ha  grabado en un proceso corto de solo seis meses.  En palabras de Ricardo “este es un  disco polar, bipolar”.

Sobre si era posible sacar La Mente  de Ricardo, en tanto diferenciar su trabajo en la banda de su proyecto personal, él respondió “no, yo soy una persona no un personaje, soy el mismo en todos los proyectos.  Yo si siento en cambio una vena del rasgo de mis composiciones que son las mismas en obras que no son las mismas”. En ese sentido esa es la esencia de Ricardo, basta con oírlo para reconocer el universo personal presente a lo largo de su trabajo musical.

Pero volviendo a Intro, el tema que abre el disco, originalmente iba a llamarse Esta canción, y es un manifiesto del álbum en sí mismo. “Yo me jugué por esta intro porque tiene la personalidad  y es una reivindicación de otras canciones que he hecho anteriormente”. Y esa es la clave de este disco, un recuento y a  la vez reencuentro de toda una vida dedicada a la música, de un autor que compone rítmicamente con el bajo al lado de su tabla de surf.

Finalmente este disco está dedicado a su madre, la escultora Johana Hamann, quien en vida no llego a oír ninguna de las canciones,  pero quien está presente no tanto como una melodía flotante sino como el preciso golpe del cincel que ha esculpido con su carga vital todas y cada una de estas canciones.  Pues como el mismo Ricardo nos dice “la muerte no es tan terrible, es algo natural”. Tan natural como la música misma.

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